EL FANTASMA DETRÁS DE LA
“PAZ”
Darío Ruiz Gómez
El lugar escogido en la
Habana para escenificar las
conversaciones de Paz entre la Guerrilla de las FARC (Partido Comunista) y el
Gobierno colombiano recuerda de
inmediato con sus inmensos floreros, el lujurioso jardín, al escenario de una convención
de negociantes norteamericanos de los años 60 en una película de Coppola o una novela de Graham Greene: los desgualetados guerrilleros, la pinta de empleados judiciales
de los “representantes del gobierno
colombiano” el envarado burócrata cubano,
la escuchimizada noruega que nunca ríe.
¿Dónde se sentaba Enrique Santiago
vestido como un socio de la
familia Corleone? Santiago supo manejar
juiciosamente la estrategia de “la
estética de la desaparición”o sea el no mostrarse nunca, ordinariez propia de los segundones. ¿Qué pasaba una vez
terminaban aquellas cansinas sesiones? Una película los mostraría conversando desprevenidamente, tomando daikirís o mojitos o wisky con ese
lerdo y burdo humor que caracteriza a
los funcionarios comunistas. También contaban con el catamarán. Cuatro años se
pasaron en esas haciendo juegos de palabras, ensayando los gestos para
estrenar vida parlamentaria, imaginando el fashion a
llevar ante las “multitudes” proletarias y campesinas que supuestamente los
aclamarían como a los nuevos
dioses redentores. Hábilmente Enrique Santiago apenas se
dejó ver en Colombia y contó para ello
con la complicidad de los grandes medios de información que apoyaban
irrestrictamente las conversaciones de
Paz. En una respetable publicación de izquierda gallega “La Marea” me lo encontré por fin dando unas
declaraciones muy explícitas: “El gobierno español debería tomar ejemplo del
gobierno colombiano que amnistió a las FARC y concederle esa amnistía a los
presos de ETA” Se supo que siguiendo el ejemplo de Iglesias y de Echenique tenía una lujosa oficina en el aristocrático barrio
de Salamanca y no en un barrio proletario.
Y ya en “El Español” el importante periódico fue más explícito en una
entrevista que apareció en el mes de
setiembre del año pasado donde reconoció
que estaba vinculado a las FARC desde hacía tres décadas por recomendación de
Piedad Córdoba como “experto en Derecho de Guerra y de los refugiados”. Cuatro
años estuvo al lado de Márquez cuyo regreso a la violencia justificó porque “La
Fiscalía busca hacer estallar el Proceso de Paz extraditando a Márquez y a
Santrich, además de que Estados Unidos ya los tenía en la mira y Márquez llegó
a la conclusión “de que debía tomar medidas de precaución”.
En “El Mundo” de Madrid
del mes pasado Luis Fernando Romo hace de Santiago una pintoresca semblanza después de haber sido nombrado por Pablo
Iglesias “Vicepresidente de la Comisión
para la reconstrucción de España”, nada menos: “Campechano, muy majo,
simpático, trabajador y sobre todo no es ningún mandón” “Uno de sus logros internacionales más destacable fue como representante de la
guerrilla de las FARC” Y remata esta semblanza: “Enrique es fiel a la ideología
de Lenin, y partidario de los ideales de Carrillo, Maduro y Fidel Castro” La instalación de la Comisión
presidida por Patxi López se incendió rápidamente con el odio desatado de Pablo
Iglesias tratando de incomodar a Cayetana Alvarez tirando de fallida ironía al llamarla Marquesa –que lo
es- y recibir la contundente respuesta
de la representante del PP. De pronto un exaltado comenzó a dar gritos y Patxi
López debió callarlo:”No te he dado la palabra cállate” Había aparecido Enrique
Santiago en escena. ¿Apoyar a Bildu (ETA) y defender a los sediciosos catalanes
“los Jordi” tal como lo ha hecho Iglesias es parte de esta reconstrucción de España aconsejada por el leninismo de
Santiago? Para nuestra investigación las
preguntas son lógicas entonces: ¿No fueron las décadas de consultor de Enrique
Santiago con las FARC las más
sangrientas que hayamos vivido con toma a sangre y fuego de inermes
poblaciones, la industria en auge del secuestro, el reclutamiento de niños, el
más cruel desplazamiento de población campesina? ¿No fue Enrique Santiago quien
redactó las condiciones para el Pacto de Paz y creó a su acomodo y con
diabólica malicia la justicia
transicional al uso hoy de las
FARC y no de las víctimas? Lo qué ha continuado hablando con Márquez Colombia debe saberlo para no llevarse a
engaños por parte de tramposos que siguen considerando que no
hay conectividad entre narcotráfico y violencia terrorista y ahora
preparan un nuevo asalto a nuestra desprotegida democracia.
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