lunes, 27 de mayo de 2019

LAS FÁBRICAS DE MENTIRAS / Darío Ruiz Gómez





LAS FÁBRICAS DE MENTIRAS
Darío Ruiz Gómez

Aquel que desconozca la fotografía, predijo Walter  Benjamin, será el analfabeto del futuro. Esto podríamos decir hoy respecto de  quienes  desconocen  las implicaciones de la llamada era digital, las redes, facebook, internet, whatsapp,  sustitutos tecnológicos de esa  escritura a través de la cual creamos nuestro derecho a la intimidad, a oponernos a las falsedades  propagadas  por los grandes poderes  o sea a la manipulación de la verdad,  pretendiendo que no existe  la verdad  sino verdades parciales,  tal como lo señala Michiko Kakutani, la hasta hace poco critica de libros del “New York Times”  en  “La muerte de la verdad”,  análisis de lo que supuso  la fábrica de mentiras creada y operada por los equipos de Putin y Trump al rededor de las elecciones presidenciales que  llevaron a Trump a la Presidencia:  la reponteciación de la llamada Verdad Posmoderna, de los Fake News que ya había sido prevista por Baudrillard  en sus agudos análisis sobre la desaparición de la información sustituida por  lo que Orwell llamó neolengua  coincidiendo con   la desaparición del periódico impreso,  la banalización de los  los contenidos de los   medios informativos  con  el llamado “negocio de las noticias”,  donde desaparecieron  el corresponsal, el equipo de investigación, y ganó  la irresponsabilidad  al convertirse la noticia en consumo. De la escritura personal se pasó a lo que se denomina “estilo telegrafiado”

Hace diez años aún  la gruesa  edición dominical del N.Y.T  tenía material de lectura para todo el día, hoy la publicidad  ha ganado  espacio a las páginas  de opinión  ya que el periódico  al transformarse  en un proyecto comercial en mano de nuevos propietarios  - Carlos Slim es el mayor accionista-  abandonó  su antigua vocación de  defensor del  derecho  de la sociedad a tener una información veraz  y tal como ha acontecido con otros periódicos conocidos en manos de inversionistas”  - “El País” de España – se  entró  en la era de la digitalización dando un salto al vacío. Precisamente hace unos meses en el N.Y.T. aparecieron unos artículos denigrando de España y tratando de mostrar a los sediciosos que intentaron dar un golpe de Estado en Cataluña como los “héroes” de la resistencia. La protesta de los principales  periódicos de España fue inmediata y  unánime  y la respuesta  de la Dirección del N.Y.T  fue  igual a la que acaban de dar respecto a la desinformación de un aventurero norteamericano sobre el Ejército colombiano insinuando pérfidamente que se han revivido los “falsos positivos”: “la opinión de  los colaboradores  no es la opinión de la Dirección del periódico”.  La farsa de algunos medios  colombianos  sobre el supuesto periodista  se ha cerrado con una  grandilocuente   frase: “el corresponsal debió salir del país por posibles amenazas  contra su vida”  Lo señaló Baudrillard:  ya no interesa la verdad sino el simulacro. Y para llevar a efecto  el simulacro  la inteligencia perversa cuenta con  genios para escenificar  una falsa noticia tal como los hay para la difamación y el señalamiento  de  aquellos a quienes se considere  “enemigos”.  Lo paradójico  es que publicaciones   “progres” recurran a métodos  de “derecha”  de desinformación,  como los que describe  Kakutani  y  sobre todo que periodistas  que se ufanan de  su  supuesto roce internacional,  traten  de  hacerle  creer  a nuestra ciudadanía  que  el actual  NYT  continúa  siendo  la biblia de la  autoridad moral  que alumbra aún la libertad  y la democracia en el mundo.

¿Por qué entonces ante una publicación comercial   debe el Comandante del  Ejército salir a dar aclaraciones  sobre un problema  de debate interno  nacional? ¿Por qué a esta malévola    información se le ha dado un sesgo de escándalo  precisamente en el momento de la detención de Santrich? Es lo que digo: el analfabeto de hoy es quien desconoce estas artimañas,  los simulacros de este  falso periodismo.     

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