Darío
Ruiz Gómez
¿Quién
ha sido señalado culpable del desastre tecnológico que supone la destrucción de la Biblioteca
España? Recuerdo un reportaje con unos ancianos en un parquecito, contaban cómo
veían matar diariamente gentes en ese espacio antes de que se inaugurara la
Biblioteca que naturalmente había sido una redención para un barrio convertido
en un borde olvidado. Niños, ancianos,
se beneficiaban de sus instalaciones pues habían salido del confinamiento a que los
había sometido el terror y ahora recibían clases de diversas disciplinas,
contaban con un lugar de encuentro o sea
de socialización, un logro demasiado importante que se vino abajo con la
desaparición de la Biblioteca. ¿Se ha detenido a algún responsable por este caso? ¿Algún
sicólogo social ha calculado lo que este desastre culturalmente
supuso para esta comunidad? ¿Ha calculado algún especialista
el alcance moral de esta
decepción en lo que esta supone como justificado rencor de una
comunidad ofendida ante la corrupción oficial? No voy a negar las buenas intenciones que fundamentaron el plan de los
Parques Bibliotecas pero sí critico, como lo hice en su día, el hecho de construir edificios a veces de
nulo valor arquitectónico, que la mayoría
de las veces no cumplían con la
espacialidad específica esperada, donde se lucraron los constructores pero una vez más la comunidad quedó como perdedora ya que no se renovó el contexto urbano que
debió comenzar por establecer una
inmediata relación con el Centro para que se iniciara el esperado intercambio social que el
aislamiento de las diversas comunas, en
manos de los violentos, negaba. Esto era
crear ciudad y crear ciudadanos,
posibilitar la integración de cada parque biblioteca, de cada nueva escuela
para hacer desaparecer el aislamiento y el estigma, establecer la ergonomía de
los espacios públicos a través de sus distintos actores, los niños, las mujeres
y los hombres trabajadores, los ancianos, el caminante desprevenido, la
relación sagrada de la casa con unos territorios reconquistados. Hace décadas ya lo había señalado Jordi Borja.
“Derecho a la conversión de la ciudad marginal o ilegal en ciudad de
ciudadanías” un principio planteado por el urbanismo moderno al rescatar las periferias,
al humanizar los bordes incorporándolos mediante vías y sistemas de transporte al Centro y al
resto de la ciudad para reconocer en el excluido el rostro de un ciudadano y no
el de un desechable y al instaurar la
gobernabilidad de la democracia impidiendo que cayeran estos territorios de la
no ciudad en manos del crimen organizado. Durante la Alcaldía de Salazar y su consideración chavista del
delincuente como una víctima social, me pregunté si por ese camino no nos
estábamos acercando al modelo Ciudad
Juárez tal como hoy estamos viendo que efectivamente ha sucedido. ¿Hasta dónde
llegó la idea del Jardín Circunvalar y
cuánto dinero público se despilfarró en una obra imposible de llevar a cabo sin
haber recuperado antes para la vida ciudadana estos
bordes del terror? ¿Cómo se puede ofender a una comunidad construyendo a
un elevadísimo coste un jardín de mascotas cuando se debió construir el
auditorio, una zona de encuentro ya proyectados y anhelados por la Comunidad?
¿Quiénes se benefician, entonces, de un proyecto incrustado como un cuerpo
extraño en medio de un tejido social que lo rechazará? ¿No es este equívoco lo
que la Contraloría debe investigar? Y como lo ha señalado Juan Fernando
Jaramillo ¿Es más importante una mascota
que la necesidad lúdica de los niños y adultos? Los caprichos de los llamados
ambientalistas, animalistas son un verdadero peligro para el medio ambiente y
para los animales. ¿Entre tanto cuántos espacios se han recuperado para la vida
libre de los ciudadanos, para ejercer el derecho a la libre circulación, para
erradicar la violencia sobre las familias expulsadas por los violentos con
fines inmobiliarios?
P.D. El método estalinista de Enrique Santiago consistió en humillar la justicia colombiana poniendo al descubierto la ignorancia de la clase política. El ícono de la nueva Justicia es entonces Bobadilla.
P.D. El método estalinista de Enrique Santiago consistió en humillar la justicia colombiana poniendo al descubierto la ignorancia de la clase política. El ícono de la nueva Justicia es entonces Bobadilla.
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