Un merecido reconocimiento
al Hamaquero
al Hamaquero
Luis Germán Sierra J.
Biblioteca Universidad de Antioquia
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Gustavo Zuluaga, el Hamaquero, tiene mucho que ver con la historia del libro en Medellín. Su nombre de inmediato evoca ediciones de autores que para muchos eran desconocidos y que, al final, hicieron parte de los descubrimientos que marcaron la vida de lectores enamorados. Empecinado, y contra todas las adversidades, ha difundido obras de autores como Alejandra Pizarnik, Malcom Lowry, Juan Manuel Roca, Matsuo Basho, José Lezama Lima, Antonio Porchia, José Manuel Arango, Emily Dickinson, Roberto Juarroz, E. M. Cioran, Olga Orozco, Lao Tse, Raúl Henao, entre muchos otros que ha ido haciendo y entregando como quien lanza semillas en un campo no siempre abonado, para dar como resultado, casi sin defecto, séquitos de lectores sedientos que han encontrado allí dónde abrevar las ganas de leer (y de escribir), ya para siempre. Gustavo editor de rarezas y de autores de culto. En la Biblioteca de la Universidad de Antioquia, hace años, llevó adelante una colección de folletos literarios con varios de estos nombres y con otros más, locales, a la vez que organizaba la presentación de varios de sus autores con lecturas de sus textos en presentaciones que se convirtieron en lugares de encuentro imprescindibles para cientos de estudiantes y lectores en general, agolpados en espacios de la biblioteca que, de esa manera, honraba con creces su condición de espacio de cultura.
Cuando en la Universidad de Antioquia no proliferaban ni eran como hoy impúdicos los negocios de venteros por doquier, el Hamaquero sostuvo durante años una venta de libros en la cual era fácil encontrar desde joyas de queridísimos autores hasta libros piratas que lo hicieron indeseable para los editores universitarios. Con todo, es innegable que aquella época le debe mucho a la terquedad y al cariño que Gustavo ponía en todo ello en aras de más y más lectores. Por allí pasaban y se quedaban a conversar escritores como José Manuel Arango, Jaime Alberto Vélez, Eufrasio Guzmán y Juan José Hoyos, que a su vez eran profesores de la Universidad. El Hamaquero era un referente indiscutible en el campo de los libros porque, además, era el amigo de casi todos los escritores conocidos (e impulsor entusiasta de los que empezaban) de aquel momento, y casi bastaba con una señal suya para que ellos accedieran a la lectura pública de sus textos y a las presentaciones de sus libros. Juan Manuel Roca, Anabel Torres, Víctor Gaviria, José Manuel Arango, Rogelio Echavarría, Robinson Quintero, Gustavo Adolfo Garcés, Carlos Enrique Ortiz, Carlos Vásquez y Javier Naranjo, por ejemplo, aceptaban de inmediato sus invitaciones, varias de las cuales se hicieron en la biblioteca de la Universidad , en casas de la cultura y en otras bibliotecas y universidades de la ciudad. También Gustavo Zuluaga estuvo durante muchos años al lado de Gloria Bermúdez en la Biblioteca organizando “Fiesta al aire libre”, un memorable programa que trajo a la Universidad grupos musicales, de teatro y de danza que se realizaba en el bello y hoy olvidado Teatro al Aire Libre. En ese programa Carlos Mario Aguirre y su incipiente Águila Descalza hizo las primeras presentaciones también en la Universidad de Antioquia, y por allí pasaron grupos como Las Hermanitas Calle, Los Gaiteros de San Jacinto, y otros grupos representantes de un arte popular que hoy echamos de menos.
Andando el tiempo, Gustavo se instaló en su librería “Este Lugar de la Noche ”, al frente de la Universidad , claro homenaje al poeta José Manuel Arango, gran amigo suyo, y a quien el mismo Hamaquero había publicado en los años ochenta en uno de los folletos de la Biblioteca y en adelante se habría de convertir en uno de los más fervorosos difusores de su poesía. Una amistad sin duda entrañable que solo la muerte del poeta interrumpió, pero no disolvió. Desde que llegó a su nuevo “templo”, el Hamaquero no ha cejado en su tarea de festejar el libro de maneras diversas y entusiasmadas. Allí han continuado las presentaciones de títulos, las lecturas de noveles y reconocidos autores, el estreno de artistas, las visitas permanentes de nuevos lectores en busca de viejas y queridas primicias, y el merodeo de los amigos que han contado con Gustavo como un guía permanente y cáustico del acontecer del libro y la cultura en Medellín y en el país.
Con el video Mil libros y una noche, realizado con denuedo por Óscar Mario Estrada y sus colaboradores, se le hace un reconocimiento a Gustavo Zuluaga, al tiempo que se rinde homenaje a la labor que durante tantos años ha ejercido con el más absoluto desinterés, apoyado por sus amigos y seguidores, y enemistado muchas veces con quienes, en su camino, o no han entendido completamente su espíritu o no han admitido su ánimo no siempre presto a la conciliación.
Mantenemos vivo el afecto que le profesamos al Hamaquero y reivindicamos la tarea que a lo largo de los años, y cotidianamente, ha efectuado poniendo en ello más que su ambición su corazón y un placer sin límites por el libro, por el poema, por la cultura que no se viste de frac y que asiste en mangas de camisa a la casa de todos los que, como él, tienen una voz para compartir el cálido aliento del amor, la tarea hecha con las manos, artesanos de una verdad sencilla, pero esencial.