sábado, 28 de septiembre de 2024

LOS FLASHES DE LA GUERRA / Darío Ruiz Gómez

 

LOS FLASHES DE LA GUERRA

Darío Ruiz Gómez

Un francotirador del ELN acaba de matar en un pueblo del Meta a dos soldados  delante de un grupo de escolares  como una explícita  demostración  de lo que supone su despotismo, romperles el cráneo con un balazo  ipso facto se convierte en un trauma que un niño nunca superará. De manera que después de esta advertencia monstruosa – puesta en práctica por todos los forajidos sentados a conversaciones - deben saber los niños de Colombia que reclutarlos para la guerra, adiestrarlos para  fusilar a sus propios familiares  en el caso de que cometan alguna falta contra la “disciplina revolucionaria”  es  una educación  de la cual se espera obtener resultados inmediatos tal como lo hacen los Talibanes. Lo primero es pues eliminar el derecho a escoger su vida, el derecho a su felicidad. Toda verdadera educación  está encaminada a  que el niño,  el adolescente lleguen a despertar un día a lo  que sus interrogantes existenciales le plantean y a lo que una conquistada alegría desatará  en su alma. Repito la pregunta: ¿La Justicia en Colombia a los niños y adolescentes  les ha reconocido su derecho a la alegría y está condenando a quienes atenten contra este derecho inalienable?  Un criminal de guerra como estos sádicos de salida no puede ser aceptado en estas conversaciones. Perdónenme que no deje de hacerme y hacerles esta pregunta. ¿Ha legislado la Corte Suprema de Justicia sobre estos derechos arrebatados por los violentos a niños  que no conocerán la infancia? Y vuelvo a preguntarme con el derecho a ser reiterativo. ¿Ha legislado nuestra justicia sobre la infamia que supone la violencia hacia  familias enteras en Arauca donde en lo que va corrido de año han asesinado a más de cien personas? Recurro como al igual que en los casos del Chocó, el Cauca, Arauca sometidos por décadas a estas prácticas de inhumanidad,  a la técnica del flash o sea a ese destello  que ilumina breve pero objetivamente unos rostros  ocultados por las sombras de la indolencia moral de una sociedad. Los amargos gestos de los niños que prefieren suicidarse a continuar esclavizados.

Ya que  tal como lo estamos viendo y gracias a que estos desalmados  cayeron en la fatuidad  de mostrar sus rostros  lo que ha quedado en claro es que lo que está en juego en esa parodia de Mesas de Paz donde jueces y supuestos enjuiciados son lo mismo ya que no responde  a ninguna ideología política bajo cuyo disfraz ocultaron sus rostros  sino al  choque de la codicia por la codicia tal como  se descubre ahora con Maduro y sus compinches del Cartel de los Tres Soles, vulgares codiciosos. ¿Para qué han acumulado tanta riqueza si no la disfrutarán jamás?  Pero comprar propiedades en Estados Unidos, en España se les convierte en una obsesión que aumenta su vulgaridad y su malsana capacidad de hacer el mal. ¿Podría la Justicia preguntarse tal como lo hace en una democracia comenzar por preguntarse por el origen y destino de estas fortunas malditas?  Querer apoderarse por la fuerza de un territorio no es un enfrentamiento  para salvar a los campesinos sino para aumentar las descomedidas  ganancias de sus cabecillas pues  lo que está en disputa no es la dignidad de los pueblos en el territorio chocoano, sino, las grandes minas de oro, las rutas del narcotráfico. Es la Justicia quien debe nombrar a los representantes de la sociedad en las Mesas de Conversaciones  y no el capricho de un vivo  como Otti Patiño. PD Lo que pudo ser  justo en la protesta camionera ha terminado por convertirse  en afrenta a la ciudadanía, en sufrimiento para los más pobres. Las vías de hecho nada resuelven.

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