SALVEN NUESTRAS ALMAS
Darío Ruiz Gómez
Hay en primer lugar
que recordar al primer barco que antes de hundirse lanzó el famoso mensaje
pidiendo auxilio: SOS. Una versión dice
que su significado fue “Envien ayuda” y
el segundo Save Our Souls. Creo que cuando quien pide ayuda se da cuenta de que
no la tendrá a punto de hundirse o de ser asesinado por el enemigo lo que
suplica a Dios es que salve su alma. Muchas películas y novelas han retomado estas situaciones
límites mostrando la grandeza humana de
quienes son inmolados y poniendo al
descubierto la indiferencia o la cobardía de quienes bajo esas distintas
circunstancias fueron incapaces de
responder a su responsabilidad de
salvar vidas humanas: “Ataque” un gran film de Robert Aldrich nos ilustra sobre estas situaciones cuando en
Diciembre de 1944 en pleno desarrollo de la 11 G.M. en Europa una unidad de
Infantería del Ejército de los EE UU avanza en Francia y mantiene
enfrentamientos bélicos con los alemanes que parecen retroceder pero contraatacan
continuamente. Un oficial intenta ganar con sus hombres una colina pero en ese
intento y bajo el fuego alemán es abandonado por su Capitán –o sea no recibe la
ayuda necesaria dictada por la estrategia militar- muriendo varios de sus soldados. Por pura
cobardía el Capitán encerrado en su oficina permite esta desgracia y entonces
el oficial lastimado por la pérdida de sus hombres jura matarlo. Esa obra
maestra que es “Pacto de gloria” de 1956 de Kubrick hace igualmente un retrato de
la distinción entre la tropa anónima y la llamada oficialidad tropera que
muere, se pudre o es abandonada en las
trincheras mientras la alta oficialidad militar francesa se mantiene en fiestas y en inútiles mesas de
conversaciones. ¿Por qué quedaron abandonados a su suerte los cuatro soldados
que finalmente fueron abatidos por los sanguinarios mercenarios de las
Disidencias de las Farc? “A cortar
cabezas”. Que uno de estos soldados acorralados
propusiera que se llamara a una conocida periodista para que la
Comandancia del Ejército los sacara de esa ratonera nos muestra que
ella era en esos momentos
críticos la única posibilidad de que su Comandancia enviara refuerzos. Decir
otra cosa es mera perversidad al uso de los degradadores de esta guerra donde
nuestros muchachos y muchachos mueren y seguirán muriendo en cumplimiento de una
tarea cuyos objetivos y contenidos no son muy claros y cuyo enemigo se
transforma en su aspecto militar a cada momento gracias a la ambigüedad
semántica auspiciada por los distintos medios de comunicación:¿Son guerrilleros
que pelean por una causa política o es la presencia de mercenarios dotados de
un armamento de última generación y puestos al servicio del Narcotráfico
internacional? ¿Por qué si no la lucha por el Plateado?
¿No es curioso
queridos ciudadanos y ciudadanos que estas guerras disfrazadas de
fundamentalismo ideológico nunca hayan contado con la respectiva documentación visual o es que Colombia es el único país del mundo donde
están prohibidos(as) los corresponsales de guerra y todo haya quedado en manos
de los desinformadores, de los fabricantes de noticias falsas? Esta vez el
mundo pudo ver en directo la manera en
que cuatro muchachos colombianos fueron sacrificados al abandonarlos decretando
su muerte. Y esta vez el mundo ha sido testigo directo de lo que son estos degradados mercenarios al servicio del
narcotráfico al patearlos, escupirlos, orinar sus cadáveres: la queja de una joven
columnista “progre” de que “aún hay
partes de nuestro cuerpo que continúan colonizadas” ha sido cumplida así como
la expresada por uno de nuestros intelectuales leninistas: “La mayor tragedia en la historia de América
Latina fue la llegada de Colón” o sea la
llegada de la civilización que es
necesario desmontar mediante una “violencia deconstructora”. Las máscaras han
caído y todos confiamos en la firmeza del General Federico Alberto Mejía.
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