LA NUEVA SOCIEDAD DE LA DESINFORMACIÓN
Darío Ruiz Gómez
Hay textos a los cuales he recurrido más de una
vez a lo largo de más de treinta años de escribir esta columna periodística,
“Contra los periodistas” la acerba
descripción de lo que significa la degradación del periodismo, el engaño a toda una sociedad a la cual la
falsa palabra arrastra al desastre tal como certeramente lo analiza Karl Krauss en un texto cuya actualidad es cada día
mayor. Y el más vigente “La lengua del Tercer Reich” de Víctor Klemperer el
agudo filólogo quien a través del seudo lenguaje de los medios de comunicación
alemanes va observando cómo se permea la
conciencia ciudadana y se va infiltrando
el lenguaje totalitario que inventa enemigos, fabrica opositores para condenarlos y para
justificar sus atropellos. Y el ya canónico
texto de Michiko Kakutani, “La muerte de la verdad” un análisis exacto del
dañino papel de muchos medios informativos
norteamericanos desinformando, polarizando a la ciudadanía y llevándola
hacia el odio.
A las seis en punto
de la mañana escucho la voz alterada de
Jorge Gómez, un buen periodista dando la
pésima noticia de que el Ejército
colombiano ha ofendido a una Comunidad campesina de Tierra Alta, Córdoba. Compruebo
de inmediato que a su “indignación” se ha sumado el cacareo
mediático de siempre. Me imagino el
triste espectáculo de soldados quemando
ranchos y degollando campesinos,
pero no, parece que todo se redujo a un altercado de un oficial acompañado de
varios soldados y en traje de camuflaje para estas ocasiones –no
pues un disfraz carnavalero- tal
como lo veré más tarde en un video filmado supuestamente por un campesino
convertido en documentalista. Lo curioso es que la voz del oficial ha sido borrada y solamente escuchamos a la madre campesina con su hijo en brazos responder no con la
rabia de una madre ofendida sino
recordándole al oficial los Derechos Humanos tal como lo haría una ideologizada
dirigente “revolucionaria”. ¿Fue alterado
el supuesto documento del video? Al helicóptero que prontamente trae a
funcionarios de la Procuraduría y la Fiscalía
¿Qué grupo le dispara impidiendo
que aterrice en el lugar de los hechos? ¿Por qué rápidamente aparece un
documento de las Fuerzas Militares reconociendo que sí son militares los
autores de los hechos y que han sido destituidos sin haberlos escuchado, sin
haber verificado el lugar? La feroz Guardia Indígena de Iván Colmillo, rodeado
de la “Comunidad” detuvo, amarró, desnudo, abofeteó y mato a un soldado cuando ochenta soldados desarmados entraron en tierra
de nadie en Arauca. Acudir a un término como “Cerco humanitario” es una
demostración de totalitarismo linguistico. ¿Cuántos policías en Nariño, Cauca y
recientemente en Campamento han sido secuestrados, escupidos, masacrados por comunidades campesinas cocaleras
constreñidas por actores del
narcotráfico? Estamos pues en medio de
una sucia guerra de desinformación y de
narrativas donde las falsas noticias se montan con el fin de inventar un
atentado y atribuirlo de inmediato a un dirigente cívico o a un alto oficial de las Fuerzas Armadas tal como sucedió
con la masacre de Mapiripán hasta que finalmente Martín Sombra reveló que los verdaderos autores habían sido
las FARC. Rápidamente nuestra “izquierda caviar” – colmada de irresponsabilidad
ética- se ha lanzado a señalar que esta
inventada masacre del poblado de Tierra Alta no debe suponer - Oh Gómez Méndez- el “regreso a la violencia paramilitar de
los años 80” ¿No será esta
pantomima por el contrario un efecto de
distracción ante la despiadada carnicería de Iván Mordisco y del ELN colocando
bombas y destrozando cuerpos como el de la modesta maestra y que han sido reducidas a mera noticia por
esos mismos grupos mediáticos?
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