domingo, 6 de agosto de 2023

DETECTIVES SALVAJES / Antonio Arenas




 DETECTIVES SALVAJES

Antonio Arenas

(A propósito de los veinte años de la muerte del escritor chileno, Roberto Bolaño)

 

“El escritor ya no está. Quedan la obra y la leyenda. Quedan la literatura y el apocalipsis”.

E. Paz

 

Roberto Bolaño nació en Chile en 1953  y murió en España, el 14 de Julio del 2023, y  se cumplieron veinte años de su muerte. Recordar su fallecimiento es no decir absolutamente nada de su estética literaria, importaría más leer sus novelas, cuentos, ensayos y poesía. No obstante, nos seduce recordar aquella afirmación que dice: “la literatura es un oficio peligro” o “la literatura no vale nada”. La escritura es un acontecimiento, un viaje de mucho riesgo. “¿Entonces qué es una escritura de calidad? Pues lo que siempre ha sido: saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío, saber que la literatura es un oficio peligroso. Correr por el borde del precipicio: a un lado el abismo sin fondo y al otro lado las caras que uno quiere, las sonrientes caras que uno quiere, y los libros, y los amigos, y la comida”. Cautiva también, esa exhortación para escritores jóvenes de que vivan y sean felices, en vez de consagrarse a esa labor peligrosa. Los críticos aseveran que Bolaño ha elaborado una propuesta compleja y múltiple que diferentemente reinventa “el arte” de escribir novelas; que sus libros agitan un nuevo sentido de la escritura y la lectura. Los detectives salvajes, Estrella distante, Nocturno en Chile y 2666, ofrecen un inventario de signos para “edificar” ficciones, cambiar los planos narrativos, introducir el horror y lo siniestro, la denuncia y la crítica acida a las sociedades posmodernas. Ahora bien, Roberto Bolaño no terminó el colegio, ni fue a ninguna universidad, pero al igual que Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti, era un lector voraz y un conversador obstinado. Nunca dejo de ser poeta, parecía haberse leído todos los libros de los poetas, de los novelistas y era además puntilloso con sus críticas a escritores consagrados por las grandes editoriales del mundo. Al final de sus días y enfermo declaró: “Una vez leído un libro, todos los libros están leídos”. Un libro bien leído despertará todas tus inquietudes. Roberto Bolaño fue un escritor de extenso aliento, donde la poesía, el cuento y el ensayo, la crítica y la novela, le eran la labor de cada día de su existencia. Hoy en día las novelas de Bolaño son necesarias en el universo literario de América y Europa. Veamos: “A medida que la influencia de Bolaño crece, la crítica responde con esfuerzos cada vez más sistemáticos por comprender su vida y obra y explicar la naturaleza de esos secretos escondidos en la tierra todavía salvaje de sus mundos ficcionales”.  Bolaño fue un escritor exasperado e irreverente, cínico y maldito, pero sobre todo un creador; en el sentido de que instituyó “una nueva forma” de hacer novelas, “Los detectives salvajes”, son una buena prueba de esto. Bolaño, trabajó en múltiples oficios antes de ser el escritor famoso que conocemos ahora. Fue camarero, vigilante nocturno, basurero, obrero temporal agrícola, vendedor ambulante de baratijas etc. En otras palabras, un lumpen sin futuro de nada. ¿Cómo no va a ser salvaje, un escritor que desempeño todos los oficios? Bolaño, era pobre y los espectros de la pobreza lo acompañaron casi toda la vida. Se profesó siempre un poeta y empezó a escribir novelas y cuentos a raíz del nacimiento de su primer hijo Lautaro y para poder subsistir se convirtió en un cazador de concursos literarios, él sabía que siendo poeta no podría alimentar a su familia. Muchos críticos y sobre todo sus amigos, dicen que, es el mejor escritor Latinoamericano de su generación. La fama le llegó al final de sus días y solo después de ganar dos premios de novela importantes, el Rómulo Gallegos y el premio de novela Anagrama. Roberto Bolaño fue un poeta desesperado y fracasado escribiendo para desesperados. La literatura, el viaje y esa búsqueda interior, fueron sus llamas ardientes. Un mejor homenaje seria leerlo y reírnos con él, como diría su editor y amigo Jorge Herralde. Roberto Bolaño puede que sea “un maldito perro iracundo”, “un romántico”, “un perro apaleado que nunca desistió a la crítica y a la idea de incendiar el mundo”, del mundo afirmaba lo siguiente: “El mundo está vivo y nada vivo tiene remedio y está es nuestra suerte”. Bolaño gritaba a cuatro vientos que todo lo que sabía, lo había leído y todo lo había aprendido leyendo y se jactaba de haber leído mucho. Con él la literatura se mueve, porque a escribir se ejercita leyendo y escribiendo a diario. La escritura es un oficio, una disciplina.  Leer, escribir, viajar y follar, he ahí sus cuatro grandes pasiones. Viajar era como viajar a la muerte, sobre todo el viaje desesperado de los poetas malditos, sus viajes fueron análogos a los de Mallarmé, Baudelaire, Rimbaud, viajes con delirio y riesgo, con extrema lucidez y abuso del sexo. Folló mucho pero nunca contrajo una enfermedad venérea. Abuso de la lectura hasta tener que usar lentes permanentemente, escribió mucho pero nunca fue un escritor de éxito, ni aclamado por las editoriales que siempre lo rechazaban. En sus mejores páginas indica que: “Era pobre, vivía a la intemperie y me consideraba un tipo con suerte, porque al fin de cuentas, no había enfermado de nada grave. Abuse del sexo…abuse de la lectura”. Vaya optimismo para alguien que murió esperando un trasplante de hígado que nunca llegó, a este maldito poeta y novelista lo atraía el sexo de manera exagerada y logró incrustar sus experiencias en alguna de sus novelas y poemas, diríamos que a la mejor manera del escritor Henry Miller. Con cierto rigor asombroso nos dice en uno de sus últimos cuentos, llamado: “Literatura + enfermedad = enfermedad” que, follar es lo que queremos todos. Advirtamos: “Follar es lo único que desean los que van a morir. Follar es lo único que desean los que están en las cárceles y en los hospitales. Los impotentes lo único que desean es follar. Los castrados lo único que desean es follar. Los heridos graves, los suicidas, los seguidores irredentes de Heidegger. Incluso Wittgenstein, que es el más grande filósofo del siglo XX, lo único que deseaba era follar. Hasta los muertos leí en alguna parte, lo único que deseaban era follar. Es triste tener que admitirlo pero es así”. Se folla demasiado en sus libros, se remece el sentido del semen, del vínculo, hay un estallido testicular en cada una de sus ficciones. Empero, Bolaño lee la poesía francesa y piensa de ella de que, es la más alta poesía del mundo. Por ello, Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud, Lautréamont, Verlaine son indispensables, y  le sirven para afirmar que toda lectura y todo suceso carnal son una repetición. El viaje es la única salida del combate que se libra con la vida.  Las colisiones sexuales son finitas y el deseo de follar y de leer son infinitos. Todo sobrepasa el deseo de nuestra propia muerte y al final la vida no es más que una derrota. Un primer juego en el noviciado poético, un segundo juego con el sexo, y un tercer juego con los libros y la escritura. La vida es una batalla perdida de antemano, como casi todas las batallas de los poetas. Su novela Los detectives salvajes es una prueba de esto y una manera de viajar al infierno, salir a la superficie de un desierto, ver el espectro de un país y el horror. Creando con esta  novela: “Un paisaje preciso y enrarecido, la desbocada veracidad de la ficción”. Un viaje incierto al desierto de Sonora, en México, un desplazamiento, una aventura, una búsqueda, un regreso sin ninguna gloria. Algunos críticos señalan que Roberto Bolaño, reinventa con “Los detectives salvajes”, la habilidad de escribir novelas, que sacude el significado de la escritura. “Un carpetazo histórico y genial a Rayuela de Cortázar. Una grieta que abre brechas por las que habrán de circular nuevas corrientes literarias del próximo milenio”. La búsqueda y el viaje en la novela Los detectives salvajes, consiste en descubrir las huellas de Cesárea Tinajero, poetiza fundadora del movimiento que antecede la estética real visceralista. La novela también narra el desengaño de una generación, el valor y los límites de tres jóvenes poetas mexicanos. La ficción Los detectives salvajes, se puede leer como una tribulación, como un juego, como un fragmento de la vida del poeta mexicano Mario Santiago. No obstante, del escritor Roberto Bolaño se pueden leer con pasión y entusiasmo: La literatura Nazi en América, Nocturno en Chile, Estrella distante, sus cuentos, reunidos en un solo libro, Los detectives salvajes y la novela río 2666, también sus ensayos y columnas de periódicos publicados con el nombre de “Entre paréntesis”. Usted lector, lo puede leer todo, novelas cuentos, ensayos y poesía ahí está el Bolaño maldito, acido y crítico. En ocasiones y para lectores desocupados es recomendable el excelente libro de ensayos: “Roberto Bolaño, la escritura como tauromaquia”, con prólogo y explicación de Celina Manzoni, una escritora crítica y conocedora de la obra del chileno. “Bolaño Salvaje”, editorial Candaya. CD incluido y estudios críticos. Para lectores no especialistas el pequeño libro de Jorge Herralde. “Para Roberto Bolaño” de Villegas editores, libro que contiene 21 fotografías que de una u otra forma muestran la evolución física y literaria del escritor chileno, mexicano, español. La fotografía es aquí en este libro, el arte de la mirada y la evolución interior, la duplicación de una amistad y un descubrimiento de un escritor pobre y caza concursos literarios. Jorge Herralde no desea sorprender a nadie. Lo visual aparece a manera de presentación y homenaje al último gran escritor Latinoamericano. El librito, es un paseo por la literatura de Bolaño, sus peripecias editoriales, una bibliografía critica. Para Jorge Herralde, Bolaño es un escritor magistral, con ingenio e inteligencia, energía y profundos sentimientos para describir el mal. Con Bolaño la literatura y la vida se confunden dramáticamente y la estética del mal se ve representa en los personajes de sus ficciones. Quizá habría que decir de Bolaño lo que el escritor Vila- Matas expresó: “Con la muerte de bolaño empieza la leyenda” y crecerá con la lectura de sus libros y los lectores dirán si fue o no el mejor escritor Latinoamericano de su generación. Porque su literatura: “Revela una estética nueva superadora de modalidades agotadas tanto de la denominada literatura realista como fantástica, una búsqueda de incorporación de lo político  registros narrativos que recuperan de otro modo complejas tradiciones universales y una cultura de la errancia productiva  de textos que inauguran cartografías culturales de espacios revisitados (sean grandes o pequeñas ciudades, de zonas de paisajes físicos y metafóricos que afectan a los cuerpos y las palabras), recorrido de la violencia que la lectura de una literatura continental organiza en torno a ejes móviles y cambiantes pero siempre traspasados por una mirada original”. Las múltiples perspectivas vendrán dadas por cada uno de sus lectores, por sus críticos, por aquellos que deseen acercarse al universo de Bolaño. A la literatura salvaje, al Bolaño salvaje.

 

 

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