POPULISMO Y DEGRADACIÓN SOCIAL
Darío Ruiz Gómez
El triunfo inesperado y
arrasador de la Derecha argentina contra el kirchnerismo y sobre el Presidente Fernández
ha tomado por sorpresa al populismo latinoamericano y no solamente al argentino.
Y esto a pesar de los grandes errores de Macri para apuntalar la permanencia de
la Democracia e impedir el retorno de las cada vez más siniestras Cristina Kirchner,
la Cámpora y de sus gorilas tal como por
desgracia sucedió lo cual supuso algo que una mente civilizada no podía
esperar: el retorno a un pasado de más miseria, más destrucción social.
Argentina es hoy el único país que ha sido capaz de regresar a la pobreza de
una década anterior gracias a esta corrupta dirigencia. Y aquí el
empobrecimiento es ante todo ofensa deliberada pues mientras la miseria se ha
apoderado de la vida social argentina el grupo de gorilas populistas como
presencia legalizada del crimen organizado ha mostrado sin pudicia alguna su
vulgar enriquecimiento. Los ataques malévolos a la cultura se han venido escalonando
con la dolorosa quiebra de alguna de las más importantes editoriales, con la
intervención oficial de cualquier institución de pensamiento libre. Y una vez
más se hace presente aquel dilema entre civilización o barbarie que enunció
Bartolomé Mitre. El peronismo es precisamente la demoníaca estrategia de aplastar
al pobre para, bajo una nueva forma de totalitarismo, “redimirlo” buscando en realidad borrar la
Democracia, acabar con las libertades, tal, como lo sigo repitiendo
se está dando hoy en el caso de
nuestro regresismo cultural. Pero aquí me detengo señalando que
lo que acaba de suceder en Argentina viene a romper con los dogmas de nuestra religiosa izquierda populista según
los cuales el populismo era invencible. Borges,
ese soberbio solitario, fue siempre para el populismo una piedra en el zapato y si ayer lo
persiguieron con la furia del ignorante hoy lo continúan haciendo bajo el odio acumulado de todo frustrado
social.
La pandemia le ha jugado una
mala pasada a nuestra oposición pues al sacarla de las sombras donde se escondían
y mostrarlos tal como son, la pantalla de
t.v. nos ha permitido descubrir no a
unos dignos “representantes del pueblo”
sino a una caterva de vulgares y vulgaras repitiendo histéricamente la misma monserga: los bárbaros(as) y su carnaval de incitación a la violencia. Con
el señuelo de recuperar los derechos de
“el Pueblo” el nacionalsocialismo
justificó la persecución contra los judíos y las élites, contra los
católicos, contra la gran clase media
histórica de donde surgieron los mayores representantes de las conquistas del
espíritu humano; políticas de demagogia criminal que es
lo que se está haciendo en Colombia
desde hace algunos años y a través de la educación pública y privada, de los
fanatismos políticos infiltrados a través de los llamados estudios culturales.
Por eso cuando digo que la guerra cultural desatada en Colombia por la llamada “izquierda
caviar” está de nuevo en marcha es
porque lo que el populismo buscaría culminar
si se diera su triunfo electoral en 1922, consistiría en destruir para siempre los legados de la Democracia contando para
ello - no lo olviden- con la bobería de
cierta clase política que hasta el momento ha sido incapaz de darse cuenta
de lo que supondría el triunfo de estos bárbaros, ya que vivimos en lo
que Jean-Francois Revel llama acertadamente una “democracia boba”. D. Mi apoyo total a
Sergio Ramírez y mi condena a la dictadura de Ortega.
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