martes, 4 de agosto de 2020

LOS ESTUDIANTES Y MARX Darío Ruiz Gómez






LOS ESTUDIANTES Y  MARX

Darío Ruiz Gómez

“Ha habido revuelta de estudiantes en el PC alemán. Desde hace dos o tres años multitud de estudiantes, literatos y otros jóvenes burgueses desclasados se han lanzado al Partido, han llegado a tiempo para ocupar la mayoría de los puestos de redactores  en los nuevos periódicos  que pululan y como de costumbre consideran la universidad burguesa como una escuela de Saint-Cyr  socialista que les da el derecho de entrar en las filas del PC no con título de oficiales sino de Generales. Estos señores practican el marxismo, pero de la especie que se conoce en Francia desde hace diez años y del que Marx decía: ”Todo lo que sé es que yo no soy marxista” Y probablemente diría  de estos señores lo que Heine decía de sus imitadores: “Sembré dragones y coseché pulgas”  En esta carta de Federico Engels  a Paul Lafargue  el inolvidable autor de “El Derecho a la Pereza”  del 27 de octubre de 1890 se analiza  con  fina ironía lo que supuso la presencia de los estudiantes de la pequeña burguesía tratando de adscribirse al Partido Comunista el cual como reclama Engel  debía estar únicamente  conformado por esa nueva fuerza histórica que era el proletariado como esperanza hacia la anulación de la Historia en una sociedad sin clases . Lenin llegaría a ser más claro respecto al intento de ciertos intelectuales burgueses de “dar voz a los oprimidos” recordándoles  que esa voz solo es legítima en quienes hablan desde la opresión y el sufrimiento. Pero detrás de estas consideraciones está el escenario de unos grupos sociales degradados  tal como  visionariamente  lo analiza  Dostoievsky en su grandiosa novela  “Los demonios”  donde  la derrota de la razón,  la sustitución de Dios por un cruel Comisario, el surgimiento del terrorista y  del terrorismo responden  a la derrota de los valores  espirituales  y a la  brusca caída en el profundo abismo  que supone el nihilismo como la sin salida  de una sociedad putrefacta.  Necháiev el terrorista que escribió el espeluznante "Catecismo del revolucionario” repudiado hasta por el mismo Bakunin y por los más lúcidos anarquistas, expresa ese sentimiento  de  vacío existencial  que se transforma en un odio enfermizo propio del  estudiante  dostoievskano reclutado en  la franja más miserable del estudiantado pobre de Moscú. Necháiev un personaje de la vida real que terminó asesinando a su camarada, dice en su “Catecismo” : “El revolucionario es un hombre perdido. No tiene intereses propios ni sentimientos propios. Todo en él está absorbido por un único y exclusivo interés, por un solo pensamiento, por una sola pasión: la revolución” ¿Cuántas engañadas  estudiantes  han muerto colocando una bomba? ¿A cuántos muchachos les estalló antes de tiempo el material destinado para un atentado? ¿Qué clase de pérfidos  les reclutaron  y los adoctrinaron? En esta novela el mediocre profesor Stepan Trofimovich y su hijo natural Piotr y Nicolái su amigo  pretenden  con su célula anarquista  destruir la ciudad corrupta de funcionarios corruptos en que viven, pero la protesta, en principio justa, se degrada en manos de estos terroristas que  convierten un medio en un fin.

Hace unos años al llegar a clase una mañana varios de mis estudiantes me recibieron con la noticia de que uno de ellos se había suicidado “incapaz de resolver  la aporía  entre su fervor revolucionario con su condición de burgués” Dostoievsky  incomparable escrutador de la condición humana, de la derrota del individuo, se adentra con la piedad necesaria en las pestilentes  tinieblas  de la decepción y la pérdida de la esperanza, si Dios ha muerto todo está permitido como lo enuncia Iván Karamazov: ninguna luz a la distancia para el perdido de sí mismo, ninguna voz de aliento desde la borrada imagen de la madre: el adoctrinamiento de los reclutadores está encaminado a demostrar que nada es puro ni limpio pues lo que están haciendo a través de sus adoctrinados  es dar rienda suelta a sus odios  personales  contra la sociedad.  La política ha sido sustituida por falsos mesías en las cuales no existe la heroicidad ni por supuesto la grandeza que posibilitaba una causa noble. Cualquier parecido con lo que nos está haciendo vivir nuestro populismo es mera coincidencia. Grandeza, heroísmo lo da el ejemplo de las familias que saliendo de Iquitos durante casi dos meses recorrieron la selva atravesando ríos, padeciendo calamidades hasta llegar a Florencia.

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