EL MUNDO NO
SE ACABA
Darío Ruiz
Gómez
Ya digitalizado
el testimonio de un periódico no puede ser despojado fácilmente de su
significación, hacia cualquier futuro posible quedan sus textos en lo que se
llama un estado de latencia hasta que algún estudioso necesitado de referencias
sobre algún tema de nuestra vida nacional encienda su computador y encuentre lo
que estaba buscando: el azar dice Bonpland
sólo le sale a quien lo busca. La ignorancia de los llamados analfabetos alfabetos,
incluidos los “politólogos” de última hora, ha terminado por devorar cualquier intento
de criterio científico el cual solamente se consigue mediante el rigor que nace
del conocimiento de la historia de la ciencia, de las ideas, de precisar el
marco conceptual que nos lleva a raciocinar para no caer en la peligrosa
improvisación. Para investigar es necesario previamente despojarse de todo pre-juicio.
De ahí la sofocante aridez de nuestra producción intelectual y científica
dominada por los maniqueísmos. Cuando
era más feroz el intento del narcotráfico por doblegar nuestras instituciones recurriendo a un terror inimaginable y cuando las FARC, el ELN,
el EPL y posteriormente el Paramilitarismo
llevaron ese espanto al paroxismo con
miles y miles de de inocentes asesinados en un frenesí desconocido, pocas voces
tuvieron el valor moral de pronunciarse sobre estas brutalidades, el periódico “El Mundo” de Guillermo Gaviria Echeverri surgió para recordar que la barbarie
no podía, vestida muchas veces de “teorías” al uso de totalitaristas criollos, triunfar para imponer su desolada dictadura. Ante la barbarie declararse liberal constituye todavía
un desafío que sigue siendo mortalmente
peligroso en esta democracia de papel. “Y,
se pregunta Zygmunt Bauman, ¿Cómo pueden existir la democracia y
el ámbito público sin opiniones informadas y deliberaciones públicas en lugar
de esos escándalos políticos y reality
shows que llamamos política en el
presente?” Un periodismo que se negó a cambiar el criterio por la
fabricación de escándalos, que se negó a la falsificación del lenguaje, a la
sustitución de la cultura por los chismes de farándula, un periodismo que
resaltó el editorial como uno de los
grandes géneros de pensamiento y compromiso con el ciudadano, que revalorizó la
columna de opinión incorporando nuevas
voces y se reconoció en la certificación de la pluralidad de las
regiones y por primera vez dio importancia a las diversidades culturales urbanas,
“El Mundo” de Guillermo Echeverri, abrió
un espacio necesario a una opinión
independiente que los radicales y
oportunistas de ambos bandos no
estuvieron dispuestos a aceptar. La “toma de Urabá” – porque la toma del Magdalena Medio fue un
fracaso - por parte de las FARC era un
objetivo primordial del Comité Central del Partido Comunista, ya que de lograr declararla
como una “República Independiente” se estaría consolidando un eje
con Nicaragua y Cuba. Y para ello se pusieron en marcha las diferentes formas
de lucha como el aseguramiento de los territorios mediante el terror contra la
población nativa, crímenes selectivos, el pistoletazo contra soldados y
policías. Las tres matanzas de obreros de dieciséis, dieciocho y doce trabajadores de
Sintrainagro bajados de los buses, amarrados y rematados con un tiro
de gracia, orgía de sangre a la cual se
sumó la matanza de 35 vecinos de la
Chinita, indicó que la toma de Urabá por parte de las FARC – como lo relató la
Negra Karina- no iba a contar con
escrúpulo alguno por parte del Comando Central que en La Llorona acribilló a
una treintena de soldados y en la invasión a un cuartel mató a cerca de ochenta
soldados y continuó matando sin piedad alguna como el ELN o los Castaño.
Matanzas celebradas en las ciudades por parte de la progresía pequeñoburguesa
como un “triunfo revolucionario”. Con rigurosa exactitud estas acciones
sediciosas vinieron acompañadas del
comienzo de la desinformación, del fake news, del descrédito y banalización de la tarea periodística. Sobre este proceso de infinita maldad
reaccionaron los grandes editoriales de Guillermo Gaviria, mis columnas como
análisis objetivos de esas estrategias de terror que llevaron a la famosa Paz de Santos-Farc una de las más grandes farsas de nuestra
historia y que desde la perspectiva que hoy va inevitablemente arrojando luz sobre esos horrores, sacando a flote el nombre de los responsables convierte en cómplices a quienes callaron ante esa barbarie. Leer estos documentos es leer documentos de Historia y no
información efímera en tanto se ha eludido lo inmediato enmarcando la violencia
en la complejidad que comporta, en las deliberadas mentiras que trataban de
justificarla. Doy gracias a este periódico por haberme dejado escribir durante
treinta años mi visión de los hechos haciéndolo sin censuras a mi independencia
intelectual.
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