miércoles, 25 de diciembre de 2019

LA COMUNICACIÓN FALSIFICADORA / Darío Ruiz Gómez


LA COMUNICACIÓN FALSIFICADORA
Darío Ruiz Gómez
Ha llegado el momento en que cuando leo ciertos periódicos o escucho ciertos telediarios  me entran unos deseos firmes de no volver a leer periódicos ni a escuchar los noticieros de t.v  pues es tal la manipulación que hacen de la información que ni siquiera ya la sección deportiva se escapa de estas  perversiones políticas o comerciales. Jean Baudrillard  analizó casi que exhaustivamente estas mutaciones  de la comunicación  desde  cuando  los medios de comunicación tenían  en cuenta  el debido respeto al lector o el televidente  para crear opinión pública respecto a los grandes problemas nacionales o para ilustrar debidamente los conflictos internacionales que incidían de manera directa en nuestra sociedad tal como sucedió con la Guerra Civil española o con la Segunda Guerra mundial con la guerra de Corea, con las guerras africanas, hasta cuando Baudrillard  llegó a una única y palmaria conclusión: la muerte de la verdad, la conversión de los hechos en noticia de consumo y no de reflexión y por supuesto lo que supone hoy la sociedad, la cultura, la política del simulacro, el grado Xerox de la escritura en una sociedad definida por lo líquido. El periódico pasó de ser el portador de ideas esenciales sobre la libertad, sobre la defensa de la sociedad, o la condena de cualquier tipo de violencia que  pero  que  al convertirse en una mera empresa comercial adoptó  la línea más fácil: suplantar  las páginas de opinión, de la crónica por una información taquigráfica, incolora e insabora propicia al fake news, a la llamada verdad posmoderna o sea a una terrible ausencia de responsabilidad ética. En Colombia la información crítica sobre los acontecimientos internacionales no pasa  de tener un tiempo mínimo ante las secciones de frivolización de la vida política y de información sobre la vida de farándula lo que permite que el desconocimiento de la verdad sobre Venezuela o Nicaragua o Chile se convierta en un vacío informativo  fácil de manipular. Cristian Salmón notable pensador de quien hace algunos años reseñé un texto muy importante: Storytelling  o sea el relato que cada gran empresa comercial o política  construye mentirosamente para imponer su imagen, para dar credibilidad  a los mensajes que emite tal como se hizo evidente en el relato que sobre el proceso de Paz construyó  oficialmente  el Santismo a través de los diversos medios de comunicación. Como aclara Salmon el storytellin llevó la política al terreno de la teatralización, al entretenimiento  y la irracionalidad de los  afectos, a formatear las mentes, adueñarse de la opinión pública, de las prácticas sociales y la memoria de individuo. Un elemento de persuasión y dominio. Pero sucede que como lo demuestra la publicidad,  la proliferación de relatos termina por caer en la saturación, por anular su eficacia difamatoria y como señala Salmon: “Hoy vivimos de narradores no confiables y ante este descrédito se recurre a la transgresión, a la provocación”.

La  desinformación deliberadamente  crea ambigüedad sobre un hecho doloroso como el de Bojayá  en cuya ceremonia religiosa  manifiestamente se ha olvidado   hacer  referencia necesaria a los victimarios  cuyo nombre todos conocemos, todos sabemos dónde están ahora.  Supuestamente entonces nadie  de las FARC  arrojó   el cilindro de  gas que al estallar asesinó a cien personas, treinta niños entre ellos. Es además dice Salmón la nueva información donde se acorta el tiempo en las noticias: antes era el informe de 24 horas, después de 24 minutos y ahora de 24 segundos, un flash que evita recordar las responsabilidades éticas  personales. En una reciente entrevista con el “País” Salmón es muy claro. “Una sociedad pilotada por la comunicación falsificadora y por las medias verdades va directa al abismo”

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