Mi poema 31.
Exorcismo a la
escoba.
Lucy Benítez
Te exorcizo objeto
horrorosamente bello, en el nombre poderoso de la MUJER, por el poder de su
sangre menstrual te exorcizo. En nombre de las primeras y de las últimas, con
la vara de mi escoba revuelvo esta pócima sagrada de palabras.
Por Hécate, por
Medea, por Circe, por las negadas y disfrazadas pro- esclavitud en la historia,
por tí y por mí. Por el poder de nuestra sangre menstrual, por el poder de
nuestro fluido, signo de lo que somos, Naturaleza.
!Oh! ¿Quién se ha atrevido a
dañarnos? A todos exorcizo.
Exorcizados quedan
los demonios de la escoba, que salgan huyendo quienes hicieron de la mujer una
bola de fuego que va por los aires, negando así la pasión que la habita, en vez
de acudir a servir a tales reinas y amarlas apasionadamente, !Cobardes!
Les exorcizo
demonios. ¡Fuera!
Por el poder de
nuestra sangre menstrual, exorcizo.
Vaticano, te exorcizo.
Sacerdote, te exorcizo.
Religioso, te exorcizo
por el poder de mi sangre menstrual. Salgan demonios ahora mismo. !Huyan!
Nosotras las mujeres
somos libres.
!Oh! Te baño, te
cubro escoba con el fluido de esta pócima de palabras, en el nombre de cada una
de las mujeres, ato a los demonios, te libero de ellos ahora mismo.
Libre eres mujer.
Con el poder de
nuestra sangre exorcizo a todos aquellos que sometieron a sus madres, a sus
hijas, y las condenaron a solo usar sus escobas para barrer esas casas, sus
cocinas, cárceles para ellas, mientras, ustedes demonios se quedaban mirando
por los aires a una mujer libre montada en su escoba, viajando quizá a una Inglaterra
u a otro lugar del mundo. A ustedes les exorcizo por dictadores.
¡Oh! Que siga
hirviendo la paila, mientras la sigo revolviendo con la vara de mi escoba y
volando muy alto con la pócima de las palabras.
Somos mujeres y también
Brujas, somos libres y jamás esclavas, somos maestras de la sabiduría y
enseñamos a los hombres. Jamás aprendemos lo que por herencia somos, brujas,
sabías, ADN rojo que es vida mensual, ADN lleno de secretos para los que jamás
nos han dañado, o lleno del más sutil veneno para los que nos han dañado. A
éstos les exorcizo.
¡Oh! Ahora veo como
salen los demonios papales y del clero, sí, por el poder de mi sangre, salgan
de la escoba, huyan demonios descarriados, les exorcizo por cada una de las
víctimas femeninas, niños y hombres sacrificados bajo sus sotanas, muertos y
muertas mientras miraban su cuello blanco.
Exorcizo a los
hombres que hicieron de la imagen de la bruja una cosa fea, llena de verrugas,
colmillos, garras, pelo erizado, voz aguda, risa malévola.
¡Oh! Tal umbral de
libertad alcanzado por la bruja, oculto por este disfraz malévolo hizo que
muchas bellezas no intentasen alcanzarlo. Volar, simplemente.
¡Oh! Qué engaño
más aterrador, qué disfraz más perfecto, a propósito de mi día 31.
Malditos demonios de
la escoba, por el poder de mi sangre. ¡Huyan!
¡Oh! La libertad. Hueles
a belleza. Y para olerla hay que tener una nariz muy grande.
Te exorcizo escoba,
que salgan ya los demonios de silencio, que me pidan todos estos demonios que
les deje ir a los cerdos. Les gritaré: ¡Jamás! Soy libre.
Exorcizo a estos
hombres que son abusados en las noches oscuras por una bruja, que se le montan
encima para dejarles sin respiración, ¡que les arañen! ¡Ay!, ¡ay! Cómo disfrazan
sus deseos con la imagen de la bruja! bajo qué piernas femeninas bellas
quisieran estar, qué altos niveles de éxtasis quisieran alcanzar y dejar en sus
brazos como para ser aruñados? ¡Ay... hombres! Cuánta sabiduría les falta. Y
para, ¿qué la rechazan?
Exorcizo a la
escoba, que salgan todos los espíritus que impiden al hombre alcanzar la
sabiduría.
La sabiduría está en
la mujer, por ser naturaleza por la que corre vida , hálito lunar, gotas de
sangre, saciedad para la sed ante todo deseo , oasis de lo reseco, primavera.
Primer secreto. Primer misterio y no en Eleusis, ni en Egipto. En la mujer.
¡Ay! escoba, eres
libre ahora, hermosa y sencilla, dejadme recojo tus ramas y me llevarás por los
aires, hacia allí, como siempre a lo profundo, lo más profundo del alma
humana.
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