jueves, 31 de octubre de 2019

Exorcismo a la escoba. / Lucy Benítez




Mi poema 31.

Exorcismo a la escoba.
Lucy Benítez 

Te exorcizo objeto horrorosamente bello, en el nombre poderoso de la MUJER, por el poder de su sangre menstrual te exorcizo. En nombre de las primeras y de las últimas, con la vara de mi escoba revuelvo esta pócima sagrada de palabras.
Por Hécate, por Medea, por Circe, por las negadas y disfrazadas pro- esclavitud en la historia, por tí y por mí. Por el poder de nuestra sangre menstrual, por el poder de nuestro fluido, signo de lo que somos, Naturaleza. 

!Oh! ¿Quién se ha atrevido a dañarnos? A todos exorcizo.
Exorcizados quedan los demonios de la escoba, que salgan huyendo quienes hicieron de la mujer una bola de fuego que va por los aires, negando así la pasión que la habita, en vez de acudir a servir a tales reinas y amarlas apasionadamente, !Cobardes!
Les exorcizo demonios. ¡Fuera!
Por el poder de nuestra sangre menstrual, exorcizo.
Vaticano, te exorcizo.
Sacerdote, te exorcizo.
Religioso, te exorcizo por el poder de mi sangre menstrual. Salgan demonios ahora mismo. !Huyan!
Nosotras las mujeres somos libres.

!Oh! Te baño, te cubro escoba con el fluido de esta pócima de palabras, en el nombre de cada una de las mujeres, ato a los demonios, te libero de ellos ahora mismo.
Libre eres mujer.
Con el poder de nuestra sangre exorcizo a todos aquellos que sometieron a sus madres, a sus hijas, y las condenaron a solo usar sus escobas para barrer esas casas, sus cocinas, cárceles para ellas, mientras, ustedes demonios se quedaban mirando por los aires a una mujer libre montada en su escoba, viajando quizá a una Inglaterra u a otro lugar del mundo. A ustedes les exorcizo por dictadores.

¡Oh! Que siga hirviendo la paila, mientras la sigo revolviendo con la vara de mi escoba y volando muy alto con la pócima de las palabras.
Somos mujeres y también Brujas, somos libres y jamás esclavas, somos maestras de la sabiduría y enseñamos a los hombres. Jamás aprendemos lo que por herencia somos, brujas, sabías, ADN rojo que es vida mensual, ADN lleno de secretos para los que jamás nos han dañado, o lleno del más sutil veneno para los que nos han dañado. A éstos les exorcizo.
¡Oh! Ahora veo como salen los demonios papales y del clero, sí, por el poder de mi sangre, salgan de la escoba, huyan demonios descarriados, les exorcizo por cada una de las víctimas femeninas, niños y hombres sacrificados bajo sus sotanas, muertos y muertas mientras miraban su cuello blanco.
Exorcizo a los hombres que hicieron de la imagen de la bruja una cosa fea, llena de verrugas, colmillos, garras, pelo erizado, voz aguda, risa malévola. 

¡Oh! Tal umbral de libertad alcanzado por la bruja, oculto por este disfraz malévolo hizo que muchas bellezas no intentasen alcanzarlo. Volar, simplemente. 
¡Oh! Qué engaño más aterrador, qué disfraz más perfecto, a propósito de mi día 31.
Malditos demonios de la escoba, por el poder de mi sangre. ¡Huyan!

¡Oh! La libertad. Hueles a belleza. Y para olerla hay que tener una nariz muy grande.
Te exorcizo escoba, que salgan ya los demonios de silencio, que me pidan todos estos demonios que les deje ir a los cerdos. Les gritaré: ¡Jamás! Soy libre.
Exorcizo a estos hombres que son abusados en las noches oscuras por una bruja, que se le montan encima para dejarles sin respiración, ¡que les arañen! ¡Ay!, ¡ay! Cómo disfrazan sus deseos con la imagen de la bruja! bajo qué piernas femeninas bellas quisieran estar, qué altos niveles de éxtasis quisieran alcanzar y dejar en sus brazos como para ser aruñados? ¡Ay... hombres! Cuánta sabiduría les falta. Y para, ¿qué la rechazan?
Exorcizo a la escoba, que salgan todos los espíritus que impiden al hombre alcanzar la sabiduría.
La sabiduría está en la mujer, por ser naturaleza por la que corre vida , hálito lunar, gotas de sangre, saciedad para la sed ante todo deseo , oasis de lo reseco, primavera. Primer secreto. Primer misterio y no en Eleusis, ni en Egipto. En la mujer.

¡Ay! escoba, eres libre ahora, hermosa y sencilla, dejadme recojo tus ramas y me llevarás por los aires, hacia allí, como siempre a lo profundo, lo más profundo del alma humana.


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