Pastor Restrepo
Juan Camilo Escobar
Pastor Restrepo Maya,
La memoria fotográfica recuperada
Víctor Bustamante
De Pastor Restrepo no sabíamos absolutamente nada. De repente
algún ensayo ligero, algunas notas, algunas de sus fotografías, tarjetas de
visita, y la anécdota de que algunas de ellas habían sido guardadas en la urna centenaria.
Así mismo conocíamos el abandono de su casa en el Parque de Bolívar, y el hecho,
siempre misterioso, de no saber la razón por la cual Pastor Restrepo abandonó
la fotografía y se fue a vivir a París.
Pero ahora Juan Camilo Escobar, nos ha devuelto esa memoria
perdida, guardada en diversos archivos personales, fragmentada; así disuelta a
punto de perderse porque el tiempo obra de una manera implacable, borra las
huellas, abre fisuras, nos sume en ese territorio oscuro de preguntas sin respuestas.
Y de repente esa otra generación que precede a los dueños de estos valiosos materiales
los deje perderse.
La exposición, que no es solo una simple exposición de fotografía, además contiene las libretas de apuntes, las cámaras, implementos de fotografías
recogidos debido a que algunos los guardaron con celo, es decir, lejos del descuido,
del abandono, de la desidia; en síntesis del olvido .
La exposición comienza con una suerte de happening con las fotografías
dispuestas dentro del estanque que bordea la Biblioteca Central de Eafit, como
si el amnio universal nos revelara, nos mostrara y conservara estas tarjetas de
visita para protegerlas del paso del tiempo. Y, en este acto simbólico, es como
si el agua las preservara y nos diera
esa visión de ese nuevo nacimiento, porque es un nacimiento, una revelación, al
dar la vuelta a toda la biblioteca y observar una parte de la exposición de las
tarjetas de visita de Pastor Restrepo. Es como si la memoria naciera, y ahí residiera
el encanto de resguardarlas. Es como si al estar en este estanque estas fotografías
continuarán lavándose luego de un largo proceso de revelado, resistiéndose al abandono.
Son rostros, el paisaje social de Medellín,
expresado en tantas personas que acudieron a su estudio para dejar que su presencia
fuera presciencia para la posteridad. Rostros congelados por el tiempo y por la
magia de la cámara fotográfica, y por el fotógrafo que tuvo tras la lente a estas
personas, que en su día fueron a su estudio para ser plasmadas para la
posteridad, y muchos de ellos dejaron una solita huella: su fotografía hacia ese
terreno imprevisible de la posteridad. Una posteridad que nadie preveía porque la
fotografía era una curiosidad, era la tecnología de la imagen en sus comienzos,
pero que con el paso de los años nos revelarían esa presencia: detrás de cada
uno de estos retratos existe un historia, incluso en el acto de fotografiarlos
existe una misma disposición, un Medellín que bulle y es conectado con lo que
ocurre afuera. Ellos, estos pioneros de la fotografía, en este caso Pastor Restrepo,
estaban al tanto de lo que ocurriera en los países desarrollados.
Pero eso es apenas el proemio, la sorpresa mayor llega al entrar
a la sala de la exposición. Una réplica de su estudio con sus cámaras, sus
libretas, una suerte de diarios. Solo falta que el mismo Pastor en persona nos indique
paso a paso como se hizo fotógrafo, cómo dispuso su estudio de fotografía, como
utilizó su cámara fotográfica, y como en las paredes de una manera preciosa y amorosa,
porque esa es la palabra, la memoria, nuestra memoria visual, surge poco a poco
a medida que Juan Camilo, con su barba a lo Friendly Mutton Chops, nos va contando
cada una de las peripecias de Pastor Restrepo: su vida, su familia, sus viajes,
sus fotografías, sus quehaceres, sus búsquedas, su estética, y, sobre todo, cómo
Medellín se merece que este tiempo casi perdido, inmerso en estas fotografías
haya sido recuperado.
Solo falta que esta exposición sea permanente en su casa, algún
día recobrada, ahí en el Parque de Bolívar, donde tantas veces Pastor acudió a
su solaz, lejos del afán persuasivo de su negocios, de su afán de saber acerca
de las fotografías que ni él mismo soñó que serían, casi un siglo y medio, después
patrimonio en un Medellín aún en construcción, afanoso de buscar una identidad.
Victor...en horabuena has logrado describir con precisas palabras un sentimiento que, en mi caso, sentí al visitar la exposición.
ResponderEliminarSí Juan camilo y el grupo de memorias conectadas de EAFIT esta logrando abrirnos los sentidos de nuestra hermosa historia. Bienvenida esa y otras exposiciones que ayuden a valorar lo bueno de nuestra construccion humana. Abrazo
Hoy día, le podemos dar gracias a los fotógrafos, que dé tras de sus cámaras han dejados huellas fotográficas. Ya qué en cada retrato se haya escondido una historia muy importante, que hace que se viva y se recuerde en el momento que la tenemos en nuestras manos.
ResponderEliminarCierro este comentario con esta frase:
“las fotografías, los escritos y la música recuerda lo que la mente olvida”
ESCRITO POR: Hoy día, le podemos dar gracias a los fotógrafos, que dé tras de sus cámaras han dejados huellas fotográficas. Ya qué en cada retrato se haya escondido una historia muy importante, que hace que se viva y se recuerde en el momento que la tenemos en nuestras manos.
Cierro este comentario con esta frase:
“las fotografías, los escritos y la música recuerda lo que la mente olvida”
ESCRITO POR:
Saida Vargas corrales
Hoy día, le podemos dar gracias a los fotógrafos, que dé tras de sus cámaras han dejados huellas fotográficas. Ya qué en cada retrato se haya escondido una historia muy importante, que hace que se viva y se recuerde en el momento que la tenemos en nuestras manos.
ResponderEliminarCierro este comentario con esta frase:
“las fotografías, los escritos y la música recuerda lo que la mente olvida”
ESCRITO POR: Saida Vargas corrales (cuidado infantil)