sábado, 1 de noviembre de 2014

Nadaísmo en Sevilla / Gustavo Noreña Jiménez





EL NADAÍSMO EN SEVILLA

( Versiòn actualizada con declaraciones de Lisandro Duque Naranjo)

Gustavo Noreña Jiménez

Una mano / más una mano / no son dos manos / Son manos unidas /Une tu mano
a nuestras manos / /para que el mundo / no esté en pocas manos / sino en todas las manos.
                                                                        Poema Revolución de Gonzalo Arango.

Gonzalo Arango fue el fundador del movimiento nadaísta, y luego se agrupó con los poetas Jaime Jaramillo Escobar (X ―504),  Darío Lemos, Eduardo Escobar; el novelista  Humberto Navarro “Cachifo”; los cuentistas Amílcar Osorio, alias Amílcar U y Jaime Espinel; el cineasta Diego León Giraldo; los hermanos Jorge Orlando y Moisés Melo. Posteriormente llegaron otros como el poeta Mario Rivero, la escritora Fanny Buitrago, Elkin Restrepo. Cali aportó  a José Mario Arbeláez Ramos, famoso con el apodo  de Jota Mario Arbeláez y a Elmo Valencia. También muchos otros artistas  coquetearon con el nadaísmo como Álvaro  Barrios, quien se proclamó pintor nadaísta; los  cantantes Pablus Gallinazus y Eliana;  los Yetis; el escultor Pedro Alcántara,  la poeta Raquel Jodorowski y muchos más.

Gonzalo Arango Arias nace en Andes, Antioquia el 18 de Enero de 1931. Escritor y poeta. Inspirado en Fernando González Ochoa, el filósofo de “Otraparte”. Estudió bachillerato en el Liceo de la Universidad de Antioquia donde tuvo por compañero al pintor Fernando Botero y curso tres años de Derecho en la citada universidad.

Gonzalo murió en un accidente de tránsito en Tocancipá en 1976 cuando se disponía a viajar a Inglaterra con su compañera Angelita Hickie.

Diego León Giraldo merece una mención especial por tratarse del primer nadaísta sevillano. Jotamario Arbeláez, escribió el siguiente texto: “Las esquirlas de Diego León. Uno de los Trece poetas nadaístas ha muerto, Diego León Giraldo, quedamos nueve. Gonzalo Arango se detuvo en el 76, Amílcar Osorio brincó hasta el 85, Darío Lemos cojeó hasta el 87. El nadaísmo, sin embargo, sigue tan campante con sus 39 años a cuestas repartiendo etiquetas negras, y dejando que sus muertos enterremos a nuestros muertos.

El hijo de don Honorio Giraldo nació en Sevilla (Valle) en 1940. Estudió su bachillerato en el colegio Berchmans de Cali, de donde desertó para hacer parte de la aventura espiritual y corrupta más grande de nuestra historia. Fue uno de los fundadores del nadaísmo caleño, cuando Gonzalo Arango llegó a esa ciudad con su gabardina. Nos reunimos en la imprenta de Pacho Mora, Alfredo Sánchez, X-504, Dukardo Hinestroza, él y yo, a enterrar simbólicamente la poesía. Después de las exequias llegaron Elmo Valencia, Pedro Alcántara, Armando Romero, Augusto Hoyos, Jan Arb.

 Con Alfredo Sánchez fundó el suplemento literario Esquirla, personero de la vanguardia, que todos los domingos viene envuelto en El Crisol, como rezaba la cuña. [..]Perdimos el bachillerato en nuestros respectivos colegios, pero como él, además de sagaz era adinerado, llegó a Bogotá con un diploma rutilante a matricularse en sociología en la Universidad Nacional. Hizo parte de la izquierda exquisita. Con una carpeta de fotos de archivo de Camilo Torres que le suministrara Enrique Santos Calderón, se fajó el más impresionante documento político sobre el heroico sacerdote, que tuvo mención destacada en la Historia del cine mundial, editada en Francia por George Sadoul. […]

Se quedó dormido en la soledad de su habitación y del sueño pasó a la muerte sin despertarla. Sus hermanas lo encontraron entre los rollos de sus películas y sus ensayos literarios, entre ellos el que narra el episodio del sacrilegio de Medellín, en el que también participó Darío Lemos, y por el que recibieron excomunión papal, luego dispensada”…

 ―Gonzalo, después de que hagamos el Festival  Artístico de Vanguardia en Cali, quiero que vaya una buena delegación de nadaístas a Sevilla para alborotar el avispero en mi pueblo. Lástima que no puedo ir ―dijo Diego León Giraldo.

―Claro mi poeta ―dijo Gonzalo Arango―y agregó―En Sevilla hay mucho nadaísta como Lisandro Duque, el pintor Álvaro López y los estudiantes del Colegio General Santander. Ese pueblo es la Atenas cultural del eje cafetero. Allí daremos inicio a la gira Post Festival.

―Me parece bien. Yo quiero que vaya  Jotamario, el discípulo mayor de nuestra cofradía en  Cali, y además que vaya  otro gran poeta caleño como Elmo Valencia―dijo Diego León.

―Yo invito al Comandante Pablus Gallinazus, a Eliana, y le diré a  Lisandro que está en Medellín, para que coordine la venida de los Yetis. También hablaré con uno de los mejores poetas de Medellín como es  Eduardo Escobar para que vaya a Sevilla. Haremos un festival filosófico, poético y musical. Yo tampoco puedo ir, pero haremos historia con nuestros arcángeles y serafines.

―Los nadaístas se presentaran  en el Teatro Real o en el Club Tres de Mayo donde se divierte la burguesía cafetera o en el Club los Arrieros donde bailan los coca-colos de Sevilla o en todos esos sitios―dijo Diego León.

―Nos presentaremos juntos, todos contra todos donde sea, guitarras y poemas, canciones de protesta, alaridos, convulsiones, la poesía en traje de pelea, la guitarra tiene la palabra, somos los poetas de la pesada , dijo Gonzalo.

Los nadaístas estuvieron en Sevilla según lo relata Gonzalo Arango en una misiva dirigida a X-504,  al hacer un comentario sobre Jotamario Arbeláez  en el libro “Gonzalo Arango, Correspondencia Violada” del poeta Eduardo Escobar: …”Ahora debe estar encamando a sus amadas en Cali, exhibiendo el ojo tapado del Nadaísmo, o sea, una lengua del zapato de Gallinazo con la que se fabricó un ojo tuerto para salir fotografiado en la primera página de los periódicos como el Dayán de la revolución, el Mesías de la desesperación redentora, el irresistible gigoló de la libido caleña… ¿Dónde estará? La última vez que lo vi fue en un taxi que lo traía de Buga al final de nuestra apoteósica gira post-festival por algunas ciudades, con ruidosos éxitos y fracasos en Sevilla donde querían motilar a bala a los nadaístas. Él se presentó muy Cristo con una corona de espinas de alambre de púas que se fabricó en el camino a la medida de su locura, y allá insultó a todo el mundo, a todo lo sagrado, a los godos, a los curas, al respetable público, a la literatura, al pan, a la sal de la vida, a nuestro Señor Jesucristo sobre todo, y por nada le hacen tragar el espinoso símbolo, pero de todas maneras se hirió las manos con las púas”.

El antropólogo sevillano Edgar Álzate narra en su cuenta en Facebook: “Yo estaba muy niño y los vi, Pablus Gallinazo vestido de Almirante con una espada en la mano, Jota Mario con la corona; y el escándalo fue cuando leyeron sus poemas en el antiguo Club Los Arrieros, donde bailaban los jóvenes de la época, leyeron sus poemas escritos en un papel higiénico y eso fue el colmo para la sociedad”.

Hugo Fernando Valencia quien por esa época ya estaba grandecito, estudiaba en el Colegio General Santander y en su corazón palpitaba su amor por las nuevas ideologías y la bohemia.
 ―Madre, ya tengo diecisiete años. Esta noche me voy al “Post-Festival artístico de vanguardia”―dijo Hugo Fernando.
―Hijo, ¿dónde van a realizar ese Festival?
―Va a ser un concierto de los nadaístas en el Club los Arrieros, un establecimiento de baile que queda frente a la cafetería “El Polo” de don Arístides Pineda.
― ¿Y esa gente quiénes son?
―Vienen poetas y cantantes. De Medellín viene el poeta Eduardo Escobar y el grupo musical  a go-go de los Yetis; de Bogotá los cantantes Pablus Gallinazus y Eliana; de Cali, los poetas Jota Mario Arbeláez y Elmo Valencia; además, viene Elkin Mesa que es periodista y  esposo de Eliana. Esta presentación va a estar loquísima.
―Mijo por Dios, esos melenudos son ateos y sacrílegos. Parece que hasta les gusta comer hostias.
―No mami. Ellos son la generación que sobrevivirá al apocalipsis de la corrupción. Esto va a ser la revolución de las fuerzas desarmadas con la explosión de la lírica. Estos poetas y músicos están armados con las pistolas de la poesía y sus fusiles son las guitarras.
―Hijo lindo, usted ha sido criado en un hogar católico. ¿A qué horas se le torció el camino y se volvió nadaísta?


Hugo Fernando dice  que los Yetis se presentaron en una reunión familiar en la casa del pintor Álvaro López ubicada en la calle de la Pista cerca de las bodegas de la Federación de Cafeteros, y que le gustó tanto la “carreta” del nadaísmo y la literatura que cuando salió de bachillerato se fue a Medellín a trabajar  con Alberto el “Topo” Ceballos quien era el gerente de la reputada librería “Alexis Zorba”, cuyo propietario era el empresario sevillano Evelio Torres “Eveltor”.

A Lisandro Duque Naranjo durante el  11⁰ Festival de Cine Colombiano de Medellín, Antioquia, realizado entre agosto 23 al 26 del 2013, Diego Rojas Romero, Investigador, Crítico de Cine, Realizador y Víctor Gaviria, poeta, Director de Cine y Director del Festival le hicieron una entrevista de la cual  extracto los siguientes apartes:

[…”En medio de esa vida publicaba mis cosas y fui empresario de artistas, de los nadaístas. Íbamos a Pereira, Armenia, Buga, Cali y, claro, a Sevilla, con un espectáculo llamado Átomos a Go-Gó para la paz: conjuntos de rock con los Yetis y Juan Nicolás Estela, Pablo Gallinazo, Eliana, Gonzalo Arango, Jota Mario. Todo esto entre el 63 y el 68.

 [……] ¿Qué te seducía tanto de los nadaístas?

  Yo me las daba de nadaísta local, seguía ese proyecto nacional. Además por un antecedente: el 5 de enero 1960, amigos míos quemaron el pesebre del pueblo con cocteles molotov ahí en la plaza. Eso marcó un rompimiento muy fuerte y ahí me desmarqué de todo ese greco‐quimbayismo porque me dio mucha envidia de los que habían quemado ese pesebre. Me emocionaba la notoriedad que adquirieron Mario Pineda y Humberto Pino. Casi los lincha el pueblo y los salvó el párroco, fue un fenómeno interesante. Desde entonces nos convertimos, con un combo de amigos como Hernán Vallejo, José Raúl Arango, Gilberto Rodríguez, Evelio Loayza y Jaime Galvis, en unos clandestinos del grafiti. No había aerosol y nos tocaba con brocha y el tarro de pintura roja: “Dios no existe”, éramos unos tinieblos de una anti religiosidad la berraca. En un acto de barbarie íbamos a la biblioteca del colegio o a la biblioteca pública, pedíamos El tesoro de la juventud y a las reproducciones de vírgenes les pintábamos bigotes, escribíamos “La virgen es mentira”, éramos unos ateos muy militantes. De esa época es que saqué el guión de mi próxima película y nunca como antes un personaje mío es tan autobiográfico. El protagonista soy yo: así procedí, así era.
 […]¿Fuiste nadaísta, realmente?

Pues nadaísta de Sevilla, por eso busqué hacerme amigo de ellos. Cuando en el 66 o 67 llevé a Gonzalo Arango, más que llevar el nadaísmo lo que llevé fue a los nadaístas. Gonzalo, Pablo y Elmo Valencia, nos hicimos amigos y leí con mucha disciplina todo lo de ellos. No me olvido cuando estuve en la universidad de Antioquia en Medellín en la conferencia que leyó Gonzalo “Medellín a solas contigo”, un texto precioso. Un panfleto contra la cultura antioqueña tan brillante, lo leyó en un paraninfo a reventar. Pero ojo, eso no era lo único que yo leía: ese bachillerato mío fue integral y yo, cuando estaba en sexto por ahí a los 17 o 18 años, pertenecía a un grupo con Eduardo Trujillo, José Raúl Arango, Gilberto Rodríguez y Hernán Vallejo, en el que nos leímos muchos clásicos: Oscar Wilde, Dostoievski, Balzac, Sartre, Flaubert, algo de Proust, y El cuarteto de Alejandría de Durrell, Camus, Shakespeare, éramos unos jovencitos engreídos e insoportables que queríamos distinguirnos de los que eran muy atléticos y expertos fútbol; nos volvimos intelectuales por nuestro mal desempeño deportivo. Nunca estuvimos en ninguna selección, no servíamos. Entonces nos dedicamos a leer, nos volvimos intelectuales para que nos respetaran, era un blindaje. Ahora que se habla de matoneo en los colegios, yo pasé por varios tanto en Sevilla como en Pereira, allí la pelea era muy fuerte. Como no era un tipo con destrezas físicas me tocó darme trompadas varias veces, porque si no, no sobrevivía. Era muy frágil físicamente hasta que con los amigos tomamos la decisión de volvernos intelectuales. Intuíamos que al intelectual no lo jodían. Me equivoqué de país, obviamente, pero apenas cogí fama de que era un lector me empecé a ganar cierto respeto de parte de los matones. Conclusión, me volví intelectual, también, por sobrevivencia, y notaba que a los artistas no nos jodían”…]

  Eduardo Escobar: Nació en Envigado, Antioquia el 20 de diciembre de 1943. Dice Gonzalo Arango: “Nosotros llamábamos a Eduardo cariñosamente “Eduardito”, y sus antiguos camaradas de vagancia y santidad aún lo llamamos con diminutivo. […] Era tan frágil, daba tal sensación de espiritualidad con su flotante estatura de uno con ochenta, que el maestro Fernando González lo bautizó “El Diosecito”. Hizo una compilación de cartas nadaistas: “Correspondencia violada”.

 Jota Mario Arbeláez. El portal de internet de Noticias literarias dice lo siguiente. “Poeta,  escritor y publicista. Nació en Cali, Colombia el 30 de noviembre de 1940. Cruce de dos familias de sastres, la paterna antioqueña y ecuatoriana la materna. En su ciudad natal, luego de una infancia y una adolescencia enmarcadas por La Violencia, se relacionó con una generación que comenzaba a abrirse paso a la brava en el mundo del arte y del intelecto. Cuando Gonzalo Arango llegó de Medellín hablando del recién fundado Nadaísmo, con Elmo Valencia y X-504 decidió aliarse a sus filas de fieles e iniciar una aventura que jamás acabaría. Los recién llegados se proclamaban ‘geniales, locos y peligrosos’, y además ángeles apocalípticos y Gonzalo se hacía llamar ‘el profeta de la nueva oscuridad”. Elmo Valencia, Cali, 1933. Estudió Ingeniería Electrónica. William López Arango dice. “Elmo es un manojo de amistad egresado del Colegio Republicano de Santa Librada, caleño de raca mandaca que se toma la vida medio en serio y medio en broma, de allí que se haya convertido en uno de los más insignes estandartes del nadaísmo en Colombia. Entre sus amistades es conocido como “El monje loco” dada su costumbre de mamarle gallo a todo y a todos. […] Fue educado en los Estados Unidos y entró al movimiento nadaísta por la puerta grande trayendo un mensaje de los Beatniks. Estuvo como jurado en el concurso literario “Casa de las Américas”, La Habana, 1966, en unión de Mario Vargas Llosa y Camilo José Cela y participó en los Recitales de Poesía en Praga (Checoslovaquia) con Allen Ginsberg” […]

 Pablus Gallinazus, cuyo nombre es Gonzalo Navas Cadena. Nacido en Piedecuesta, Santander en 1943. Escritor, compositor,  cantante y poeta. Estudió derecho y teatro. Fue celebre con las canciones de protesta en Colombia con alguna notoriedad en Latinoamérica en la década de 1960-1970.

 Los Yetis. Gonzalo Arango los describe así: “Los Yetis son cinco: Juan Nicolás Estela, Iván Darío y Juancho López (hermanos), Norman Smith y Hernán Pabón. Todos han salido de la burguesía antioqueña, aunque ellos personalmente son la negación del espíritu burgués, son otros: son simplemente go-gos. Juan Nicolás es heredero del apellido millonario los Estela de Cali, esos de los toros bravos. Los hermanos López son hijos de su padre, un reputado gerente de Medellín. Su madre es una dama europea, un espíritu fervoroso de la música clásica, y casualmente de apellido “Música”. Iván Darío y Juancho sostienen que su vocación les viene por el lado materno en los dos sentidos, y hacen chistes, con su apellido López Música: “Nosotros éramos go-gos mucho antes de nacer —dijo Juancho—, lo que no sabía mamá era la clase de ‘Música’ que íbamos a tocar”. Norman Smith es un joven nacido en Nueva York, pero aclimatado al aire del Pan de Azúcar. Pabón, el baterista del grupo, es neto como una arepa, es decir, más antioqueño que la Candelaria”. Norman Smith es hijo de Rosemary Smith “Rosa Girasol”, compañera de Gonzalo Arango.

 Eliana: Gloria Eliana Bongean de Medellín. Nacida en 1945. Fue la mejor intérprete en el Festival Internacional de la Canción de Trujillo Perú en 1967. Con motivo del lanzamiento del disco “Las canciones de la nada” Gonzalo Arango escribió: “No tengo nada que agregar a la belleza de este disco. Allí está dicho todo lo que es y vale nuestra generación: el talento musical de Alex González; la voz tierna, dulcísima, profunda, de Eliana; la poesía apache de los nadaístas. La melodía de Alex, la voz de Eliana, se aliaron para despertarnos de la amarga pesadilla de las palabras. Buscamos nuevas armas para escribir, para acariciar, para matar. Esa arma que buscamos es la música o el silencio”. […]El periodista Elkin Mesa ―nuestro jefe de “armada” de la revolución nadaista ―ha hecho posible de la nada estas canciones, es decir,  de nuestro ser más sediento― Honor a él, poeta de la impaciencia”…
 Eliana y las canciones de la nada fue según Gonzalo Arango “el último cohete que lanzó el nadaísmo al monte de Venus de la canción con letras de Cachifo,  Gallinazo y el gigoló de los Dioses […] La voz de Eliana es de prodigio, un descubrimiento, sólo cantará canciones del nadaísmo”.

 Ahora dejaré que la memoria  viaje libremente a través del laberinto del tiempo para vislumbrar cómo se pudo haber realizado el   Festival artístico de vanguardia en el “Club los Arrieros”.  Eduardo Escobar empezó leyendo el Manifiesto Nadaísta  de Gonzalo Arango: …”Hemos renunciado a la esperanza de trascender bajo las promesas de cualquier religión o idealismo filosófico. Para nosotros éste es el mundo y éste es el hombre. Otras hermenéuticas sobre estas verdades evidentes carecen de sentido humano. Las abstracciones y las entelequias sobre el Ser del hombre, caen en el dominio de la especulación pura y del simbolismo metafísico, producto natural del anhelo del hombre por trascender su entidad concreta, y fijarla en una forma ideal, más allá de todo límite espacial y temporal. Este anhelo corresponde a su naturaleza idealista y poética que quiere cristalizar la esencia del Ser en lo absoluto, en el eterno. Proponer esa ilusión para después de la muerte es la misión de las religiones […] Destruir un orden es por lo menos tan difícil como crearlo. Ante empresa de tan grandes proporciones, renunciamos a destruir el orden establecido. La aspiración fundamental del Nadaísmo es desacreditar ese orden […] En esta sociedad en que la mentira está convertida en orden, no hay nadie sobre quién triunfar, sino sobre uno mismo. Y luchar contra los otros significa enseñarles a triunfar sobre ellos mismos.

 […] La misión es ésta: No dejar una fe intacta, ni un ídolo en su sitio. Todo lo que está consagrado como adorable por el orden imperante será examinado y revisado. Se conservará solamente aquello que esté orientado hacia la revolución, y que fundamente por su consistencia indestructible, los cimientos de la sociedad nueva. Lo demás será removido y destruido. ¿Hasta dónde llegaremos? El fin no importa desde el punto de vista de la lucha. Porque no llegar es también el cumplimiento de un destino”.

 Después Jotamario Arbeláez se presentó en la tarima con su corona de alambre de púas ciñéndole la cabeza, con  una túnica blanca sobre su cuerpo, con guantes rojos, medias rojas  y con un malabarismo mágico  el poeta sacó del bolsillo de   su vestimenta un rollo de papel higiénico, y con voz ronca declamó su escandalosos poemas: Vulva, culo y nalgas  los  cuales alebrestaron el pudor provinciano: “Vulva: Henos por fin en el lugar de los hechos.  / Púrpura y arremolinada como Maiacovski / allí también la anatomía se ha vuelto loca.  / Surco celestial /  y creador de enervamiento. / La estalactita canta durante la noche / restregada por mi pata de grillo.  / Y más adentro sensaciones: calor, / óxido húmedo, /  rasguño. / Rozadura, pequeños aletazos. Y el olor de oro de mar / en la nevera”. Días después Gonzalo dijo  acerca de Jotamario: “Está muy loco, en el grado más alto de lucidez que le conozco. Una vorágine, un cataclismo, una catarata, un orgasmo. Un temblor de tierra, un kilo de marihuana, un falo insaciable, la mejor espalda para crucificar este planeta por el sexo.”

 El “Monje loco” con su  risa que era una carcajada subió a la tarima y leyó sus poemas “El país de las neblinas”, “los senos de la mona lisa” y “Arte de amar. Letra de “Arte de amar”: “Si hacemos el amor /encima de un puente / es posible que el puente se caiga / Si lo hacemos en un arrozal / la humanidad se quedará sin arroz /durante un siglo / Si lo hacemos encima de un huevo / pobre huevo / Y si lo hacemos frente a un cuadro de Picasso / al instante un embarazo / Si lo hacemos en el baño de un avión / ese avión no llegará nunca a su destino / Si lo hacemos en un automóvil / último modelo / existe la posibilidad de que el automóvil haya sido robado / Y si lo hacemos debajo de un árbol / es posible  que un pájaro / nos cague / Para no tener ninguno de estos inconvenientes / lo mejor  que podemos hacer tu y yo / yo y tu / es hacerlo aquí donde nos encontramos / abrazados desnudos / hasta que la muerte nos separe”

Elmo repartió entre los asistentes sus poemas   y Rafael Duque conserva como un tesoro  el poema “El arte de amar”  impreso en tarjeta de lujo, con autógrafo e ilustrado en el reverso con la Serie eróticos de Pablo Picasso.

Pablus Gallinazus o “El Comandante”, como le gustaba que lo llamaran, se presentó en tarima  disfrazado de Almirante con espada al cinto y tocando su guitarra empezó a cantar: “Estas son las historias del cielo y de la tierra, del hombre que cansado de recoger su cosecha, decidió multiplicar los panes y los vinos con una metralleta: Camilo Torres”. Luego cantó: “Boca de chicle”, “Una flor para mascar”, “La mula revolucionaria, “Destino la guerrilla” y “Cinco balas. “Gallinazo estuvo cumbre con sus canciones de protesta, con su espada mohosa de la Guerra de los Mil Días que era de su abuelito, un general godo de la patria boba, de la época del honor”, dijo Gonzalo Arango cuando le dieron un reporte de la gira por Sevilla y agregó: “Gallinazo está tan loco que ahora anda diciendo que es el ministro de guerra del Nadaísmo”.

Los Yetis cantaron las canciones: “La chica del billete, “La Bamba”, “Satisfacción”, “Llegaron los peluqueros”―canción que escribió  Gonzalo Arango y musicalizaron los Yetis―.  Juancho López, el legendario cantante de los Yetis,  en su trabajo “La nueva  ola colombiana” dice: …”el grupo estaba de gira, y en Armenia nos encontramos con Lisandro  Duque, después conocido  hombre del cine nacional  quien en esa época juvenil militaba como nadaísta,  lo  mismo que el pintor Álvaro López, ambos de Sevilla, Valle. […] En Sevilla, Valle, anduvimos en una camioneta, en la cual yo mismo conducía y perifoneaba por toda la ciudad anunciando el espectáculo”. “La fusión del Nadaísmo y el Go-Go fue una experiencia; esa juventud es la heredera del Nadaísmo en el campo de la música […] ellos han hecho la revolución en el ritmo como nosotros en la literatura y en la vida. Los gogós son nuestra degenerada descendencia”, escribió Gonzalo Arango.

Eliana interpretó la “Canción del futuro”, “Caminantes” y dos canciones con letras de Gonzalo Arango: “Réquiem por un ye-ye” y “Girasol giranada”. Letra de la canción Réquiem por un ye-ye: “Era un torero que soñaba en la gloria / y le decían el Pinturero / Para triunfar lo dejó todo, lo dejó todo / Hasta su amada. / Sucedió en Cartagena / una tarde de sol / Para lucirse del cielo se lanzó /  en un paracaídas y el viento / Hacia el mar lo arrastró / Nadie, nadie lo esperó para salvarlo / como a los astronautas / Sólo, sólo lo dejaron / aunque gritaba “help” / no hubo quien le tirara una red / y un capote de espumas / Y un capote de piel / En el circo todos cantaban / Tomando el vino y gritando / al compás de un pasodoble y olé, olé / Una voz pidió un minuto de silencio / por la muerte del héroe / y otra respondió / Nada de silencio, la plata o el torero / Queremos al Pinturero / Vivo o muerto, todos gritaron / Bravo, bravo y olé.

Más tarde todos cantaron en coro “No mates las amapolas”,  canción en letra y música de Elmo Valencia,  “que adoptamos en el Festival como la Internacional Nadaísta, nuestro himno de guerra. Lo cantábamos todos en los escenarios, en los estadios, en los rings de boxeo, en los burdeles, en las calles, en las plazas de mercado. “Elmo resultó la maravilla para las baladas, con letra y música de su cosecha”, escribió  años después Gonzalo Arango.

En medio de ese jolgorio los nadaístas armaron sus “cachos” de marihuana y con su humo contaminaron la juventud sevillana que tampoco hizo mucho por evadirse de la caverna filosófico musical. Ese fue el día en que los sevillanos conocieron la “yerba”.

Rafael Duque Naranjo comenta que después de la presentación de los Yetis se fue con ellos a celebrar el éxito a “Luces de Buenos Aires”, porque en esa época toda persona que venía a Sevilla quería conocer ese lugar. Cantaron, bailaron con las hermosas niñas del lugar y para calmar el hambre, la Chichimoca les trajo una olla con arroz atollado que era la especialidad del lugar. Juan Nicolás Estela se acercó al comedor y mirando el arroz con su único ojo bueno, pues el derecho era de vidrio, preguntó: “¿qué es esto tan bueno?”, y en un acto de locura tiró el ojo de vidrio a la olla y gritó: “¡ojito sudado para todos!”, luego lo sacó, lo lavó y se lo puso en la cuenca de su ojo.

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1 comentario:

  1. Gracias por compartir los tiempos aquellos - tiempos tan poderosos - y hasta nostálgicos,

    muy nostálgicos.


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