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Luis
Fernando Garcés
Víctor
Bustamante
Conocí a
Luis Ferrando en Versalles, es decir en persona, porque ya la conocía desde
hacia años al escuchar una balada que él cantaba, “Despierta Lorenzo“, que
refería la vida de una persona que parecía dormir de una manera constante. Esa
balada es tan diferente a las otras que refieren al amor que era raro que se
mantuviera en un medio donde la mayor parte de los compositores se detienen
solo en el tema amoroso. Es más, aun no sé, no le he preguntado la razón por la
cual escogió esta canción de Los Iracundos para que se convirtiera, su versión,
en su marca como baladista.
Hay algo
valioso en su conversación, conoce la
vida de Medellín antes del despelote actual. La ha caminado y conoce muchos de
sus rincones, de sus historias por los lados de Boston que ha sido su barrio
habitual. Además Luis Fernando es un referente en cuanto se refiere a la
movimiento musical de la ciudad desde los años 60, así como a las utopías
generacionales que han marcado a Medellín, así ellas con los días se convierten
en una rareza de la memoria.
Pero ahora
vamos a decir que Luis Fernando pertenece a Los Yetis, y con ellos ha regresado a contarnos esas canciones que los hicieron como el grupo musical de
más factura en aquellos años cuando se presentaba una ruptura entre la música
triste y dulzarrona y aquella que irrumpía con otros sonidos y otras
propuestas.
En nuestros
encuentros, en Versalles o en Junín, esa calle mayor, siempre aparece un sello: su amor a la música de Los Beatles, de la cual es un excelso coleccionista, así
como es interesante hablar de esos baladistas de los años 70 cuando el rock llegó
de una manera arrasadora a Medellín.
Cierto, él es un habitué no solo de Versalles sino de esa ciudad sagrada que no han podido destruir del todo sus malos administradores, ante el abandono actual. Caminarla con Luis Fernando Garcés es saber la historia viva de esa ciudad desde los años 60, cada esquina, cada calle, cada lugar tiene una definición.
Cierto, él es un habitué no solo de Versalles sino de esa ciudad sagrada que no han podido destruir del todo sus malos administradores, ante el abandono actual. Caminarla con Luis Fernando Garcés es saber la historia viva de esa ciudad desde los años 60, cada esquina, cada calle, cada lugar tiene una definición.
Ahora su
preocupación es mantener latente la música de Los Yetis, como si quisiera
decirnos: nosotros también hacemos parte de esa ciudad musical desde hace muchos
años y aquí estamos con nuestra música, con nuestro mensaje de una ciudad, de
una sociedad que se resiste al olvido.
Luis Fernando
Garcés nos ha brindando su amistad, su generosidad, las largas tardes de
conversación sobre esa ciudad que se diluye, sobre los personajes que la han
amado y que no aparecen en ningún texto de historia porque muchos de nuestros
escritores permanecen alabeados por su propios poemas, sus novelas sobre
la situación de Medellín, menos inmersos en salir a conocerla, a vivirla. La
ciudad no hay que buscarla en otra parte perdura aquí en estas calles que
caminamos, que sentimos como nuestras y que han sido abandonada al azar.
Aquí él nos
entrega su presencia como transeúnte de esas calles, su persistencia en la música,
pero sobre todo en ese empeño en no dejar que una generación sea sepultada por
eso que llaman la internacionalización de la ciudad, los eventos de risa que parece
que convocan muchas personas al menos si lo dicen alguna estadísticas.
Aquí en esta
conversación, Luis Fernando Garcés, aparece con sus sueños y utopías, pero sobre
todo él mismo dándonos la presencia, como testigo de Medellín.
¡Oye Lorenzo, despierta!
ResponderEliminarY dinos: ¿Hay vida antes de la muerte?
Yea, qué dicha que desenterraron a Luis Fernando Garcés, el más importante compositor yeye y gogo de Medellín.
ResponderEliminarEspecialmente me gustaba este verso que cantaban los Yetis:
"¡Despierta Loorenzo,
despierta Loorenzo,
Despierta Loorenzo,
mañana hay que trabajaar!"