León
Rodríguez
Víctor
Bustamante
Se
dice, y es un hecho, que el cine es una actividad realizada en conjunto. Y es
cierto, pero quien se lleva las palmas siempre es el director de la película,
los otros que intervienen permanecen al margen en las letras minúsculas de los créditos.
Son pocos los directores de cine que al mismo tiempo son camarógrafos. Uno de
ellos podría ser Pasolini, que husmeaba en todo, solo para citar un caso, o que
Fellini estaba pendiente de una manera obsesiva de los planos de sus películas:
nada dejaba al azar.
Además
son pocos los camarógrafos de cine que son directores de una película. Pero lo
que sí es cierto es que el camarógrafo es una parte de mucha importancia dentro
de una filmación; él es quien escribe las imágenes, quien cita los encuadres,
quien está viendo y filmando de primera mano una película, en él está la
captura y la presencia de lo que quiere el director. El director da una idea,
ordena, el camarógrafo está ahí como un amanuense para darle vida y memoria a
esas ideas.
Si el
camarógrafo se equívoca el director debe ser a medias condescendiente, sin el director
se equivoca todo mundo ahí en el plató, en el set, para comprenderle; se debe
de ser complaciente. La iluminación, los encuadres, los planos son vistos por
primera vez por el camarógrafo, y éste los plasma para la posteridad del cine
Todo
eso nos cuenta Leo en esta conversación. Él ha participado en muchas
producciones y hasta en la tele, creo que es el director de fotografía más
activo en nuestro medio de cine y de la tele; además es editor, lo cual lo lleva
a estar presente de una manera total en la terminación de uno de esos trabajos cinematográficos.
Aquí
conversamos sobre Gregg Toland que siempre se quejó de las apropiaciones que de
sus ideas hizo el talentoso y soberbio Orson Wells.
No
olvidemos a Bergmam sin Sven Nykvist, que Storaro trabajó en muchas películas
de Bertolucci, que el cubano Néstor Almendros y su obra era “un épico combate
de la luz contra las tinieblas”. Ellos dieron su presencia en las diversas
películas donde estuvieron, nunca de manera secundaria. Poco se ha escrito
sobre las ideas, sobre los aportes, sobre la intervención de los directores de
fotografía en el desarrollo de una película, sólo se habla sobre el director de
ellas como el supremo responsable. Poco se ha escrito de una estética, así en
palabras mayúsculas, de uno de esos camarógrafos como el pintor de esas
imágenes, entre sombras y luces, entre colores y poesía pictórica de la
fotografía de cine.
Por
eso Leo es una presencia del cine en Medellín, lo amerita todo su trabajo.
Está bien.
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