jueves, 15 de agosto de 2024

Luis Tejada en la Academia Pereirana de Historia

 

Los tres amigos

Luis Tejada

 

Algunos días después de mi llegada a este rincón provinciano, me refirieron una pequeña historia conmovedora. 

Eran tres amigos en el pueblo. Jóvenes, pobres y melancólicos, vivían poseídos de una inconformidad rabiosa dentro de las cuatro calles solitarias del villorrio. Trabajaban poco, pero imaginaban mucho. Una inquietud lírica y romántica les mantenía el corazón en ascuas; odiaban todo lo circundante, por mezquino, por limitado, por incapaz. Deseaban salir fuera, viajar, ver, saber, luchar, vencer, realizar enormes sueños de arte y de ciencia que germinaban en sus mentes. Por las tardes se les veía pasar ceñudos hacia la salida del pueblo, y es fama que, sentados en piedras disformes, se entregaban durante largas horas a dilucidar sobre sus proyectos locos de liberación espiritual; tiraban cuentas y fraguaban planes inverosímiles; unas veces resolvían irse definitivamente a París, otras pensaban que sería mejor quizá llegar a Nueva York, dando la vuelta por el Japón misterioso.

Y como todo lo que se desea ardientemente se cumple, aunque sea en parte, nuestros jóvenes amigos salieron al fin, un día, de los solares paternos y se entregaron con sublime valor a nuestra señora La Aventura. Es claro que no alcanzaron hasta donde su imaginación incontinente ambicionaba, pero sí es cierto que una noche –quién sabe cómo– se vieron descargados, con las maletas demasiado desprovistas y los bolsillos literalmente ralos, en la gran ciudad racional, alta y alucinante, a donde convergen todos los anhelos de gloria de los buenos muchachos provincianos. ¡Vedlos allá, ya, a los insignes y misérrimos caballeros de una quimera, cómo ambulan por las calles radiantes, sobre el asfalto sin corazón que no se conduele de los pobres zapatos de los soñadores, entre las filas de palacios miríficos que no se abren al solo impulso de una excelente intención! ¿Qué decir de los días de bohemia dolorosa que se sucedieron después? ¡Ay!, en las ciudades monstruosas, el buen Dios no siempre da a los jóvenes poetas el pan de cada día y por eso hay que ayunar con insistencia desesperante; además, todas las mañanas amanecen un poco más raídas las solapas y engrasados los sombreros en una forma irremediable; sucede también con frecuencia que el casero, utilitarista hasta un grado feroz, lo coloca a uno de patitas en la calle para que duerma al raso, bajo las estrellas heladas y al alcance de todos los cierzos asesinos caen sobre las pálidas carnes, armados de neumonías y de tisis. ¡Ah, valerosos muchachos bohemios, sublimes vagamente, yo imagino lo que sufristeis, lo que soportasteis en forma de miseria y dolor a trueque de llevar siempre encendido vuestro ideal de gloria, como una llama tutelar!

Sin embargo, un día –porque todo ha de tener un término– uno de ellos dijo: ¿sueños para qué? ¡Hay necesidad de trabajar!, y entró, en una casa, como ayudante, o cosa así, del administrador; y el otro dijo: ¿libertad para qué? ¡Hay necesidad de trabajar!, y lo nombraron empleado público, y fue destinado a las regiones ardientes de la Costa; pero el último persistió hasta que se hizo aprendiz de periodista, que dizque era lo que él buscaba, como el otro deseaba hacerse médico y el otro literato.

Los tres amigos se perdieron de vista y pasaron los años. Al cabo de ellos regresó al pueblo natal el ayudante, que ya era administrador; venía hecho un oscuro burgués, pero estaba gordo y rico, o poco menos; trajo suntuosos regalos y se paseaba por esas calles con el aire satisfecho de un capitalista, de un hombre para quien el porvenir está dejando de ser tremenda incógnita; luego regresó el empleado; había prosperado en su carrera, combinándola con negocios de índole comercial, de suerte que ya poseía una pequeña fortuna, a juzgar por los trajes flamantes y por las vistosas joyas de sus manos. Al cabo, ¿cómo no había de suceder?, regresó también el periodista. Es verdad que los clarines de la fama, en forma de telegramas, dirigidos al semanario local, lo habían precedido un poco; pero no es menos verdad que llegó pobre como un santo y flaco como una escoba; se asegura que trajo mucho menos camisas y pantalones de los que llevó, y que, en cuanto al dinero sonante, venía limpio de él desde más allá de la mitad del camino; en las exhaustas alforjas, sólo papeles en blanco o en negro, pero papeles todos; por único capital, enseñó algunos recortes de periódicos que decían más o menos así: “Hoy ha salido a pasar unos días con su familia, el distinguido escritor y compañero nuestro don Fulano, quien, como se sabe, ha logrado alcanzar renombre nacional, etcétera”.

¡Menguada fortuna! ¿No es verdad?, concluyó el que me contaba esta pequeña historia.

El Espectador, Bogotá, 1° de abril de 1921.

25 Encuentro Nacional de Críticos y Periodistas de Cine

 

25 Encuentro Nacional de Críticos y Periodistas de Cine 

VIERNES 16

Lugar: TEATRO DE CÁMARA del SANTIAGO LONDOÑO

7 p.m.: INAUGURACIÓN

Saludo a los asistentes,

Presentación de los invitados nacionales e internacionales,

Proyección del corto “VÍCTOR NIETO, FESTICINE CARTAGENA” una realización de German Fredy Valencia y Oscar Mario Estrada

Palabras de una autoridad departamental.

Palabras de la Secretaria de Cultura de Pereira, Dra. EMILIA DEL SOCORRO GUTIÉRREZ GÓMEZ.

Intervención del realizador de cine Oscar Mario Estrada, vocero de la delegación antioqueña.

Proyección de un “Reel”, homenaje a un director de cine invitado, quien por quebrantos de salud no pudo estar hoy con nosotros: El señor Lisandro Duque Naranjo. Su saludo al Encuentro el año anterior.

Homenaje a INGRID BONILLA RODRÍGUEZ, cineasta pereirana. “Reel” sobre su obra.

Proyección del documental “MANOS A LA OBRA”, con el cual se rinde Homenaje a RAFAEL PUENTES, cineasta colombiano.

Homenaje a Rafael Puentes, Cineasta colombiano.

 

SÁBADO 17

Lugar: TEATRO “LUCY TEJADA”

9 a.m.: “Maestros de lo insólito” Buu & BANG, el cine del Horror y Terror.

José Fernando Ruiz. (Col.)

9 y 30 a.m.: “Música en el cine cubano”.

Esneyder Marín. (Col.)

10 a.m.: “Leonardo Da Vinci y el Cine: La conexión de una mente brillante”.

James Llanos Gómez. (Col.)

10 y 30 a.m.: “El Universo GHIBLI “

Liliana Ríos. (Col.)

11 a.m.: “Las Magdalenas por el Cauca vuelan ahora por la tv holandesa”.

Gabriel Andrés Posada y Yorlady Ruiz. (Col.)

Presentación de Ingrid Rodríguez, la cineasta pereirana homenajeada.

11 y 45 a.m.: “Valió la pena”

Germán A. Ossa E. (Col.)

 

12 m – 2 p.m. RECESO

2 p.m.: “Presentación de dos publicaciones sobre cine”.

EL ESPEJO. ARCHIVO DE ENTREVISTAS DE CINE.

EL ACERVO FÍLMICO DE UNA ESCUELA DE CINE COMO APORTE AL PATRIMONIO AUDIOVISUAL DEL CARIBE COLOMBIANO.

Felipe Moreno. (Desde España)

Presentación Revista BABEL por Víctor Bustamante su Director y

Presentación Publicaciones de la Cinemateca Distrital.

Presentación del libro MEMORIAS DEL 24 ENCUENTRO DE CRÍTICOS Y PERIODISTAS DE CINE de Pereira.

3 p.m.: “Presentación y lanzamiento de la Página Web de CINE de la Universidad ECCI: Cineclub.com.co y “La CRÍTICA DE CINE. Aproximaciones teóricas”.

Gustavo Valencia. (Col.)

3 y 40 p.m.: “Cine GÓTICO: Más allá de los vampiros y su legado en el cine”.

Jaime Ponce. (Col.)

4 y 20 p.m.: “Nuevos nombres de Directoras de Cine colombiano”.

Mauricio Laurens. (Col.)

5 p.m.: “Proyecto CCINEC. Circuito de Cine Clubes de Cali. Un ecosistema cultural cinematográfico popular emergente”.

María Eudoxia Arango. (Col.)

6 y 30 p.m.: PROYECCIÓN de la película “La piel en Primavera” de la directora colombiana Yénifer Uribe Alzate.

Lugar: Teatro de la Cámara de Comercio de Pereira.

 DOMINGO 18

Lugar: Teatro de Cámara del “Santiago Londoño”

9 a.m.: “Sociedades de Gestión: Directores, Escritores y Actores”.

Joaquín Lepeley. (Chile)

9 y 30 a.m.: “Los cortometrajes en mi Escuela de cine”

Salomé Castro. (USA).

9 y 45 a.m.: “Filmar, no hacer películas o vivir para armar un jardín”.

Omar Ardila (Col.).

10 y 10 a.m.: “CINE Y DISRUPTIVIDAD”.

Gonzalo Restrepo (Col.).

10 y 45 a.m.: “NUESTRO CINE”.

El Cine del ecuatoriano Enrique Pilozo (Ecuador y USA) y de Jesús Osvaldo Pérez (mexicano). Excelentes cortometrajistas latinoamericanos. Muestra de su cine.

11 y 45 a.m.: “El cine del futuro”

José Urbano. (Col.)

 12 y 30 m. 2 p.m. RECESO

 2 y 10 p.m.: “Para pensar melancólicamente a pedazos”.

Juan Guillermo Ramírez. (Col.)

3 p.m.: “Fotografía en cine”.

Rafael Puentes. (USA)

3 y 30 p.m.: “Bajo el cielo antioqueño”

Juan Diego Velásquez. (Col.)

4 y 10 p.m.: “Rueda Libre corazón” Fragmentos del documental de Germán Fredy Valencia. (Col.)

4 y 40 p.m.: “Del cinema Novo brasileño a la Isla de las flores”, Fabián Estiven Calderón. (Col.)

5 y 15 p.m.: “El vampiro en el cine y la literatura Gótica: Un análisis desde la psicología de los arquetipos”

William Castrillón Pérez. (Col.)

7 p.m.: Proyecciones especiales:

Avances de “Ajiguaguao” de Miguel Díaz. (Cuba). Un proyecto que ha nacido desde nuestra tierra.

“Los excluibles cubanos” de Estela Bravo. Presenta José Luis Lobato, Productor asociado del filme (Cuba).

Proyección de un Cortometraje realizado por el Conservatorio de Artes Escénicas dirigido por Wilderman García (Preparación de actores) de Orlando, USA. Presentado por James Llanos (Col.)

Cortos en competencia: 13 Concurso de Cortos del Eje Cafetero.

LUNES 19

Lugar: Hotel del Café.

9 y 30 a.m.: Presentación de 3 Festivales de Cine de Colombia.

10 y 10 a.m.: Premiación del 13 CONCURSO DE CORTOMETRAJES DEL EJE CAFETERO.

10 y 30 a.m.: Escogencia del Eje Temático del 26 Encuentro Nacional de Críticos y Periodistas de Cine del año 2025.

11 a.m.: Invitación a conocer las novedades de los Consejos departamentales de Cinematografía.

Alejandro Castro, Funcionario de la Dirección de Cultura (Secretaría de Deportes, Recreación y Cultura) del Departamento de Risaralda.

 

 

Marco Aurelio y los límites del imperio / Antonio Arenas Berrio


Pablo Montoya



Marco Aurelio y los límites del imperio

Antonio Arenas Berrio


(A propósito de la novela del escritor colombiano Pablo Montoya)


“la vida, guerra y estancia en tierra extraña”

Marco Aurelio

  

Se puede leer con ímpetu y exaltación la novela: “Marco Aurelio y los límites del imperio" del escritor Pablo Montoya. Su lectura representa un viaje a una interpretación histórica de la vida y la muerte del emperador - filósofo y al análisis de la expresión filosófica del estoicismo y su ilusión frente al poder en el imperio Romano. Su aptitud frente al dolor, el sufrimiento, las guerras, la peste, la política, la vida familiar, las invasiones bárbaras y el auge del cristianismo, el erotismo, los médicos, los maestros, las mujeres, sí las mujeres, Faustina, Desideria, Lucila, Aurelia Sabina, Gratia, etc. Al final de la lectura de la novela podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Cómo gobernar una Roma en crisis con las mejores intenciones filosóficas? ¿Vivía Marco Aurelio, según la naturaleza y era realmente un estoico que rechazaba la guerra? La vida de Marco Aurelio es realmente impresionante. Marco Aurelio, fue césar del imperio Romano desde 161 hasta su muerte 180, y sucumbió víctima de la peste antonina, se dice que vivió 58 años y tuvo 13 hijos. Sus Meditaciones y las cartas a sus amigos son famosas. Es considerado uno de los grandes filósofos estoicos al lado de Epicteto, filósofo griego de la escuela estoica que vivió parte de su vida como esclavo en Roma. Séneca, político y escritor, uno de los pensadores más notables de la Antigua Roma gracias a su doctrina práctica que defiende la virtud moral como el camino a la felicidad. Sobre la felicidad nos decía Marco Aurelio: “Hace falta muy poco para tener una vida feliz; está todo dentro de ti, en tu forma de pensar”. La novela narrada en primera persona nos acerca a la personalidad del emperador- filosofo, a su condición humana, la forma de obrar, escuchar y conversar de un gobernante, Marco Aurelio, es dueño del cuidado de si, y el cuidado de los otros. La novela permite conocer al hombre, al filósofo, sus inquietudes, la educación, los maestros, sus amores, la familia, su pensamiento y su forma de gobernar. Un gobernante sensible, reservado, sencillo, con una rica vida interior, que supo afirmar la vida en su liza medida y unir vida, pensamiento, amistad y poder. La ficción, “Marco Aurelio y los límites del imperio". Intenta recrear su vida, se conjeturan episodios sobre su vida familiar y erótica, y se polemiza con su filosofía estoica. El tema fundamental de la ficción es la vida, la educación, la relación entre la política y el poder, la religión, la peste, la esclavitud y la filosofía estoica. En última instancia esta ficción histórica, es un oxímoron entre la historia y el pensamiento filosófico, donde se conjugan el ejercicio del poder, la guerra y la muerte. Aquí en la máquina del tiempo, el pasado nos hechiza y se va atando al presente caudaloso, violento y de guerras.

Roma no le pone límites a su ambición y el imperio se agiganta hasta lo anómalo. “Crecemos tanto y nuestros ejércitos alcanzarán un estado de desmesura tal que mantenerlos será imposible”. Se entreteje en la novela una escritura un con tapiz del pasado romano y un mundo moderno converso de guerras. Una época de la Roma Imperial donde reinaba, la justicia, la abundancia y las leyes y el espíritu del ciudadano romano civilizado. Sin duda la paz o la guerra generaba un gran cambio histórico en los ideales de Roma. La novela, “Marco Aurelio y los límites del imperio", no tiene más de trecientas cuatro (304) páginas, doce (12) capítulos, que coinciden con los doce (12) libros de sus Meditaciones y una carátula de un paisaje con ruinas y la estatua de Marco Aurelio, de Huber Robert,1740, y todo parece indicar que el emperador presagia las ruinas de Roma y la caída del imperio. Ahora bien, la novela histórica, se ha transfigurado con el correr de los años en un fenómeno cultural de gran consecuencia, como lo experimentan las nuevas publicaciones y su apreciable calidad literaria. Pablo Montoya, es uno de los escritores que la han cultivado con respetable atracción y claridad a pesar de los anacronismos, y las intertextualidades existentes en ellas y la veracidad de la historia que se cuenta. La notoriedad y seducción se debe mucho a los grandes personajes históricos, una época histórica, los hechos, sus interpretaciones y su ineludible lazo con el presente. Los juegos con el poder, la mixtura de ficción e historia, la vida y obra de grandes héroes. La acción, las intrigas, las plagas, enfermedades, el sexo, el erotismo y sobre todo la lucha por el poder entre los personajes hacen de la novela histórica algo muy atrayente y de extraordinaria lectura. Igualmente, se presenta un desafío intelectual entre el escritor y el lector, los arcanos, las incógnitas y la magia más frágil del personaje principal. Pese a todo esto los críticos podrán decir que toda ficción es histórica, porque cuenta la historia de la gente y su vida privada. La gente tiene o no tiene historia y hay que vivir para narrarla. “Marco Aurelio y los límites del imperio", es una actualización y recreación de su vida, hay episodios de su vida íntima y en la novela se debate con su filosofía, su posición frente a la esclavitud y la expansión de Roma, su experiencia frente a la peste, las invasiones bárbaras, el apogeo del cristianismo y se narra su historia desde los cuarteles de invierno haciendo la guerra. Todo comienza con la gran pandemia del siglo II, una especie de viruela mortal llegada de oriente y traída por las legiones de Lucio Vero, la peste antonina, una pandemia que devastó el imperio romano. En el caso de la novela histórica que estamos considerando sobre “Marco Aurelio y los límites del imperio", llamaremos “Novela histórica a las (novelas) que cuentan una acción ocurrida en una época anterior a la del novelista”. Aquella ficción documentada, ataviada, inventada recreada. Pero se precisa novela histórica: “Una novela en que los sucesos específicos sacados de la historia determinan o influyen en el desarrollo del argumento y le proporcionan, gran parte del trasfondo”.

La reciente novela, “Marco Aurelio y los límites del imperio", tiene sucesos específicos de la Roma Imperial, la peste, la guerra, el auge del cristianismo, los cambios climáticos y un gran personaje, como Marco Aurelio, un filósofo-emperador romano. La novela de Pablo Montoya es histórica porque, existe el acatamiento a cierto periodo histórico, la Roma del siglo II. La presentación de algunas ideas filosóficas del estoicismo divulgadas en los pensamientos de Marco Aurelio. Se supone una verdad histórica (la peste, la guerra) y pueden ocurrir sucesos más inesperados y asombrosos (el ascenso del cristianismo, los misterios de Eleusis) los problemas climáticos en la Roma imperial. También la distorsión consciente por parte del escritor de la historia, mediante omisiones y anacronismos, la ficción de unos personajes históricos que fueron reales y otros imaginados. La metaficción y a veces los comentarios del autor en el texto. La intertextualidad, toda novela histórica, es la absorción de otros textos, el lenguaje poético y las formas de leerse la ficción, la alusión a otros escritos y otras obras, el diálogo, la parodia, la realidad histórica son aspectos irreconciliables en la novela histórica. En la novela de Pablo Montoya, nos encontramos con el ambiente perverso del poder, la política, la peste, el error fatal frente al cristianismo, la usurpación del poder, la enfermedad, la caída, la prudencia frente a la paz, la esclavitud, la libertad interior, la osadía de pensar y conversar frente a la adversidad, la muerte y el equilibrio de la vida. “El tiempo de la vida humana: un punto; su ser: fluyente; su percepción: turbia; la composición del conjunto del cuerpo: un agregado sujeto a la putrefacción; el alma: un remolino; lo que trae el azar: insondable; la fama: algo dudoso. En suma, todo lo del cuerpo: un río; todo lo del alma: sueño y humo; la vida: lucha y estadía de un extraño; la fama póstuma: olvido. En estas condiciones, ¿qué nos puede escoltar? Únicamente la filosofía”. ¿Ofrecía la filosofía estoica la salvación o una forma de vida para comprender la existencia , soportar el dolor y el sufrimiento, controlar las pasiones? La obra de Marco Aurelio, Meditaciones, constituyen una pieza magistral en la filosofía estoica. Somos materia y alma que algún día se desintegrará y pasaremos al olvido. Los hechos poco importan, si antes no nos conocemos a nosotros mismos, lo que nos sucede, ¿Quién seremos entonces? Con esta novela Pablo Montoya, nos ofrece una evocación de un personaje sorprendente, unos datos del pasado, una filosofía estoica y epicúrea y un tenue rigor histórico y una discusión del presente frente a la guerra y el sufrimiento. La idea del romano ideal, del liderazgo frente las vicisitudes, y los retos cotidianos y la grandeza frente a la guerra. Meditaciones sobre la vida, los límites del poder y la muerte. Un aspecto importante del emperador filosofo, era la sencillez. “La sencillez, desde que comencé mis lecciones con Rústico, fue el lema. Sencillez para hablar y escribir. Sencillez para obrar. Sencillez para vestir. Por lo tanto, era menester no escapar de la charlatanería y la batahola, sino confrontarla con tacto calmado. Buscando con ello un diálogo en que lo indispensable fuera sortear el alegato y la polémica para alcanzar la reconciliación”. Hermosa lección de vida que nos trae esta novela, sencillez, diálogo, actitud frente a la polémica y reconciliación como lección de vida. Esta magnífica novela histórica, fue inspirada ante todo por la figura de Marco Aurelio, la filosofía estoica y epicúrea, el autor se aventuró hacer una rica pesquisa de la vida de un emperador filósofo, procurando no dejar de lado, la edad histórica de la peste, las guerras y los problemas climáticos. Un lector pude compartir los infinitos goces de un tema tan exquisito como lo es la filosofía estoica. Ente todas las filosofías Helenísticas, epicureísmo, estoicismo, escepticismo, cinismo, el estoicismo y el epicureísmo son quizá las dos filosofías más discutibles y actuales que nos afectan de manera misteriosa y profunda. “La filosofía helenística posee un mayor interés por la felicidad individual y la seguridad personal, en lugar de buscar una verdad universal. Esta corriente del pensamiento busca la seguridad, tomando como referencia las leyes inalterables de la naturaleza y del cosmos”. Un esclavo filósofo: Epicteto, un senador y político rico: Séneca, y un emperador filósofo, Marco Aurelio: Formando la trilogía romana, más famosa de la filosofía estoica que pretendió vivir conforme a la naturaleza. Se trata de una forma de vida filosófica tan difícil de llevar que casi podríamos decir que existen o existieron hombres que la practicaron y seguirán existiendo. Porque la filosofía, al igual que el amor, entra por el cuerpo, los sentidos, traspasa la piel e invade las zonas más desconocidas de nuestro espíritu. “¿Qué nos puede guiar entonces?” Una sola y única cosa la filosofía. En la novela “Marco Aurelio y los límites del imperio", aparece la alineación en filosofía estoica y una honda reflexión y crítica sobre esta forma de vida. Los maestros y la formación de Marco Aurelio, veamos: “Fue entonces cuando Adriano se encargó de aprobar mis nuevos maestros y con ellos pude, por fin, cruzar la puerta del estoicismo. Junio Rústico fue el primero de ellos. De él recibí no la ostentación del sofista, ni la vanidad del poeta, sino la simpleza del filósofo. Un día puso en mis manos una copia de sus notas sobre los cursos de Epicteto, los que había asistido en Nicópolis. Mirándome con sus grandes ojos vacunos, me pasó los papiros y conto la historia a de su guía. Epicteto había sido un liberto que no escribió lo que enseñaba. Lo suyo era hablar ante sus discípulos, con voz lenta y grave, de los filósofos griegos. Nacido en Frigia, los atropellos de un amo romano lo habían malogrado para las labores físicas. Un cortesano de Nerón, al adquirirlo, le otorgo a Epicteto la libertad, sus dotes benevolentes y el buen manejo de los idiomas se la merecían con holgura”. Nótese en la ficción que primero aparece Epicteto y su manual, más adelante, en la novela con el maestro Apolonio aparecen los primeros estoicos, verdaderos creadores de la doctrina filosófica, Zenón, Crisipo y Panecio. De este último asimilé que el dolor no es un mal en sí, si no una prueba que se debe superar para manifestar la superioridad moral que poseemos ante la vida. ¿Cómo ser un hombre hecho para gobernar y ser alguien cuyos actos estén fundados en la razón y la verdad? Un filósofo gobernante que se apoya en la doctrina estoica. Percibió Marco Aurelio, la filosofía estoica cuando escribió en su Meditaciones lo siguiente: “Corre siempre por el camino más corto, y el más corto es el que discurre de acuerdo con la naturaleza”. La novela, “Marco Aurelio y los límites del imperio", tiene 14 capítulos (La gran plaga, la desnudez y la libélula, La adopción, Los barbaros, Faustina, La usurpación, Viaje a oriente, Los misterios, La efímera tregua, Cristina, La conversión, Niebla y olvido. Cada uno de estos capítulos desarrolla un tema de interés para el lector, desde la llegada de la peste hasta la muerte del emperador. Sobresalen a mi juicio, el de Faustina, esposa del emperador, calumniada y recuperada en esta ficción, como una esposa que siempre estuvo al lado de Marco Aurelio, el viaje a oriente es un capítulo especial, describe algunos de los lugares relacionados con los viajes del emperador, sobre todo de las provincias romanas de Asia menor. “En oriente, en cambio, se diseminaba una luz que decía cómo era el abrazo entre el inicio y el fin de toda empresa humana…En oriente habían nacido las elucubraciones más perennes sobre el cosmos y el rol que nosotros ocupamos en él…viajar a oriente era como volver a casa. Y volver a casa era aproximarse a la patria”. La conversación, es a mi juicio uno de los capítulos, más importantes de la novela, en el Marco Aurelio, discute con su amigo entrañable Livio Tertulo, la guerra, la esclavitud y la situación de los cristianos en Roma, la guerra y la esclavitud y las posiciones de Tertulo, dan una perspectiva critica, donde hay consideraciones sobre la guerra y la paz y la esclavitud. Livio Tertulo, es un pacifista, un hombre enfermo y un educador que cuestiona las bases de la dotrina estoica. “Ustedes los estoicos son un caso bien singular. En los templos adoran a los dioses, justifican los rituales de los augures, pero en la intimidad aceptan a uno solo y descreen de lo anticipatorio”. La política es cuestionada y puesta en entredicho. “La política, recuérdalo, es un ir y venir, a veces claro, a veces cenagoso, por las negociaciones”. La doble faz y el trato despótico reciben acá al igual que la guerra y la esclavitud una dura crítica. Esta conversación muestra el trasunto, más claro del sufrimiento, la postración física, el hombre letrado, la experiencia de la filosofía estoica en la antigüedad y el grito desesperado por la educación, la paz y la concordia. En este capítulo creemos esta la postura del autor, frente a la guerra, esclavitud, la paz, la educación, el sufrimiento y la crítica a los gobernantes. Corresponde al lector explorar los doce capítulos y captar bien, la filosofía estoica, la vida del emperador y su forma de gobernar.

Vale la pena leer esta novela, “Marco Aurelio y los límites del imperio", con un ojo crítico y ver como el pasado y un emperador filósofo nos permiten aclarar el presente.




miércoles, 14 de agosto de 2024

VENEZUELA: SITUACIÓN LÍMITE / Darío Ruiz Gómez

 

VENEZUELA: SITUACIÓN LÍMITE

Darío Ruiz Gómez

La visión inmediatista de las cosas, de los hechos impide contemplar la complejidad de una situación política dada, o de un shock de tipo  político donde se ha llegado a un estado de no retorno.  El análisis  de la situación política en Venezuela a partir del previsto autogolpe de Maduro no ha contado con la visión crítica de lo que este autogolpe significa como nueva reivindicación  de autoritarismo y como el desvelamiento ante los ojos del mundo de lo que se ha puesto en juego en una situación límite de la cual no hay regreso. Más de 30.000 mercenarios rusos, cerca de ochenta mil mercenarios cubanos y diez mil iraníes diseminaos estratégicamente a lo largo y ancho del territorio venezolano. Infiltración secreta que viene actuando descaradamente como un  caballo de Troya fortaleciendo junto con las  plataformas  rusas de espionaje y desinformación el  alcance político del totalitarismo de Putin como el de los Ayatolás iraníes y naturalmente China. Esto quiere decir que bajo la órbita de este totalitarismo Venezuela está siendo sometida  desde hace décadas a ser una punta de lanza de este fundamentalismo en el continente latinoamericano. La lucha de Ucrania contra el despotismo de Putin es la lucha de las tradiciones de la Cultura Occidental- ¿Habrá que volver a repetirlo?- contra la alianza de estos gobiernos con el Estado Islámico en su terrorismo constante contra las instituciones occidentales. ¿Dónde está ahora la Colombia de Petro una vez que éste sacó nos de la Otan y la inscribió en la órbita de Rusia, Irán, China, Cuba,  Nicaragua, Venezuela bajo cuyas políticas de agresión seguimos hoy después de renunciar, repito, a nuestra tradición democrática?   Cito de nuevo“Los griegos fundaron la filosofía distinguiendo lo que estaba bien de lo era ancestral: Europa nació con el logos, es decir, cuando la pregunta ¿Qué es…? ¿Qué es el valor? ¿Qué es la piedad? ¿Qué es el bien? sustituyó la autoridad de la costumbre” Lo que se busca entonces al rehuir las preguntas sobre el bien, la piedad, el valor es  sustituirlas  sin escrúpulo moral alguno por  algo tan perversamente equívoco como lo “raizal”  para negar el papel de  la justicia como razonamiento frente al delito de matar, aceptando que  el terrorismo es un arma de la ira de sus nuevos dioses telúricos. El pajarito que diariamente ve Maduro y que ven sus abyectos seguidores.

¿Nadie sabía entonces de la crueldad de Maduro y de sus compinches, nadie en este proceso de brutal regreso a la selva? Todo el mundo se quedó callado o se refirió a la necesidad de tener la debida tolerancia considerándolo como un  “diverso” político   y aceptando  implícitamente  que se habían convertido en marionetas  de la tortura que llevó a que ocho millones de venezolanas tuvieran que huir de su patria. La complacencia  ideológica se convirtió en complicidad  con el crimen y condujo a que en Colombia nadie haya visto, repito, a los millones de nuestros  campesinos desplazados por los sicarios de las nuevas organizaciones de guerrilleros- narcotráficantes. Los intelectuales, los periodistas, los profesores de izquierda dominados por lo “ancestral” renunciando al Logos, consideraron simplemente que estos millones de desplazados era la “derecha que huía”. Zapatero el expresidente español y toda la banda de facinerosos de “Podemos” siguen bailando de la dicha en este aquelarre. Tres Estados fueron otorgados por Chávez-Maduro para su total dominio al ELN y éste, recordemos, juró lealtad no a Colombia sino al Ejército madurista. Fuera de estas raleas que a última hora gritan que Maduro es un tirano y que la represión existe, lavándose las manos ¿Qué hicieron en el pasado inmediato para contribuir a que este totalitarismo tuviera su fin? Decir que Maduro intenta convertir a Venezuela en un Estado totalitario cuando lleva décadas haciéndolo  ¿no es una manifestación de hipocresía?

sábado, 10 de agosto de 2024

Primeros sonetos de Walter Benjamín / Carl Skoggard

 



Primeros sonetos de Walter Benjamín.

Con el corazón roto, uno de los grandes pensadores del siglo XX se volcó a la poesía

Carl Skoggard

No es muy conocido que Walter Benjamín escribió una extensa serie de sonetos para lamentar la muerte de Christoph Friedrich Heinle, un prometedor poeta que se quitó la vida a los 20 años, días después de que comenzara la Primera Guerra Mundial. Benjamín trabajó en estos sonetos durante mucho tiempo, posiblemente una década. De vez en cuando los leía en su círculo familiar; en 1923 pensó en enviar muestras a Florens Christian Rang, un distinguido hombre mayor con el que había llegado a tener una excelente relación y que podría haberlos pasado a un posible editor. Pero los poemas parecen haber permanecido con Benjamín. Fueron parte de los escritos que finalmente confió a Georges Bataille en 1940 para su custodia, cuando continuar en Francia era imposible. La publicación de los sonetos se hizo esperar hasta 46 años después de la muerte de Benjamín; la presente traducción los pone a disposición de los lectores de habla inglesa por primera vez.

Benjamín, como escritor de sonetos, parece plantear un problema especial a sus admiradores. Incluso hoy, el hecho de que sean la obra central de sus primeros años de adulto no ha quedado registrado en la literatura. Tal vez esto se deba a que la gente no puede llegar a considerar a Benjamín como un poeta, o no puede concebir que haya recurrido a la escritura de poesía para afrontar cuestiones cruciales de su vida. Definir a Benjamín nunca ha sido fácil. De hecho, durante los años en que escribió sus sonetos, el joven Benjamín también imaginaba que sería el siguiente en hacer avanzar la metafísica alemana. Asimismo, se veía a sí mismo convirtiéndose en el principal crítico de la literatura alemana. Al final, sin embargo, a pesar de sus contribuciones sumamente originales a ambos campos, Benjamín no legó nada parecido a la obra de su vida a ninguno de ellos.

Como señaló Hannah Arendt en su influyente ensayo, todo lo que Benjamín dejó para la posteridad fue totalmente sui generis. Nada de lo que hizo se parecía a lo que habían escrito otros antes que él o que era probable que se repitiera, y menos aún por él mismo. Además, Benjamín era un aficionado en todo lo que tocaba: Su erudición era grande, pero no era un erudito; su tema abarcaba textos y su interpretación, pero no era un filólogo; no se sentía muy atraído por la religión sino por la teología y el tipo teológico de interpretación para el que el texto en sí es sagrado, pero no era un teólogo ni estaba particularmente interesado en la Biblia; era un escritor nato, pero su mayor ambición era producir una obra que consistiera enteramente en citas. Eliminar anuncios Esta lista concluye con la observación de que Benjamín “pensaba poéticamente, pero no era ni poeta ni filósofo”. Sin duda, los sonetos de Benjamín no se parecen a ningún otro. Arendt, amiga de Benjamín durante sus últimos años en París, puede que no los conociera. Pocas personas fueron informadas del proyecto; A menos aún se le mostraron poemas. Durante los años en que trabajó activamente en los sonetos, sólo Gershom Scholem, que era su colaborador más cercano y escuchó a Benjamín leer algunos de ellos, estaba plenamente iniciado y podía percibir la gran importancia que tenían para él. Por lo tanto, en gran medida, su limitada recepción debe atribuirse al propio Benjamín, siempre inclinado a guardar en secreto lo que más le importaba. Después de la muerte de Benjamín, quienes lo conocieron mejor simplemente asumieron que ciertos sonetos dedicados a un amigo fallecido de su primera juventud se encontraban entre sus obras perdidas. Los sonetos serían redescubiertos en París, en la Biblioteca Nacional, en 1981. Pero hasta ahora su descubrimiento no les ha otorgado un lugar firme en la comprensión que alguien tiene de Benjamín y su obra.

Al dedicarse a los sonetos, Benjamín tuvo cuidado de respetar los patrones formales tradicionales. Sin embargo, en sus manos, el respeto por las convenciones sólo contribuye a una rareza esencial. La rareza comienza con el simple hecho de que pasaría años escribiendo tantos de ellos —73 en total— para un amigo (varón) muerto. Pero en la desolación de la Primera Guerra Mundial, escribir sonetos se convirtió para él en una obsesión secreta. Se trataba de sonetos de otro mundo en los que Benjamín buscaba consuelo en una constelación lejana de realidad metafísica inmutable. No tienen nada que ver con las vicisitudes de una relación amorosa en el aquí y ahora, como los de Shakespeare, aunque, como su predecesor, Benjamín es un poeta amante que busca un favor especial. Ese favor será una comunión espiritual enrarecida con el amigo, lograda a través del mismo proceso de duelo por él. Al mismo tiempo, los sonetos de Benjamín son su respuesta idiosincrásica al conflicto que lo rodeaba, sobre el que en general había guardado silencio.

Aparte de lo que se desprende de los poemas, la evidencia de la relación entre Benjamín y “Fritz” Heinle proviene principalmente de cartas que Benjamín escribió durante la primavera y el verano de 1913 y de la Crónica de Berlín, una autobiografía de sus primeros años en Berlín escrita poco antes de que Benjamín abandonara Alemania para siempre, es decir, casi dos décadas después de los hechos que se recuerdan. Las cartas, llenas de entusiasmo juvenil, nos permiten rastrear los inicios de una poderosa atracción de opuestos entre Benjamín, de veinte años, y un renano libre e impetuoso que apenas tenía dos años menos que él. Su encuentro tuvo lugar en la pintoresca ciudad subalpina de Friburgo de Brisgovia, donde ambos se habían matriculado en la universidad. En cuestión de semanas, caminaban juntos por las montañas circundantes y bebían juntos en tabernas. Las misivas de Benjamín, dirigidas a antiguos compañeros de escuela en Berlín, muestran que casi de inmediato intentó publicar la poesía de Heinle, esfuerzos que resultaron infructuosos entonces y más tarde. El comentario más interesante de Benjamín indica que él, Benjamín, tan reservado e intensamente intelectual, estaba cayendo bajo la influencia de su nuevo amigo.

Heinle es mencionado por primera vez en una comunicación positivamente locuaz fechada el 29 de abril de 1913 que Benjamín dirigió

¡Y mira con qué clase de gente me relaciono! También te enterarás de esto de Sachs. Está Keller, que tiene el comienzo de una nueva novela significativa; tiene una linda novia a la que veo a menudo. Está Heinle, un buen muchacho. “Bebe y come bien y escribe poemas”. Se supone que son muy agradables. Pronto oiré hablar de algunos. Siempre soñando y alemanes. No bien vestidos.

Franz Sachs era otro amigo de la escuela en Berlín. La carta continúa: “Toma nota, aquí solo ando con cristianos, y por favor dime qué significa eso”. Casi todas las cartas que sobrevivieron de este período de la vida de Benjamín estaban dirigidas a pares judíos de su propio entorno asimilado en Berlín.

Las cartas de Friburgo hacen referencia rutinaria a Heinle. Una a Sachs (4 de junio de 1913) muestra que Benjamín ya tenía la intención de que se publicaran “odas” de Heinle. Otra a Blumenthal fechada el 7 de junio contiene la “última” de Heinle: Retrato. Con seis líneas musicales de pentámetro yámbico rimados, el poema se aferra a un momento de rendición erótica:



De lino amarillo se eleva bronceado y claro

El cuello esbelto erguido.

Sin embargo, plenamente consciente

De los festines otorgados, se hunde la pareja chamuscada

En hermosos arcos hacia el placer combado.

Como uvas oscuras brotan el par de labios

Con repentina madurez hacia el pecho agitado.



El 3 de julio, Benjamín puede hablar de Heinle y de él mismo a Blumenthal como un par de amigos separados del resto:

Heinle ha resultado ser el único estudiante con el que sigo teniendo una relación verdaderamente personal. Keller está ahora neurasténico... Hace poco fui testigo de una escena terriblemente embarazosa... El hecho de que Heinle y yo no tuviéramos nada que ver con ello, sino que ambos nos viéramos como ajenos, debería proporcionarle la prueba de nuestra posición definida y completamente aislada.

La misma carta pone al descubierto la proximidad que se estaba desarrollando entre estos dos y cómo Benjamín sufría, no obstante, la soledad:

Hace poco conocí a una estudiante de Essen, que se llama Benjamín. Dimos un paseo por el Schönberg... uno de los picos más hermosos que conozco. Quiero ir allí por la noche algún día con Heinle. Hablamos de muchas cosas con facilidad y alegría; cada vez que pienso en este paseo, me viene a la mente la gran falta de gente aquí. Heinle es realmente el único.

Algunas de las últimas menciones de Heinle de Friburgo son en su defensa, contra las críticas que se habían dirigido tanto contra su prosa como contra su poesía. Benjamín admite ahora que Heinle se expresa desde el corazón más que a través de ideas (carta a Sachs, 11 de julio) y que cierto poema suyo es “difícil de entender y no perfecto” (a Blumenthal, 17 de julio). Más reveladora es la confesión que le hace a Blumenthal que sigue: “Aquí [en Friburgo] somos quizás más agresivos, más vehementes y menos inclinados a reflexionar (¡literalmente!). Lo que realmente quiero decir es: él es así y lo siento después de él, con él, y a menudo soy así yo mismo”.

Ese otoño los jóvenes emigraron a Berlín para asistir a la universidad allí. Pero ahora el entusiasmo por la poesía de Heinle ya no es un rasgo característico de la correspondencia de Benjamín. En cambio, sus referencias, en su mayoría de pasada, tienen que ver con sus frenéticas actividades dentro del “movimiento cultural juvenil”, o Jugendkulturbewegung. Ya en Friburgo, ambos habían participado activamente en este movimiento, a través del cual los estudiantes universitarios empezaban a exigir más participación en su educación y desarrollo y a abogar en nombre de otros aún más jóvenes que ellos.

Los estudiantes más radicales imaginaban una cultura juvenil completamente autónoma que marcaría el comienzo de la regeneración de la sociedad guillermina en su conjunto. Y aunque siempre fue un asunto manso (nunca se amenazó con la violencia), la Jugendkulturbewegung alarmó a los conservadores. Todos los meses, su órgano periodístico, Der Anfang, lanzaba un llamamiento a la juventud: a crearse a sí misma, a aprovechar ese anhelo de un ideal que sólo ella le pertenecía, y a resistirse a ser moldeada por el orden existente a través de la familia patriarcal, las escuelas y universidades, y la iglesia.

Junto con su amigo Heinle, Benjamín asumió pronto un papel destacado en la dirección estudiantil de Berlín. Sin embargo, la Jugendkulturbewegung fue víctima de luchas internas; y finalmente Benjamín y Heinle también se encontraron en desacuerdo. Una de las cartas de Benjamín de la época contiene su relato gravemente hermoso de la pelea que interrumpió brevemente su amistad:

Ayer por la tarde, Heinle y yo nos encontramos juntos en el camino a la estación Bellevue. Hablamos sólo de cosas sin sentido. Entonces, de repente, dijo: «En realidad, tengo muchas cosas que decirte». Entonces lo invité a que se adelantara, que ya era hora. Y como realmente quería decirme algo, yo estaba ansioso por escucharlo y, a instancias suyas, lo acompañé a su habitación.

Al principio repasamos una y otra vez lo que había sucedido, tratando de explicarlo, etc., pero pronto nos dimos cuenta de lo que se trataba y lo dijimos: que para los dos era muy difícil separarnos el uno del otro. Y comprendí una cosa que era el aspecto importante de esta conversación, a saber, que él sabía perfectamente bien lo que había hecho, o mejor dicho, que para él ya no se trataba de «saber», tan definida y necesaria era realmente nuestra oposición mutua, tal como yo esperaba que lo hiciera. Se puso por encima y en contra de mí en nombre del Amor, y yo le respondí con el Símbolo. Comprendéis la sencillez y la riqueza de la amistad para nosotros, cómo para nosotros contiene ambas cosas. Llegó el momento en que nos confesamos que nos enfrentábamos al destino: nos dijimos que cada uno podía estar en el lugar del otro.

Con esta conversación, que apenas puedo transmitirle en esta carta, cada uno de nosotros resistió la tentación más dulce. Él resistió la tentación de la enemistad y me ofreció amistad, o al menos fraternidad, a partir de entonces. Yo resistí rechazando -ya ve- lo que no podía aceptar.

A veces he pensado que nosotros dos, Heinle y yo, somos los que mejor nos entendemos de todas las personas que conocemos. Pero esto no es del todo cierto. Más bien: aunque seamos el uno al otro, cada uno debe necesariamente permanecer fiel a su propio espíritu [Geist].

El resto de la carta confirma que las tensiones entre los amigos habían surgido de diferencias dentro del movimiento cultural juvenil. Sin embargo, los detalles de su disputa son difíciles de discernir. La forma en que se resolvió el asunto también suena críptica en el relato de Benjamín, que se encuentra en su Crónica de Berlín (nota 12): “Incluso ahora puedo recordar la sonrisa que compensó todo el horror de las semanas de nuestra separación, y con la que él [Heinle] hizo lo que parecía una mención casi irrelevante de una fórmula mágica, curando a la parte herida [Benjamín]”.

Luego, de repente, llegó la guerra y el “movimiento cultural juvenil” quedó privado de relevancia. La mayoría de los jóvenes que tenían la edad de Benjamín se apresuraron a tomar las armas. Pero durante la noche del 8 de agosto de 1914, Fritz Heinle, decidiendo lo contrario, se quitó la vida. Con él estaba su amante, Rika Seligson. La Crónica de Berlín relata que a la mañana siguiente Benjamín se despertó con una carta expresa de su amigo que contenía las palabras: “Nos encontrará tumbados en el Heim”. El “Heim” era un lugar de reunión para los estudiantes que pertenecían al grupo dirigido por Benjamín; aquí los dos habían utilizado gas de cocina para para asfixiarse.

Varios periódicos locales de la época se mostraron convencidos de que la pareja había sido infeliz en el amor. Las personas más cercanas a ellos sabían más.

El Berlin Chronicle también habla de la confusión y la excitación de los primeros días del conflicto. Benjamín y otros miembros de su círculo se habían "amontonado" en el Café des Westens de la Kurfürstendamm de Berlín para elegir a qué guarnición se presentarían como grupo. "Mi lugar también estaba entre la oleada de cuerpos que se acumulaban ante las puertas de la guarnición", recordaría Benjamín, por más reservado que fuera mi pensamiento, según el cual el único camino que podía seguir uno era asegurarse un lugar entre los amigos en el inevitable llamado a filas. Es cierto que esto fue sólo por dos días: el octavo intervino el acontecimiento que hizo que esta ciudad y esta guerra se perdieran de vista durante mucho tiempo.

Después de los suicidios, en lugar de presentarse voluntario para convertirse en soldado, Benjamín obtuvo el primero de varios aplazamientos militares. Y no dudó en dimitir de su puesto de dirigente estudiantil. En el verano de 1915 abandonó Berlín para trasladarse a Múnich, donde ya no se involucró en política de ningún tipo y no quiso hablar de la guerra, ni en la correspondencia ni en las conversaciones. Tampoco quiso hablar de la desaparición de su amigo. En 1917 se trasladó a Suiza; hasta 1920 no volvió a vivir en Alemania.



Soneto 1

Libérame del Tiempo del que te has desvanecido

Y de tu presencia líbrame desde dentro

Como en las horas del crepúsculo las rosas rojas se liberan

De toda mera unión de cosas



El homenaje sentido y la voz amarga

Renuncio con calma y tus labios ardientes

Y aún más frente ardiente sombreada de púrpura

Justo debajo del brillo negro de tu cabello


Así que esa imagen me falte también de alabanza

Y de ira que ofrecerías


En camino mientras muy parecido a un príncipe

Tú llevaste el estandarte con su símbolo para desentrañar

Planta en mí tu Nombre sagrado en su lugar

Nombre sin imagen Amén sin fin.



Soneto 34

Una noche me senté a reflexionar sobre mí mismo

Y a mi alrededor tu dulce vida se agitó

El espejo de mi mente me devolvió la mirada

Como si hubieras mirado desde sus profundidades


Entonces vino el pensamiento: Tú me amamantas

En tu aliento me entregaré

Pues como uvas colgando están tus labios

Que han dado testimonio mudo de las cosas más íntimas


Oh amigo, tu presencia me ha sido arrebatada

Como un dormido cuya mano busca la corona

En su propio cabello así en las horas oscuras yo por ti


Aunque una vez tu capa me rodeó

Como si estuviéramos bailando y desde dentro de la multitud de medianoche

Tu mirada me arrebató el aliento de la boca.



Soneto 45

Alma mía, ¿por qué estás siempre en busca de la Bella?

Hace mucho que murió y el globo giratorio

Atiende tanto a su giro que nadie echa de menos al héroe

Alma mía, ¿por qué estás siempre en busca de la Bella?


¿Por qué me despiertas, Señor, con tanto llanto y gemido?

Ah, yo buscaba dormir y el lamento desfigura

Mi estado desolado en el que tú, Desolado, compartes

¿Por qué me despiertas, Señor, con tanto llanto y gemido?


Y así, una noche, tuve un debate en mi corazón

Cayendo mudo y avergonzado, decidí callar

No mostrar más mi dolor a mi alma



No despertarla más, ni aliviar mis penas

Aunque vi que de su boca dormida ella permitió ascender

Tantas canciones tristes Sus lágrimas llameando como velas.



viernes, 9 de agosto de 2024

La sombra, Cien años de Orson Welles. / Alex Ross

 

 


La sombra,

Cien años de Orson Welles. / 

Alex Ross

El vídeo de Orson Welles más popular en YouTube, que supera al avance de “Citizen Kane” y la emisión de “La guerra de los mundos” de 1938, se llama “Orson Welles Drunk Outtake”. Lo muestra arrastrando las palabras a través de uno de esos anuncios en los que entonaba: "Paul Masson no venderá vino antes de tiempo". No importa si estaba borracho, experimentando los efectos de la medicación (sufría de diabetes y otras dolencias) o simplemente muy cansado. Lo sorprendente del vídeo es su popularidad. Así es en gran medida como la cultura actual ha decidido recordar a Welles: como un desastre pomposo, un hombre que alcanzó su punto máximo temprano y luego decayó en trabajos forzados y fiascos inflados.

El vídeo señala una fisura de décadas en la reputación de Welles, cuyo centenario cayó el 6 de mayo. El crítico de cine Jonathan Rosenbaum, autor del libro de 2007 “Descubriendo a Orson Welles”, observa que los comentarios tienden a caer en categorías “partidistas” y “adversarios” (adversario significa una tendencia a celebrar los primeros trabajos mientras se detectan presagios de desastre). El largo ensayo de Pauline Kael, “Raising Kane”, que apareció en esta revista en 1971, propagó esa opinión: elogió efusivamente a “Kane”, pero atribuyó muchas de sus mejores características al guionista Herman Mankiewicz y otros colaboradores. Después de esa película, escribió Kael, Welles “se desmoronó, se volvió desordenado”. Una biografía de Charles Higham de 1985 condensaba la historia estándar en su subtítulo: “Orson Welles: El ascenso y la caída de un genio americano”.

Los partidarios, quejándose de la fijación por “Kane”, destacan entradas posteriores en el canon. Siguiendo las preferencias del propio Welles, a menudo mencionan la película de Falstaff de 1965, “Chimes at Midnight”, como su mayor logro. Como tantos obsesivos, se saludan con apretones de manos secretos, haciendo referencia a obras oscuras o inexistentes: el programa de radio “Su Señoría el Mayor”, el piloto de televisión “La fuente de la juventud”, la obra impresa de los años setenta inacabadas. película “El otro lado del viento”, el final perdido de “Los magníficos Amberson”. Una serie de libros nuevos en el año del centenario, junto con publicaciones de la década pasada, sugiere que los partisanos están ganando terreno lentamente.

Entusiastas y escépticos coinciden en que Welles tiene una manera de escaparse de las manos. Por un lado, contó historias sobre el poder dañado: un magnate de los periódicos surge de la pobreza y termina en la desolación; un policía falsifica pruebas para condenar a personas que cree culpables; Un director macho añora en secreto a los jóvenes protagonistas masculinos de sus películas. Truffaut describió una vez el trabajo de Welles como una meditación sobre la “debilidad de los fuertes”. Por otro lado, las películas toman vida de las márgenes, de los grotescos del fondo. “Touch of Evil” se vuelve sublime en el momento en que aparece Marlene Dietrich, como la propietaria de un burdel mexicano que resuena con una música esquelética de piano. Las películas están llenas de obras de teatro dentro de obras de teatro, pantallas sobre pantallas; un incesante parpadeo de sombras en las paredes nos recuerda que estamos mirando imágenes proyectadas. Todo esto llega a un punto crítico en la obra maestra del último período “F for Fake”, un estudio de engaños que a su vez resulta ser un engaño.

Welles causa un sinfín de problemas debido a su lugar inestable en la jerarquía cultural estadounidense de altos y bajos. Amaba la tragedia y el vodevil, el cine expresionista y las historias de aventuras para niños. Convirtió vehículos de género como “Touch of Evil” en laberintos surrealistas; hizo que “Macbeth” pareciera un horror gótico. Era un populista subversivo, un vanguardista famoso. También fue, con frecuencia, un artista político, uno que alcanzó la mayoría de edad durante el apogeo del Frente Popular y nunca dejó de agitar la industria cultural. A pesar de los numerosos comentarios, mucho sobre él permanece relativamente inexplorado: su identificación con los afroamericanos, su investigación de las ambigüedades sexuales. Curiosamente, sigue activo, sigue trabajando; Si, como se espera, pronto aparece una versión completa de “El otro lado del viento”, es posible que nos confunda una vez más.

La parte familiar de la saga de Welles, su rápido ascenso a la cima de "Kane", se ha contado muchas veces, con mayor estilo en el libro de Simon Callow de 1995, "Orson Welles: The Road to Xanadu", el primero de tres volúmenes biográficos que fecha, con un cuarto a continuación. Pero “El joven Orson: Los años de suerte y genio en el camino hacia el ‘ciudadano Kane’” de Patrick McGilligan (HarperCollins), producto de años de investigación meticulosa, puede ser el relato definitivo. Revela, entre otras cosas, que la reputación de Welles como automitificador es en sí misma una especie de mito: bastantes anécdotas improbables resultan ser más o menos ciertas. ¿Welles vio actuar a Sarah Bernhardt en Chicago? ¿Debutó en el escenario como Sorrow, el niño de “Madama Butterfly”, en el Festival de Ravinia? Falta una confirmación absoluta, pero las cronologías coinciden. (Un detalle del Chicago Tribune: en una representación de “Butterfly” en 1919, un niño anónimo y de peso inusual sustituyó a Sorrow, lo que provocó risas entre el público).

Welles nació en Kenosha, Wisconsin. Su padre, Richard, era un inventor encantador y disipado que trabajaba para un fabricante de lámparas para bicicletas; su madre, Beatrice Ives Welles, era pianista y activista. La mundanalidad de Welles evidentemente surgió de su padre, sus dotes artísticas y tendencias radicales de su madre. McGilligan, que ha escrito biografías de Alfred Hitchcock, Fritz Lang y Nicholas Ray, revisó los archivos de periódicos y desenterró muchos detalles nuevos de las actividades de Beatrice, que incluyeron campañas sufragistas y un período en la junta escolar de Kenosha. Beatrice murió en 1924, de hepatitis, justo después del noveno cumpleaños de Orson. Richard vivió seis años más, su salud arruinada por el alcoholismo. Maurice Bernstein, un médico de Chicago en ascenso social que se había hecho amigo de la pareja, se convirtió en el tutor de Orson, llevándolo de un lugar a otro mientras se involucraba en una serie de aventuras de alto perfil.

Welles asistió a la Todd School for Boys, en Woodstock, Illinois, y el director de la escuela, Roger Hill, se convirtió en una figura paterna para él. En obras escolares, Welles dirigió, diseñó decorados, hizo disfraces e interpretó una gran cantidad de papeles, incluidos Cristo, Judas y la Virgen María. Poco después de graduarse de Todd, a la edad de dieciséis años, Welles convenció a Bernstein para que le dejara viajar solo a Irlanda y pronto debutó como actor profesional en el Gate Theatre de Dublín. Su éxito fue informado en el New York Times, que lo calificó de "increíblemente bueno". En 1934, cuando tenía diecinueve años, debutó en Broadway, como Teobaldo en “Romeo y Julieta”. También se había casado con la actriz Virginia Nicolson, el primero de tres matrimonios poco felices, del que nacieron tres hijas no siempre felices. Su hijo mayor, Chris Welles Feder, deja constancia de sus deficiencias como padre en sus conmovedoras e indulgentes memorias de 2009, “In My Father’s Shadow”.

El surgimiento casi repentino de Welles como el niño genio del teatro estadounidense a menudo se atribuye a la suerte. Él mismo lo dijo, y en el subtítulo de McGilligan aparece “suerte”. Pero el factor decisivo fue el ambiente político-cultural de mediados de los años treinta. Por única vez en la historia de Estados Unidos, el gobierno estaba financiando generosamente las artes, a través de la Works Progress Administration, y las cadenas de radio y los estudios cinematográficos cultivaban proyectos de “calidad” o “prestigio”. Durante este período, Toscanini se convirtió en una estrella de la radio NBC y varias novelas de Thomas Mann se convirtieron en selecciones del Club del Libro del Mes. Ni Callow ni McGilligan hacen plena justicia a los fundamentos del New Deal en la carrera de Welles; para eso hay que recurrir al libro de Michael Denning de 1996, “The Cultural Front”, que presenta a Welles como el “Brecht americano”, o al estudio clásico de James Naremore “The Magic World of Orson Welles”, reeditado recientemente por la Universidad de Illinois.

El plato fuerte de Welles fue el Proyecto Federal de Teatro, que tendía a adoptar una línea de extrema izquierda, del Frente Popular, e impulsó deliberadamente el teatro afroamericano. La Unidad Negra de Nueva York del F.T.P. cayó en manos del productor John Houseman, nacido en Rumania y educado en Gran Bretaña, que había admirado a Teobaldo de Welles. A finales de 1935 surgió la idea de montar un “Macbeth” completamente negro y Houseman invitó a Welles a dirigirlo. El vudú “Macbeth”, como se le conoció, sentó las bases para el teatro wellesiano: un concepto de desplazamiento (la acción se trasladó a una isla caribeña que recuerda a Haití en la era de Henri Christophe); iluminación austera y espeluznante; Edición despiadada. Welles y Houseman posteriormente formaron una F.T.P. unidad llamada Proyecto 891, que lanzó el musical pro-sindical de Marc Blitzstein, “The Cradle Will Rock”. En 1937, como F.T.P. sufrió un ataque político, Welles y Houseman fundaron el independiente Mercury Theatre. Su primera producción, un “Julio César” en un ambiente fascista, causó sensación y Welles pronto apareció en la portada de Time.

Según muchos relatos, el momento más electrizante de “César” fue la breve escena en la que Cinna la Poeta es confundida con uno de los conspiradores y atacada por una turba. Sorprendentemente, el actor que interpretó a Cinna, Norman Lloyd, todavía vive, a la edad de ciento un año, y tiene vívidos recuerdos de su trabajo con Welles.

La puesta en escena de la escena fue, típicamente, una improvisación de último momento, una conjuración a partir del caos. Lloyd me describió el resultado final: “Cuando la multitud comienza a moverse muy lentamente, no los escucho. Miro a mi alrededor y me sorprendo: hay mucha gente a mi alrededor. Y lo que yo jugué fue que pensé que querían mis poemas. Entonces saqué el poema y se lo ofrecí al protagonista. . . . Y luego Orson pasó a ocupar el puesto de director. Él dijo: '¡Quítale esto y golpéalo! _¡Tíralos hacia él! ¡Tíralos a él! _' Dije: 'No, soy Cinna la Poeta'. Orson le dio su contorno: el movimiento por el escenario (me siguen, me siguen todo el tiempo) y mi comprensión, finalmente, de que esto era la muerte. . Desaparezco entre la multitud mientras me corren por la rampa”. Lloyd concluyó: “Esta escena reflejaba en gran medida lo que estaba sucediendo en el mundo en ese momento. El público lo entendió. Esto es fascismo en las calles”.

En el mismo período, Welles alcanzó el estrellato en la radio como justiciero que induce hipnosis en “The Shadow”. Los ingresos de esta y otras apariciones en la radio se canalizaron hacia su F.T.P. muestra, lo que provocó que el presidente Franklin Delano Roosevelt bromeara diciendo que Welles fue el “único operador en la historia que alguna vez desvió dinero ilegalmente hacia un proyecto en Washington”. Welles impulsó la radio en una dirección artísticamente más ambiciosa con su “Mercury Theatre on the Air”, adaptando a Shakespeare, Dickens, “Drácula” y docenas de otras propiedades literarias. Bernard Herrmann se unió a Welles como compositor interno y luego lo siguió a Hollywood, convirtiéndose en el mago de la música de cine.

La noche antes de Halloween de 1938, Welles y su equipo perpetraron la hora de radio más famosa en la historia del medio: “La guerra de los mundos”, que dramatizó la novela de H. G. Wells como una transmisión de noticias de última hora y convenció a un tal número de americanos que los marcianos habían invadido. Como muestra A. Brad Schwartz en “Broadcast Hysteria: Orson Welles’s ‘War of the Worlds’ and the Art of Fake News” (Hill & Wang), la audiencia fue engañada en gran medida por el ritmo. Welles hizo la apertura deliberadamente monótona, extendiendo una música falsa transmitida por “Ramón Raquelo and His Orchestra”: los músicos de Herrmann, galopando torpemente. Entonces intervino una voz con informes de avistamientos astronómicos peculiares y sucesos extraños en Grover's Mill, Nueva Jersey. Un periodista describió, a la manera de la transmisión del desastre de Hindenburg, criaturas con tentáculos que salían arrastrándose de un barco estrellado. El locutor cerró la sesión; había música de piano de Chopin; volvió el locutor (“Damas y caballeros, ¿estoy en marcha?”), pero su voz pronto fue ahogada entre gritos; hubo seis segundos de aire muerto; otro locutor se disculpó por las dificultades técnicas; Chopin siguió tintineando. Tenía el ritmo irregular de lo real.

Schwartz no es el primero en señalar que la leyenda del pánico en todo el país es exagerada. Sólo entre el dos y el cuatro por ciento de la audiencia de radio sintonizó esa noche, y sólo una fracción de esos oyentes se volvió loco. En el archivo Welles de la Universidad de Michigan, Schwartz estudió más de mil cartas relacionadas con “La Guerra de los Mundos”. Los partidarios superaban en número a los críticos diez a uno; Muchos oyentes admitieron haber sido engañados, pero agregaron que habían disfrutado del susto. Uno comenzaba dirigiéndose a Welles como "Eres una persona horrible, terrible" y terminaba diciendo: "Debo decir que fue maravilloso". Schwartz concluye que los rumores de pánico total fueron avivados por comentaristas impresos que deseaban reflexionar sobre la credulidad de las masas y la falta de confiabilidad del medio radiofónico, de manera muy similar a como los expertos se preocupan hoy por Internet. “El caos reinó esa noche, pero sólo en las redacciones de todo Estados Unidos”, escribe Schwartz.

Durante unos días parecía que Welles sería castigado y que la F.C.C. implementaría nuevas restricciones. Sin embargo, al final, “La Guerra de los Mundos” tuvo el efecto de unir a la opinión pública contra la censura. Mucha gente defendió el derecho de Welles a enloquecer: era el estilo estadounidense. The Campbell Soup Company firmó como patrocinador y R.K.O. Radio Pictures invitó a Welles a Hollywood. Como observa Schwartz, éste fue un resultado irónico: los intereses corporativos demostraron ser un vigoroso censor de ideas poco ortodoxas.

"Kane" no fue la primera película de Welles. Entre varios de sus primeros intentos, los más notables fueron segmentos de películas mudas que filmó como complemento de una producción de Mercury de la farsa de William Gillette "Too Much Johnson". Las imágenes no se utilizaron debido a dificultades logísticas y luego desaparecieron. Inexplicablemente, aparecieron hace unos años, en un almacén de Pordenone, Italia. Como Richard Brody ha señalado en newyorker.com, la película rinde homenaje a las payasadas de Mack Sennett y Harold Lloyd, pero también anticipa las imágenes futuras de Welles: planos extremadamente bajos enmarcan a Joseph Cotten contra el horizonte de Manhattan. El metraje socava la suposición de que el estilo cinematográfico de Welles se formó bajo la tutela de Gregg Toland, el virtuoso director de fotografía de "Kane".

McGilligan termina su libro justo cuando Welles comienza a filmar "Kane", pero ofrece un relato lúcido de los orígenes de la película, corrigiendo la impresión dada en "Raising Kane" de Kael. (En 1978, el académico Robert Carringer desmanteló la idea de que Mankiewicz debería ser considerado el único autor de “Kane”, pero la noción no ha desaparecido.) Mankiewicz proporcionó la presunción central de un magnate de los periódicos inspirado en William Randolph Hearst, pero muchos motivos se extraen de proyectos anteriores de Welles. Una obra de teatro llamada “Marching Song”, que escribió con Roger Hill, se enmarca como una búsqueda periodística para comprender una figura histórica contradictoria (en este caso, John Brown); en un guión no filmado titulado “El sonriente con el cuchillo”, allí se presenta a un magnate de derecha, como en “Kane”, con un noticiero. Mankiewicz inventó personajes y diálogos vibrantes, pero el primer borrador, titulado “Americano”, da vueltas. La revisión de Welles es una hazaña de edición salvajemente hábil en la que escena tras escena cobra vida a través de una ingeniosa compresión. En una famosa secuencia de cortes, se ve a Thatcher, el tutor de Charles Foster Kane, exclamando: "Feliz Navidad". . . ¡y un feliz año Nuevo!" Hay un salto de casi dos décadas en medio de la frase.

Los miembros del bando adversario afirman que, después de "Kane", Welles fue víctima de la autocomplacencia. A finales de 1941 y principios de 1942, filmó “The Magnificent Ambersons”, una historia etérea y melancólica de una familia del Medio Oeste en decadencia. Debería haber sido su obra maestra, pero, se nos dice, Welles se fugó a Brasil antes de terminarla, desperdiciando dinero en "It's All True", una película general que enfatiza la multiplicidad racial y cultural en América Latina. El estudio que financiaba Mercury Productions, R.K.O., perdió la paciencia y cerró la operación. "Nunca hubo una película allí, sólo un gesto extravagante y autodestructivo", escribe David Thomson en su libro de 1996, "Rosebud". Mientras tanto, “Ambersons” fue drásticamente reeditada y filmada sin la participación de Welles.

El libro de Catherine Benamou de 2007, “It’s All True”, una obra maestra de la erudición, presenta el proyecto latinoamericano como un cine visionario, austero en su técnica y radical en su política. No surgió de una fantasía ociosa sino de un imperativo en tiempos de guerra: la administración Roosevelt estaba preocupada por las incursiones fascistas en América del Sur y vigilaba de cerca a Getúlio Vargas, el presidente autoritario de Brasil. Welles inicialmente fue a Brasil para filmar el Carnaval de Río; R.K.O.  El gobierno brasileño esperaba un entretenimiento colorido, apto para la propaganda. Pero quedó fascinado por la historia de los jangadeiros: cuatro pescadores en balsa del norte de Brasil que, el año anterior, habían navegado mil seiscientas millas a lo largo de la costa hasta Río, dramatizando la necesidad de mejorar las condiciones laborales. Welles también abrazó la cultura brasileña y tomó conciencia de los orígenes afrobrasileños de la samba. Surgió con un ambicioso plan para una visión musical, cultural y política de la vida brasileña.

Benamou da una idea de cómo habrían sido las secuencias de samba. En uno vemos a músicos en una favela tocando “Se Alguém Disse”; luego pasamos a un club nocturno de clase alta, donde se escucha la misma melodía en una versión pulida y lista para radio. Otras escenas habrían girado en torno a la canción “Adeus, Praça Onze” (“Adiós, plaza once”), éxito del Carnaval de 1942. Hablaba de un plan para pavimentar una plaza en Río muy apreciada por los intérpretes de samba. Se pierden demasiadas imágenes en color para permitir una reconstrucción completa de estas escenas. Pero en 1993, un documental también titulado "It's All True", iniciado por Richard Wilson, antiguo asociado de Welles, presentó tomas del Carnaval en tecnicolor, llenas de matices y sombras, que no se parecen a la paleta limpia y brillante de "El Mago de Oz" y otras películas en color tempranas.

Este ensayo cinematográfico sobre raza, desigualdad y gentrificación no logró complacer a R.K.O., cuya estrategia de hacer películas de “prestigio” estaba naufragando en tiempos de guerra. A un representante llamado Lynn Shores le molestaba la costumbre de Welles de dirigir sus cámaras hacia los rostros más oscuros y pobres de Brasil. Según un memorando, Shores andaba quejándose de que “todo esto gira en torno a un grupo de negros”. Benamou establece que los informes de Shores a R.K.O. tergiverssron el calendario de rodaje para presentar a Welles como un irresponsable.

En julio de 1942, Mercury Productions había perdido el apoyo de R.K.O., pero Welles se quedó en Brasil, filmando obstinadamente la secuencia de los jangadeiros. Ese mayo, Jacaré, el carismático líder de los pescadores, se había ahogado durante el rodaje; Welles, decidido a honrarlo, continuó con el hermano de Jacaré como sustituto. Welles se conformó con una tripulación de cinco personas y un presupuesto de diez mil dólares. Al carecer de electricidad en el lugar, trabajó con luz natural. Lejos de sentirse inhibido por estas limitaciones, prosperó gracias a ellas, extendiendo el modo guerrillero de hacer películas que había probado con “Too Much Johnson”. En la escena de un funeral, largas filas de figuras avanzan a lo largo de una colina, contra un cielo despejado y brillante. En una toma, se ven los pies de los dolientes en primer plano mientras los que están en la cresta detrás se mueven en la dirección opuesta: el tipo de contrapunto visual que hace ver las películas de Welles con un placer elemental.

Simon Callow es un actor, director y autor cuyo estilo erudito rivaliza con el de Welles y, a medida que su inmensa biografía ha ido avanzando, ha experimentado una evolución. La epopeya ha sido contada con gran entusiasmo, pero el primer volumen adoleció de un tono amonestador, un reconocimiento irregular del contexto político y una dependencia excesiva del amargo testimonio de Houseman (la asociación terminó en 1941). El segundo volumen, "Hello Americans", que apareció en 2006 y cubrió los años 1941 a 1947, destacó la situación de Welles como artista comprometido en un entorno cada vez más hostil. A pesar de los innumerables defectos de Welles (su grandilocuencia, su temperamento, su desdén por las realidades del dinero y, lo más perjudicial, su costumbre de esconderse cuando se avecinaba una crisis), Callow ha llegado a ver la última parte de su carrera como “una historia de heroísmo, no de autodestrucción”.

Cuando Welles regresó de Brasil, estaba hirviendo de rabia política, y la furia duró hasta que se exilió en Europa, en 1947. Los valores del Frente Popular estaban en retirada, pero Welles persistió en articularlos. Sus declaraciones más audaces se produjeron en un programa de radio de corta duración llamado “Comentarios de Orson Welles”. A principios de 1946, un veterano negro llamado Isaac Woodard, Jr., había sido golpeado y cegado por el jefe de policía de Batesburg, Carolina del Sur. Unos meses más tarde, Welles leyó en voz alta la declaración jurada de Woodard al aire y luego se dirigió al sheriff, cuyo nombre aún no se conocía, a la manera de un vengador de cómic de Shakespeare: “Lávese las manos, oficial X, lávelas bien. Frotar y fregar. No borrarás la sangre de un veterano de guerra ciego. . . . Nunca podrás eliminar esa leprosa falta de pigmento, la palidez culpable del hombre blanco. Después de varias transmisiones más sobre este tema, el programa fue cancelado.

Las películas de Welles dieron un giro hacia lo barroco, lo circense. El histórico tiroteo en la casa de la diversión en el clímax de “La dama de Shanghai” (1947), en el que Rita Hayworth, la segunda esposa de Welles, interpreta a una mujer fatal rubia espeluznante y Welles a su ingenuo títere irlandés, es un asalto casi cómicamente flagrante sobre la fábrica de sueños de Hollywood. Las imágenes especulares de las estrellas se hacen añicos cuando las balas vuelan. La película de Welles de “Macbeth” (1948) presenta una versión calculadamente fría y cruel de Shakespeare, con susurros escénicos y gritos espeluznantes que resuenan en un espacio acústico cavernoso. Durante este período, Laurence Olivier fue aclamado por sus bien educadas adaptaciones de “Enrique V” y “Hamlet”. Como ha observado el estudioso Michael Anderegg, el Shakespeare rebelde y anárquico de Welles no estaba en sintonía con la cultura media de la Guerra Fría.

Los académicos debaten si la partida de Welles a Italia, a finales de los años cuarenta, fue impulsada por la tormenta macartista que se avecinaba. Lo más probable es que influyó la posibilidad de ser citado ante el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes. Welles se convirtió en un artista gitano que nunca se vinculó por mucho tiempo a un lugar o institución. La mayoría de las veces, financió proyectos con sueldos de actuación. Regresó a Estados Unidos por breves períodos, en particular para hacer “Touch of Evil” (1958), su denuncia definitiva de la brutalidad policial contra las minorías, pero no pudo recuperar su lugar en Hollywood.

El último libro de Callow, “Orson Welles: One-Man Band” (Jonathan Cape/Viking), cubre los años gitanos. El biógrafo cita a su sujeto con fácil autoridad, sus descripciones oscilan entre la simpatía y el escepticismo: “Uno siente algo arcaico en él. Se comporta como un gran jefe tribal, un señor de la guerra del arte, que pasa por alto las sutilezas del comportamiento convencional, a veces se enfurruña en su tienda, a veces incita a su pueblo a alcanzar grandes alturas, ahora toma enormes decisiones estratégicas de improviso y otras se ausenta misteriosamente. " Como antes, Callow es especialmente bueno a la hora de evocar la obra teatral de Welles. Hay páginas animadas sobre la producción de 1955 “Moby-Dick Rehearsed”, que mostraba a un grupo de teatro del siglo XIX preparando una versión teatral de la novela de Melville, y sobre una revista de Fausto de 1950 que presentaba a Eartha Kitt como Helena de Troya y música de Duke. Ellington. Estos proyectos oscilaban entre el triunfo y la catástrofe, a veces en la misma noche. Callow señala que en una representación de “El rey Lear”, en Nueva York, los gritos de Welles en el páramo incluían las palabras “¡John! ¡¡John!! ¡¡¡John!!! ¡El interruptor dieciséis no está encendido!

Hay muchos placeres en las películas europeas de Welles: la enrevesada fantasía de “Mr. Arkadin”, la florida rareza de “El proceso”, pero Shakespeare sacó lo mejor de sí. “Otelo”, una tarea inusualmente tortuosa, que comenzó en 1948 y terminó en 1951, de alguna manera logra una imponente unidad estilística, con vistas aireadas y luminosas en contraste con interiores húmedos y claustrofóbicos. Welles interpreta a Otelo, y la violencia contenida del retrato sugiere a un hombre hiperconsciente de cómo lo ven, particularmente como una persona negra en una sociedad blanca. En “Chimes at Midnight”, Welles asume el papel de Falstaff, que había interpretado por primera vez en su juventud. Como escribe Callow, es una de las “actuaciones más ricas, más detalladas y más humanas” de Welles. La devastación que pasa por su rostro en la escena del rechazo de “Enrique IV, Parte 2” (“No te conozco, viejo: cae en tus oraciones”) insinúa la propia humillación de Welles por parte de las autoridades mundanas. Pero la escena más resonante es la Batalla de Shrewsbury, una rápida andanada de caos que deriva en imágenes antiestéticas de cuerpos retorciéndose en el barro. En ese momento, la guerra de Vietnam se estaba intensificando y el mensaje político era claro: la guerra siempre ha sido un atolladero.

“Los artistas hacen su mejor trabajo cuando son viejos o jóvenes”, le dijo una vez Welles a su colega más joven, Peter Bogdanovich. "La mediana edad es enemiga del arte". Welles nunca llegó a tener un período tardío completo: en los veinte años posteriores a “Chimes”, no pudo completar un largometraje narrativo. Pero puedes ver cómo emerge un estilo tardío si te sumerges en el tesoro que dejó atrás: “F for Fake” y otros esfuerzos de menor escala; guiones en el archivo de Michigan; versiones conjeturales de varias películas inacabadas, realizadas por Stefan Droessler, del Museo del Cine de Múnich; y fragmentos de “Al otro lado del viento”, que circulan entre los fans. El historiador de cine Joseph McBride, en su libro de 2006, “¿Qué fue de Orson Welles?”, llama a las últimas décadas de Welles un “período de gran fecundidad y audacia artística”, un período que puso un nuevo énfasis en el poder desordenado del deseo sexual.

Welles estaba entonces en su tercer matrimonio, con la actriz italiana Paola Mori. (Su hija, Beatrice, administra su patrimonio). También había entablado una estrecha relación con la escultora y actriz croata Oja Kodar, quien se convirtió en su coguionista y colaboradora principal. Kodar contribuyó a provocar un estallido de sensualidad en la obra de Welles. El cambio se ve por primera vez en “La historia inmortal”, una película de una hora basada en un cuento de Isak Dinesen, que se mostró en la televisión francesa en 1968 y ahora finalmente está disponible en DVD y Blu-ray. El barroco wellesiano da paso a una estética de tomas prolongadas, quietud nocturna y colores suavemente brillantes. La escena de sexo central, entre los personajes interpretados por Jeanne Moreau y el joven actor británico Norman Eshley, nunca es explícita y, sin embargo, alcanza una intensidad voluptuosa en su clímax, con Eshley arqueando su cuerpo hacia arriba y Moreau jadeando. Como suele ocurrir en la obra de Welles, las imágenes se ven acentuadas por el sonido: en medio del ruido de los cuerpos retorciéndose, escuchamos un ostinato de grillos.

El vórtice del deseo está en el centro de “El otro lado del viento”, que ocupó a Welles de 1970 a 1976. “La última película de Orson Welles: La realización de 'El otro lado del viento'” de Josh Karp (St. Martin's ) ofrece un relato dinámico de la realización y eventual ruina de la película. El personaje principal es Jake Hannaford, interpretado por John Huston, un director intolerante y reaccionario que intenta imitar las últimas tendencias. Su película en progreso, también llamada “El otro lado del viento”, es un lánguido enigma a la manera de Antonioni, con Kodar interpretado como un radical nativo americano. Hannaford tiene un historial de descubrimiento, amistad y descarte de actores jóvenes; el último es un joven andrógino llamado John Dale (interpretado por Bob Random), que es sometido a insultos castrantes como director mientras filma sus escenas de sexo con el personaje de Kodar, y termina saliendo de la escena. La trama se desarrolla en el septuagésimo cumpleaños de Hannaford, cuando colegas, críticos, documentalistas y parásitos, incluido un director más joven parecido a Bogdanovich, interpretado por Bogdanovich, se reúnen para celebrarlo. Antes del amanecer, Hannaford muere en un misterioso accidente automovilístico, mientras su película inacabada se proyecta en un autocine desierto.

La cuestión de la sexualidad de Hannaford arde en todo momento. En una secuencia provisional, Hannaford provoca a los homosexuales con el Dr. Burroughs, un maestro de escuela anciano y decadente que una vez enseñó a Dale. Por un tiempo, Burroughs se mantiene firme y señala con picardía el "interés personal" de Hannaford en el joven. Hannaford farfulla de rabia, su rostro ennegrecido por la sombra, un recurso familiar de "Kane". Con una sonrisa sádica, invita a Burroughs a nadar y le ordena que se desnude. “Supongo que todos los maestros de escuela son mojigatos”, dice el maestro ofendido. “Supongo”, responde Hannaford. "Mojigatos o maricones". La actuación helada, cruda y alimentada por el alcohol de Huston expone la violencia psicológica en la raíz del poder.

Si Welles lo hubiera logrado, “Wind” habría sido un truco que desafiaría a la muerte: una película de regreso sobre un director condenado que no puede terminar su película de regreso. En 1975, había rodado el guión y editado cuarenta y dos minutos de película; pero, después de haber gastado cientos de miles de dólares de su propio dinero, necesitaba fondos adicionales para completar el trabajo. Ese año, recibió un premio Life Achievement Award del American Film Institute y mostró algunas escenas, esperando ofertas de dinero final. No llegó ninguno, como era de esperar, señala Karp, ya que los extractos traicionaban el desdén por Hollywood. Mientras tanto, Welles se peleó con sus productores, la empresa Astrophore, con sede en París, dirigida por Mehdi Boushehri, cuñado del Sha de Irán. Cuatro años más tarde, el Sha fue depuesto y la película entró en un limbo legal; en un momento dado, representantes del ayatolá Jomeini amenazaron con confiscarlo.

Después de la muerte de Welles, en 1985, Bogdanovich y otros asociados de Welles intentaron completar “Wind”, pero las disputas sobre derechos y financiación siguieron interponiéndose en el camino. Finalmente, el año pasado, un equipo liderado por Bogdanovich y los productores Frank Marshall y Filip Jan Rymsza se aseguró el interés de Astrophore y pareció lograr el acuerdo de Kodar y otras partes. Ha habido más retrasos, pero los preparativos continúan. En el mundo de Welles, nada sale según lo planeado.

Incluso cuando comience el trabajo en “Wind”, seguirán existiendo desafíos de enormes proporciones. En cada una de sus películas, Welles encontró un ritmo de montaje distinto, adecuado a sus temas. Sus escenas de “Viento” sugieren dos tiempos entrelazados. La fiesta de cumpleaños tiene una energía frenética y revuelta; 16 mm. Se intercalan películas, Super 8, vídeos e imágenes fijas, que representan los diferentes ojos de los medios centrados en Hannaford. El corte es a veces vertiginosamente rápido e incorpora múltiples tomas. Gary Graver, director de fotografía de Welles en los años posteriores, lo recuerda gritando: “¡Rápido! ¡Rápido! ¡No aburras a nadie! La película dentro de la película, rodada en 35 mm. Kodak Eastmancolor, tiene un ritmo más lujoso. Aunque fue concebido como una parodia, contiene imágenes maravillosas. Una escena de sexo filmada en un automóvil, en la que Random se retuerce con Kodar mientras la lluvia cae por las ventanas, es una de las hazañas más sorprendentes de Welles. Nadie puede saber exactamente cómo habría manejado esta interacción de ritmos, pero incluso una versión especulativa mostrará una imaginación creativa febril.

La noche del 9 de octubre de 1985, Welles habló por teléfono con Roger Hill, su mentor en la escuela secundaria. Leyó en voz alta una carta que había recibido de un director de teatro cincuenta y tres años antes, sobre su obra y la de Hill "Marching Song". La carta decía: “Es un espectáculo excelente. Es una buena lectura. . . . Pero eso no importa. No generará dinero. No es una pieza comercial”. Welles luego le dijo a Hill: “Las decepciones continúan afectando mi confianza, pero nunca mi determinación”. (Una reconstrucción de la conversación, extraída de los recuerdos de Hill, aparece en el absorbente libro de Todd Tarbox de 2013, “Orson Welles and Roger Hill”.) Hacia el final de la llamada, Welles se describió a sí mismo como un “naufragio. . . demasiado ocupado para ser destruido, y mucho menos hundirse”. Citó a “Cymbeline”: “La fortuna trae algunos barcos que no tienen gobierno”. Luego dijo: “Suena un teléfono. Es una llamada de dinero que debo atender”. Murió unas horas después, solo, frente a su máquina de escribir.

El dinero acosó a Welles hasta el final. Tenía terribles instintos comerciales, lo que alejaba a los inversores confiables y caía presa de los vendedores ambulantes. Lo que es notable, sin embargo, es el poco dinero que finalmente gastó. “Chimes” tuvo un presupuesto menor, en dólares no ajustados, que “Kane”, estrenada veinticuatro años antes. Rara vez gastó más de un millón de dólares por película, incluso cuando la inflación hizo que esa cantidad valiera cada vez menos. Si un mito de Welles merece morir es el de que fue un cineasta derrochador. Su carrera es, de hecho, una demostración sostenida del arte de hacer algo de la nada. Quizás sea hora de dejar de imaginar lo que pudo haber sido y centrarse en lo que queda. Como señala Jonathan Rosenbaum, nadie anda preguntando: “¿Qué pasó con Kafka?” Hacer arte es difícil, especialmente en una cultura que se ha enfriado ante las grandes ambiciones artísticas. Estas ordenadas parábolas de ascenso y caída, de genios no realizados, pueden decir más sobre los Estados Unidos de hoy que sobre el siempre asediado y nunca derrotado Welles.

Si dejó un testamento, es “F for Fake”, que anticipó el cine documental más personal de las últimas décadas. Welles comienza con una ráfaga de viñetas sobre el tema de los engaños, basándose en imágenes filmadas por François Reichenbach: vemos al elegante falsificador de arte Elmyr de Hory; su astuto biógrafo, Clifford Irving, quien procede a lanzar su propio engaño, en forma de los diarios de Howard Hughes; y el propio Welles, recordando el revuelo de la “Guerra de los Mundos”. A esto se suma una elaborada artimaña cinematográfica, cuya naturaleza debería ocultarse a quienes aún no la han visto. Lo que comienza como un ejercicio divertido y alegre se convierte en una meditación magistral sobre el arte y la vida, la verdad y la ficción. Welles parece ponerse del lado de sus críticos más acérrimos al describirse a sí mismo como un mentiroso, un farsante, un charlatán. Pero luego dice: “Lo que nosotros, los mentirosos profesionales, esperamos servir es la verdad. Me temo que la palabra pomposa para esto es arte. El propio Picasso lo dijo. El arte, dijo, es una mentira, una mentira que nos hace darnos cuenta de la verdad”. La alternativa es sombría. "¿Realidad? Es el cepillo de dientes que te espera en casa en su vaso, el billete de autobús, el sueldo y la tumba”.