SOBRE EL MAL FUNCIONARIO
Darío Ruiz Gómez
Max Weber es quizás el
pensador más vigente hoy. Sin su profunda investigación sobre la aparición histórica del Capitalismo no
lograríamos entender las
transformaciones sociales que definen
aún la modernidad. El viejo sabio Zygman Bauman ante las revueltas de hace una
década contra el capitalismo lo dijo claramente:”El Capitalismo no
desaparecerá” En la estructuración del Estado capitalista moderno hay un
elemento clave para Weber, el burócrata sin cuya eficiencia es imposible
imaginar que pueda ponerse en marcha un
proyecto económico, científico. Porque en lugar de quedarse a la espera de que
las etapas sucedan siguiendo la inercia de los hechos la dinámica de esta economía permite dar el salto hacia adelante y nos instala en un
presente donde se dan las condiciones que la democracia moderna exige, la
felicidad y la libertad de los pueblos, la igualdad y no el igualitarismo. Pero esa burocracia es permeada rápidamente
por la envidia, por el arribismo, por la pereza y la abulia y desde luego por
la degradación de lo político. Convertida en una inmensa maquinaria abstracta
estará abierta al sabotaje silencioso y
a la despersonalización del individuo tal como lo vemos en el fatal
aburrimiento y consternación de los
personajes de Kafka, del Bartleby de Melville. Y esta condición de alienación
frente a un trabajo carente de motivación participativa se dará a lo largo de la sociedad moderna
desde el siglo XX hasta nuestros días donde el desmoronamiento de la Ética Política,
recordemos a Spinoza, convertida en demagogia populista lleva a que la burocracia necesaria
para llevar a feliz cumplimiento las tareas del Estado sea ocupada no
por los verdaderos capacitados para
ello, sino por personajillos sacados de
los sótanos de la morralla electorera, del compadrazgo, del arribismo hasta
llevar a la crisis a muchos gobiernos democráticos.
Francesc de Carreras es un
eminente catedrático de Derecho Constitucional que participa en la vida política de España bajo un
necesario espíritu racional que le ha permitido abandonar a tiempo el falso
consenso cuando al impedirse la
autocrítica el conformismo y la negligencia se convierten en un nocivo
obstáculo contra la práctica de las libertades. En un reciente
artículo en The Observer ha señalado lo que es ya más que
evidente en el actual Gobierno de Pedro Sánchez : la presencia de una burocracia de ignorantes
(as) o sea tal como lo llegó a señalar
en páginas luminosas Ortega y Gasset la presencia perniciosa del mal funcionario(a);
consideraciones que ponen de presente el daño que para la ciudadanía supone la actividad de estos oportunistas “capaces de medírsele a
lo que les pongan a hacer” “No cesar a quien ha demostrado sobradamente su
ineptitud y legislar con la única intención de obtener el voto de los electores-señala Francesc de
Carreras- también es moralmente corrupción” aclarando que “también la
incompetencia y la demagogia deben tener en cierto modo ese trato” ¿Puede un corrupto funcionario o exfuncionario lanzarse de nuevo e impunemente al juego electoral tal como
está sucediendo en Colombia? El espectáculo al cual estamos asistiendo con la aparición de
personajes de dudosa ortografía, de malévolas señoras virtuosas (os) de las
componendas con la delincuencia lanzados a las campañas políticas es más
que alarmante y la misma farsa de las
anteriores elecciones parece estar ya en marcha desde la Registraduría General. ¿Dónde está la Comisión de Ética para
impedir que los delincuentes (as), los malversadores(as), los prevaricadores continúen gobernando? Rafael Cadena definiendo
a la Venezuela de Maduro adelantó para nosotros esta situación.”Esta Republiqueta de vivos, sicarios y
malhechores” Ahí nos vemos.
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