Siempre el mar
Luz Ester Castañeda
Yo me arriesgué a amar al
mar,
sabiendo lo peligroso que era, con sus oleadas
engañosas, esa fuerza voraz,
lo profundo que puede ser su dañar,
y
lo aterrador que suele ser ahogarse en él;
pero quien no se deja deslumbrar
de su calma,
de su vida,
de su sentir,
de su falta de límites,
de sus inmensos misterios
y de las cosas hermosas que hay dentro de él,
es que quien se cansa de lo interesante que suele ser.
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