LA NUEVA MUERTE DE LA VERDAD
Darío Ruiz Gómez
Varios periódicos,
noticieros colombianos y españoles han difundido una noticia incontrovertible y
que salió a flote de un material liberado por Elon Musk y que constituye la verdad de unos hechos, gracias a las
investigaciones del periodista Matthew Taibio: el decisivo papel que en la
elección como Presidente de Petro tuvo una plataforma rusa propiedad de Yeugeny
Prigozbin, el llamado cocinero de Putin y por supuesto oligarca de alto vuelo
quien desde su fábrica de trolls y a través de bots robots emitió a través de
las redes sociales mensajes a favor de la campaña de Petro y difamaciones contra sus opositores políticos: 50.000
mensajes desde cuentas como &
yesid70202529, & Fernandohincadi, & edwinpa81364652,etc, etc a través de las plataformas vecezolanas. Tal
como lo señaló un importante periódico independiente español “The Observer” y a
través, repito, de cuentas falsas, hashtags, falsedades encaminadas a
incentivar el odio. ¿No habían detenido a dos espías rusos y a
varios maduristas encargados de enviar información sobre bases militares
colombianas? ¿No se detalló ampliamente
el número de plataformas rusas instaladas a lo largo de la frontera con
Colombia – territorios exclusivos del ELN- con cubrimiento hacia todo el territorio
colombiano, ciudades, pueblos, regiones, cuarteles del ejército y de la policía?
La ciudadanía colombiana, las clases políticas, el sector pensante han contado
desde el principio con una jugosa información sobre la gravedad de lo que
este espionaje supone sobre la vida nacional, sobre la soberanía
de nuestro territorio amenazado por el
totalitarismo. Es aquí donde cabe preguntarse sobre la indolencia moral que ciudadanos, políticos han tenido hacia
este inminente asalto a nuestra democracia. ¿Es posible se pregunta Michiko
Kakitani en su magistral “La muerte de la verdad” que la verdad y la razón a
nadie le interesen?
La intervención de las plataformas rusas
apoyando a los independistas catalanes está más que comprobada lo mismo que la
intervención de estas plataformas para sincronizar el llamado “estallido
social” desde Colombia hasta Chile. Kakutani cuyo texto comenté en su momento
analiza el alcance perverso de lo que supone la difamación política como arma
para suprimir a un contrario, lo que suponen los llamados story telling analizados por Cristhian Salmón como creación
de un marketing político a partir de un relato donde se falsea la
verdad de los hechos y se coloniza la imaginación de los ciudadanos(as) en
especial de los jóvenes. ¿Para qué desvelar unos hechos si ya se ha aceptado una verdad inventada? Baudrillard lo predijo al señalar que los medios de
comunicación al convertir los hechos en
mera noticia de un día estaban eludiendo la responsabilidad del análisis
crítico. Este relativismo tiene como tarea ir desvirtuando la noción de
justicia, de delito político. La información sobre un grave atentado contra
nuestra democracia está pasando
entonces de agache insertado
entre noticias banales. ¿Cómo
vivir en un país donde el Registrador con cinismo dice: ”He encontrado un millón
de votos y se los he adjudicado al Pacto
Histórico” Y nadie protesta ya que es una noticia del día? A Nixon el espionaje a dos periodistas le
costó la presidencia, han sido muchos personajes de la política mundial los
condenados por este delito. ¿A quién
acudiremos los ciudadanos para que se
lleve a los tribunales este asalto a nuestra democracia? los Partidos Liberal y
Conservador hicieron parte de este
atentado contra este grave delito, el Ministro de Defensa es mudo. Y hoy nos enteramos que no contamos con una
Fiscalía o una Procuraduría o una Corte Suprema de Justicia entidades encargadas de velar por el Estado de Derecho y
de sancionar delitos tan graves como la adulteración de unos resultados
electorales.
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