FRANCIA MÁRQUEZ Y EL ESCLAVISMO
Darío Ruiz Gómez
La entrevista de Yamid
Amat a la Vicepresidenta Francia
Márquez se hizo con inteligencia ya que con mucha astucia la fue llevando a que respondiera a sus preguntas y, confiada de su protagonismo,
fue diciendo su verdad sobre
un tema tan neurálgico como el racismo. Ya hemos conocido de su
intemperancia ante quienes se han atrevido a llamarla negra y de las razones
que la hicieron desistir de su viaje a Londres a los funerales por la muerte de Isabel II: ”No
puedo visitar esas “coronas” que fueron esclavistas ya que yo vengo de
esclavos”-cito de memoria conservando lo esencial- Lo cual es para cualquier
persona con una mínima cultura histórica una
sorpresiva declaración acerca
de los movimientos emancipatorios de los esclavos, afirmando que después de siglos existen afrodescendientes que todavía sienten
el peso de las cadenas de los esclavistas “blancos”. Puro maniqueísmo. El infantilismo se utiliza
en el populismo para disimular la ignorancia sobre un tema determinado. La excelsa
figura protectora de San Pedro Claver nada
tuvo de colonialista como no la tuvo la
decisiva intervención histórica a favor de los indios de Fray Bartolomé de las
Casas, vivir en la religión católica es saber del amor al prójimo, el
considerar a todos los seres humanos como iguales, no como adoctrinados
militantes de causas totalitarias que
los llevan, eso sí, como en África o
Colombia – recuérdese el aberrante caso de Benko Biojó o del ELN- a nuevas e indignantes
formas de esclavitud.
La visión que Francia
Márquez quiso dar al mundo a través de la entrevista fue pues la de una buena mujer en la cual las heridas del esclavismo blanco que sufrieron directamente sus
antepasados no se ha cicatrizado aún y en este trauma que ella “vive en su cuerpo”,
justifica su rencor hacia el capitalismo, desconociendo la historia de las luchas por la libertad hechas por su etnia a través de infinidad de levantamientos contra la esclavitud, incluso de cruentos enfrentamientos entre facciones políticas
negras que condujeron a que muchos de ellos se convirtieran en represores de su propia comunidad tal como lo ilustra la despiadada independencia
de Haití donde Desaline eliminó a la totalidad de la población blanca que quedaba en el territorio. Francia
no dejó de recurrir a la misma palabra :“dignidad” como una maniquea
y ultra retórica fraseología de lo que “será” su supuesto trabajo
en un Ministerio de Igualdad para “rescatar de la miseria” a los oprimidos como si la premisa
para conceder a cada ser humano esa dignidad no debiera comenzar por reconocer los derechos de éstos a una paz que nazca no de un pacto con los
victimarios beneficiarios de estos enfrentamientos sangrientos entre
hermanos, sino del reconocimiento explícito de la Carta de los Derechos Humanos
que certifica la libertad de elegir, de perdonar o no por
parte de las propias comunidades a las cuales se las está manipulando bajo un disfrazado paternalismo que precisamente
no da voz a quiénes se lucha para darles
voz. Esto sería hablar de igualdad y no de igualitarismo, esto es equidad de etnias y no de esa
abstracción que los demagogos(as) llaman “equidad de género” Francia Márquez en las distintas versiones contradictorias que da de sí misma debe recordar que no es
ella la iniciadora histórica de la conquista por las libertades políticas, sociales llevadas a cabo
por líderes históricos, por dirigentes actuales de comunidades
afrodescendientes s ya integradas a la democracia sino que está siendo la portavoz de un peligroso
igualitarismo que manipulado como
ideología libertaria, puede llevarnos a una
extensión de la guerra bajo otros sofismas.
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