UN HOMBRE SENTADO A LA ORILLA DE LA CARRETERA
Antonio Arenas
Un hombre se sentaba todos los días en el separador de una carretera de dos
carriles donde habían sembrado muchos árboles y hierba. Los árboles crecieron y
la hojarasca predominaba en verano o invierno cuando las hojas caían llenaban
el lugar y sobrevolaban sobre la carretera. En verano, cuando los carros
pasaban velozmente el ruido era espantoso y el hollín circulaba en el aire. En
invierno la carretera se inundaba por el número de hojas que taponaban las dos
desembocaduras que filtraban el agua de la carretera. El hombre se sentaba todos
los días en una piedra y unos ladrillos que había ubicado al pie de un gran
árbol que cuando florecía olía al fruto del algarrobo. Frente a él funciona una
barbería que estaba atendida por dos jóvenes y en sus tiempos de descanso
salían al aparador junto al hombre a fumar cannabis. Tenían una clientela que a
veces no era escasa. La carretera era larga y ancha y cuando el viento soplaba
se llenaba de hojas amarillas y hojas secas. El hombre se sentaba en una
piedra, colgaba sus chiros y fumaba cuando lo invitaban o cuando se sentía muy
solo. Saboreaba de un frasco una bebida amarilla y de vez en cuando las vecinas
le daban un plato de sopa. El hombre es
pequeño flaco, enjuto y se podría decir que no pasaba de los sesenta y siete
años. Al hombre no se le conocía oficio alguno, pero las malas lenguas decían
que hubo un tiempo donde manejo mucho dinero. En épocas de lluvia se sentaba en
la barbería para cubrirse del aguacero. El hombre no hablaba y comía de lo que le
daban. Un día un cachorro de perro surgió solo en el andén y fue a sentarse al
lado del hombre, pasaron los días, pero como no había comida el cachorro se
marchó del lado del hombre viejo. Desde mi balconcillo trato de observar la
expresión o figura del hombre viejo, que no es idéntica a la de un ladrón, pues,
todos sus gestos y acciones lo denuncian como alguien que se pasa el día sin
hacer nada. Jimena Canales, especula y dice que tiene mujer y varios hijos,
pero su colisión o choque con ellos no le permiten vivir en la misma casa.
Otras dicen que eso es falso que el hombre está solo en este mundo. La fama del
hombre solo le precede, parece inofensivo, no tiene oficio y en verdad no
sabemos dónde duerme en las noches. ¿Qué tiene de interesante un hombre que carcome
su vida sentado perpetuamente en una piedra y unos ladrillos cerca de un árbol grande?
Podemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué es una vida?, ¿Cuál es la duración
de su existencia? En un verano, posterior a la visita de una de mis primas, una
joven aspirante a filósofa lamentó no poder ayudar en nada al hombre y en su opinión
él es la expresión más clara del desperdicio de una vida y para ella, no caben
ningún tipo de especulaciones metafísicas. Es solo un hombre sentado todo el
día en una piedra al lado de una carretera peligrosa. Las actitudes, gestos y
movimientos del hombre son risibles en la exacta medida que este hombre nos
hace pensar en un simple mecanismo y decir que es un vagabundo. Lo risible de
este hombre es la quietud o el automatismo instalándose en la vida imitándola.
Es preciso que este hombre cambie a cada momento porque dejar de transformarse
es dejar de existir. La quietud del hombre es algo humillante siempre que quien
la motiva es una especie de broma social pesada. El hombre ha de aceptar la ley
fundamental de la vida, la de no repetirse. La única curación contra la estadía
y quietud del hombre es la risa. La risa se dirige a nuestra
inteligencia, puesto que nuestra risa es siempre la risa de otros. La quietud
es un juego, pero un juego que imita la vida. ¿Si la vida se presenta como una
evolución en el tiempo, donde estaría la evolución de este hombre? A mis pies
desde donde lo miro, una hoja seca viene y va con el viento hace tiempo que lo
observo y hecho un hilo a mis pensamientos. Es como una hoja seca la misma que
vino antes a mí, junto a mis pies y se fue y volvió junto a este hombre. Ahora,
vemos que la gravedad de la situación del hombre les importa a muy pocos. Este escenario
de un hombre sentado a la orilla de la carretera podrá hacernos reír, sea grave
o leve siempre que el hombre permanezca inmóvil en su lugar y la insensibilidad
no exista…
antonioarebe1@hotmail.com
13/10/2021
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