sábado, 29 de enero de 2022

UN HOMBRE SENTADO A LA ORILLA DE LA CARRETERA / Antonio Arenas

 



UN HOMBRE SENTADO A LA ORILLA DE LA CARRETERA

Antonio Arenas

Un hombre se sentaba todos los días en el separador de una carretera de dos carriles donde habían sembrado muchos árboles y hierba. Los árboles crecieron y la hojarasca predominaba en verano o invierno cuando las hojas caían llenaban el lugar y sobrevolaban sobre la carretera. En verano, cuando los carros pasaban velozmente el ruido era espantoso y el hollín circulaba en el aire. En invierno la carretera se inundaba por el número de hojas que taponaban las dos desembocaduras que filtraban el agua de la carretera. El hombre se sentaba todos los días en una piedra y unos ladrillos que había ubicado al pie de un gran árbol que cuando florecía olía al fruto del algarrobo. Frente a él funciona una barbería que estaba atendida por dos jóvenes y en sus tiempos de descanso salían al aparador junto al hombre a fumar cannabis. Tenían una clientela que a veces no era escasa. La carretera era larga y ancha y cuando el viento soplaba se llenaba de hojas amarillas y hojas secas. El hombre se sentaba en una piedra, colgaba sus chiros y fumaba cuando lo invitaban o cuando se sentía muy solo. Saboreaba de un frasco una bebida amarilla y de vez en cuando las vecinas le daban un plato de sopa.  El hombre es pequeño flaco, enjuto y se podría decir que no pasaba de los sesenta y siete años. Al hombre no se le conocía oficio alguno, pero las malas lenguas decían que hubo un tiempo donde manejo mucho dinero. En épocas de lluvia se sentaba en la barbería para cubrirse del aguacero.  El hombre no hablaba y comía de lo que le daban. Un día un cachorro de perro surgió solo en el andén y fue a sentarse al lado del hombre, pasaron los días, pero como no había comida el cachorro se marchó del lado del hombre viejo. Desde mi balconcillo trato de observar la expresión o figura del hombre viejo, que no es idéntica a la de un ladrón, pues, todos sus gestos y acciones lo denuncian como alguien que se pasa el día sin hacer nada. Jimena Canales, especula y dice que tiene mujer y varios hijos, pero su colisión o choque con ellos no le permiten vivir en la misma casa. Otras dicen que eso es falso que el hombre está solo en este mundo. La fama del hombre solo le precede, parece inofensivo, no tiene oficio y en verdad no sabemos dónde duerme en las noches. ¿Qué tiene de interesante un hombre que carcome su vida sentado perpetuamente en una piedra y unos ladrillos cerca de un árbol grande? Podemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué es una vida?, ¿Cuál es la duración de su existencia? En un verano, posterior a la visita de una de mis primas, una joven aspirante a filósofa lamentó no poder ayudar en nada al hombre y en su opinión él es la expresión más clara del desperdicio de una vida y para ella, no caben ningún tipo de especulaciones metafísicas. Es solo un hombre sentado todo el día en una piedra al lado de una carretera peligrosa. Las actitudes, gestos y movimientos del hombre son risibles en la exacta medida que este hombre nos hace pensar en un simple mecanismo y decir que es un vagabundo. Lo risible de este hombre es la quietud o el automatismo instalándose en la vida imitándola. Es preciso que este hombre cambie a cada momento porque dejar de transformarse es dejar de existir. La quietud del hombre es algo humillante siempre que quien la motiva es una especie de broma social pesada. El hombre ha de aceptar la ley fundamental de la vida, la de no repetirse. La única curación contra la estadía y quietud del hombre es la risa. La risa se dirige a nuestra inteligencia, puesto que nuestra risa es siempre la risa de otros. La quietud es un juego, pero un juego que imita la vida. ¿Si la vida se presenta como una evolución en el tiempo, donde estaría la evolución de este hombre? A mis pies desde donde lo miro, una hoja seca viene y va con el viento hace tiempo que lo observo y hecho un hilo a mis pensamientos. Es como una hoja seca la misma que vino antes a mí, junto a mis pies y se fue y volvió junto a este hombre. Ahora, vemos que la gravedad de la situación del hombre les importa a muy pocos. Este escenario de un hombre sentado a la orilla de la carretera podrá hacernos reír, sea grave o leve siempre que el hombre permanezca inmóvil en su lugar y la insensibilidad no exista…

 

antonioarebe1@hotmail.com

13/10/2021

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