SOBRE LA ALCALDÍA NI
MENTIRAS NI SOFISMAS
Darío Ruiz Gómez
De salida tenemos que
reconocer algo importante: desde un comienzo el Alcalde Quintero destapó sus
cartas políticas cuando anunció que su objetivo era acabar con el grupo
empresarial antioqueño responsable del fracaso de Hidroituango y deudor a la
ciudadanía de nueve billones de pesos. Con astucia logró que la Junta de la EPM
renunciara incorporando a la nueva Junta una ficha como Pablo Felipe Robledo
conocido por sus intervenciones represivas contra los empresarios del Valle y
contra algunas empresas antioqueñas recurriendo a métodos dignos de la mejor policía totalitaria tal como lo recordé en su momento. Este
objetivo presentado como una cruzada de moralidad caló en el sentimiento de
muchos ciudadanos que esperaban “vengarse de los desafueros” de ese “grupo de
privilegiados” El resorte del populismo había sido despertado por igual en el
subconsciente de algunas gentes decentes y de “las masas oprimidas”. Y Quintero
no se arredró y comenzó a exhibir su
ideología largamente preparada desde
Bogotá con la colaboración de algunos teóricos universitarios de Medellín: el
populismo al poder con vistas a que el petrismo se mantenga indefinidamente en la Alcaldía e imponer un
modelo de sociedad y de cultura
recurriendo, por fortuna para la
democracia, a modelos desacreditados del chavismo y el peronismo y que la
mediocridad de Podemos en España ha confirmado al mostrar su incapacidad para enfrentar en medio de la
pandemia el gravísimo problema de la
vejez que Pablo Iglesias abandonó -por
su desidia murieron 25millones de ancianos(as)-
de la vacunación y la sanidad, proponiendo a cambio una superflua reivindicación de la equidad de géneros, de
relativizar la moral política. No hubo pues en nuestro caso destape político
de Quintero al estilo Fidel Castro sino que desde un comienzo – y esto, repito,
es de agradecer- él y su esposa fueron muy claros
al admitir que estaban
trayendo militantes de Bogotá pues no “había en Medellín” funcionarios
con la categoría suficiente para ocupar
puestos claves en su burocracia. La
pertenencia de TeleMedellín a la Alcaldía
ha supuesto que sea
la visión petrista – y esto sería respetable si hubiera una pluralidad de opiniones-- la que domine el enfoque de sus programas de
opinión, de su noticiero, de manera que
el protagonismo se lo lleven personajes
como Iván Cepeda, Sanguino, Ángela María
Robledo y toda esta corte de la minoría populista que en estos momentos debe responder al mundo democrático por su silencio y complicidad ante algo ya
inobjetable como lo es la barbarie de las FARC confirmada por la JEP. La estrategia histórica de llenar
de soldados el vientre de gran caballo de madera para introducirlo en Troya
continúa haciéndose, repito, con un objetivo único: la toma política de la
ciudad. ¿De dónde si no los médicos cubanos?
La pregunta acerca del
voluminoso electorado que obtuvo Quintero, constituye para cualquier analista político
una pregunta obvia: la procedencia de los capitales que financiaron su campaña,
el origen social de su electorado, estudiantes, sindicatos, feministas,
vendedores ambulantes, los dueños de la vida nocturna, gentes de las Comunas,
intelectuales populistas, a los cuales
ha traicionado finalmente. Porque la pandemia ha dejado al descubierto las
falencias de una burocracia ineficaz y de un proyecto político que ya había
empezado a hacer aguas por sus inconsistencias ideológicas. Ya que para enfrentar la complejidad que supone una
gran ciudad -que hoy es otra ciudad- se
necesita –como lo demostró Peñalosa- de un gran
equipo de especialistas para proponer una
racionalidad en la planificación de territorios que continúan densificándose peligrosamente, de nuevas tecnologías
para proyectar algo tan urgente
como son las nuevas vías y solucionar los grandes atascos vehiculares
rediseñando vías infantilmente partidas
en dos para los remedos de sus ciclovías .Y nada más. ¿Es suyo acaso el proyecto
del tranvía de la 80? ¿Voto por la revocatoria de su mandato o defiendo la continuidad
de Quintero? La soberbia del Alcalde, la
política de tomar toda crítica como una
ofensa personal, la ausencia de libertades – el juego de la pauta publicitaria-
para un verdadero debate público han
llevado a que la ciudadanía que es
aquella que sufre y padece los errores,
las medidas que no se han tomado para bien de la ciudad, sea, entonces la que en
esta situación extrema que de todos
modos iba a llegar al gobierno de la ciudad , la que dé su
aprobación a los argumentos de quienes han pedido la
revocatoria del Alcalde o sean
indiferentes ante la evidente incapacidad de Quintero y su Gabinete
para hacer de la ciudad el espacio de todos los ciudadanos .
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