martes, 22 de diciembre de 2020

PALABRAS FALSAS, FALSAS IDEAS POLÍTICAS / Darío Ruiz Gómez


PALABRAS FALSAS, FALSAS IDEAS POLÍTICAS

Darío Ruiz Gómez

Ante la propuesta en el Congreso de un ascenso para tres distinguidos oficiales del Ejército con una limpia hoja de vida,  Iván Cepeda insólitamente alegó que no era posible ascenderlos porque sobre ellos pendían acusaciones de “falsos positivos” No da para más su corta imaginación ya que la imaginación nace de la confrontación de personas y paisajes, de costumbres y lenguajes pero un cerebro como el suyo que durante  décadas  ha estado postrado sin haberse abierto al debate con las ideas contrarias a limitado sus funciones  a la repetición de las mismas dos o tres acusaciones que si bien le sirvieron durante algún tiempo para mostrarse como un audaz revolucionario, hoy ya nos demuestran que lo que en cada sesión del Congreso ha venido repitiendo  como un consueta es lo propio de un cerebro receteado. Hugo Gallego al recordar a sus jugadores que el fútbol requiere de la inteligencia les repetía esta máxima: “el cerebro no suda” ¿Qué tipo de pensamiento político le puede uno pedir a estas ruinas postergadas de nuestro Partido Comunista?  Una Comisión de Ética del Congreso y la Cámara de Representantes debería con el concurso de la Academia de la Lengua revisar minuciosamente los casos de sus representantes que llevan décadas sentados en el Congreso y la Cámara repitiendo la misma monserga mamerta. ¿Qué sucedería en este mismo caso si se les hiciera un examen de lenguaje a los directivos y militantes profesores de FECODE?  El ya hoy histórico derrumbe de los diferentes Partidos comunistas en el mundo, es decir, repito, el derrumbe de un lenguaje totalitario, ha sido cuidadosamente ignorado  en Colombia donde  los lugares comunes del estalinismo y del maoísmo a la criolla  han permanecido  congelados  en el tiempo.  Alguna vez Manuel Mejía me mostró un curioso personaje cuya estrategia para aparecer como inteligente consistió en poner un gesto serio y nunca responder a las preguntas que se le hacían y el ardid le funcionó hasta que le dio por opinar y  se vino a descubrir que  era bobo. Mientras las FARC y su retórica revolucionaria funcionaron en nuestra política presentándose como héroes del pueblo ciertos sectores sociales les comieron carreta y los tomaron como inteligentes y salvadores. El Acuerdo de Paz al ir desvelando lo que se había ocultado a conveniencia también nos ha ido descubriendo los escombros de esa fraseología mentirosa. Un “Partido Verde” que calla ante los intentos de Gentil Duarte de quemar la Macarena y destruir Caño Cristal, que calla ante el envenenamiento de los ríos por parte del ELN. ¿No se está quitando su disfraz?

Llamamos distopía a los balances que nos muestran melancólicamente   aquello  que las utopías políticas  dejaron de cumplir pero en el caso colombiano no podemos llamar utopía comunista a lo que desde un comienzo  fue una patraña que logró sostenerse artificialmente  en los últimos  años gracias a las vilezas  del santismo que convirtió la política en un simulacro a su uso  y a la información en una calculada desinformación - véase diariamente  la alucinante primera página de “El Tiempo” donde se pasa orondamente del fake news a la difamación  para que intentemos sopesar  lo que apenas comienza a ponerse en evidencia si es que tenemos ojos y criterios para ello. No es entonces que hagamos objeciones a la JEP sino que la JEP es el reverso de esta misma patraña. Impasible y mentirosamente Lozada-Cortés acaba de “confesar” seis estremecedores crímenes de lesa humanidad donde estuvo acompañado por Márquez y Timochenko, pero como ha sido consagrado por esa “justicia de transición” que se inventó Enrique Santiago  y que lo ha exonerado de culpas a nombre de la Paz ¿cómo poder juzgarlo  si esos jueces previamente se han negado a analizar y a condenar una forma de violencia que mató a 200.000 seres humanos? Es aquí donde también se agrava lo que retóricamente estamos llamando crisis de los Partidos tradicionales y que como recalca Douglas Murray en su extraordinario “La masa enfurecida” nos invita a recordar que la naturaleza odia el vacío y este vacío puede llenarse con lo peor, las nuevas sectas, las nuevas tribus, los identatarismos de todas las pelambres. En fin, esa debacle que viene cuando desaparecen el Estado de Derecho y la Justicia.   

 


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