martes, 8 de diciembre de 2020

LA BABA DE LAS BESTIAS / Darío Ruiz Gómez

 


LA BABA DE LAS BESTIAS

Darío Ruiz Gómez

Una de las estrategias del populismo es crear confusiones semánticas respecto a su verdadera filiación política. ¿Cómo llamar militantes de la izquierda histórica y democrática  a esos enjambres de babeantes hinchas, de forofos desmadrados que lloraban abrazados por la muerte de su Dios Maradona un hombrecito malcriado, metido más de una vez en Nápoles en malos pasos, defensor de los Castro, de Chávez, de Maduro? El populismo histórico  como el de la Italia del fascismo, como desde la aparición en la escena pública de Argentina lo escenificó  Juan Domingo Perón,  guarda  en su raíz  la negación de lo noble  e impulsa el más aberrante  de los atavismos  hasta convertir al obrero  en lo más manipulable y peligroso: un fanático. Por eso precisamente el peronismo fabrica una imagen manipulable del obrero mostrándolo como el descamisado sublime, el indio frente a las castas blancas  imperialistas, atacando  la belleza, lo aristocrático y hoy a los “ricos” a nombre de la baba del bárbaro  que ha perdido ya sus vínculos con el grupo social al cual perteneció e idiotizado por la prevalencia del odio termina convertido en  una chusma informe. Recuérdese los rituales esotéricos de López Rega. Lo que debió ser la construcción política de la clase obrera se convirtió mediante la aparición de  fuertes Sindicatos  y de agresivos  dirigentes sindicales con sus grupos de matones como  fuerzas de choque  en una  turba  movida al antojo por sus dirigentes que mientras los  descamisados  reales   continúan hundiéndose  en una  estremecedora miseria  ellos  por su parte se han convertido  en una élite de desapacibles  nuevos ricos. En un esclarecedor  análisis  sobre el Fútbol como alienación  Juan José Sebreli predijo desde hace cuarenta  años lo que el fenómeno de la alienación – o sea pérdida de la consciencia individual-  respecto al fútbol iba a implicar  en la sociedad argentina en manos del peronismo:  ocupar  el vacío dejado por la desaparición de la escala de valores morales con el espectáculo de masas en que un juego nacido en los potreros urbanos –aquellos que Borocotó inmortalizó en sus crónicas- ha sido manipulado políticamente  hasta convertirlo en un espectáculo de masas tal como también lo vemos hoy en la mayoría de las sociedades europeas.  El Homo Ludens  tal como lo describe Huizinga  es  aquel que juega por jugar  y en este juego libre de imposiciones se descubre a sí mismo.

Borges fue y es perseguido por el peronismo por el “delito” de no “escribir para el pueblo”, de ser un “individualista”  Fue incluso castigado enviándolo a trabajar a la modesta biblioteca de un barrio de las periferias donde respondiendo  silenciosamente  a esta tiranía de los ignorantes fue creando su obra prodigiosa. Se lo acusó de anti-argentino, se logró que se le negara el Nobel y hoy por encima de la farsa del populismo de los Fernández y Kirchner, de la persecución contra el pensamiento libre y la cultura esta obra y esta palabra nos recuerdan  que frente a la baba del populismo,  el espíritu se acrisola y fortifica en esa soledad sonora de que nos habla San Juan de la Cruz.

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