LA BABA DE LAS
BESTIAS
Darío Ruiz Gómez
Una de las
estrategias del populismo es crear confusiones semánticas respecto a su
verdadera filiación política. ¿Cómo llamar militantes de la izquierda histórica
y democrática a esos enjambres de
babeantes hinchas, de forofos desmadrados que lloraban abrazados por la muerte
de su Dios Maradona un hombrecito malcriado, metido más de una vez en Nápoles
en malos pasos, defensor de los Castro, de Chávez, de Maduro? El populismo histórico como el de la Italia del fascismo, como desde
la aparición en la escena pública de Argentina lo escenificó Juan Domingo Perón, guarda en su raíz
la negación de lo noble e
impulsa el más aberrante de los atavismos hasta convertir al obrero en lo más manipulable y peligroso: un fanático. Por eso precisamente el peronismo fabrica una
imagen manipulable del obrero mostrándolo como el descamisado sublime, el indio frente a
las castas blancas imperialistas, atacando
la belleza, lo aristocrático y hoy a los
“ricos” a nombre de la baba del bárbaro que ha perdido ya sus vínculos con el grupo
social al cual perteneció e idiotizado
por la prevalencia del odio termina convertido en una chusma informe. Recuérdese los rituales esotéricos
de López Rega. Lo que debió ser la construcción política de la clase obrera se
convirtió mediante la aparición de fuertes Sindicatos y de agresivos dirigentes sindicales con sus grupos de
matones como fuerzas de choque en una
turba movida al antojo por sus
dirigentes que mientras los descamisados reales
continúan hundiéndose en una estremecedora miseria ellos por su parte se han convertido en una élite de desapacibles nuevos ricos. En un esclarecedor análisis
sobre el Fútbol como alienación Juan José Sebreli predijo desde hace cuarenta años lo que el fenómeno de la alienación – o
sea pérdida de la consciencia individual- respecto al fútbol iba a implicar en la sociedad argentina en manos del
peronismo: ocupar el vacío dejado por la desaparición de la escala
de valores morales con el espectáculo de masas en que un juego nacido en los
potreros urbanos –aquellos que Borocotó
inmortalizó en sus crónicas- ha sido manipulado políticamente hasta
convertirlo en un espectáculo de masas tal como también lo vemos hoy en la mayoría
de las sociedades europeas. El Homo
Ludens tal como lo describe
Huizinga es aquel que juega por jugar y en este juego libre de imposiciones se descubre a sí mismo.
Borges fue y es perseguido
por el peronismo por el “delito” de no “escribir para el pueblo”, de ser un
“individualista” Fue incluso castigado
enviándolo a trabajar a la modesta biblioteca de un barrio de las periferias
donde respondiendo silenciosamente a esta tiranía de los ignorantes fue creando
su obra prodigiosa. Se lo acusó de anti-argentino, se logró que se le negara el
Nobel y hoy por encima de la farsa del populismo de los Fernández y Kirchner,
de la persecución contra el pensamiento libre y la cultura esta obra y esta
palabra nos recuerdan que frente a la
baba del populismo, el espíritu se
acrisola y fortifica en esa soledad sonora de que nos habla San Juan de la
Cruz.
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