SABER LEER ENTRE
LÍNEAS
Darío Ruiz Gómez
Creo, afirmo, que en
un mundo social en el cual ha desaparecido la imaginación es un mundo dominado por la inmediatez informativa,
por una autoridad deficiente y unas relaciones sociales
limitadas a lo más primario tal como hemos visto a llegado a suceder en
las sociedades dominadas por el totalitarismo comunicativo, por el consumismo, hipersensibilizados, como señala
Berardi, por una descomunal carga
continua de informaciones la
sensibilidad se atrofia : la lectura del mundo, la lectura de los rostros de la vida se reduce a lo que dice la aridez de una consigna, de un
spot publicitario. “El hombre, la mujer unidimensionales” llamó Marcusse a estos
indiferentes que rutinariamente cumplen sus deberes, que charlan con sus
amigos, saludan a sus hijos pero
desconocen el imperativo de defender los
valores sociales en peligro. Adam Smith afirmó la simpatía como reconocimiento
de los Otros. Pero aspirar a vivir en una
comunidad se ha convertido con la presencia
de falsos líderes en la muchedumbre
convocada por las redes sociales y que
se mueve o es movida según el sistema de
reflejos de Pávlov: destruyen
inconscientemente lo que les fastidia pero cuando despiertan “ya no saben lo que han destruido”. Por lo tanto es imposible
pedirles responsabilidades. Ninis, millenials, “desencantados” son ignorantes y ciegos porque lo único que “leen” es la
consigna sincopada que reciben a través del smartphone. La verdadera
lectura es un acto de imaginación, de afirmación de libertad. Al Librepensador se lo persiguió y persigue por afirmar su
soberanía contra el enjambre. La
incapacidad de transformar los hechos en
ficción en nuestros llamados “Cabezas pensantes” señala la prevalencia de una vida política incapaz de elaborar parábolas
necesarias que nos permitan contar con una indispensable imaginación moral. Llegamos a intuirlo en momentos como los actuales cuando
percibimos que la justicia es ciega ya que quienes están encargados de impartirla están obnubilados frente a la verdad, incapaces , desde su
medianía profesional de hacer un juicio donde se distinga a las víctimas de los victimarios. ¿No son estas las argucias de la JEP, de
nuestras Cortes al convertir la Justicia en espectáculo y de este modo
facilitar el equívoco jurídico?
Leer una ciudad es
saber leer aquello que las voces, las
presencias de sus habitantes vivos o muertos han impreso en espacios que han
sido consagrados por esas historias intangibles que el
funcionario o el “urbanista” académico son incapaces de leer. Leer una mirada es saber leer lo que no puede
ser dicho con palabras, o el amor o la amenaza constataciones que solamente la
imaginación logrará restituir negando la indiferencia de los jueces, su
incapacidad para leer en el rostro de los humillados la verdadera dimensión de
la tragedia de un país. Contar huesos no
es reconocer la violencia ejercida contra las víctimas, no es leer lo que esos
huesos separados de sus espacios sagrados han llegado a significar como injusticia. ¿No sabemos ya
lo que las supuestas “confesiones” de un
delincuente como Lozada pretenden como encubrimiento de la verdad y como
trabajo a sueldo para los verdaderos autores de los crímenes que se atribuye? ¿No es necesario leer con rigor aquello que entre líneas señala la carta de Romaña contra sus excompañeros de fechorías? He aquí el
ejemplo para que nosotros aprendamos a leer
entre líneas lo que se está tramando detrás de una justicia espectáculo:
“Comienza para Argentina la noche más
oscura de su historia” ha dicho J. J Sebreli al conocer que la Fernández
Kirchner y su revanchismo populista se ha apoderado de la Corte Suprema y de
todos los jueces para lograr su objetivo de borrar los delitos comprobados que
se le imputan y dar inicio a una nueva era de corrupción y matoneo.
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