jueves, 28 de mayo de 2020

LA INFANTILIZACIÓN DE LOS ANCIANOS / Darío Ruiz Gómez





LA INFANTILIZACIÓN DE LOS ANCIANOS

Darío Ruiz Gómez 

La decisión de aprovecharse de la amenaza del coronavirus para ejercer por parte de distintos gobiernos  un control sobre los ancianos y ancianas dejándolos de últimos en la salida del confinamiento está dando motivo para respuestas directas como la de la Asociación de Ancianos y Ancianas de Europa que denuncian abiertamente esta exclusión extraña por demás y que bajo el lema de proteger a “nuestros ancianitos  y ancianitas” lo que está mostrando una vez más es la entronización del seudolenguaje  de la llamada “hipócrita cortesía” de los gobiernos.  ¿En qué momento se empieza a ser anciano? ¿No hay personas que una bobería congénita les lleva prematuramente  a la senilidad?  Hay políticos que tienen una edad cronológica de cincuenta años y una edad mental de un adolescente de catorce años ¿Qué decir de López Obrador o de Bolsonaro, de Maduro? Ese corte vertical que deja a los ancianos(as) en condiciones de niños viejos  y sobre todo de minusválidos  mentales está desnudando sus verdadera finalidad  y sobre todo lo que políticamente implica el concepto de confinamiento porque si admitimos que la pandemia continúa  arrasadoramente causando miles y miles de muertos y es necesario  seguir tomando medidas sanitarias urgentes como el permanecer en casa, como el lavarse continuamente las manos y estar atento al distanciamiento social también lo es que un confinamiento prolongado lleva al ablandamiento de la capacidad crítica o sea a volver sumisa  a toda la población bajo el sofisma de que prolongar  el confinamiento   se hace para salvarlos  a pesar de que “algunos aún sean creativos ”. Esta aberrante manipulación   presupone que ningún anciano(a)  cuenta ya con la capacidad moral de responder por cada uno de sus actos a pesar de ser profesionales en plena producción. ¿Se imaginan a un genio como  Sthepen Hawcking  postrado por una enfermedad degenerativa que lo dejó sin movimiento, sin habla,  sometido al trauma que supone  un aislamiento  caprichoso?  Lo que fue una medida racional de prevención puede convertirse en un confinamiento arbitrario, en un desafío a la libertad personal – caso de Pedro Sánchez- que constituye un desconocimiento craso de lo que supone la Sanidad  en una democracia, medida que  se ha impuesto  en muchos países como España después de la muerte en residencias de 17.760 ancianos(as) por falta de prevención y que ha servido para que se abran algunos interrogantes  sobre la situación de los ancianos(as) , preguntas  que  con urgencia  tenemos que hacernos   en  Colombia donde diariamente son abandonados  por su familia decenas  de ellos  en las calles o abandonados  “por su bien”  a lujosas residencias donde la soledad los espera. ¿Qué  sucede al interior de nuestros asilos municipales pero también en el interior   de residencias privadas de altos costos? Convertidos en un cero a la izquierda ante la economía, en incómodos sobrevivientes de la edad de la razón ante una juventud marcada ´por el engaño  tecnológico y la ausencia de memoria, en medio de las ruinas prematuras del vacío existencial a que nos ha abocado la pandemia, la imagen del anciano (a)  ahora en el desescalamiento,  surge inesperadamente, como he señalado,  para establecer frente al caos político,  paradigmas y valores  cuya desaparición ha sido la causa de estar abocados a vivir en  lo peor gracias a políticas irracionales.

Vigilar y castigar porque la medida que, repito, en principio se tomó en beneficio de cada ciudadano(a) hipócritamente  se puede convertir en el atropello a mis  derechos  o sea  en vigilancia autoritaria y no consentida: la familia ha salido del hogar  y los ancianos(as) son castigados negándoles el mayor bien: los espacios de la amistad, los espacios de la conversación y los amigos.   

miércoles, 27 de mayo de 2020

LOS HIJOS DE LA REVOLUCIÓN / Darío Ruiz Gómez




LOS HIJOS DE LA REVOLUCIÓN
Darío Ruiz Gómez

Al ver perorar estos días a los Congresistas de la llamada Oposición  hasta  convertirse en energúmenos vociferantes pidiendo una vez más la condena de la cúpula militar acusándola  de las chuzadas  que “ofenden su derecho consagrado a la intimidad”, tuve la impresión de sufrir un dejá vu, la impresión de sentir que ya anteriormente  había  visto esa escena con los mismos gestos, con las mismas frases o sea sin incorporar  ningún argumento necesario  sobre Márquez, Pablito, el Cauca. La paramnesia, pienso, trae al presente algo que inconscientemente tratábamos de no  recordar.  Si la  versión original pudo tener algún sentido la que se repite no tiene sentido alguno, es un disparate ejecutado por actores de repuesto, sin la atmósfera debida ya que como lo dice Marx la historia se presenta primero como tragedia y en segundo lugar como parodia y si antes el protagonista  fue el revolucionario genuino ahora es un conspiradorcito el que actúa. Una cosa es el revolucionario que fue capaz de dar su vida por imponer a lo que consideraba el pueblo explotado su terrible dictadura –como la historia vino a demostrarlo- y otra el lamentable seudorevolucionario que jamás se sometió a las rudezas de las selvas, al hambre y las heridas, al fragor de los enfrentamientos bélicos, a quedar baldado o loco ya que, siempre permaneció en la comodidad de las ciudades o de las universidades y que formados en Moscú, París, Praga, Londres como sucede con Iván Cepeda y con los hijos de Reyes que ahora son franceses  solo conocen de paso la realidad colombiana. Leí alguna vez la crónica de un periodista europeo sobre algunas familias de dirigentes de las FARC residenciados en Suiza en lujosos palacetes y que  desconocen  la realidad colombiana donde sus padres  se habían lanzado a una lucha violenta  con el apoyo económico y doctrinario de  la Unión  Soviética. Una investigación sobre colombianos en los archivos de la Unión Soviética detalla exhaustivamente los nombres de quienes estuvieron estrechamente ligados al proyecto de impostar en Colombia el modelo de la llamada revolución marxista-leninista. El investigador que ahonda  sobre estos aspectos que son historia verificable y que inciden directamente sobre la actualidad de la justicia no está haciendo “anticomunismo” como lo suelen calificar los “intelectuales” de izquierda, sino, tratando de buscar objetivamente los puntos de partida de lo que han significado sesenta años de violencia guerrillera  y del alcance ideológico que  supone el llamado acuerdo de Paz y la tarea que les corresponde a quienes supuestamente abandonaron la lucha armada para entregarse de lleno a la verdadera construcción de la paz bajo otros parámetros políticos.

¿Dónde están los estudios de los miembros de la Oposición sobre el porvenir del campesinado, de los bosques y ríos, el problema de la vivienda? ¿No dejaron abandonados en los campamentos a sus hoy exguerrilleros? De Iván Cepeda quien visitó sindicalistas norteamericanos,  recorrió  las cárceles del país, y a quien La JEP no le ha pedido una sola declaración,  la ciudadanía  esperaba argumentos y argumentos,  un programa de vivienda  rural y urbana, un programa sobre  la construcción de una nueva democracia con Londoño y Lozada y no un hombre dominado por una ira insana de querer que la historia del conflicto se escriba como él quiere, que las verdades sean las que él escoja olvidando que la historia no son unos archivos sino un acto de imaginación moral donde por encima de Tribunales de ocasión  las víctimas recobran lo que se les está negando. Verlos gritando en manada, repitiendo los mismos clichés, esperando la información secreta que algún periodista les brinde para seguir inventando un nuevo escándalo,  no fue  la tarea  que para afianzar la paz les sigue exigiendo el país a quienes se han convertido en portavoces de nada..  

lunes, 18 de mayo de 2020

Edgar Jaime Isaza Isaza, arquitecto diseñador de la U. de A.

Edgar Jaime Isaza Isaza, arquitecto. (Babel)
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Edgar Jaime Isaza Isaza, arquitecto, 
uno de los diseñadores de la U. de A.

Víctor Bustamante

Sí, la ciudad mirada a lo lejos, desde el cerro Nutibara, construida cada año donde arquitectos de diversas escuelas la han definido. En las fotos de 1920 la línea del paisaje solo con las iglesias, o los edificios alrededor del Parque de Berrío, concentrados, y, luego, con los años el Centro ya con otro panorama donde las iglesias quedaron ocultadas y los edificios de los arquitectos anteriores casi perdidos. Así Medellín. Desde cualquiera de sus cerros, algunos dicen tutelares, y ahora desde sus edificios, perturba la imagen en su interior lo que podría llamarse el Centro Histórico, eso sí con seriedad no con la improvisación y desfachatez con lo que se le nombra.

Pero en ese perfil que miramos a lo lejos, perduran casi escondidos los aportes y riesgos de Juan Lalinde, Crosti, Carré, la religiosidad de Buscaglione, Antonio J. Duque, la inmensidad de lo creado por los hermanos Rodríguez, Enrique Olarte, las casas de Carlos Arturo Longas, la fortaleza y misticismo de Goovaerts. La otra oleada que llega con las líneas rectas y las indulgencias de Ignacio Viera. Federico Blodek, Federico Vásquez y Alberto Dotheé; otra ciudad.

Ahora la definen los aportes de Fajardo Moreno con el Coltejer, y Laureano Forero, la elegancia de Eduardo a Arango, y en lo alto la estafa de la Biblioteca España con el fantasma de los reyes Juan Carlos y Sofía, y la foto buscada con ellos para la alabanza y el olvido. La otra oleada con el controvertido e ilusorio camino del Leed Platino de Carlos Julio Calle, Carlos Eugenio Calle y Marco Aurelio Baquero en el edificio inteligente de EPM, el Teatro Metropolitano diseñado por Oscar Mesa y lo construyó Arquitectos Limitada y el Banco de Colombia. Dice su portal: “IA Interior Architects, Studio Sur suministró los servicios de arquitectos con licencias registradas en Colombia y las firmas locales AIA y  Convel llevaron a cabo el diseño de exteriores. Así Medellín.

Sí, también la ciudad a lo lejos destruida con pragmatismo, y brutalidad, cuando la piqueta acaba con las referencias y no es la nostalgia sino la presencia y el reclamo a los arquitectos que la crearon, que diseñaron cada una de sus siluetas en cada década. Ante ese desafuero solo quedan los talentosos fotógrafos, la literatura que miró a la ciudad y solo una película. Así Medellín.

Camino, caminamos por lo que un tiempo después los pasillos de lo que será Guayaquilito junto a las cafeterías, lo que sería la Plaza Barrientos, por el Aeropuerto, y a pocos pasos nada menos que el costillar de lo que será la Biblioteca Central. Aun no existe la escultura, El hombre creador de energía, de Arenas Betancur, símbolo de la universidad, y el maestro Pedro Nel aún no ha comenzado a pintar alrededor de la biblioteca su fresco. A su mural el maestro le había dado un título severo, muy existencial, "La lucha de la vida y la muerte", y luego como ocurre en la ciudad, otros le darían otro título: "El hombre ante los descubrimientos de la física".


Cierto, la magnificencia de esta obra, de esa ciudad universitaria apenas se haya en construcción, miro absorto, los edificios que se levantan, la piedra traída de El Hatillo dispuesta para forrar las columnas. Los materiales utilizados arcilla, el ladrillo, el concreto, la teja de barro, le daban esa cercanía con los materiales del territorio.

luego salimos a la otra calle, por la salida de lo que ahora es el Planetario, que conduce a lo que luego será el estadio de fútbol Cincuentenario, ahora una manga donde voy con los jugadores de la Selección Barbosa a jugar un partido programado por la Liga Antioqueña. Muchas veces repetimos esa caminada a ese lugar; simple bajábamos ahí en la glorieta de Carabineros y, luego, atravesar el puente de Barranquilla, más arriba cruzar el campus que aún no era el campus sino la ciudadela en construcción.

Entre esta primera visión de la ciudad universitaria, llega mi estudio de dos años allí, súper desubicado como siempre, queriendo ser escritor, sin saber cómo serlo , pero allí me di cuenta de la diversidad de creencias y de ideologías, me di cuenta de mirar el cine desde otro aspecto, y mi camino empezó  torcerse por ese lado, me gustaba más la calle para poder capturar la vida que fluye, pero siempre he amado este espacio por la posibilidad de saber que existían otras personas, soñadores y llenos de desafíos, de utopías, en un afán de cambiar el mundo desde diversas perspectivas. Es más, a este espacio, la ciudad universitaria de la Universidad de Antioquia, le he dedicado un libro, que es una quimera, la mayor utopía y una memoria: Amábamos tanto la revolución que era el mayor reto a los estudiantes que deseaban y soñaban cambiar el mundo heredado por uno mejor. Pero es cierto eran solo sueños, ya que en muchos casos la madurez los desmorona. Ese sueño quedó despedazado cuando a la salida de una manifestación con incendio de bus a bordo en la esquina de Barranquilla, el líder, el oráculo, el que hablaba más que nadie con su retórica de cartón y babas, Amílcar Acosta, decidió tomar un taxi e irse para su casa, orador incendiario en las asambleas, pero un cobarde total y un indigno. Si lo escribo es porque yo iba a su lado. A los que se despedazaron por sus discursos, muchos de ellos se quedaron con sus utopías llenas de vidrios rotos y en las calles, y en las aceras esperando la llegada de la revolución, mientras el líder con su labia, llegó a ser ministro y olvidó sus utopías que eran su maquillaje. Na-da. 



  
Pero ahora no voy a referirme más a esta novela, sino a la caja de sorpresas que entrega el azar. Alguna vez, hace un año, conversando en su oficina del edificio La Ceiba con Joaquín Esteban Rojas me comentó que conocía a un arquitecto que pertenecía a la junta directica del mencionado edificio. De una me entró la curiosidad por conocerlo, Joaquín suponía que era uno de los constructores de este edificio, ya que era una persona mayor. Varias veces conversamos sobre la posibilidad de conocer al arquitecto, hasta que por fin se dio la posibilidad en el mes de febrero de este año.

La cita se concertó para un miércoles a las tres de la tarde y henos aquí con Joaquín subiendo el ascensor del edificio La Playa, ahí en la esquina de la Playa con la Oriental. De algo estaba seguro el mencionado arquitecto nada tenía que ver con la construcción y el diseño del edificio La Ceiba que es toda una referencia citadina. Pero esta conversación depararía una sorpresa. Así es Medellín no recuerda a sus gestores, en ese espacio siempre de un presente perpetuo. La eterna ciudad que quiere verse siempre nueva como la ha definido Luis Fernando González.

Ya ubicados en la oficina del arquitecto Edgar Jaime Isaza Isaza, él comienza a relatar sobre su vida inicial en Prado alto y luego en Palacé con Moore. Ese Prado donde aun perduraba cierta elegancia y cierto matiz de ser el barrio de personas adineradas. Donde la fastuosidad de sus fachadas y la elegancia en sus interiores daban ese toque de ser algo así como un barrio europeo en las extrañas mismas de la ciudad, y, además, define el rastro y la presencia de algunos arquitectos creadores. Él Comienza a estudiar arquitectura en la UPB en 1957 siendo decano de la facultad Antonio Mesa Jaramillo, que había sido su profesor recién llegado de Bélgica en Materiales de construcción. Todo un humanista y escritor que pese a haber diseñado arquitectura religiosa, pero al escribir un artículo “Cristianismo de pandereta”, fue echado de la UPB, debido que él no creía en ese cristianismo que desde las mañanas interrumpía con los canticos por la calle. Mesa creía en una espiritualidad más propia y de más recogimiento. De ahí él se fue como decano a la Universidad de Antioquia a Estudios generales.

Mientras afuera en la calle en la Medellín de 1961 se hacía una larga fila de dos y tres cuadras para comulgar, ya el Nadaísmo afilaba sus uñas y sus diatribas. Desde el Metropol su estado mayor se reunía para buscar otras actividades del espíritu, lejos de la Santa Misión que había llegado con 180 curas a adoctrinar a Medellín en colegios escuelas, universidades, sindicatos, prostíbulos, y que cerraría con un acto multitudinarios con procesión a bordo en el estadio Atanasio Girardot.

El arquitecto Isaza Isaza, era muy cercano en la UPB, a Jorge Velázquez Ochoa vice-decano, y a los arquitectos: Augusto González, Raúl Fajardo Moreno y César Valencia. Cuando Edgar Jaime trabajó en Planeación, conoció allá a Ignacio Vélez Escobar, líder en el proyecto para construir la nueva sede de la Universidad de Antioquia. Ignacio Vélez Escobar era el gobernador de Antioquia en 1961 y luego el rector de la Universidad de Antioquia durante los años 63 y 65. Edgar Isaza tuvo el grupo Habitar con Antonio Mesa, César Valencia, Augusto González y Jorge Velásquez Ochoa, empresa de planificación y urbanismo. Años más tarde Edgar Jaime Isaza trabajaría en Oficina de Planeación Municipal.

Y la sorpresa en este diálogo es saber que él ha participado en el diseño de la Universidad de Antioquia junto a otros arquitectos: César Valencia Duque, Juan José Posada, Raúl Fajardo, Ariel Escobar y Augusto González. Me quedo aún más absorto debido a la complejidad para construir ese lugar, a su espacialidad, a su paisaje interior.  La ciudad universitaria se convertiría en sinónimo de lugar no solo para iniciar una carrera universitaria sino para la experiencia vital de cada generación de estudiantes que inician allá su periplo por la vida. El campus eje central para esas vidas que llegan allí y se entrecruzan. Para ello, los diseñadores, dispondrían de una gran oficina con cierto encierro creativo en el Paraninfo para que se dedicaran de lleno a la proyección, planeación y diseño del futuro campus, para ese proyecto se desalojaría Estudios Generales, poco a poco también empezaría a perder el Centro su vida universitaria, y el casi desmoronamiento del Paraninfo, eso sí trajo la posibilidad de construir en su lugar las Torres de Bomboná.



La ciudad en su dinamismo extiende sus fronteras y las ocupa, en el terreno considerado un lodazal donde se trasladaría la Universidad de Antioquia. Leopoldo Longas Chica, hijo de Carlos Arturo Longas, colaboraría como dibujante, mientras Arenas Betancur en su taller del barrio Sevilla, detrás de la Facultad de Salud Pública ideaba entre armazones de madera sus dos esculturas para la Universidad. Los arquitectos con su cercanía a Pedro Nel Gómez asistían a su palacete en Aranjuez a conversar sobre la vida universitaria pero también a idear una tertulia posible.

Ignacio Vélez Escobar, gestionó préstamos con el BID, y, así mismo, creó la Oficina de Planeación de la Universidad de Antioquia dirigida por el arquitecto César Valencia Duque. Valencia Duque había sido el primer director de la Oficina de Planeación Municipal, y antes del Plan Regulador de Medellín recomendado por Wiener y Sert. El arquitecto Raúl Fajardo Moreno dirigiría el Plan regulador de Medellín en 1962-64. Ya con su oficina de arquitecto construiría el colegio de San Ignacio y el Liceo antioqueño y ganaría unos 21 concursos de arquitectura.
Entre los fines del 1964 e inicios del año 65 debido a una beca financiada por la Fundación Ford, Edgar Jaime Isaza con los otros arquitectos, César Valencia Duque, Juan José Posada, Raúl Fajardo, Ariel Escobar y Augusto González, viajaron a Estados Unidos y a Méjico para mirar los diseños de diversas ciudades universitarias en esos países, y así ambientar ideas para el diseño de la Universidad de Antioquia.

Comenta el arquitecto Ariel Escobar Llanos como la ciudad universitaria está diseñada para que el ágora, plaza mayor sea un lugar alrededor del cual están las otras dependencias de la ciudad como una reminiscencia de la distribución de los planos españoles, el bulevar, sería la calle real, como vía principal desembocaría a l monumento de Arenas Betancur. Pero y ese, pero es una reflexión el uso popular llamaría a uno de esos bulevares el que va directo a la Biblioteca central, Guayaquilito, y al otro bulevar el que va directo a la escultura de Arenas Betancur, Hello Kitty y a la plaza mayor, al ágora, nada menos que la Plaza Barrientos debido al asesinato ocasional de un estudiante ya que él no era de ninguna tendencia, me refiero a Luis Fernando Barrientos herido por error un agente del DAS en la entrada de la esquina de Barranquilla. 

Ariel Escobar no olvida a su maestro: Antonio Mesa Jaramillo: “Él nos impulsó a la búsqueda de una arquitectura que tuviera un sabor propio y una respuesta concreta a los problemas nuestros”. Por supuesto que los que sí olvidaron la contribución de estos arquitectos de la UPB, fueron los mismos estudiantes y algunos profesores, que cuando fue cerrada la Facultad de Sociología en la Universidad de Antioquia con sus profesores, marxistas de ocasión y de escritorio, confesionales, casi religiosos en la otra orilla, iban a sabotear las clases de los profesores serios, taciturnos y de cachaco por provenir de esa universidad que les recordaba a todos la sotana y el bonete de Moncho el rector de la UPB.




Esta tarde hemos conversado con el arquitecto Edgar Jaime Isaza que también estuvo presente en la construcción de la Avenida Jorge Eliecer Gaitán, pero por esos vericuetos del gusto popular la llamarían la Avenida Oriental. El Centro Histórico así se tornó indiscernible para José Luis Sert, le parecía inconcebible en la década del 70, cuando visitó Medellín, y se sorprendió al permitir el paso de una autopista por el Centro de la ciudad.  También el arquitecto Edgar Jaime Isaza participaría en las decisiones para la construcción del metro y estaría presente en los debates sobre el paso de este por el Centro de la ciudad. En esta conversación él da sus razones para el cambio del trayecto que antes consideraba su paso bordeando la orilla del río. Además, en sus ejecutorias, Édgar Jaime, participaría en la construcción de la Universidad de Medellín y otras entidades educativas en Medellín y en el país.

Al salir caemos en cuenta de algo, hemos escuchado la memoria de una persona que nos ha ilustrado sobre la memoria reciente de Medellín. Esa ciudad que se despernada no solo hacia el resto del valle en ambas direcciones, ahogando los pueblos cercanos, asume las montañas mismas, buscando otros espacios, otros límites. Así Medellín.

BIBLIOGRAFIA:















martes, 12 de mayo de 2020

FERNANDO DE SZYSZLO Y SU PASO POR ESTE MUNDO / Carlos Alfonso Rodríguez

Fernando de Szyszlo (BABEL)



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FERNANDO DE SZYSZLO Y SU PASO POR ESTE MUNDO

Carlos Alfonso Rodríguez

Desde la época de José Gil de Castro (Lima, 1785-1841) y de Pancho Fierro (Lima, 1809-1879), nacidos en la tres veces corona villa, cuando todavía esta ciudad era la capital de la Nueva Castilla, y bajo el gobierno de la corona española. Por coincidencia ambos pintores de origen afrodescendiente, pero en el caso de Pancho Fierro, fue un caso mucho más dramático pues fue hijo de un sacerdote y de una esclava. Mientras tanto en el Cuzco, se desarrollaba la denominada escuela cuzqueña con sus respectivos personajes y representantes.  Con el tiempo aparecen en el escenario pictórico peruano: Ignacio Merino (Piura, 1817-1876); Francisco Laso (Tacna, 1823-1869); Daniel Hernández (Huancavélica, 1856-1932); pero ya estos eran tiempos de la República y de algunas libertades. Hasta llegar al siglo XX en donde se registran nombres como los de: José Sabogal (Cajamarca, 1888-1956), Camilo Blas (Cajamarca, 1903-1985). Luego en las montañas peruanas el gran pintor César Calvo Araujo (Iquitos, 1910-1970) llenaba ese espacio con su profunda y vernácula obra. Juan Manuel Ugarte Eléspuru (Lima, 1911-2004), Teodoro Nuñez Ureta (Arequipa, 1912-1988) y en los médanos, arenales, oasis y paracas del sur nace Sérvulo Gutiérrez (Ica, 1914-1961), éste último logra convertirse en el más mediático del momento por la relación que mantuvo con la prensa y con Doris Gibson, directora entonces de la Revista Caretas. Pero es en definitiva con la generación de artistas encabezados por Fernando Szyszlo (Barranco, 1925-2017), que se logra una verdadera trascendencia, relevancia y denominada internacionalización por sus innovaciones creativas que causarán un buen impacto en la vida cultural, con sus exposiciones y con su frecuente presencia en los medios. Precisamente, en ésta generación se encuentran maestros como Víctor Humareda (Puno, 1920-1986), Tilsa Tsuchiya (Supe, 1924-1984), Armando Villegas (Ancash, 1926-Bogotá, 1913), Alfredo Ruiz Rosas (Lima, 1926-2002) y Alberto Quintanilla (Cuzco,1934- ), en donde como puede notarse por sus orígenes natales se manifiesta una suerte de descentralización del arte pictórico y una gama diversa de referencias, que ya se venía configurando por regiones, espacios y lugares de nacimiento, produciendo un nuevo panorama pictórico y un mapa geográfico cultural que se desbordaba de sur a norte, y del pacífico al oriente. 

Fernando de Szyszlo, empieza a estudiar Arquitectura en Lima, pero luego se traslada a la facultad de Artes Plásticas de la Universidad Católica de Lima, que en esos tiempos contaba con el aporte pedagógico del pintor y vitralista de Adolfo Winternitz (Viena 1906-Lima 1993), quien contribuirá al desarrollo de su vocación artística y creativa de manera decisiva e importante. El joven artista se casa con la joven poeta Blanca Varela, con quien se conoce en el tradicional barrio limeño conocido como Santa Beatriz, que estaba rodeado de casas construidas con estilos afrancesados con amplios jardines, balcones y patios solariegos, en donde ambos vivían bastante cerca, eran vecinos. Por lo cual se amistan, se atraen, se quieren, se casan y se van a vivir a París, muy jóvenes, muy locos y bastante decididos, allá logran contactarse con André Bretón y el movimiento surrealista y conoce de esta manera el denominado “abstraccionismo” que lideraba Kandinsky, y se entusiasma con esa corriente pictórica, porque prevalecía en aquella pintura la búsqueda incesante de la forma y el color; pero él a esa tendencia artística europea le agrega el potencial artístico que yacía en el arte precolombino, en especial en el arte de las viejas culturas del sur del Perú: Paracas y Nazca, que son culturas pre-incas, ubicadas en el departamento de Ica, precisamente tierra de la madre del pintor, que era hermana del poeta Abraham Valdelomar (Ica 1888-1919). Pero Fernando de Szyszlo, no buscaba solo lo folclórico ni lo efímero, sino más bien lo exótico, lo trascendental, la magia del color. Por lo que se puede decir que generó una fusión, un sincretismo y una novedad en su propuesta, ya lo había dicho con gran énfasis Armando Villegas: “Solo el conocimiento es capaz de lograr la innovación”. De esta manera ésta célebre generación abre las puertas a la pintura peruana que se hace más visible en el mundo, también bastante más apreciada, que demuestra que solo la investigación es el motor de la creatividad. No deja de ser casual la relación que el maestro Fernando de Szysyzlo tuvo con la literatura desde siempre, incluso llega a ser bastante pasional, porque el tío Abraham Valdelomar, que fallece cuando él tenía 6 años de edad, habitaba en su casa a través del profundo pesar de su abuela que lo tenía presente por medio de los recuerdos ante su prematura muerte, y también a través de los testimonios de su madre. La muerte del tío artista se convierte en un antecedente,puesto que también hereda la biblioteca personal. 
                                                    
La primera esposa del pintor fue la connotada poeta Blanca Varela, pero la literatura ya estaba presente también por medio de esas primeras lecturas que hace desde niño y adolescente en donde tiene a Verne, Proust, Alejandro Dumas, Rilke, Malraux, César Vallejo, Georgette Vallejo, Emilio Adolfo Whesphalen, Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, entre otros. Existe una fotografía en donde se encuentra con Guillermo Cabrera Infante, Damián Bayón, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa que se encuentra en el único libro que publicó: Una vida sin dueño (España, 2017), en donde se explaya contando sus historias más íntimas y profundas, en donde también responde a muchas preguntas e interrogantes, como también a la posibilidad de haberse quedado en Europa, y tener mucha más fama, reconocimiento y dinero: “En Perú tengo todos mis vínculos y creo, como Unamuno, que la única manera de expresarse es de local a universal. Tener raíces profundas es lo que siempre he buscado. No he buscado tener éxito, aunque lo he tenido, y no he dependido de nadie y eso es tener mucha suerte.” 
  
Hay una generación de pintores que es posterior a la generación que surgió en los años cincuenta, en donde se encuentran nombres como Carlos Enrique Polanco, Ciro Madueño, Carlos Alberto Ostolaza, Hugo Huerto Wong, Cristián Bendayan, que directa o indirectamente resultan depositarios y beneficiarios de la generación encabezada por Fernando de Szysyzlo que entre otros pergaminos tiene el haber incursionado en la política activa al haber participado en lo que fue la campaña a la presidencia de la República del laureado novelista Mario Vargas Llosa, aunque siempre a preferido autodenominarse o definirse políticamente, como un liberal de izquierdas.

A mediados de junio del 2015 Fernando de Szyzylo realizó una gira a Colombia y llega a Medellín, en donde ofrece una conferencia magistral en el Museo de Arte Moderno de Medellín, luego presenta veinte nuevos cuadros en una sobresaliente exposición realizada en la Galería Duque Arango, en el Poblado, suscitando, motivando y satisfaciendo las más altas expectativas. Recuerdo haber estado presente en ese evento en donde a las siete de la noche corrió el rumor que se habían vendido todos los cuadros expuestos en ese local y empezó ipso facto una repentina celebración de la que participó el propio artista. Todos los actos y eventos en donde se presentó el gran maestro Fernando de Szyzylo en Medellín, fueron bastante concurridos y durante cada uno de ellos fue asediando tanto por la prensa, estudiantes, seguidores y colegas pintores; que era difícil entender si en verdad era un pintor o era una estrella de fútbol, o un cantante de rock, o un famoso youtuber. Antes de fallecer abanderado de múltiples reconocimientos el notable pintor alcanzó a dejar como una memoria viva y legado, ése libro autobiográfico en donde cuenta las anécdotas más remotas de sus amores, desamores, amigos de toda la vida como Octavio Paz, con quien tuvo una relación amical muy entrañable. Existen cuadros del artista que han trascendido fronteras como: Inkarri, La noche, El intihuatana, Trashumante.  Pero hablar de Szyzylo es también una buena oportunidad para contar que el movimiento pictórico actual de Lima, se encuentra en estos momentos bastante agitado por una generación de artistas que han dado vida a las galerías y espacios de arte en la ciudad, entre estos nuevos nombres se puede mencionar a Flori Bandini, Daniella Queirolo, Elia Amador, Rafael Moreno Lozano, Javier Arriola, Violeta Block, Rodolfo Zappino, Harold Wilson, Clavel Mena, Claudia Casusso Rocha, Pablo Huamaní Buleje, Joseph De Utía, Eduardo Cochachín, César Cáceres, Roxana Granda, Chanel Delfín, Rafael Guevara,  José Carlos Espinoza, José Saldarriaga, Miguel Ángel Velit, Fernando Alcócer y Mila Rispa.       


lunes, 11 de mayo de 2020

Poemas de Ana María Fresneda


 


Poemas de Ana María Fresneda

Pequeña sombra de un poema.


Le busco fondo a mi alma,
Mi espíritu no merece descanso,
Tengo que aprender a dominar mi jungla,
Convertir la selva en zoológico, pues,
Los animales que soy son salvajes y vulgares.
Que me parta un rayo y salga todo de una vez.
Me duele una pierna, se me quiere caer.
Doce horas sin sol y no he parado de llorar.
Estoy necesitando toda esta agua salada,
La que lloro,
La que sudo,
La del mar que lava las anteriores.
Es la mañana,
A esta hora todo parece un poco mejor,
Algo de aliciente,
Pero este sol de tonos rosas es el mismo que me dará sed más tarde.
Debo salir a intentarlo otra vez.
Le busco fondo a mi alma,
Mi espíritu no merece descanso.


Cuerpo, cáscara, cárcel.


Cárcel amada en que mi ser está obligado a vivir.

Sentirte y saberte mío, ha sido un camino lleno de aventuras,
que nos ha llenado de cicatrices.
Me miro en los espejos y no creo que sea este mi cascarón,
me miro en lo espejos y me maravillo de cómo funcionan.
Entiendo entonces cómo fue fácil para el colonizador engañar a mi ancestro.
En los espejos me miro y quiero ser vidriera.

Una gota de sudor se hizo despacio en mi frente,

así también soy afluente,
y en el recipiente que me contiene quiero estudiar geografía,
encontrar el río, ver las montañas que en mí no son tan altas,
sentir las lagunas, las tierras y las mangas.

Cárcel móvil que me lleva a todas partes,

que es frontera entre mi sangre y el aire.
Cárcel que con el tiempo se expandió y quizá se recoja cuando se aje,
que padece de la vista y camina con los pies hacia adentro,
que ahora más que cárcel es parque.
Cuerpo, piel, lo que se ve por fuera.
Cabeza, hombros, rodillas y pies, y ojos
y dedos, y pelos, y uñas con uñeros,
y orejas con oídos, y huesos,
más que nada huesos.
Cuerpo, tantos años,
de las que nos hemos salvado,
en las que nos hemos metido,
todo lo que nos hemos metido,
humo, cañas, polas, chicles,
porros, cumbias, gaitas y otras tantas cosas.
Cuerpo, tantos años,
y los que nos quedan.


ESCÁNDALO Y VERDAD / Darío Ruiz Gómez




ESCÁNDALO Y VERDAD
Darío Ruiz Gómez
La película de Polansky “El oficial y el espía” es una admirable revisión del célebre caso Dreyfus en 1898 que, como recordarán fue la injusta condena de un oficial del ejército francés de origen judío. Picquart  un oficial  va descubriendo que detrás de esta condena lo que hay es una  trama de corrupción de los altos mandos militares  y sobre todo de la justicia francesa, mostrando cómo la corrupción de jueces y magistrados lleva inevitablemente a la corrupción de la política en una sociedad que se fanatiza y cae ciegamente en el racismo. Esta insana rigidez jurídica parece anunciar  los tribunales que se darán después en la sádica “justicia revolucionaria” comunista. Picquart  quien fue en principio acusador  persevera sin embargo en la búsqueda del verdadero culpable de espionaje a favor de Alemania  y va poniendo al descubierto  hasta dónde conduce la separación entre el Derecho y la Ley, el peligro que trae  la búsqueda de la verdad para un ser honesto en medio de una justicia corrupta. La intervención de Emile Zola con su “Yo acuso” en el periódico “ La Aurora”  define  al primer intelectual moderno comprometido con la verdad sin manipulaciones ni tergiversaciones. En nuestra época Camus y Raymond Aron representan esta erguida posición intelectual ante las verdades fabricadas por el poder tenebroso del comunismo y del nazismo o cualquier  perversa ideología. Reclamar ahora una posición ética como las suyas en momentos en que la mercancía  ha  terminado por imponer sus propias  reglas  es pedir algo casi  imposible como lo demuestra  la proliferación del periodismo del escándalo, el desahucio de la verdad gracias al  divorcio lamentable entre  la  información y la opinión pública. La verdad es cauta, la verdad espera y por eso no condena de antemano. ¿Hace cuánto tiempo desapareció una conquista de la democracia como el Habeas Corpus o sea el derecho a no ser condenado sin haber sido escuchado previamente?  Cualquier institución del Estado como el Ejército está sujeta a ser investigada y enjuiciada si existen indicios de corrupción, brutalidad tal como se ha hecho. Pero otra cosa es la recurrencia al  linchamiento mediático que como denuncié a su tiempo  se está haciendo  a nombre de un llamado “Acuerdo de Paz”  cada vez menos transparente  y que  va mostrando fisuras irreparables. Recordemos que quien señala a otros se está señalando a si  mismo ya que ambos  están fatalmente  relacionados por  el mismo problema y van a ser juzgados por la misma justicia. ¿Cuál es entonces el papel del periodista que al reclamar su libertad como sagrada está negando la libertad del señalado a defenderse? ¿De cuál tipo de libertad hablamos? Lo dice Chul Han: “La política del espectáculo es una política del vacío de comunicación” pues el señalado ha sido previamente reducido a la condición de un ser sin voz.

Parece como si la figura del Fiscal Montealegre  pareciera  emerger  continuamente  de un film de terror: la llamada “Operación Ándrómeda” supuestamente  proyectada  según él para “chuzar y boicotear  las conversaciones de la Habana”. La fulminante destitución  de la mejor oficialidad de la inteligencia del Ejército se repite sin que se haya dado de  por medio un juicio objetivo. La denuncia  hecha recurriendo previamente al escándalo carece de la objetividad informativa que  busca la verdad o sea a la  necesaria reflexión después de escuchar los descargos de los señalados. Por defender la libertad de expresión y un periodismo libre y no manipulado Camus fue perseguido con la sevicia propia de los verdaderos enemigos de la libertad.  Pero la pregunta  es ¿Cuál  es el topo que está permitiendo  acceder  al periodista a unos archivos  secretos del Ejército? ¿Qué busca la CIA? ¿Qué diferencia hay entre chuzar un teléfono y escribir un perfil? Esta metodología de investigación la aprendí, queridos lectores(as)  en las novelas  de  Jhon Le Carré.   

LA CIUDAD COMO UN NO LUGAR / Darío Ruiz Gómez





LA CIUDAD COMO UN NO LUGAR
Darío Ruiz Gómez
 En el confinamiento   hemos sido  abocados a compartir  una cotidianidad enfrentando  a los demás  ya que cada miembro de la familia  ha creado  su propio uso del tiempo,  su propio uso de los espacios de la casa, los niños que salían temprano  al colegio, el padre que regresaba tarde y apenas fugazmente los fines de semana podía la familia coincidir, intercambiar palabras, dejar de ser los fantasmas que habían sido, para entrar de nuevo el lunes en la implacable dominación de un horario inhumano, cerrando los ojos ante lo que puede suceder en una ciudad que se  ha precipitado en el caos, y donde nadie está seguro de nada, ni siquiera de regresar a casa. En un vértigo de accidentes, atracos, hordas de mendigos, niños perdidos, ruinas de edificios abandonados las imágenes no pueden tener continuidad alguna, fracturadas, machacadas sólo permiten que tengamos una visión histérica y transitoria de la ciudad. De esto nos estamos dando cuenta. Como no hay planeación alguna de los territorios todo ha quedado en suspenso o listo para ser arrasado por el viento compulsivo de la incesante violencia de todos los días, de manera que ninguna ley parece oponerse a este asalto de la fealdad, de la mugre, de los burdeles disfrazados, del licor adulterado ya que este puñetazo visual es la certificación de la destrucción urbana, del  haber llegado a ser  una versión más – Tijuana, Sinaloa- del escenario de las Sin City  tal como genialmente  las describen  Frank  Miller, el Nolan del mejor Batman. ¿No estaba sometida la ciudad a vivir bajo un manto de goteante grisura donde las mortecinas luces de los barrios en las laderas de las montañas semejan la niebla de nuestra propia versión de esas urbes en ruina en las ficciones  de Ballard donde presuntuosos edificios levantados  a nombre de un afrentoso despilfarro van a entrar también gracias a una crisis brutal de la economía en una ruina adelantada? ¿Cuántos cadáveres se recogen en las calles cada mañana? Entre las tinieblas de las callejuelas se disimulan  los más sanguinarios enemigos en una ciudad que ha perdido su Centro, su pasado humano y ahora está  sometida a las fuerzas del Mal. La parábola  implícita en esas  distopías  brota de la comprobación de que este proceso de degradación urbana donde la delincuencia termina por apoderarse de los escenarios de la ciudad, solamente la ficción puede hacérnosla ver con sus relatos para que comprendamos en su verdadera dimensión lo que supone el peligro de abandonar a los ciudadanos cuando aún es tiempo de reaccionar. ¿Y los llevados a la ruina económica? ¿Y los que han quedado perturbados mentalmente?

¿Qué sería entonces de una ciudad donde la violencia y el avance de las ruinas van destruyendo la topografía de los afectos, la ciudad de los niños, los lugares  y los recorridos consagrados ya que a pesar de este intermedio de aparente expectativa impuesto por la pandemia la ciudad sigue siendo víctima de las nuevas violencias y está desapareciendo como ciudad, víctima de un conflicto por los nuevos usos del suelo hasta llegar a ser lo que el antropólogo Marc Augé llama un No Lugar, es decir uno de esos espacios sin significado que aparecen en las ciudades modernas: ni en un puente peatonal, ni en un aeropuerto, ni en un centro comercial, ni en una vía rápida  podrían los ciudadanos(as) detenerse  y crear un lugar de encuentro ya que estos son espacios transitivos y ni siquiera en ellos es posible un saludo fugaz  porque la ciudad ha desaparecido.