lunes, 13 de abril de 2020

LOS ANCIANOS Y LAS ANCIANAS Y EL EGOÍSMO SOCIAL / Darío Ruiz Gómez



LOS ANCIANOS Y LAS ANCIANAS Y EL EGOÍSMO SOCIAL
Darío Ruiz Gómez

“En un tiempo lejano”  así  comenzaban  los relatos  donde palabra, ficción y moral se fundían  y   que  el desamparado  ser humano  sacaba de su imaginación  respondiendo a la crueldad  de la  naturaleza   cuando  la tribu debía  acudir  a los más viejos para escuchar relatos llenos de  sabiduría  pues  sabían, sobre todo los más jóvenes, que estas parábolas  habían brotado del fondo de  las  respuestas a la adversidad  mediante las figuras  que ante la muerte  elevan las metáforas sagradas de  la oración, metáforas  que  se convertirán en herencia  viva para quienes inician  sus retos de vida.  Hay en la senectud de los grandes pensadores (as)  y creadores (as) un punto de intangible magnanimidad  solamente explicable por la visión de quienes convocando la belleza lograrían hacernos comprender que trascender la condición humana  únicamente  puede  hacerse  pidiendo  lo imposible, ver  el rostro de Dios, a quien – San Juan de la Cruz- nunca veremos sin embargo. Ya que como nos recuerda Norbert Elias, sabio maravilloso,  inevitablemente tendremos que abocar  lo que él llama la  soledad de los moribundos. ¿En qué momento  entonces los ancianos comienzan a ser excluidos de  las sociedades?  En el momento en que dejan de producir económicamente y deben dar paso a la fuerza productiva que se supone  incorporarán las nuevas generaciones  ¿Y el saber y  el conocimiento acumulados  en la experiencia de los adultos? La palabra jubilación pragmáticamente indica el aparente reconocimiento del derecho a un descanso después de largos años de trabajo en una empresa pero la pregunta es inevitable. ¿Se jubila el talento creador en un hombre o mujer a los cincuenta y cinco años? Baumam acaba de morir a los 91 años. ¿La clase obrera se limitó  a hacer un trabajo robótico o puede plantear con su experiencia un nuevo campo de trabajo para la economía de un país agobiado por el mal uso de las tecnologías en manos de bisoños? ¿De un trabajo alienante no se puede acceder a la libertad positiva de un trabajo liberador? Un ser humano, hombre o mujer que desapareció en la tarea mecánica de la burocracia no puede ser reconocido(a) en sus aportes a la jardinería, a  la cocina, a la ingeniería o la medicina? Claudio Magris  a propósito de Italo Svevo, el autor de “Senilitá” nos recuerda  que  hoy  los  verdaderos rebeldes son los ancianos(as)  ya que al  no tener  nada que perder pueden desafiar cualquier norma establecida por un régimen social para el cual es más importante una economía abstracta que sus vidas. De manera que cuando ante el Coronavirus tanto en España  como  Cataluña se ha elegido   prioritariamente dar  atención médica  a quienes  aún tienen “esperanza de vida”  o sea  a los jóvenes,  abiertamente se excluirá  a los  ancianos y ancianas que mueren -1165 en cinco días en Madrid-  en la soledad de las Residencias donde sus cadáveres deben permanecer en sus camas a veces durante varios días.  Escoger entre la economía o la vida es una supuesta aporía  al uso de mediocres  opinadores  que se valen siempre de frases de moda  para posar de profundos: la economía de los economistas es la de las ganancias  y no las de una nueva racionalidad que logre equilibrar el trabajo con el medio ambiente porque está la economía necesaria de los empresarios del gran capital pero también están las economías  agrícolas  campesinas, la economía manufacturera donde las clasificaciones por edad no existen. 

Un mecánico, un artesano, una modista, un campesino agricultor o pescador nunca se jubilan tal como lo estamos comprobando con la pandemia. Clasificar a los mayores de 70 años bajo el estremecedor rótulo de “sobrevivientes” tal como lo acaba de hacer la Oficina del Coronavirus,  a mis 83 años ¿Me ha irritado  por su burdeza o me ha llevado a confesarme a mí mismo que verdaderamente como decía Picasso para ser joven se necesita de muchos años? ¿Será incluida en el Plan de Desarrollo la necesidad del ocio para que el pensamiento nos libere? Una cosa es trabajar  y otra estar ocupado.

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