DISCREPANTES Y
TRAIDORES
Darío
Ruiz Gómez
Gastón
Llamazares fue hasta hace poco el máximo dirigente de la izquierda española
cuando aún era viva la presencia del viejo Partido Comunista. Con la consolidación
de Unidas Podemos se introdujo
frente al Partido de Pablo Carrillo algo inesperado: el populismo. De Marx se pasó
crudamente a la influencia de Chávez el dictador venezolano ya que los principales dirigentes
de Podemos Iglesias, Monedero, Errejón
fueron, con ETA, asesores directos del
dictador y con él llegaron a ganar mucho
dinero, insuflando en el primario tercermundismo bolivariano - tal como lo expliqué en algunas
ocasiones- las ideas de Laclau y Chantal Mouffe los filósofos del populismo
peronista. Y este populismo que es lo
contrario al marxismo genuino negó la transparencia, la responsabilidad ante la
democracia. Llamazares entró a la
disidencia pero ha seguido participando
activamente en el debate de las ideas
políticas que hoy agitan, gracias al oportunismo de Sánchez, la vida
política de España. Acaba de
lanzar su libro “La izquierda herida” una
documentada reflexión, entre otros, sobre el oportunismo, la deliberada ambigüedad
ética, o sea aquello que implica la inesperada llegada al poder de Unidas Podemos. “La van a pasar
canutas. Se han criado en una cultura política en la que quien discrepa es un
traidor” ha dicho. El cerrado
fundamentalismo del matrimonio Iglesias-Montero prohíbe
la autocrítica y ha impuesto una
inamovible estructura de poder que
impide cualquier tipo de disidencia al negar el pluralismo mediante su propia versión de una corrección política al uso de un dogmatismo ideológico que ya comienza a mostrar sus
colmillos. El traidor es pues una figura
que emerge de la dialéctica revolucionaria en sus purgas internas por el poder: Saturno devorando a sus hijos.
Recuérdese la paranoica persecución de Stalin contra sus enemigos en especial
contra Trotsky hasta lograr asesinarlo. La historia de los llamados traidores
asesinados por las Farc en Colombia
ha sido larga, metódica y sobre
todo silenciosa. Y quienes se han atrevido a indagar sobre este tema han tenido que sufrir el estigma y la persecución. ¿Por qué la JEP ha
eludido el caso del asesinato de Jesús
Bejarano el gran historiador desconociendo las motivaciones de esta condena y el nombre de los responsables de esta
ejecución? ¿Qué pasará con Timochenko después de haber sido condenado a muerte
por las “Disidencias” de las FARC? Recordemos que es el dogma el que no perdona a quien supuestamente traicionó un Código de Honor tan férreo como el de la Mafia siciliana, y si han fallado una vez lo intentarán de nuevo.
Describo esta situación respaldándome una vez más en la más
verificable de las referencias: la
historia de las ideas políticas. Porque si es necesario reconocer que España ha logrado crear una
democracia –hoy en peligro- basada en el derecho a la discrepancia ideológica, a
las distintas voces de regiones e individuos
donde Carrillo jugó un importante papel en la democratización del Partido Comunista, por el contrario en Colombia ni las FARC ni el
Partido Comunista han logrado abrirse a
una necesaria autocrítica, indispensable
ésta
para vencer el ala de su
militancia que se ha negado a aceptar las leyes de la democracia y ha continuado en la
barbarie, lo que supone, repito, el
fracaso de un Partido que al negarse a la
democratización de sus bases, su estructura interna, seguirá abocado a permanecer en los azares de este
juego diabólico de purgas y desapariciones, de conspiraciones contra el Estado.
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