lunes, 29 de abril de 2019

La Curva del Bosque y 100 años de Antioqueñita / 74 Patrimonio Medellín

Miguel Agudelo, letrista de Antioqueñita

Pelón Santamarta, compuso la música de Antioqueñita.






La Curva del Bosque y 100 años de Antioqueñita
 / 74 Patrimonio Medellín

Víctor Bustamante

El Jardín Botánico, Joaquín Antonio Uribe, luce esa arquitectura que le ha sido impuesta desde los años de Fajardo que, con su discurso pretencioso de refundación de la ciudad, escamoteó el paisajismo de Narciso Groos para cambiar y llenar de edificios el interior del jardín, además le mordió algunas partes de su territorio interior. Pero no vamos a hablar del interior, ya habrá más tiempo de referirme a ese maquillaje cultural, sino de las afueras, es decir, de lo que ha quedado de las afueras donde la vida de la ciudad ha bullido y ha pasado de una manera, además, de afectiva, hundida en la vox populi de esos secretos: haber sido la zona erótica que celebra esa permanencia de la vida pero que se le excluye. Mientras monseñor Caicedo, y, luego, su sucesor monseñor Salazar y Herrera dictaban pastorales con prohibiciones, mientras se trataba de reglamentar la vida de los burdeles en esta zona por parte de las autoridades del municipio, este suburbio vivía su esplendor; o sea, los diversos comerciantes e industriales, los diversos políticos y sus estafetas, así como los poetas y escritores, los intelectuales y los estudiantes con utopías en sazón no olvidaban que el placer era uno de los objetivos del hombre, y por aquí al caer la noche ya se encontraban, díscolos y ávidos, en la búsqueda no del santo grial sino de lo más secreto y presente, un cuerpo femenino en su esplendor. Por eso el pesimismo del pecado y de la mentira, la simbiosis entre el placer y la prohibición, coinciden y conducen de una manera formal sin repelerse, siempre juntos, siempre confundidos unos a otros hacia esos lugares vedados, discriminados y vejados desde diversas esferas.

Aquí, en las escalas que suben hacia el metro por Carabobo con la calle Daniel Botero, quedaba un lugar mítico, el Bar Chapinero, donde León Franco (Pelón Santamarta) administraba en 1919 este sitio destinado para escuchar para cantar, tocar guitarra, tiple y bandola; allí se apareció una noche de ese año Miguel Agudelo Zuluaga con la letra de Antioqueñita para que Pelón le pusiera música. Al Chapinero también asistían el Negro Jesús María Agudelo, sastre y cantante, más tarde padre de Alba del Castillo, junto a músicos de trayectoria como Antonio Ríos la Silga, Manuel Ruiz, Blumen, y el Chino Trespalacios.


Partitura de Antioqueñita

Aquí en esta esquina Hugo Bustillo comienza su relato, debido a que sale a la memoria uno de los músicos más míticos de Medellín, Pelón Santamarta, que después de su periplo por Centroamérica, México y Estados Unidos con el Dueto Pelón y Marín; de haber recogido unos pesos y haberlos perdido en la quiebra del Banco Nacional de El Salvador y, además, sabiendo que Adolfo Marín, su compañero de viaje, había decidido quedarse en México no le quedó sino la posibilidad de regresar. Pelón, más que pelado, volvió a Medellín, pobre y decepcionado, pero con rumbo como consolación y gracias al mecenazgo de sus paisanos Raúl y Luciano Restrepo que le obsequiaron el pasaje; ya establecido aquí, otro amigo, José María “El Chato” Velásquez, le dio trabajo como administrador del tertuliadero Chapinero, frente a lo que hoy es El Jardín Botánico (antes Curva del Bosque de la Independencia), sobre la carrera Carabobo. El Chato, en realidad era un hombre de mundo, derrochador y aguardientero, que le daba altas propinas a los músicos, así fuera conservador y fiestero. El Chato en los suburbios era otro, lujurioso y procaz, mujeriego y rezandero, se había enamorado de una de las putillas de más presencia en la casa de Pola Vanegas, Marcia Uribe, pero como esta no soportaba sus groserías, que le besara en público la hernia en su ombligo, lo abofeteó, y a la dueña del burdel no le quedó más remedio que echar a Marcía por infringir las normas: no ser tierna con ese cliente admirado y adinerado. El Chato en sus rumbas ataviaba su auto lujoso, y salía acompañado de sus damas en la banca de atrás, mientras en la banca de adelante, junto al chófer, todo ojos y oídos, disfrutaba a Pelón, al Chino Trespalacios, a Blumen y a Tartarín que cantaban bambucos y pasillos, y se lo bebían. 

Precisamente desde la iglesia de Jesús Nazareno comenzaba por esa calle, por Carabobo al norte o el Carretero que era el nombre popular, lo que llamaban el Putarral, pero, para otros, poseía una definición de un tono más acorde, el Trocadero, por la misma calle hacia el Bosque de la Independencia, que eran prácticamente los suburbios de Medellín.

Pero ahora en este 2019, en esta esquina por donde pasa el metro, da su sombra y su paso raudo que se ha llevado el lugar donde era el Chapinero, es entonces que caemos en cuenta que aquí llegó el poeta y bohemio Miguel Ángel Agudelo Zuluaga, y le entregó los versos de Antioqueñita a Pelón para que este les pusiera música. Agudelo participaba en las tertulias de la Bastilla con Carrasquilla, Efe Gómez su cuñado, con Luis Tejada pero en algunas noches se iba a conjurar contra el sistema a la casa de María Cano, donde esperaba Ignacio Gómez Giraldo.

A la noche siguiente Pelón mandó a llamar al poeta Agudelo para que escuchara la música que le compuso y su sorpresa: un agraciado bambuco donde confluyen dos talentos, que luego sería considerado como el segundo himno paisa y una de las composiciones antológicas del pentagrama colombiano: Antioqueñita. Este bambuco lo estrenarían en una casa de la Alhambra que era residencial; lo cantaría Pelón con Enrique Gutiérrez, Cabecitas, por vez primera el día 1 de mayo de 1919, o sea hace cien años.

Estas dos personas perdurarían en las noches de la ciudad, al otorgarle ese nombre a un bambuco que sitúa la admiración hacia una mujer. Miguel Agudelo Zuluaga, poseía un seudónimo: David Guerrero. Había nacido en Medellín, en 1883 y fallecería en la misma ciudad en 1954.  Otra de sus composiciones es el pasillo Invierno, así como un libro titulado Momentos de mi vida, en 1911, con prólogo de Carlos E. Restrepo, y de un folleto, Los Tigres.

Pedro león Franco, era el nombre de Pelón Santamarta, había nacido en Medellín, en 1867. Moriría en 1952. Compositor y cantante. Formó parte de varios duetos, entre ellos el de Pelón y Marín, a quienes se les atribuye haber grabado en disco, el primer bambuco, El enterrador, con la firma Discos Colombia, en 1910.

Pero también a estos nombres tan significativos, en la conjunción poesía y música, es necesario agregar y hacer una referencia y una deferencia a Daniel Botero Echeverri,  connotado líder cívico, que debido a su interés y remordimiento, ya qeu no sabía qué hacer con tanto dinero, arborizó el Parque de Bolívar bajo su cuidado y cuenta, así como varias calles de la ciudad, además perteneció a la Academia Antioqueña de Historia. Su nombre, hoy olvidado, cuando el civismo ha dejado de ser un valor en los actuales anales políticos, paradójicamente, con los años se asoció a los lupanares festivos de esta calle, la 73. Daniel Botero Echeverri vivía en Maracaibo con El Palo, era banquero y accionista del Banco de Medellín, terrateniente; junto a Enrique Echavarría y a Udislao Vásquez iniciarían la construcción del Circo teatro España cuyo arquitecto fue Horacio Marino Rodríguez.

En la esquina del flamante centro comercial Bosque Plaza, al frente de lo que fue el Chapinero, quedaba la casa, como se le llamaba a los prostíbulos, debido a su enternecedor encanto de acoger, como en casa, Hogar Dulce hogar, es decir en la perenne luna de miel del libertino paisa, a sus clientes serios, pero, en realidad era un burdel de renombre, la casa de Eva Arango, llamada el Colegio, debido a que sus clientes solicitaban nada menos que la presencia de lolitas vestidas con uniformes de los centros educativos más afamados, y como al paisa cazurro hay que darle gusto, Eva Arango, matrona y celestina cordial, salida de su paraíso del mundo más fascinante de entonces, el de la putería, de inmediato les daba el mayor de los gustos a estos señores que dejaban su seriedad de comerciantes. Si andaban muy depresivos los alegraba con una pupila vestida con el uniforme de la Presentación. Si se las daba de sediento los aligeraba con una chica usando el uniforme del Cefa. Si estaba peleado con su mujer, una lolita vestida con el uniforme del Marymount, les acallaba su pena. Otros abandonaban las promesas de ser políticos, es decir, la representación de sí mismos para hojear y ojear el diverso catálogo de pupilas. Eva, sin serpientes, reclutaba las jovencitas llegadas de los pueblos, a quienes, luego de un curso acelerado de glamour, les entregaba vestidos para estrenar, les indicaba cómo debían maquilarse, y una consigna de hierro, no enamorarse de sus clientes, ya que estos debían regresar a sus casas muy cansados luego de “arduas reuniones de negocios”. Asimismo les indicaba como debían comportarse con los diversos señores de alto coturno y las cejas alzadas que llegaban desde las 7 de la noche hasta las 2 de la mañana. Entre sus pupilas destacadas podemos citar tres: María Misas, Zoila Montoya y Gabriela Soto, ya perdidas, y solo en la memoria de sus amantes o en algunas fotografías desvaídas durante algún paseo, ya que el dios Eros ha claudicado ante el apaciguamiento y la muerte. Luego, el Colegio, cambiaría su nombre por el de Noches de París, también cambió la arquitectura, pero no de objeto social ni sexual. Había a la entrada un hombre alto y musculoso, el portero con kepis de color morado, pantalón rojo con la infaltable cinta blanca al costado como si fuera un director de orquesta de circo, eso sí con un aditamento nuevo: sombrilla en tiempos de invierno, imitación del portero del Hotel Nutibara, hasta en sus guantes blancos. Pero por cosas de la magia del buen servicio, el portero, como buen anfitrión, en cualquier circunstancia de la noche, en pleno verano, recibía a sus clientes, les abría la portezuela, y al bajarse de sus autos lujosos, los saludaba en inglés; solo sabía unas diez palabras. Era tan solícito con los clientes enfundados en la seriedad de quien asiste a una cita financiera, porque sabía que le darían una buena propina, además de guiñarles el ojo derecho en señal de complicidad, y decirles a todos esos montañeros elegantes unas palabras mágicas, ¿cómo está doctor?, hasta luego doctor, eso sí exornados sus saludos son este abrebocas: hay personal nuevo. Muchos años más tarde, por ahí en la década de los 70, la inagotable fuerza amorosa del antioqueño, solapado y fiestero, que iba a visitar a su “tía”, proseguía matizados en otra generación más liberada para buscar las damas de la noche, pero ya había otro nombre: Modas Francia, y, por supuesto,, otras pupilas y otros hábitos eróticos que rebasan esta crónica. Además la palabra moda ya se asociaba a este oficio de lo plural y de lo pasajero.




Por esta calle, en plena noche, las casas de citas exhibían su invitación con un bombillo rojo, indicando que ahí era el sitio buscado por los libertinos ávidos de carne extraña; solo bastaba esa luz encendida del color del sexo como señal luminosa, semáforo para el placer. Una de esas casas pertenecía a Jacinto Benavidez que, pretencioso, la había llamado, para ganarles a todos, publicista de momento, Estrella roja. Pero en esta tarde de mayo florido, guiados por Hugo Bustillo, nuestro cicerone por ese bulevar del amor al decir del mismo Bustillo, que nos indica que sigue otra de esas casas nada menos que El Acoso de otra matrona perdida en la anécdota del tiempo, Ana María Ortiz, donde el acoso se realizaba con dinero y licor. Nunca, ninguna de estas mujeres, se quejó de ningún hombre debido a sus requiebros ya que el dinero sella los labios de una manera dulce. Luego sigue la casa de Queta, no la de Montecristo, sino la casa de Enriqueta Mejía, y ya llegando al crucero de Bolívar con la Daniel Botero, la Mansión de Honoria Osorio. En esta calle aun dedicada al negocio del sexo, lo que eran esas casas de citas administradas por matronas, ha virado a los amoblados que han reemplazado estas casas, donde no esperan mujeres para conversar, bailar, escuchar música y, por supuesto, follar, sino que el cliente lleva su pareja. Los Colores, la Gruta de Hierro, los Coches, y Jardín, demarcan y definen dentro de esa nueva perspectiva y discreción, esta calle donde aún el erotismo continúa su marcha con otras fachadas pero con las mismas costumbres.

Por esa misma calle, Daniel Botero, en la mitad de dos cuadras, del Fundungo no ha quedado nada, ni la nostalgia, ni las promesas ardorosas del deseo sino dos esquinas vacuas donde algunas bodegas escriben el otro uso del suelo en estos años, lejos de la casa que Cefa Cadavid o Josefina, por su verdadero nombre, que había abierto con un nombre idílico: Noches eternas.

Ya en la esquina de Bolívar que languidece por la calle Daniel Botero, mientras Lovaina extendía sus brazos amorosos, ramifica sus aceras, y esta zona se volvía en la primera Zona Rosa de la ciudad, cuando ese nombre se instalaba y era copiado de otras ciudades. Medellín, Medeyín, Metrallín, Mede-hollín, ya vivía el espasmo de ser una ciudad de mundo donde las casas de citas, los burdeles, los lupanares, las casa de lenocinio, abrían sus puertas para esa clientela que venía del Centro, de los barrios, del exterior para encontrar el solaz de las muchachas en flor.

Ya en el cruce de Bolívar con la Daniel Botero, ahí en la circunstancia de un nuevo nombre dentro de la topografía citadina se rinde un homenaje. Este nuevo sitio, la Esquina de las mujeres, donde se solicita públicamente la reivindicación por el papel relegado de la mujer.

Por supuesto, que antes de este homenaje a las mujeres, en su esquina, hay en una vitrina la imagen de María Auxiliadora con su mirada serena que escudriña a los moteles y en la cual, en su base, hay diversas placas donde el deudo agradece el favor recibido. A lo mejor también la presencia de esa imagen religiosa es como una manera de exorcizar este lugar dedicado a la putería y al erotismo.

La imagen principal para el homenaje a las mujeres, a su papel en el discurrir de esta historia de la ciudad, comienza con una escultura de Olga Inés Arango donde tres mujeres coloreadas, parece por muchachos de preescolar, con su rostro vociferante se levantan no en armas sino en almas para reclamar el injusto relegamiento, y además miran hacia los moteles, pero hay algo en esa escultura, esas mujeres sin dignidad se parecen más, debido a sus vinilos baratos, a las mujeres que oficiaban de putas en su momento por estas calles. También han sido dispuestos varios bustos, me refiero a la representación artística de ellas, de catorce mujeres. Las escogidas por esa junta en tiempos de Fajardo, fueron la Cacica Dabeiba, la Cacica Agrazaba y María Centeno, de las cuales se inventaron los rostros, o sea, falsificaron la vilipendiada iconografía histórica. ¿Será verdad tanto valor? ¿Tanto arrojó? ¿Será una falsificación histórica? Luego sigue Simona Duque que tuvo su nicho en lo que más tarde sería el Parque del Periodista. Allí la reemplazó y luce su indecencia y su mediocridad el cubano Manuel del Socorro Rodríguez. Como la alcaldía de Medellín, en su momento, no le interesaban los homenajes a este tipo de periodistas, ideó algo fuera de tono, al busto que perduraba ahí de Simona Duque, tras unos arreglos, maquillaje en bronce, lo adecuaron, le dispusieron gafas redondas y quedó convertido por arte de las manos del escultor disoluto en Manuel del Socorro Rodríguez que no era periodista sino un soba chaquetas de la Colonia.


Esquina de las mujeres, crucero Bolívar con Daniel Botero

Luego siguen las otras damas, es decir sus bustos en bronce. Inicialmente fueron situadas en un terraplén, seguro para que hubiera interacción con ellas por parte del público, para que las vieran a ellas cercanas en este presente que las había olvidado, pero luego los bustos de estas mujeres, a lo mejor para evitar jerarquías fueron dispuestos y erigidos sobre bases cada una dejando el terraplén, igualándolas a las otras para evitar maledicencias con las autoridades de algunas ONGs y con el feminismo radical. Siguen en esa esquina, nunca del movimiento, María Martínez de Nisser, María Cano, la Madre Laura, Blanca Isaza de Jaramillo Meza, Jesusita Vallejo de Mora Vásquez, Débora Arango Pérez, Luz Castro de Gutiérrez, Benedikta Zur Nieden de Echevarría, Rosita Turizo de Trujillo y Luzmila Acosta de Ochoa.

Por supuesto, no se menciona por ninguna parte a Sofía Ospina de Navarro, más representativa que muchas de las anteriores, a lo mejor por ser conservadora o a Pilar Moreno de Ángel una historiadora relevante. Además, con este criterio selectivo, y poco democrático se dejó de lado un verdadero icono de las noches y del placer en Medellín, y que precisamente en los últimos años de su vida, ya mayor, ya gastada por los abusos de la putería, por ser la amante provisional de tantos hombres que la visitaron y entraron a su casa y a su cuerpo. Ya que en esta misma esquina de Bolívar con la calle 73 (Daniel Botero) N.51d-14, donde se homenajea a otras mujeres, algunas talentosas, otras haciendo bulto, otras llenas de civismo y entusiasmo, tratando de configurar un relato apresurado, se olvidó a las damas de las noches, aquellas que vivían, y ejercían aquí mismo. Y ella, María Duque, que vivió en esta esquina,  desde su casa pobre, enferma y masacrada por sus amantes y sus abusos, aquella que era morena y troza. María Duque que, desde aquí, le solicitó a Fernando Botero, que le ayudara, ya que andaba muy mal mientras le bailaban ambas cajas de dientes en su boca. Pero Botero ya transitaba en otros países y lamía las mieles de la gloria en vida, mientras los marchantes ubicaban su talento y su obra en las ciudades más reconocidas del mundo, desde Oriente hasta Occidente, pasando por Europa y los Estados Unidos. No podía creer que su amante, ya una anciana, lo recordara y le dijera una tarde de 1993, en un programa de RCN, que era aún mi pipiolo. Solo en un cuento Danilo Kiss, en otros países y otras latitudes, les hace un homenaje a esas amadas mujeres de muchos y de nadie.

Ella, por la moralidad de nuevo cuño, no podía estar inscrita en la lista de esas mujeres; sería el colmo. Ella nunca tuvo el prestigio de las Ibáñez, y menos, alguien que le escribiera un reconocimiento sobre su misión en la vida, porque ser puta no solo es degradante sino un oficio de mucho valor, al ser abordadas por ese personal masculino, esa caterva, esa fila de caballeros que solo tienen dinero para acostarse con estas damas menospreciadas ahora y siempre. Nadie la recordó. Ella tampoco era Manuelita Sáenz que tuvo a su Libertador.


Casa de Mariana Gómez

Ya desde esta esquina Bolívar más hacia el norte aparece La Curva del Bosque propiamente dicha. En la actualidad el pasaje, la calle que languidece, no ofrece ninguna circunstancia que llame la atención, ya que se trata de casas comunes, de negocios y de arreglos de carros. Pero aquí en Bolívar con la 77 había dos negocios, el Caribe y el Rayito de sol que eran dos cantinas para los bebedores nocturnos; ahora uno es un restaurante y en la otra esquina, otro negocio, Son Diésel, para reparar autos. Ya frente a la casa de Mariana Gómez, en Bolívar con la 78, Bustillo, nuestro guía, olvida que Simón Bolívar hubiera pasado muy bien por esos pagos. En el primer piso quedaba el restaurante y en el segundo los aposentos de las mujeres. Se dispuso rejas a las ventanas del segundo piso, ya que no hay nadie más renuente que un tipo satisfecho, no quiere pagar su importe a la dama, y era frecuente que los clientes, sí, ellos que antes eran el colmo de la amabilidad, les halaran las orejas a estas chicas, es decir, en lenguaje popular las conejiaran, y se volaran sin pagar, brincando desde el segundo piso a la calle. Mariana Gómez, además, ideó una fina atención al disponer dos autos para llevar a sus buenos clientes bien cómodos y satisfechos a sus casas. De ahí, y con los días nació, una empresa de trasporte, Tax Milancito. Mucho más tarde la vendió a un médico que la convirtió en Tax San Pedro. La casa de Mariana Gómez no la resquebrajó ningún terremoto ni el temblor de las parejas; luce aun sus paredes en cemento y sus puertas y ventanas de color café y en plena esquina hay un grafiti ponzoñoso sobre la esquina cariada.

Por aquí pasaba la quebrada el Molino y por aquí mismo Paulina Castaño poseía un lugar donde había abierto los baños. Por supuesto que ya las quebradas como la Bermejala, antes el Zancudo, la Cimitarra, la San Francisco, la del Ahorcado, han sido tapadas ante el avance de las urbanizaciones.

Ya por la calle 78 quedaban situados el Berna y La Cueva, conocidos lugares de diversión masculina, prostíbulos de renombre; ahora lucen, casi inocentes, otro oficio como el Centro infantil, Explorador de sueños y en seguida, el Banco de prueba para chasis y camber y caster. El tiempo y el desalojo ocupan su lugar.

Luego de estos baños, a la subida para Bermejal; o sea para, Aranjuez quedaban los baños de Amito, Cipriano Álvarez, que era más pequeño que el Edén pero tenía buena clientela debido a que allí vendían tamales, longanizas y empanadas. Una de las costumbres en ese Medellín era ir a caballo los domingos en la mañana a bañarse donde Cipriano y a tomarse unos buenos tragos de anisado en las tardes como fachada.

Contrastaba con los baños de Tano, situado cerca de la estación del tren, más abajo, que les daba el baño gratis solo para de esa manera vender comestibles. Según Ricardo Olano, el municipio compró varias casas, entre ellas la de Baños el Edén, que tenía billares, cantina, restaurante, baños de agua limpia debido a que aún no se habían poblado las cercanías. Además, dos casas que había en los límites del Bosque se destruyeron porque estaban dedicadas a la prostitución. Los Baños del Edén, perdurarían hasta 1913, cuando serían absorbidos por un nuevo lugar, el Bosque de la Independencia de Antioquia como  sería nombrado en 1921. Luego en, 1961, sería conocido como el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe.

Ya en el Carretero, la calle de las Pizas, la calle del Prado, la carrera 7; o sea, Carabobo, estaba el Café Palermo que también era hotel en el segundo piso donde oficiaba María Duque, la amante de Botero, y además amante municipal de muchos medellinenses que venían a su casa ensordecidos por su belleza y amabilidad. Ella decía que su cama en madera de comino crespo era para aguantar los más duros embates de esos guerreros paisas. Pero algo es cierto, no sé si por pudor, hacia el llamado, El oficio más viejo del mundo, o por dejar de lado la sexualidad en el momento en que mayor ha sido agredida; se dejó de lado a esta mujer valerosa que le dio a tantos hombres la calma necesaria y la felicidad de unos minutos al escapar de casa con alguna soltura o más simple como Fernando Botero, aun un aprendiz, que se debatía entre ser torero o pintor, que sin un centavo venía por estos pagos a buscarla.


Casa de María Duque

Aquí en el Bar Palermo, donde había cantina y burdel en el segundo piso, oficiaba María Duque. María Duque era la auxiliadora de estudiantes, era alta, morena, bohemia y troza. Solía salir a caminar y a bailar con Botero. A ella le gustaban los estudiantes. Desvirgarlos era su destino, su pasión. María Duque había llegado de Yarumal ya viuda a los 22 años y se fue a Guayaquil a la pensión Patria, pero ella, que era apátrida, recaló en Lovaina en la casa de Lola, la Polla, y, debido a su condición de agraciada mujer, fue considerada y codiciada por los libertinos paisas y fue considerada por un tiempo la reina de Lovaina. Botero la buscaba en la casa de Ana Molina, y luego en su propia casa por Carabobo, frente al Bosque, aquí en el segundo piso del Bar Palermo. El pintor iba con algún libro, ya que leía románticos franceses y a Vargas Vila. Ana Molina lo recordaría como un muchacho tímido y muy sencillo con un libro como compañía. A María Duque le gustaban los estudiante que le recitaban Las dádivas de Porfirio Barba Jacob; y ella, conmovida, suspiraba y se enternecía hasta el punto de llevarlos a su cama, a esa cama maciza, grande, que ninguno de sus amantes logró hacer tambalear. El poema es largo pero lujurioso y conmovedor, he aquí un fragmento;  “¡Mujeres de un tiempo florido y lejano! / ¡Mujeres de un tiempo duro, tempestuoso! Las que ofrendan cándidas, el beso temprano, / las que dan, malignas, vino peligroso... / las que piden bellos madrigales/ y dardos ocultos en las breves glosas/ que van a adularlas... / ¡Mujeres que ponen su soplo en las rosas/ para deshojarlas! /.

Allí Fernando Botero, con un libro debajo del brazo, iba a visitarla, muy circunspecto el hombre, muy serio, no a buscar el ambiente de estos lugares para bocetearlos sino halado por las peripecias amorosas de María Duque. Hay un antecedente lejano en el tiempo. Nada menos que Tolouse Lautrec que en las noches pernoctaba en los diversos burdeles de París para aprovisionarse de detalles y pintar esos paisajes nocturnos de Montmartre, en el Moulin Rouge, sobre todo, y en el Mirlinton. Tolouse Lautrec buscó esos temas en las zonas oscuras donde los faroles callejeros se apagan porque ahuyentan la perseverancia de la moral como manera de hurgar la vida. Pintó en su etapa madura carteles de esos cabarets, a los bebedores de absenta, a las prostitutas, Jane Avril, su musa, los circos y, sobre todo, saber cómo las luces del Moulin Rouge, lo abarcaban en su dimensión creativa.

Fernando Botero lo haría más tarde, no al instante como lo hizo Tolouse Lautrec, sino que aguardaría muchos años, unos treinta más o menos, para hurgar en su memoria y para pensar que debía contar lo que él mismo había vivido y disfrutado. A lo mejor sabía el destino y el silencio sobre Débora Arango que había pintado a las putas de Guayaquil, en Maturín, cuando iba a cobrar el arrendamiento de los locales de su padre, y, por supuesto, en Medellín, las putas no eran dignas de aparecer en obras de arte. Entonces, Botero, sacó a relucir cuando ya tenía una forma de contar, es decir, de pintar ese momento placentero, ya convertido en oasis, en reminiscencia, y es por esa razón que realiza esa referencia a su continua ida hasta la Curva del Bosque donde las sílfides paisas, mujeres de la noche, que estuvieron a su lado, que le abrieron no solo más tarde su estro creativo sino que le abrieron las puertas para que entrara a jugar con ellas. Noches lascivas y de contenidos llenos de placer para el joven pintor que nunca sabremos si les decía poemas de algún romántico francés o le leía algún texto escabroso de Vargas Vila, a cambio de sexo, o entraba serio, imparcial e impoluto, alelado y alegrado por los cuerpos de esas mujeres que lo cuidaron para que no saliera de su ensoñación sino para tratarlo como un joven príncipe de la pintura. De ahí que Botero desde los años 70 les realiza un homenaje idílico y amoroso a esas mujeres que lo acogieron cuando a las once de la noche muchos medellinenses abandonaban el Centro y se iban para la Curva del Bosque a seguir la bohemia con el condimento del placer y a no leer las pastorales de los curas. De ahí sus pinturas como homenaje: La casa de María Duque, La casa de Ana Molina (1972), La casa de las mellizas Arias, (1973), La casa de Raquel Vega (1975). Amanda (1982), La casa de Amanda Ramírez (1988), Amparo (1979), Teresita (1970), Maruja (1979), Adela (1971), Delfina (1972), Aurora (1972), Rosita (1970), Pequeña prostituta (1982), Rosaura (1986).



Casa de María Duque, Fernando Botero, 1970

Aquí, al frente de esa casa de color amarillo apagado, santuario de la putería de los años 40, de dos pisos con arcos en sus puertas de color caoba, que salen al balcón y con dos visillos al extremo, da la impresión de que allí no vive nadie como si lo vivido en épocas anteriores hubiera bastado. En el primer piso se lee un aviso, Materiales para construcción. Carabobo se adecuó al cambio y nadie sabe que esa casa posee una historia lubrica y lujosa.

Para algunas personas que visitaban el Bosque de la Independencia, siempre existirá la presencia del lago con sus barquitas los domingos. Iban elegantísimos, los hombres de traje y corbata y las mujeres parecía que iban para un cóctel y los niños divinos, como decían, con pinta dominguera, a montar en burrito y a comer delicioso. El bosque hasta los 60 era abierto y sin muros. Los domingos en la mañana había Retreta, luego la rueda de Chicago, como atracción y los burritos, para los jinetes como consolación. Todo un entretenimiento familiar y muy casero. Muchos adolescentes iban de pesca a sacar pececitos de colores y buchonas, pero detrás de esa diversión idílica en familia, los domingos por la tarde el Bosque se convertía en un parrandiadero donde, los policías y soldados, buscaban las chicas del servicio, y, por supuesto en la noche persistía, rodeado de casas de prostitución donde se divertían las personas mayores con su juguete placentero. 

El sexo y el licor, la conversación y el baile, a partir de la caída de la tarde, emergía con el otro rostro de la ciudad junto a los animales nocturnos y, por supuesto, junto a esa cáfila DE matronas, pupilas, amantes ocasionales, jíbaros, porteros que abrían las puertas de la ciudad al placer como manera de expoliación y de presencia.

Esta tarde Hugo Bustillo, junto  A Luis Fernando Cuartas y A Carlos Vásquez, nos ha revelado uno de los rostros perdidos de Medellín.

Bibliografía.
-Orozco Guarín Carlos Andrés. Inicio, esplendor y ocaso de la prostitución en Lovaina (Medellín), 1925-1955.
-Londoño Vélez, Santiago. Botero, La invención de una estética. Villegas Editores, Bogotá, 2003.






Populismo y vulgaridad / Darío Ruiz Gómez




Populismo y vulgaridad / 

Darío Ruiz  Gómez


El tema del populismo reclama la atención del  pensamiento  político  desde hace unas décadas  en que éste  se ha ido camaleonizando  bajo diferentes retóricas,  aprovechándose del vacío ético creado por la debilidad de los llamados Partidos tradicionales, del descrédito  de los políticos, un vacío de contenidos  democráticos  llenado ruidosamente   con muchas de las consignas y las estrategias de movilización  arrebatadas  a la  izquierda histórica,  la cual, burocratizada, terminó por  olvidarse  de la defensa de ese pueblo al cual  invocaron  para enarbolar las banderas de la “revolución”, esa clase obrera que  terminó  por  ser convertida   en un slógan publicitario  para esconder  su traición,  y  continúan  siendo, sin embargo,  el pueblo, las etnias olvidadas,  manipuladas hoy por otros intereses.  Cabe entonces preguntarse ¿A quién representa  el populismo de los Sindicatos,  un grupo de privilegiados personajes que como en el caso de Colombia fueron incapaces de defender los contenidos históricos de la clase obrera y solamente se han valido del populismo  para chantajear  en beneficio propio a los gobiernos de turno? Fue  Marx quien advirtió de los peligros que entrañaba  para los intereses  del proletariado estas dirigencias  sindicalistas. Estos mismos peligros los señaló respecto a la trampa mortal que para su imagen del  revolucionario supone  el aburguesamiento    que  conlleva  la llamada vida parlamentaria. Sigo con mi indagatoria  ¿Cómo  auto autocalificarse  entonces como representantes  del pueblo  si nunca han sido capaces de definir unos  nuevos  contenidos   que “ya no serán revolucionarios”? “Es característico en nuestra época: no que el vulgar crea que es sobresaliente y no vulgar, recuerda Ortega y Gasset, sino que el vulgar reclame e imponga el derecho de la vulgaridad, o la vulgaridad como un derecho” El relajamiento de las prácticas políticas  viene siempre acompañada  del imperio  de quienes  se han apoderado de la noble  tarea de propiciar  el intercambio social, para  imponer    a cambio  la vulgaridad que supone  “dirigir la sociedad sin capacidad para ello” El prístino concepto de pueblo se transforma en manos de los demagogos  en la agresión de la turbamulta, en la histeria  populachera, la razón  termina por sucumbir  ante los más bajos instintos desatados por estos adalides  del resentimiento social . ¿Por qué si tanto  detestan  a la alta sociedad  caen  en la caricatura de remedar las etiquetas de ésta,  es decir caen en la ordinariez que supone la corrupción, los dineros mal habidos  del terrorismo?  Al ver la mansión de Raúl Castro y conocer de la hambruna que comienza a vivir el pueblo cubano, resalta la vulgaridad de este personaje  equiparándose   a cualquier vulgar mafioso. ¿No es la vulgaridad de Maduro y de sus compinches lo que   horroriza al mundo civilizado?

 Ortega y Gasset, Karl Krauss, Finkelkraut, Canetti,  Kakutani, entre otros pensadores han analizado esta perversión política  mostrando los daños que logra  hacer  en una sociedad este aventurerismo  que ahora en Colombia y de la mano de Petro y sus secuaces, con la colaboración de importantes medios de comunicación busca   corroer la democracia,  respondiendo al  ciego rencor de unos malos perdedores. ¿No fue  negando el diálogo e imponiendo la llamada “acción directa” como se impuso el fascismo? “Esto quiere decir, argumenta Ortega, que se renuncia a la convivencia de la cultura, que  es una convivencia bajo normas, y se retrocede a una convivencia bárbara. Se suprimen todos los trámites normales y se va directamente a la imposición de lo que se desea” La libertad de expresión, el derecho a la huelga, a la protesta pública se convierten en  asonada, en conspiración permanente  contra las instituciones, en un calculado descontrol de la vida pública donde la opinión es sofocada por  el improperio y la injuria, donde al ser humano se le rebaja a la condición de fiera.    

jueves, 25 de abril de 2019

¿ES POSIBLE UNA IZQUIERDA DEMOCRÁTICA? / Darío Ruiz Gómez




¿ES POSIBLE UNA IZQUIERDA DEMOCRÁTICA?
Darío Ruiz Gómez

¿Qué afinidades políticas unen actualmente a Jorge Enrique Robledo con Iván Cepeda?  Esa pregunta que hace unos años me había hecho en esta misma columna estaba enfocada a hacer claridad sobre la necesidad de que existiera, luego de la firma del llamado acuerdo de Paz con las FARC una oposición necesaria, una izquierda democrática en la cual hubiera sido superado  el recalcitrante  estalinismo  del Partido Comunista, condenando  explícitamente   la doble moral: narcotráfico y “revolución”.  Era necesario en todo caso tener en cuenta la lección que en  Europa había dado la Izquierda histórica al aceptar  su tarea de combatir lo que  era y aún es  la nefasta amenaza del totalitarismo  ya que  para reconocerse en los principios de las libertades democráticas  era necesario dar paso a un lenguaje abierto a la autocrítica, a los espacios de confianza necesarios para borrar de la memoria de las víctimas, la crueldad y la insania  que supuso el estalinismo ya que éste ha permanecido como un virus presto a recuperar su virulencia en el momento menos pensado tal como lo pone de presente el auge de los nacionalismos  y populismos en Europa y en manos de un grosero dictador como Maduro, curiosamente defendido aún por ciertos dirigentes de nuestra  más caduca  izquierda. En Colombia la herencia de una izquierda civilista en nombres decisivos como Gerardo Molina, Antonio García, Diego Montaña Cuéllar fue rápidamente sofocada en su humanismo, en su profundización de los problemas reales de Colombia, por el zarpazo de la línea prosoviética del viejo Partido Comunista. ¿Alguien le ha escuchado a los viejos dirigentes comunistas, al mismo Iván Cepeda, incorporar una sola idea, un solo concepto fundamentado sobre nuestra realidad campesina, sobre las frustraciones de la clase obrera? ¿Dónde están o dónde han permanecido los intelectuales comunistas encargados de renovar los contenidos programáticos del PCC? Igual que en la URSS o en China la línea dura guerrerista se ha impuesto a la línea de los pensadores encargados de prevenir cualquier brutalidad. La convocatoria de la llamada “Huelga general” como culminación de una serie de paros desestabilizadores ¿No es precisamente la insistencia en las ya gastadas estrategias de ese leninismo?  Y esto es lo que quienes reconocíamos su inteligencia crítica  esperábamos de J.E. Robledo  en momentos  en que la irresponsabilidad  de la oposición  apoyada a su vez por  la irresponsabilidad de los  grandes medios de comunicación,  ha  desembocado finalmente en lo que Thierry Ways califica justamente como “una nueva religión: el antiuribismo”.

Desenmascarando así esta vasta conjura de verdades posmodernas, fake news  que han  buscado un objetivo: arrojar cortinas de humo sobre los  directos responsables de la violencia, lo cual supone  el más ofensivo desconocimiento  del relato de los otros colombianos, partiendo del  deleznable sofisma de   suponer  que  la inteligencia  es su privilegio  y que  el 90% de la ciudadanía que no les come carreta es de Derechas.  ¿Es Uribe el causante del cambio climático? ¿Introdujo Uribe al Cartel de Sinaloa en el Cauca? ¿Todo aquel que se opone a las violencias encubiertas de las FARC es un analfabeto, un obtuso? ¿Todo aquel que pide la verdadera representatividad del nuevo país nacional, herido, escupido, es un “derechista” ante ese sanedrín de damas y caballeros pijoprogres? Pero olvidaron que  toda manipulación de un contenido  llega a un punto  de quiebre. Y ese punto de quiebre se produjo con la desfiguración del twiter “En una democracia no se producen matanzas” de inmediato deformada  con la más sofisticada  técnica totalitaria en “Uribe elogia las matanzas”  para eludir   sus  responsabilidades ante la justicia, fabricando un chivo expiatorio que ya les explotó y deberán buscarse otro enemigo. ¿No era la tarea de Robledo construir otro lenguaje de confianza a partir del reconocimiento de un país real, darle paso a las nuevas voces de la izquierda democrática, si es que existen?  

jueves, 18 de abril de 2019

INDÍGENAS E INDIGENISTAS / Darío RUIZ GÓMEZ



INDÍGENAS E INDIGENISTAS
Darío RUIZ  GÓMEZ


En su comunicado  la CRIC  amenaza  al Gobierno , recordando  que si ahora “a puesto a temblar al país”,  no vacilará en volver en  hacerlo de nuevo cuando  lo consideren  necesario mediante las mismas vías de hecho o sea  recurriendo al terrorismo. La historia de la CRIC responde   en principio a reivindicaciones que esencialmente  son aquellas que  las minorías indígenas oprimidas reclamaron, recordemos a Quintin Lame, pero  al cual el CRIC actual  permeado ideológicamente por las doctrinas revolucionarias  de los movimientos guerrilleros, incorpora formas de lucha propias del leninismo fariano. Y un lenguaje que, como lo comprobamos en la fraseología  de sus dirigentes, de sus comunicados,  cae inevitablemente en los mismos tópicos pequeño burgueses   de  las minorías que hoy en la ciudades  insisten en imponer un modelo  supuestamente socialista,  completamente desfasado ante las nuevas realidades sociales, ante el hecho de que algunas  minorías étnicas tal como la afrosdescendientes,  ya se incorporó plenamente al  reto  de crear una nueva sociedad plural, mientras bajo inconfesados intereses, estos líderes  tratan de congelar el proceso histórico de sus  comunidades hacia su redención,  aislándolas  bajo  falaces  conceptos  sobre  una “autonomías  territorial” que, curiosamente,  les permite recibir cuantiosas ayudas del gobierno pero no rendir cuentas por el destino de estas ayudas. El reconocimiento de la ciudadanía, como lo recuerda Rousseau, nos convierte   en ciudadanos integrados con los mismos derechos y deberes que los demás, precisamente para eliminar la tendencia al paternalismo, que es, otra disimulada manera de seguir considerando al otro como un ser inferior. Y este es el error del CRIC al usurpar la vocería de diversas  comunidades  indígenas  que  cuentan con sus  propias  teogonías, con  formas de vida diferentes que exigen un respeto a sus propias  vías reivindicatorias  que  el terrorismo viola de la manera despiadada. Si la Iglesia Católica comprendió los errores que conllevaba la llamada “catequización de infieles” a cuyo nombre se justificaron tantas tropelías ¿Por  qué los adoctrinadores blancos de la guerrilla no tuvieron respeto alguno para estas culturas  y disfrazados de redentores  al imponer  a estas comunidades el uso de la llamada violencia  revolucionaria, les  negaron  su espiritualidad? ¿No los están degradando al convertirlos en narcotraficantes imponiéndoles formas de violencia inaudita y enfrentándolos – como sucedió con los Awá-  ofendiendo así las voces de sus antepasados?  ¿Hubiera permitido Quintín Lame que los sagrados recintos del Cauca se convirtieran en el territorio de la coca? La aculturización de una comunidad ; y este es el problema que todas las comunidades indígenas de Latinoamérica siguen afrontando,   conduce  inevitablemente a la destrucción de sus valores de referencia, a que el indígena se preste a convertirse en una caricatura de su raza, en objeto de los antropólogos, a que se le niegue el derecho a confrontar sus conocimientos ancestrales con la tecnología agrícola, por ejemplo, con la ciencia,   y  a ser condenado eternamente  a quedarse  en  las artesanías, en la pobreza, utilizados  como comparsas y no como protagonistas. Incentivar el odio étnico es una actitud repulsiva. Pero hay algo más importante y es el hecho de que el CRIC no es el único portavoz de todas las comunidades tal como lo ponen de presente dirigentes indígenas que los han denunciado por  su totalitarismo, por su corrupción. Desconocer esas otras vocerías ha sido parte del plan de la llamada oposición para desestabilizar el gobierno de Duque. P.D. ¿Dónde está el informe sobre sus inmensos territorios, sobre sus planes educativos, sobre el rescate de sus lenguas, sobre la salud?

DELITO POLÍTICO Y SOCIEDAD 7 Darío Ruiz Gómez


DELITO POLÍTICO Y SOCIEDAD
Darío Ruiz Gómez

La histérica reacción de  César Gaviria ante siete objeciones a los 159 artículos del acuerdo de Paz de la Habana, por parte del Presidente Duque, lo que  ha puesto de presente es el hecho de  que,  en lo que cualquier democracia  constituye  un derecho inalienable, no solo de parte del Presidente sino de cualquier ciudadano de opinar libremente sobre cualquier tema que concierna a la vida en común,  para la izquierda  y  bochornosamente  para el Partido Liberal  y Cambio Radical, el Partido de la U,  se ha convertido en  un despropósito  que, sin leer siquiera,  han  rechazado  de inmediato. A un Partido como el Liberal  históricamente referenciado  en  su afirmación de los derechos ciudadanos,  de libertad de  credos, al derecho a la libre asociación, a la libertad de expresión; contenidos   sometidos a sangrientas persecuciones  y cuyos logros  se han objetivado en la defensa permanente de la vida republicana ante las agresiones de la barbarie,  no pueden ser olímpicamente   olvidados   por  quien dejó de ser el dirigente de una colectividad democrática para convertirse en un politiquero  que impone tiránicamente sus caprichos  “Pero César Gaviria –recuerda Carlos Alberto Giraldo en “El Colombiano” -  cree que la amnesia social  de los colombianos  siempre cobija sus reculadas, que nadie se acuerda de que cada año fija posturas al límite de antítesis disparatadas. Ahora pareciera darse por indignado frente a las objeciones del Presidente Duque a la JEP ¿Era que esperaba algo  distinto?  ¿Tal vez  una sobredosis de incoherencias como las que él acostumbra inyectarle a su liberalismo  matrero, parásito, hueco?” Es desde esta coyuntura de pataleos y de caprichos personales,  desde donde podemos hacer un  análisis objetivo sobre el gran político que fue hace diez años  Vargas Lleras  convertido en  el actual aventurero  dedicado a obtener resultados electorales y nada más sin que le importe la problemática del país. “El Partido Liberal, según la célebre frase de  Alfonso López Pumarejo,  debe ser siempre un Partido de oposición” recordando la necesidad de mantener en todo momento una actitud fiscalizadora contra la corrupción, el despilfarro, el caciquismo.  ¿Crisis de los Partidos, nostalgia de una verdadera clase política? Lo uno y lo otro porque la erosión callada y sistemática de la Democracia se ha instaurado desde una parodia  de vida parlamentaria, desde la declarada inmoralidad de estos  dirigentes  capaces de olvidar  su responsabilidad  ante los valores de la República, para, por puro resentimiento  personal ,  ponerse  del  lado de quienes llenaron de dolor y sufrimiento a la sociedad colombiana, y continúan en la tarea de  socavar las instituciones.

 Recordémosle  a nuestra justicia que existen los delitos de terrorismo e incitación al odio consagrados por la justicia universal y que castigar estos delitos no corresponde ni al Ejército ni a la Policía sino a los altos jueces.  ¿Qué están o estuvieron  haciendo en el Cauca  Piedad Córdoba  y Robledo, Petro? ¿Justificar  el terrorismo tal como lo ha hecho el CRIC? Incitar  al odio llevó  ha llevado a  una reacción justificada de campesinos, pequeños comerciantes, transportadores, viajeros, indígenas democráticos,  frente a estos desenfrenados  dirigentes,   en una reacción de inconsecuencias imprevisibles pues lo que ha puesto al descubierto la Minga es que lo que debería haber  servido para abrir  el camino hacia el reconocimiento de una sociedad plural,  ha terminado por convertirse  en una abierta demostración de negación de esta pluralidad. Está claro en los acuerdos de Paz que ellos firmaron y está claro en la justicia  universal,  que si  habían renunciado a las diferentes formas de lucha armada,  deben cumplirlo para que esa Paz que tanto pregonan sea cierta con el diálogo y no con las vías de hecho.   

sábado, 6 de abril de 2019

HELÍ RAMÍREZ: EL POETA DEL PARLACHE / Juan Carmelo Martínez





HELÍ RAMÍREZ: EL POETA DEL PARLACHE
Ebéjico, corregimiento Sevilla, Antioquia. 1948. – Medellín 2019.

Juan Carmelo Martinez

Voy a dedicar estas opiniones con algunas digresiones en torno a la obra poética de Helí Ramírez. No siempre seremos tan asertivos y tampoco tan despistados como para no aterrizar en la emergencia del razonamiento. Lo que sí es bien cierto es de la originalidad emanada de los versos de un poeta de comuna que surgió como un volcán de palabras y discurso para contar una historia en versos desde adentro del corazón del pueblo.

Ahora hagamos cuatro digresiones en torno a la manera de asumir unos textos que visibilizaron, el fenómeno de las comunas por medio de un lenguaje y tonalidad dialectal bastante particular, transgrediendo, en muchos casos; semántica, sintaxis y ortografía haciendo imagen de la vivencia en las comunas de Medellín.

Primera digresión:

La germanía:
El hermanamiento entre rufianes y prostitutas forman siempre una cantera de germanías, lunfardismos y parlaches entre nos. Es decir, un agenciamiento entre malandros que luego por tradición, costumbre, esnobismo se va permeando, primero en un lugar popular donde se reúne toda la gleba rufianesca de la tierra en las laderas y llanuras de los barrios, luego a toda la periferia de una ciudad, luego a toda la ciudad, luego a todo un país, hasta traspasar fronteras y trascender en el tiempo y aparecer como una metástasis en otros lugares del mundo de una lengua y para este caso el Castellano (hoy enarbolado como Español) en sus diversos puntos de la geografía del planeta.

En un ensayo de Encarna Podadera Solórzano, de la Universidad de Valencia, da una cátedra sobre los orígenes y desarrollo de las germanías en la obra de Cervantes, enfocándolas desde una de las obras cervantinas, más prestas para la demostración así:
“El mundo del marginalismo a través de la lengua de germanía en Rinconete y Cortadillo (1613) de Miguel de Cervantes”
“………”
“En el estudio de la lengua de Rinconete y Cortadillo se han extraído un total de 390 unidades fraseológicas, de la edición primitiva, y 413 locuciones 30 de la edición posterior, pertenecientes a los bajos fondos sociales del Siglo de Oro, a través de las cuales «con acierto genial, Cervantes les hace salpicar su habla no sólo de vocablos germanescos, sino también de ocasionales deformaciones del «buen lenguaje» (Zimic 1996: 120)” ¿Y acaso no fue eso lo que hizo James Joyce con su no menos famosa e importante obra Ulises? y ¿qué decir de la obra de García Márquez? Solo que desde otras dimensiones del lenguaje. Queda la inquietud para enrutar una investigación en este sentido.

Sobre la germanía: “tener vaca en la dehesa”, “tener yegua en la dehesa” (por tener vaca amarrada en la jerga campesina antioqueña y regada por el país con los arrieros y aserradores) “Perder la flor”, “Llevar la flor” por perder la virginidad o seguir virgen (entre campesinos del Alto Sinú decían “perdió el tapón o tiene el tapón” o bien “Ya está abierta” o “Está cerrada”); “ser sastres” era rajar tulas o las bolsas de los mercados, igual que “hacer la operación” de la jerga militar en Colombia, “Yacer en beco –italianismo-” por pico y referente a las relaciones sexuales y de allí la aplicación antioqueña de dar picos por besos.
El ensayo de esta autora concluye así: “Finalmente, gracias al estudio de la fraseología inherente en el relato, hemos podido comprobar que Miguel de Cervantes Saavedra tenía un profundo conocimiento de cómo era la jerga críptica de la germanía del Siglo de Oro.” En especial, refiriéndose a Rinconete y Cortadillo, una de las novelas ejemplares de Cervantes. Esto de una manera breve para explicar la razón de este tema propuesto, como lo es el caso del poeta del parlache en la ciudad de Medellín.

Segunda digresión:

El lunfardo:
La otra vertiente de un lenguaje marginal y periférico se dio en la capital Argentina, y de razón lo explica en un ensayo para tesis de grado de N Brunet Campeny y titulado: “El lunfardo en la literatura porteña: Roberto Arlt y Jorge Luis Borges.” Un apunte en ese documento dice:

“El lunfardo se originó en Buenos Aires (Argentina) extendiéndose en pocos años a otras regiones y ciudades cercanas a la primera, como Rosario o Montevideo. Para unos, la palabra lunfardo deriva de "lombardo", que es la variante lingüística de Lombardía, una región del noroeste de Italia. Para otros, dicha palabra proviene de Occitania, muy usado por la mafia marsellesa que era bastante activa en el Río de la Plata, a finales del siglo XIX. De esta forma, se cree que los inicios de la jerga sería el resultado de la aportación de las distintas migraciones y de las palabras de origen indígena, africano y gauchesco, que ya
existían en la Argentina. Debido a la gran inmigración procedente de Europa, especialmente de Italia y España (iniciada en el año 1860), esta manera de hablar se extendió rápidamente.”, y hasta aquí la citación.

Un pequeño listado de palabras lunfardas compiladas por el mismo autor en el citado trabajo son: Achurar: Asesinar; Agenciar: Buscar, conseguir un acomodo o algo; Fula: Mujer sin atractivos; Ajenaro: Ajeno; Catre: Lecho, cama; Despachar: Asesinar, matar. (recordemos que en nuestro medio Colombiano se hicieron populares términos como “corte de franela” en la llamada Violencia; y más tarde “borrar”, “liquidar”, “llenar de formol”, “le dio plomonía”, “ lo tiraron al piso”, “lo azotaron” , “ le dieron los siete pies” por referirse a la tumba.

Es de anotar que quien mayormente contribuyó a difundir el lunfardo fuera de las fronteras argentinas fue el tango, más allá de la importancia de Borges y Roberto Arlt. Pues “El tango es un pensamiento triste que hasta se puede bailar.” Decía Enrique Santos Discépolo, el autor de Cambalache. Sin embargo, fue el tango Mi noche triste (Percanta que me amuraste), interpretado por Gardel quien catapultó el lunfardo combinado con el argot popular, en letra de Pascual Contursi y música de Samuel Castriota.

LETRA:
Percanta que me amuraste **
en lo mejor de mi vida,
dejándome el alma herida
y esplín en el corazón,*
sabiendo que te quería,
que vos eras mi alegría
y mi sueño abrasador.
Para mí ya no hay consuelo
y por eso me encurdelo, ***
pa' olvidarme de tu amor.

Cuando voy a mi cotorro ****
y lo veo desarreglado,
todo triste, abandonado,
me dan ganas de llorar.
Me detengo largo rato
campaneando tu retrato
pa' poderme consolar.

De noche cuando me acuesto
no puedo cerrar la puerta
porque dejándola abierta
me hago ilusión que volvés.
Siempre llevo bizcochitos
pa' tomar con matecito
como si estuvieras vos.
Y si vieras la catrera****
como se pone cabrera
cuando no nos ve a los dos.
Ya no hay en el bulín******
aquellos lindos frasquitos
adornados con moñitos
todos de un mismo color,
y el espejo está empañado,
y parece que ha llorado
por la ausencia de tu amor.
La guitarra en el ropero
todavía está colgada.
Nadie en ella canta nada
ni hace sus cuerdas vibrar.
Y la lámpara del cuarto
también tu ausencia ha sentido
porque su luz no ha querido
mi noche triste alumbrar.

*En lunfardo la palabra mina tiene el significado de mujer, y también hay otros vocablos o derivaciones equivalentes como percanta, grela, naifa, papa y papusa, si bien no siempre la significación es idéntica.
**La palabra amurar tiene en lunfardo distintos significados, entre los cuales los más usuales son los de abandonar, encarcelar, no pagar deudas, empeñar un objeto. (En Colombia se le ha dado varias connotaciones y una en especial: estar triste de espalda contra la pared y un pie pisando el muro, con melancolía, por decepción amorosa, laboral, económica, o por pérdida de una amistad).
***Curda (lunfardo) ... Expresiones del lunfardo con el mismo significado son “mamarse” –con su sustantivo “mamado”- o “agarrarse un peludo” (emborracharse) y “tranca” o “esbornia” (borrachera). En cuanto a “escabiar” significa beber alcohol, con su sustantivo “escabio”.
****Esplín: Melancolía o tedio (de origen griego y otra connotación en inglés).
****Cotorro: Cuarto de soltero para citas amorosas, lugar donde se duerme o vive.
***** Catrera: cama
****** Bulín: Habitación o pequeño apartamento que un hombre destina a sus citas amorosas.

"se compraron una botella de vino fino y se fueron al bulín" (Recordemos cuchitril: “buhonera, covacha, antro, garito, timba, tugurio, cuartucho. garita, zahúrda, chiquero, pocilga. Zaquizamí, desván, tabuco, cueva, leonera.”, En otros términos afines tenemos: buhardilla, chiribitil.

Es solo una muestra que expone la posibilidad de hacer un ejercicio de literatura o filología comparada de estos lenguajes marginales o periféricos que terminan por adquirir cierta universalidad dentro de un idioma.

Veamos otros casos de lo mismo, que se han ido combinando y permeando con un parlache más universal en el ámbito del castellano o español en Colombia.

Tercera digresión:

Candelario obeso, el poeta momposino de las negritudes.
Si bien en la España del siglo de oro casi todos los poetas trataron el tema de las negritudes, de manera marginal, igualmente lo hicieron en América Sor Juana Inés de la Cruz y José
Hernández en Martín Fierro, la manifestación más auténtica se dio en el siglo XIX con el poeta momposino.

El lenguaje de Candelario denotó y connotó tanto en lo semántico como en lo sintáctico y lo dialectal con su poética de “Cantos de mi tierra”, donde puso de presente el sentimiento de los suyos, hoy afrodescendientes, del magdalena y cauca, que según me cuentan es muy parecido al lenguaje Sanjuaneño del Chocó, desde el noble sentimiento del pueblo ribereño y analfabeta y eso sí, lleno de saberes populares como una ciencia empírica llena de bondades. Un poeta con toda la originalidad del mundo, desde un mundo vitalista y romántico a su vez. Considerado el primer poeta de este estilo. Luego vendrían los movimientos donde unos apelan por nombrar poesía de negritudes y otros afrodescendiente.

Qué trite que etá la noche, La noche qué trite etá; No hay en er cielo una etrella Remá, remá.
La negra re mi arma mía, Mientra yo brego en la má, Bañao en suró por ella, ¿Qué hará? ¿Qué hará?

Tar vé por su zambo amao Doriente sujpirará, O tar vé ni me recuerda... ¡Llorá! ¡Llorá!
La jembras son como toro Lo r'eta tierra ejgraciá; Con acte se saca er peje Der má, der má.
Con acte se abranda er jierro, Se roma la mapaná... Cojtante y ficme? laj pena! No hay má, no hay má!...
Qué ejcura que etá la noche, La noche qué ejcura etá; Asina ejcura é la ausencia Bogá, bogá!
*****
Cito este ejemplo de Candelario, repito, precisamente, porque la africanía contribuyó en la España de Cervantes, a la germanía o lenguaje popular enriqueciendo el castellano que se universalizó como español. Así se puede entender que filológicamente muchas de estas formas pronunciativas se evidencian en el lenguaje parlache de David Sánchez Juliao.
Cuarta digresión:

David Sánchez Juliao
En una publicación que viene de una compilación de sus obras más sonadas tenemos: “Una década: 1973-1983 (Incluye: « ¿Por qué me llevas al hospital en canoa, papá?»; «Historias de Raca Mandaca»; «El arca de Noé»; «Cachaco, palomo y gato»; «Nadie es profeta en Lorica»; «Pedrito»; «Abraham al humor, El Pachanga, El flecha». Y son, para el caso de este ejercicio, las más destacadas, estas tres últimas. En estas obras se destaca el parlache esquinero sinuano y de perfil, el parlache costeño, donde se destaca, para diferenciar del parlache andino, el aspecto dialectal como un agregado más a esta visión de diversos fenómenos en torno a los lenguajes periféricos y marginales de Colombia.

A manera de ejemplo, la aféresis de la palabra compañero: Ñero pasó a sustituir o engrosar el sinónimo de gamín en el resto del país y l apócope Compa pasó a significar compadre, a la manera de un parlache difundido por los grandes medios. Ahora miremos, un fragmento de la letra del Pachanga:

¿Mi nombre? José de Jesú Negrete, llave. Un nombre, erda, barro. Con olor a santo, y tal. Por eso me lo troqué, sabe, por uno maj bacano: El Pachanga, como me dicen hoy, y tal. Eso, lo de mi nombre, ej una hijtoria medio larga y tal, pero ni tan complicá que dígamo, Nada máj é darle un empunjoncito al tiempo en retro y se ven la cosaj clara. Lo que pasó, la verdá, fue que llegaron los papáj e la salsa, por loj tiempo del viejo Cortijo y su Combo teso, revolucionando cuanto baile de picó se armaba por ahí, y a mí me trajtornó su nuevo rirnmo, sabe, la pachanga.”

Y bien, ahora miremos este segmento del Flecha:

“Erda, vea, yo aquí estoy con este par de manes. Eche, pero levántense ustedes, no joda, no ven que llegó el man Coco, el man coco-drilo de la localidad, oígase bien: de la loca-lidad. Porque, nojooda, aquí en este Lorica sí hay loco, cuadro. Con razón decían el otro día en la televisión que Lorica no descansa sobre un cementerio indígena sino sobre un manicomio chibcha, cuadro.”

En estos temas de Juliao se pueden inventariar todo tipo de anacolutos, juegos lingüísticos, dejos dialectales, apócopes, aféresis síncopas y otros fenómenos lingüísticos y de aplicación para la filología comparada para otro momento y un trabajo específico en la materia. Ahora sí, veamos las peripecias del andamiaje lingüístico desde el Picacho, Un barrio de Medellín anexo a la parte alta de Castilla, el barrio universalizado por Helí:

HELÍ RAMÍREZ: EL POETA DEL PARLACHE

Primero que todo definamos este fenómeno como lo definió, en la introducción, para la justificación de una investigación en torno a configurar un diccionario del parlache, en la ciudad de Medellín, la investigadora Luz Stella Castañeda de la facultad de comunicaciones de la Universidad de Antioquia: “La idea de realizar una investigación sobre la caracterización lexicográfica del parlache, con el fin de elaborar un diccionario, se debe al interés de profundizar en el estudio de una variedad dialectal de origen diastrático (o sociolecto), del español colombiano, denominada parlache, que utilizan amplios sectores de la sociedad, pero en especial los jóvenes de

los barrios populares y marginales de Medellín y de su Área Metropolitana. En toda sociedad se presentan cambios lingüísticos que van mostrando las transformaciones de la realidad. Ahora bien, en los sectores populares y marginales de Medellín, el surgimiento de los cambios lingüísticos fue tan acelerado, que desbordó los límites normales de este fenómeno debido a la agudización de la crisis social y al surgimiento de nuevas formas de “trabajo”, caracterizadas por un marco de trasgresión de la ley y por un amplio dominio de la cultura de la droga, en donde el sector social más afectado ha sido el de los jóvenes. Por esto, a pesar de que el parlache es una variedad dialectal muy extendida, la mayor parte de sus hablantes y los que lo usan con mayor propiedad son los jóvenes entre 15 y 26 años.”

Con estos antecedentes, vamos con el hombre, con su mundo habitado y su lenguaje poético, dándole presencia al parlache: el tono dialectal, ese lenguaje de innovadores semanticismos, laberintos sintácticos y ortografía marginal de los barrios periféricos, con su fonología periférica saboreada con la canabis sativa.

A Helí, a pesar de haber sido mi vecino en Castilla, Castillita, cerca de las canchas que iluminó y amplió en su tiempo, Pablo Escobar, ahí junto al nido de los Mondongueros, lo vine a conocer primero en Apartadó en una esquina rosa, para contactarme a que los acompañara a Necoclí, al grupo de Víctor Gaviria, a un evento de cine-festival, y a que diéramos un recital en la Casa de la Cultura. Allí compartimos, espacio y leímos nuestros poemas. Lo sentí sencillo, jovial y de mente alerta. No le dije que tenía sus libros y que lo leía. Ese fue mi encuentro con Helí Ramírez sin más asuntos. Sin medidas de su tamaño, sin determinar el color de sus ojos ni la calidad de la configuración de su cabello ya vistos por otros, sin determinar el grado del calcio de sus huesos y si el sonido de sus palabras domeñadas por la costumbre de decirlas: su tono dialectal.

Cuando lo leí, lo primero que hice fue darme un concierto de “risaraldas” crueles tras cada peripecia narrada como “Ese encuentro entre la heladería entre dos julanos” en el poema VI donde canta, denuncia y significa:
“Había acabado de llegar el cucho borracho
Se siguen oyendo los gritos
y chillidos de los pelados del perro y el gato
Las voces a media lengua de los pelados
en una sola voz:
-“…no apachito nooo…apachito
…a amachita no pegue apachito no…
Nooo…”-

Aquí el lector debe sentir el grito de los niños y apachurrársele el cerebro ante la desnaturalización ¿del ser humano? ¡Qué diablos! Trabajo para sociólogos, psicólogos, lingüistas, antropólogos del lenguaje barrial, semiólogos, cineastas, dramaturgos, iconólogos, lexicólogos, literaturólogos y filólogos, tienen en toda la obra de Helí, materia para elaborar cada tesis de grado y se asertivos. Con esto dejaríamos sentado la importancia de este acontecimiento lingüístico de la poética de este poeta silvestre y alebrestado en el discurso barrial y confirmar patente literaria al parlache.

Es importante tener en cuenta que muchos modos sintácticos y sus combinaciones semánticas abordan la metáfora, que aparece espontánea sin fustigar la sesera para dar significado de sentidos múltiples, igual que ocurre en la germanía y el lunfardo, y esta es otra línea de sentido para una investigación en tales asuntos:

“---“Eheee… éste infla un alfiler”---“Aquí a manera de ejemplo se combinan metáfora e hipérbole. (Pág. 17, Cortinas Corridas 1980). O esta belleza de “Golosina de sal” que es otra metáfora que a su vez es descriptiva de algo real:

“Su piel se me confunde con
Un pedazo de noche sin luces.
Sus senos se me confunden con
Peras negras entre una camisa blanca.
Sus dientes brillan como estrellas en su boca…
Y mi deseo burbujea
Por mis ojos
Por mis poros.”

(pág.59, Golosina de Sal, Medellín-Colombia, 1978)

Estos versos me evocan un famoso poema de Mallarmé que muchos califican de críptico y por lo tanto misterioso y que no es más que una frustración sexual con una despampánate afrodescendiente con una andanada de metáforas d su creación.

Sigo pensando que cuando se habla de lenguaje críptico se me viene de igual manera el educado Góngora con su barroco culterano del siglo de oro español, y qué decir de nuestro León de Greiff aunque de características diferentes con sus juegos aliterados y en definitiva musicales.

Así nos adentramos en el mundo de las metáforas silvestres y arrevesadas, como la vida misma de los habitantes del mundo oculto de las grandes ciudades: del malevaje y la pobrería. Vuelvo y digo, parlache que se universalizó en la era de Pablo Escobar a tal punto que permeó todas las calases sociales, atravesando por los cuatro puntos cardinales al país.
O este oxímoron que pareciera una antítesis: “La vida muerta asusta.”, trinan las onomatopeyas y las jitanjáforas, todo un andamiaje arquitectónico lingüístico. Lo que importa en Helí es el mensaje no la ortografía y ni la terminología, aunque para hacerse entender prima el sentido común de la lógica de los sucesos y acontecimientos de la vida en los barrios, sus formas lingüísticas y configuración social.

Pasemos a otra perspectiva de esta mirada al trabajo poético de Helí que tiene que ver en los trasfondos de las entrevistas de que fue víctima, puesto que no buscaba protagonismo alguno, simplemente se encontró una guaca lingüística. En dichas entrevistas logradas, a regañadientes, donde cada pregunta deja una carga de verdades y otras preguntas que tilinguean en la memoria.

Oscar Jairo González Hernández, profesor y crítico literario de la universidad de Medellín, el de la Trompeta de Mercurio, en una entrevista a Helí le pregunta:

“-En su formación poética y literaria, ¿qué tanto incidió el Nadaísmo?, ¿qué opina de ese movimiento?” A lo cual responde:

“¿El Nadaísmo? nos dejó a Jaime Jaramillo Escobar, a J. Mario, a Eduardo Escobar, a Fanny Buitrago, a Jaime Espinel; un pedacito de Darío Lemos que nos pudo haber dado más, pero bueno, es tan extraña la poesía que lo que nos dejó pudo haber sido lo que tenía para dejarnos, y si se lee con detenimiento, es suficiente.”

Denota un carácter novedoso y de inspiración para asumir su propio verso y determinar su propia forma literaria. Fueron ráfagas liberadoras para su narrativa poética. (Otra vertiente del nadaísmo así me queme la crisma.).

En la misma entrevista sobre los encasillamientos responde: “He leído algunos poetas colombianos, algunos españoles, algunos norteamericanos, algunos ingleses, algunos franceses, reenvasados al español, claro está, en mi caso, y a ninguno de ellos le debo nada, y a todos les debo mucho”.

Es decir, leía y revertía botando el afrecho conceptual de la literatura para sí mismo y a su vez ir construyendo lo que su caletre le indicaba. Como predicaba Fernando González: “Lo primero es conocerse, y lo segundo, cultivarse.”

Ahora, veamos la última pregunta que le hace Oscar González a Helí: “- ¿Podría decirnos cómo transcurre una noche en su vida y cómo realiza este trayecto hacia su obra, cómo la mueve?” A la cual Helí responde:

“La noche, como entiendo su pregunta y que es hacia donde apunta la idea de ustedes, se la dejo a Novalis, a Blake, a Holderlin, a J. A. Silva. La noche que me rodea a mí desde que nací es de beba, baile, amor, odio, muerte y vida”."

Esta respuesta nos lleva reivindicar a Helí no solo como gran observador de la calle, los tugurios y las esquinas sino como un lector libre que se nutría de otras vidas y otras lecturas para nutrir la suya y no inventar el “cagar agachado” como un lugar común del antropus de todos los tiempos.

En una presentación de Arcadia, esto dijo el poeta Helí sobre la pobreza (Repuesta que le puede doler a los liberadores de almas y de cuerpos):

“Primero que todo estoy en una ambivalencia… Porque yo me muevo en dos discursos. En el primer discurso nací y crecí por ahí hasta los 12, 13 años. Era un discurso que me planteaba el sufrimiento, la miseria y la pobreza como unas virtudes que debíamos acoger los seres humanos, porque cuando íbamos a morir un Dios nos iba a premiar con el cielo. A partir de la adolescencia me voy metiendo en otro discurso que me plantea que la miseria, la pobreza son unas grandes virtudes y un orgullo, y que aspirar a salir de la miseria, salir de la pobreza es una actitud arribista, son rezagos pequeño burgueses.”

Helí era un solitario honrado y se afirma en lo que testimoniaba el Mago de todas partes (Fernando González): “Cuando el hombre es honrado embellece todo lo que hace y en este nivel todos los hombres somos iguales.

Luis Germán Sierra Jaramillo, ensayista, poeta, crítico y reseñador literario. Egresado de la UDEA y licenciado en Español y Literatura, en un comentario sobre Helí dice:

“Víctor Gaviria (Medellín, 1955), quien llegaba también por aquellos primeros años a la revista Acuarimántima y quien conociera, por tanto, de primera mano los poemas de Helí, diría años después que una de sus grandes influencias para emprender su película “Rodrigo D, no futuro”, habían sido los poemas de “En la parte alta abajo”. El escenario del libro y el de la película es el mismo (y los personajes y la atmósfera y, claro, al final todo).”

Indudablemente todos los trabajos de Víctor Gaviria están permeados o untados del trabajo poético de Helí.

Desde luego, la forma dialectal de las germanías no hay forma de captarla en la obra de Cervantes, y de manera fónica es difícil percibir los tonos en los tangos de Gardel más allá de lo semántico donde producían estos, en cambio lo dialectal se permite ser captado gracias a los adelantos de nuestro tiempo y no es sino oír las grabaciones donde Helí leyó sus poemas y su ámbito poético. Por todo ello Helí puede ser calificado como el poeta del parlache: tanto en lo semántico como en lo dialectal. Helí tiene sus arranques filosóficos y digan si no en este texto:

“Y no me diga que uno es nada en la vida. ¿Somos nada? Somos.
Yo soy.
Uno es algo
Es imposible no ser algo. Uno es algo.
¿Que uno es nada si no se tiene un peso en el bolsillo ni tarjeta en un cajero?
De acuerdo. Muy estúpido sería decirle que no. No tenemos un peso, ni tarjeta para meter en la ranura de un cajero, pero de ahí a que somos nada, mal me huele esa idea.
Y para que se muerdan las uñas: eso tiene solución en uno de esos pensamientos que llaman malos, bien parado en la mente por una carretera sembrada en pinos de ilusiones.
Y no me diga que así lo quiso el destino.
A la una, a las dos, o a las cuatro de la tarde o del amanecer uno es lo que quiera ser o sea a no ser que de pereza nos quedemos sentado...
Sentados a esperar que el billete del cielo caiga por un hueco en el techo a la sala del rancho.
Yo sí tengo muchas cosas que ser para hacer”.

Así lo describe un articulista desde la redacción de Cultura en El Espectador: “El primer texto que publicó lo hizo bajo la tutela de Carlos Castro Saavedra. Desde que inició, se supo que sería un poeta que rompería con los manuales impuestos (desde) las cantinas de luces fosforescentes, las fábricas de confecciones y los inquilinatos fueron los lugares en los que inspiró sus obras, dándoles voz a los obreros y las prostitutas que representaban la vida en aquellos lugares.”.
Para concluir este ejercicio, finalizo con este poema que se me ocurrió como un atrevido homenaje, porque se me dio la gana:

HELÍ RAMÍREZ 1948 - 2019 

I
Hay gente que se va sin que sepamos que se fue 
Y cuando nos lo hacen saber 
Nos damos cuenta que aún siguen allí 
el lado izquierdo de nuestro corazón de azúcar morena 
En el centro de nuestras neuronas 
O en una página con su voz de ¿qué más da, Sino seguir viviendo entre las hojas 
Como un insecto de luces intermitentes 
Iluminando vientos y oscureciendo espejos? 
Aquí va, entre el barro que va al mar 
Que está en plena batalla contra el tiempo 
Y allí las espumas como un bordado De blancas y amarillas tejeduras 
Tú de la selva humana en la metrópolis y acá dispersas clorofilas navegantes.

II
Helí Ramírez en las calles como un botafuego de una esquina barrial 
Tirando visté al tranco del loquito callejero que chuta un balón 
Mirando el esquince del malandro con su manca apretinada 
Y su esquiva flaca, llena de lo suyo, a calle franca. 
Testimonio del parlache que emanó de Maturín, Carabobo y San Juan. 
Parlache regado por Castilla y toda comuna marginal. 
Parlache de Medallo, de Helí entre malandros, 
Parlache en todas las esquinas de Colombia. 
Botafuegos del mariguanal latinoamericano. 
Tirar chiruza para chirimondiar por las calles. 
Botafuegos del humaredal cerebral de ilusiones chamuscadas. 
Helí, el de la sobrada palabra desenredándose en sus labios 
Hasta el papel que le acogía en sus páginas
Como el Mohán de las esquinas.

BIBLIOGRAFÍA

Ramírez Gómez, Helí. Primeros poemas publicados en la revista Acuarimántima (1974)
Ramírez Gómez, Helí. La ausencia del descanso Editorial Universidad de Antioquia 1975. Págs.,
Ramírez Gómez, Helí. En la parte alta abajo. Editorial El Propio Bolsillo, 1979. Págs.120
Ramírez Gómez, Helí. Cortinas corridas. Cooperativa de Trabajadores del ISS / Antioquia 30 años, 1980. Págs. 180
Ramírez, Ramírez Helí. La noche de su desvelo. Colección Autores Antioqueños, 1987. Págs. 194
Ramírez Gómez Helí. Golosina de sal, Colección literaria, Celeste, UDEA, 1973. Págs. 180.
La luz de acá se hace de la oscuridad de aquí (1991)
Para morder el cielo (1999)
Canción para cobijar tu cuerpo (libro perdido sin publicar y ojalá aparezca, para cobijar la sombra de los días azules).
Un espía en la sopa (Novela inédita y que debe servir para espantar “moscas” y otros bichos menos ruidosos que un zancudo al amanecer).
Arango Jaime Horacio. Se fue Helí Ramírez el poeta del barrio. El Colombiano, jueves 28 – 02 – 2019.
Hoyos Juan José. En memoria de Helí Ramírez. El Colombiano, marzo 03 de 2019
Giraldo Ramírez Jorge. Glosa a Helí Ramírez. El Colombiano domingo 30 de 2019, pág. 30https://sites.google.com/site/revistamascaluna/heli-ramirez-la-voz-del-barrio-castilla https://www.tragaluzeditores.com/heli-ramirez-cuatro-poemas/
https://www.revistaarcadia.com › Agenda https://www.otraparte.org/actividades/literatura/colombia-poesia.html parnaseo.uv.es/Lemir/Revista/Revista18/14_Podadera_Encarna.pdf http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/relaciones-entre-la-cultura-africana-y-la-literatura-de-america-latina-la-poesia-de-habla-castellana-en-las-antillas--0/html/905294d7-bb94-459d-8b93-403571827e63_4.html
https://www.sinonimosonline.com/buhardilla/
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