RESENTIDOS
Y CRÍTICOS: LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES
Darío Ruiz Gómez
Lo más sorprendente de
habitar en la idea de la democracia es ser, casi que, inevitablemente, objeto
de las más sorprendentes reacciones por parte de aquellas personas a quiénes
creíamos se identificaban con la práctica de habitar en la democracia o sea en
el respeto a las ideas ajenas, a los contrarios a nuestras opiniones, olvidando
que cuando una sociedad se precipita en el abismo de la mediocridad moral es
porque en sus diferentes grupos sociales se ha enquistado el terrible mal del
resentimiento social. Y este enfermizo estado de alma suele dar paso a a esa
grave patología que es el odio hacia los mejores, hacia aquellos que se
destacan por encima de esa medianía, tal como lo señaló una y otra vez Luis
Cernuda. El cainismo se expande entonces
sin que ninguna fuerza pueda detenerlo como respuesta del inferior a la
inteligencia. Nivelar por lo bajo es la consigna que se apoya en la defensa de
la ignorancia y en señalar como peligroso a quien piensa con independencia bajo
criterios propios. El marasmo de las llamadas clases cultas se pone de presente en estas encrucijadas cuando no optan por el llamado necesario a la
discusión, al debate sino condenando de antemano cualquier intención de
reflexión racional. Al fin y al cabo lo más fácil consiste en – como no dejo de
repetirlo- en condenar al otro sin juicio previo. Fíjense en esta curiosa frase
de Gramsci:”La indiferencia es abulia, parasitismo, cobardía. Por eso odio los
indiferentes” Gramsci es citado una y otra vez por nuestra parodia de
intelectuales “orgánicos” sin que ninguno de ellos se haya tomado la tarea de
adentrarse en la complejidad del pensamiento de quien llegó a decir que la
verdad es revolucionaria pero para que esto suceda es necesario el análisis, la
investigación en las fuentes, la voluntad de pasar del resentimiento a la capacidad intelectual de enfrentarse a la complejidad de
los conflictos que vive una sociedad,
que padece un individuo determinado.
Cuando en los boletines
de la Universidad leo escandalizado los
twits de muchos profesores difamando a quienes no se han plegado a sus consignas, señalando compulsivamente desde posiciones maniqueas, “uribista”,
“paramilitarista”, “fascista” a todo lo
que se mueva alrededor, descubro entonces
la raíz de este desaforado cainismo: la incapacidad de contar con los criterios
personales que sólo conceden el rigor
del estudio y de la investigación, la
nivelación por lo alto, la ejemplaridad, virtudes indispensables para conceder argumentos de
peso al debate de ideas, de proyectos
sobre la realidad nacional, pues han
olvidado que precisamente la
abulia y la incapacidad de razonar , que devienen siempre en la “sobradez” del dogmático de cafetería universitaria, conducen siempre a precipitarse a lo que tanto temen, el fascismo. Y la
ejemplaridad –esa actitud ética de respaldar las posiciones políticas con la propia vida personal- sólo se da con la presencia de textos
teóricos, de investigaciones in situ, que el obstáculo de la pereza, tal como
lo descubrimos hoy, les ha impedido mostrar en estos momentos
cruciales del llamado Postconflicto.
¿Dónde está el país por el cual supuestamente discutimos? “Ni mi verdad ni tu verdad, la verdad” para volver a Machado. P.D. Felices fiestas.
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