EL ESTUDIO Y LOS ESTUDIANTES
Darío
Ruiz Gómez
Hace
ya veinticinco años que me jubilé como profesor universitario y ningún día pasa
sin que yo haya dejado de defender la
misión de la Universidad luchando contra
la desidia oficial puesta de presente en su
eterna desfinanciación económica, pero luchando también contra las
fuerzas de la barbarie que no han dejado
de atentar contra la libertad de pensamiento, destruyendo , en su momento, bibliotecas, laboratorios, persiguiendo a quienes se oponían
a
sus desacreditadas consignas contra una “cultura burguesa” que
supuestamente debía ser reemplazada por
la nueva cultura de obreros y campesinos. Lo que quiero señalar es que lo que durante las últimas tres décadas
llegamos a vivir y padecer
en la universidad ha sido el reflejo por un lado de la crisis de nuestros valores sociales pero por otro el descrédito del
dogmatismo totalitario que nunca ha
querido asumirse. El balance de lo que supuso Mayo del 68 como paradigma de revuelta
estudiantil contra la sociedad burguesa es inobjetable: aquello no pasó a mayores porque sencillamente fuera de dos o
tres graciosos grafittis, nada quedó como un objetivo a cumplir en lo único que lleva a una sociedad al cambio: el conocimiento. Los pensadores que acompañaron las distintas revueltas estudiantiles , Sartre,
Marcuse, entre otros, pudieron constatar que sus propuestas para una nueva universidad no se cumplieron pues prontamente los rebeldes de ocasión regresaron
mansamente al redil. ¿Qué quedó de la
asonada sentimentaloide de los Hippies?
Diferente fue el movimiento estudiantil en Polonia, Checoeslovaquia, Hungría, donde la sangre de los jóvenes mártires –al igual que hoy en Venezuela y Nicaragua-
abrió las puertas para que la Universidad
frente al tirano fuese el espacio de la pluralidad. Lo que Emanuel Kant llamo el entusiasmo fue ante todo la tarea de
emancipación frente lo que suponen la ignorancia
y el oscurantismo y la necesidad
de una razón crítica fiscalizadora. ¿Por qué, entonces, preferir seguir en la ignorancia frente a los nuevos saberes si bajo éstas seguiremos sometidos
a nuevas servidumbres, ya que la
precariedad de nuestro conocimiento es cada día más escandalosa? ¿La verdadera
protesta estudiantil no debía estar encaminada a pedir una mayor calidad
académica como único argumento para
enfrentar las nuevas formas de ignorancia, la postración tercermundista
renunciando a la violencia? Ojalá esta
reflexión crítica hubiera sido tenido en cuenta por los fanáticos que hace dos décadas lograron sustituir la tarea emprendida hacia una verdadera emancipación intelectual, por los
desdichados slógans utilizados para seguir
imponiendo la ignorancia y las nuevas formas de servidumbre. ¿Qué significa la desaparición de las
humanidades en las carreras técnicas? ¿Cuál
es el nivel académico de nuestros universitarios en la
globalización? ¿Qué significado puede tener una universidad incapaz de hacer
frente a los nuevos retos de la ciencia?
Zygmunt
Baumam
el gran pensador, murió en plena lucidez a los noventa y un años, a él
debemos un concepto fundamental para entender nuestra actual situación: la sociedad líquida, es decir, la sociedad en donde ya no rigen los valores
éticos. La universidad liquida es el preámbulo de lo que llama un capitalismo
sin democracia (China, Rusia), el conocimiento bajo las leyes del mercado y su renuncia a buscar la autonomía que exige el
conocimiento liberado, para
hundirse en la mediocridad permaneciendo
en la trifulca y eludiendo las altas
exigencias y
responsabilidades del conocimiento. Toda
violencia es fascista por lo tanto.
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