Dian Fossy /
Luisa Vergara
Hoy celebro la vida
de una mujer valiente, luchadora y tenaz que dio todo de si para impedir la
extinción de una noble especie: el gorila de montaña.🦍💚🌍
La estadía de #DIAN FOSSY
en Karisoke (Ruanda, África) iba más allá de un interés científico, además de
estudiar a los gorilas y registrar nueva información acerca de sus
comportamientos y hábitos (información que desmitificaría la idea errada que
sobre estos animales se tenía, al considerarlos monstruosos y violentos), se
dedicó sobre todo a impulsar y poner en práctica la conservación activa
haciendo frente a los cazadores furtivos que para la década del 60 ya habían
diezmado a 200 la población.
#DIAN FOSSY abandonó
su cómoda vida en Estados Unidos y a su familia, cambió de trabajo, dejó atrás
todo lo que conocía para internarse en las montañas de Ruanda, en ese espeso
bosque de niebla que escondía los últimos gorilas que quedaban en el planeta.
Reconoció que solo habitando con ellos podía entenderlos, que solo estando
cerca y demostrando respeto podía ganase su confianza. Cuando las miradas se
cruzaban y por un momento quedaban fijas, cuando uno de ellos tomaba su mano o
acariciaba su caballo. Esos momentos eran el inicio de un vínculo afectivo que
duraría para siempre, pero sobre todo uno que definiría el futuro, trágico para
ella pero esperanzador para los gorilas.
¿En qué momento el
hombre consideró la cabeza de un animal como un trofeo para decorar paredes, o
sus manos, las manos de un gorila como exóticos ceniceros?
¿En qué momento
empezó a ser aceptable matar gorilas adultos para robar sus crías, y luego
tener el gusto de exhibirlas en jaulas?
Hombres millonarios
de otros países, sabían que una persona que pasaba necesidades, como era común
en Ruanda, mataría lo que fuera a cambio de algo de dinero. Y en un país de
guerras civiles, hambre y pobreza lo que menos importaba era un animal. Fueron
estos hombres quienes sentaron el precedente que desafiaría la supervivencia de
los gorilas de montaña, fue su ambición y decidía la que estuvo a punto de
extinguir a toda una especie.
No imagino todo lo
que tuvo que enfrentar Dian. Un gobierno desinteresado, cazadores furtivos
regados por toda la montaña y, detrás de estos, los hombres que desde un hotel
lujoso esperaban las cabezas, manos y crías de gorilas. Las discusiones con
embajadores que le pedían retirarse debido a los constantes enfrentamientos que
protagonizaba con funcionarios del gobierno de Ruanda. La posibilidad de que no
renovarán su visa y verse obligada a dejar el centro de investigación. La
tristeza y frustración después de cada asesinato, después de encontrar
descuartizado el cuerpo de algún gorila. Porque a pesar de sus esfuerzos, su
equipo de guardabosques era pequeño a comparación de los grandes grupos de
cazadores, porque a pesar de la consciencia que intentaba sembrar, era más
fuerte la necesidad de dinero.
A pesar de que el
panorama siempre pareció sombrío, su presencia en Karisoke durante 18 años
cambió de forma definitiva el destino de los gorilas. De 200 que estuvieron a
punto de desaparecer hace 50 años, ahora hay 800, todos agrupados en varias
familias en esas remotas montañas africanas.
Tal vez fue su
asesinato lo que llamó aún más la atención sobre su trabajo en la conservación
de los gorilas, el bosque y la necesidad de habitar el territorio satisfaciendo
las necesidades de la comunidad sin sacrificar el bienestar de los animales.
Qué paradójico, que después de eventos tan trágicos como su muerte (aún sin
resolver), es que hubo una reacción, un despertar, que en este caso ayudó a
fortalecer el proceso iniciado por Dian, el cual permitió la sobrevivencia de
estos nobles, increíbles y hermosos animales.
Ella continúa con
ellos, allá en las montañas, donde siguen luchando por sobrevivir. Descansa
junto a uno de los gorilas que más quiso, con el que hizo uno de los primeros
contactos; los dos acostados en la hierba, tomados de la mano, él la sostuvo
por un largo rato, y ahí comenzó su relación, uno de los vínculos más fuertes
para Ella. "Digit", como lo nombró Dian, fue víctima de los cazadores
10 años después de su primer encuentro. Ahora descansan juntos.
Dian Fossy (enero 16
de 1932 - diciembre 26 de 1985).
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