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Fernando Trueba en Medellín / Juan Diego Parra/ ITM
La música y el cine
Víctor
Bustamante
El
auditorio del ITM se encuentra con los estudiosos del cine y, además, con los
amigos que hace tiempo no vemos por la sorpresa de saber que Fernando Trueba ha llegado para una
conferencia de cine. Trueba está cerca al escenario, él es alto, delgado, con
su cabello blanco. A su lado Juan David Parra que será su presentador, así como
su partenaire. Como no quiero que su visita a la ciudad pase desapercibida,
quiero dar mi versión de esa llegada, y, sobre todo, escucharlo de viva voz, ya
que hacía unos cuatro años, cuando él dio una conferencia en el Centro, en el primer piso de la Librería El Acontista, durante
su presentación, al lado de Víctor Gaviria, mencionó un nombre: Guillermo
Cabrera Infante, de quien fue su amigo. Y
como Cabrera Infante es mi maestro quería saber más de él, ya que es la única persona
que se con certeza que lo conoció. Por supuesto que grabé su intervención con
una falla imperdonable, la mala iluminación, lo cual da la ilusión de saber que
el visitante está ahí, por no lo vemos pero si lo escuchamos, escuchamos su perseverancia
por el cine.
Por
esa razón he venido hoy aquí al ITM, quiero hacerle unas preguntas sobre su relación
con Caín, pero será al final ya que la conversación versará sobre un tema
atrayente, La música y el cine. Y digo atrayente porque la música y el cine han
llegado a cohabitar de una manera peligrosa, y digo peligrosa, porque el cine en
ciertas escenas, en cierto tiempo vacío necesita de la música para que refuerce
la imagen, de ahí que esos momentos pierdan poder ya que en esos momentos cuando
hay una música dulzarrona o llena de emotividad o suenan grandes fanfarrias o
una melodía se filtra por ahí casi silenciosa, es que nos damos cuenta que el
cine aun es esa fábrica de ilusiones, ya que nos aparta de al realidad y nos
sume en su realidad. Hay grandes músicos de cine, es indudable, pero en muchos
casos también hay películas que las sostiene la música lo cual es un lugar común.
Y hay canciones que se identifican plenamente con el cine, dejan su huella.
En
esta conversación, porque Trueba es un conversador excepcional, no un desenfrenado
de la palabra sino un ser que nos ha atrapado durante las casi dos horas de su conferencia
con su anecdotario de cine, con su encuentro con cineasta que ama, a veces se
va del tema principal pero luego regresa, después de un breve interregno para
seguir con el hilo de su charla.
Varios
nombres de músicos se cuelan en esta conversación. Uno de ellos, Antoine Duhamel,
el músico francés con el cual ha hecho varias películas, Cachao, Gato Barbieri.
Otra es la relación con Bebo Valdez, lo cual me arranca una sonrisa, ya que a él
le dedica Chicho y Rita lo que ocasionó
en Bebo no solo un largo llanto de afecto sino la amistad eterna con Trueba. Pero
en esta conversación que ilumina apareció otro nombre, Chicho Sánchez Ferlosio.
Y
por supuesto voy a ver Mientras el cuerpo
aguante, por una razón específica, siempre me ha causado mucha curiosidad
el caso paradójico de aquellos artistas que son puros. En este caso el de Chicho
Sánchez Ferlosio, su asunto vital se asemeja al del poeta Leopoldo María Panero,
en cuanto a la ruptura con el medio donde vive, a la desidia ante los artistas consumados
con el establo cultural y, sobre todo, porque son independientes a su manera y
al borde del abismo. El músico, Sánchez Ferlosio, se asila y se aísla en la calles.
No en vano en este documental lo vemos tocando en un restaurante para pedir dinero
al lado de su compañera Rosa, y Leopoldo asilado y, aún más, recluido en un hospital
mental.
Pero
hablemos de Chicho Sánchez un músico anarquista, más que comunista, en esa tradición
del anarquismo que aún perdura en España. En este documental, es notoria
esa facilidad para componer, y, además, temas
pegajosos con una letra que golpea. De ahí que Chicho sea un marginal, una suerte
de vagabundo; sus letras son provocadoras, sus letras están matizadas de
reclamo desde los suburbios más oscuros de la abyección humana, del abandono de
la justicia social a la cual él acude para contarla, a herirla.
Luego
vamos al Parque de La Floresta a un lugar a tomar algo con ánimo de realizarle la
entrevista. El nombre de Cabrera Infante permanece. Lo acompañamos con Víctor Gaviria,
su gran amigo, y su esposa, Andrés Upegui, Gustavo Castaño, el poeta Rubén Darío
Lotero, Juan Diego Parra, Edgar Bustamante, Paula Botero, directora académica
de le ITM. Trueba bebe una cerveza ligh y continúa la conversación con ese despliegue
de humor, con esa erudición, como si continuara la catedra de cine, lo cual es
un fervor en estos días aciagos. Cierto, esta noche hemos vivido el cine en su
mejor instante.
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