...
MI
PADRE
Raúl
Mejía
No
sin asperezas, de regreso a tus lugares:
Calles,
rostros y reencuentro con desiertos.
Desbordada
estupidez cabalgante, inciertos
Alientos,
cicatrices de latidos y hoscos aires.
Medellín
y las fosas de su “Centro”: impares
Sombras
se afrentan y destrozan. Conciertos
De
bocinas, silbidos y estresantes entuertos
Que
son lazarillos de ciegos y ocres azares.
Irrumpe
junio con su hoz de meses y de días,
Hacinamientos
convocan caos y fácil placer.
¡Es
perentoria toda ocasión de desaparecer!
Me
voy del asfixiante bar, se yerguen utopías.
(Tú,
padre, ¿disfrutaste semejantes distopías?)
Ávido
de sosiegos, huyo de este hoy y del ayer
Era
muy difícil, padre, seguirte el paso.
Incluso,
de hecho, era yo quien flaqueaba:
Tú
y tus rones, de pie, mientras cantaba
Uno
de tus ídolos de juventud. El ocaso
Acudía
al oscuro bar, en el silencio raso
De
enajenados del amor y odio. Celebraba
Esos
instantes, tonto bebía y susurraba
Como
segunda voz, activa por si “acaso”.
“Muchos
años después” y ante el olvido,
He
dejado de beber esas insólitas proezas
De
alcohol, azúcar y melancolías sin suerte.
A
solas canto, a solas recuerdo. En lo ido
Reencuentro
tu voz, tu alegría y destrezas
De
hombre y de padre. Vive en mí tu muerte.
Te
visito: es el “día del padre”. Estoy listo…
Solo al acercarme puedo, bien, recordarte.
No es justo. Me siento mal, en gran parte
Soy un mediocre exiliado y pésimo asisto
A este tipo de citas. Poco logro, pero insisto
En la asfixia de los recuerdos: amarte
En lo místico es inútil; es más fácil dejarte
Como utopía de sosiego en la que persisto.
Todo Hombre es padre de algún defecto.
Toda sombra es deudora de vívida luz
Y toda fecha especial es humana estupidez.
“Día del padre” … En tus cenizas el efecto
Del tiempo, su horror, actúa cual avestruz
Oculto, insidioso, a la espera de mi vejez…
En
la voz de “Nano Molina” volviste
Padre
mío, intacto en el recuerdo.
Tú
mayor, yo joven, en musical acuerdo
De
hombres a quienes el licor asiste
De
palabras y gestos. El tiempo insiste
En
su insana poda de imágenes. Cuerdo
Es
quien no agoniza ante la luz. (Pierdo
Mi
dosis de suerte ante lo que existe).
“Nano
Molina” y sus “cicatrices”, melodía
Ahíta
de rencores y de frustraciones
Que
oíamos algo ebrios. Hogaña melancolía
De
episodios de licor y viejas canciones.
Volví
a escucharte con él, padre olvidado
Como
trozo de vinilo roto y sepultado…
A
la calle, al parque, salías muy temprano.
Algo
de comida (poca) y el baño matutino…
Ignorabas
si eran angustias o era tu destino
Despejar
las afugias del día con la mano.
Acudías
al centro de Medellín, algo ufano
De
épocas pasadas. No amigos y el desatino
De
cruzar, viejo, avenidas fatales. Adivino
En
ti el afán de alejar lo triste, en vano…
“Muchos
años después”, la mascota descansa,
Los
montes padecen torres y el cielo alcanza
Al
último ángel, decente, que quiso huir.
Sabías
que tenías que volver a tus pesadillas
De
una familia cobarde y que, a hurtadillas,
Pensaba
que lo mejor para ti era morir…
No
podías mover la pierna derecha, no podías.
-Salí
temprano, vi a un can sucio cruzar lento.
-Invoqué
al caos, al infierno, a todo mal momento.
Te
apoyabas en mí y del cáncer nada sabías.
Bajamos
los sordos escalones y hasta sonreías.
-El
perro quiso saludarme, jugarme. No miento.
-Le
dolió tenderse, mal la cadera: ningún lamento.
En
el taxi, hacia tu muerte –sin afanes- salías…
Todos
fracasamos en la ironía de un nuevo hogar.
-El
perro aquel hurgó comida, restos de lo inerte.
Te
vi, padre, festivo en ese último cuarto familiar.
-En
las calles el can enfrenta desazón y muerte.
Mi
padre, a días de fallecer agradece su “suerte”
-Y
hoy, su recuerdo es tristeza de perro sin cesar.
El
hotel donde trabajabas, padre mío distante,
Hace
parte del tráfico de pieles y de humores.
Donde
antes transitabas recuerdos, los olores
Despiertan
al drogado, al perro, al vacilante…
Cerca
a tu hotel, padre, un asustado “Dante”
Huía
de esos infiernos. Y ausente de colores,
Un
arco iris de miseria apabulla los dolores
De
quienes agonizan sin alma y semblante.
Ayer
anduve por allí, muy próximo a la edad
Que
tenías al habitar ese, tu hotel. Y sonreía
Como
hipócrita cosechando entre cenizas.
No pude verte: espíritus labran otra heredad.
Medellín
oculta gusanos y ascos día a día
Mientras
la muerte es la última de las prisas.
Caminando,
padre, vi a un cachorro muerto.
Habitado
por las moscas, la ausencia y el frío.
Yace,
como basura, tendido, solitario y yerto
Ante
la indolencia, el repudio y nuestro hastío.
Me
cuesta vivir tanta miseria, tanto desierto
Que
nos consume de ira, nos llena del vacío
De
seres absurdos, ciegos ante este incierto
Convite
de vidas asquerosas, oh padre mío…
No
resisto la respiración de los demás, esta
Compañía
de voces, de sus grasas y aullidos:
Me
carcome la tristeza como gusanos al can.
Nada
me protege, me alivia de lo que apesta
Día
a día, centímetro a centímetro. ¡Ah los idos
Que
ya no mueren, no padecen y no están!
Vealo ahi como es el poeta de lloron..con la baba que le cae.. y no quiere a la tragica Alejandrita que no le dio miedo de nada.
ResponderEliminarLa baba si, pero no por tu muerta en vida: al menos mi padre si vivió y no le dio miedo vivir...
ResponderEliminarQue montón de moxos las del poeta anti pizarnic. Nos tiene peerplejas.ense que era mas ecuánime y no in lloro cito mas....
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