sábado, 12 de septiembre de 2015

Víctor Raúl Jaramillo ..¡Y Qué..! / Sin Tapujos








Víctor Raúl Jaramillo.

 ¡Y Qué..! / Sin Tapujos

Víctor Bustamante

Ahora regresa Víctor Raúl con dos libros, ¡Y qué…!, y Sin Tapujos, como, siempre con su escritura tan personal, su desconfianza perenne ante el estado de una cultura llena de mentiras y altibajos, con la anomia presente, y que él crítica, y lo cual es su sello que lo define.

Esa búsqueda interior lo ha llevado a transitar caminos donde él mismo casi se define, lo asalta la idea de que es un poeta místico, pero que en realidad es algo inusitado ahora en la cultura del entretenimiento donde solo interesa la fugacidad de un titular. Víctor Raúl es un escritor que no relata lo que ve, sino que ahonda en sí mismo en la honda noche de su ser, en su introspección. Es ese ser lleno de continuas preguntas, de un constante interrogar, así vaya de la mano de Caeiro, de Pavese, así nos recuerde a Gonzalo Arango, así descienda a algún místico desconocido.

La vitalidad en Víctor es su palabra, esa, que, acerada, aparece en sus noches, esa que, a veces, nos da la impresión de ser un diario y lo es, pero matizado de sus imprecaciones de su tratar de comprender su ser para alejarnos del reino de la perversa mentira que habita. De ahí vivimos una ciudad que en su mejor tono nadaísta, vía Gonzalo Arango, nos retrotrae y la cuestiona. De ahí que lea estos dos textos como una unidad, ya que ahí, en ellos, está impreso el carácter de su autor.

Por eso el poeta escucha el sentimiento de su encierro, los territoritos personales para mimetizarse a su manera y decirnos su propia concepción de ese instante que lo arredra que es la definición de su propio oasis donde se encierra y pernocta para salir fortalecido

Por eso no da concesiones y cuestiona el papel del escritor, del filósofo, del místico, del amor, de la muerte, de la vida ordinaria para el sacudirla a su manera, pero, así mismo, crear una opción nueva. De ahí que después de fustigar el estado de cosas, la podredumbre creativa que calcina a tantos escritores por su afán en ser algo, cuando la escritura es el oficio más oscuro, Víctor nos da una luz de esperanza, en un país sin esperanzas, una suerte de tregua en Sin Tapujos donde acude al principio de esperanza para intentar dilucidar las asperezas y así surge una buena idea, a su manera, de proponer una salida.

Es como si el poeta nos dijera que escribe para que no suceda lo que teme; para que lo que lo aturde y lo hiere, para que lo que lo molesta y agrede, sea dejado de lado; que la escritura sea un exorcismo pero así mismo un camino para llegar a la utopía.

De ahí que el poeta intenta curar las heridas con sus batallas personales. En este sentido, con su poesía, con sus ensayos, con su música, con sus noches, llenas de diatribas y conjeturas, invoca, y, por supuesto calma y sana las hostilidades con su palabra, con su reflexión.

Escribir así, es recordarnos que persiste la desgarradura. Que el poeta en su lucidez, nos dice que no olvidemos que todos estamos heridos. Así Víctor Raúl, Lucifer el Hermoso.







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