Víctor Raúl Jaramillo.
¡Y
Qué..! / Sin Tapujos
Víctor Bustamante
Ahora regresa Víctor Raúl
con dos libros, ¡Y qué…!, y Sin Tapujos, como,
siempre con su escritura tan personal, su desconfianza perenne ante el estado
de una cultura llena de mentiras y altibajos, con la anomia presente, y que él crítica,
y lo cual es su sello que lo define.
Esa búsqueda interior lo ha llevado a transitar caminos
donde él mismo casi se define, lo asalta la idea de que es un poeta místico,
pero que en realidad es algo inusitado ahora en la cultura del entretenimiento
donde solo interesa la fugacidad de un titular. Víctor Raúl es un escritor que no
relata lo que ve, sino que ahonda en sí mismo en la honda noche de su ser, en
su introspección. Es ese ser lleno de continuas preguntas, de un constante
interrogar, así vaya de la mano de Caeiro, de Pavese, así nos recuerde a
Gonzalo Arango, así descienda a algún místico desconocido.
La vitalidad en Víctor es su palabra, esa, que, acerada,
aparece en sus noches, esa que, a veces, nos da la impresión de ser un diario y
lo es, pero matizado de sus imprecaciones de su tratar de comprender su ser para
alejarnos del reino de la perversa mentira que habita. De ahí vivimos una
ciudad que en su mejor tono nadaísta, vía Gonzalo Arango, nos retrotrae y la cuestiona.
De ahí que lea estos dos textos como una unidad, ya que ahí, en ellos, está impreso
el carácter de su autor.
Por eso el poeta escucha el sentimiento de su
encierro, los territoritos personales para mimetizarse a su manera y decirnos
su propia concepción de ese instante que lo arredra que es la definición de su propio
oasis donde se encierra y pernocta para salir fortalecido
Por eso no da concesiones y cuestiona el papel del escritor,
del filósofo, del místico, del amor, de la muerte, de la vida ordinaria para el
sacudirla a su manera, pero, así mismo, crear una opción nueva. De ahí que después
de fustigar el estado de cosas, la podredumbre creativa que calcina a tantos escritores
por su afán en ser algo, cuando la escritura es el oficio más oscuro, Víctor
nos da una luz de esperanza, en un país sin esperanzas, una suerte de tregua en
Sin Tapujos donde acude al principio de esperanza para intentar dilucidar las
asperezas y así surge una buena idea, a su manera, de proponer una salida.
Es como si el poeta nos dijera que escribe para que
no suceda lo que teme; para que lo que lo aturde y lo hiere, para que lo que lo
molesta y agrede, sea dejado de lado; que la escritura sea un exorcismo pero así
mismo un camino para llegar a la utopía.
De ahí que el poeta intenta curar las heridas con sus
batallas personales. En este sentido, con su poesía, con sus ensayos, con su música,
con sus noches, llenas de diatribas y conjeturas, invoca, y, por supuesto calma
y sana las hostilidades con su palabra, con su reflexión.
Escribir así, es recordarnos que persiste la
desgarradura. Que el poeta en su lucidez, nos dice que no olvidemos que todos
estamos heridos. Así Víctor Raúl, Lucifer el Hermoso.
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