Esperanza rota
Tengo una esperanza rota
Que se consume
en el destino de los desamparados.
Está sentada en un rincón
Mirando como llueve olvido.
No hay modo de recomponerla
De decirle, de convencerla
Que quizá en unas horas,
terminará la ausencia.
Se ha arrancado los ojos
Para que nadie mire
el dolor que llevan dentro
Se cosió la sonrisa
Y cada tarde se corta los deseos
que brotan en su pecho.
A veces llora por las noches
Y sus lamentos vuelan en el tiempo,
Como un par de fantasmas se deslizan
Entre los recovecos de los años de antes.
No quiere irse a ninguna parte
Porque aún espera que el invierno llegue.
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Corazón taciturno
Lluvia encadenada
Ventisca de tus ojos
Nubes que corren de un lado a otro
En las aceras del universo.
Miradas blancas de magnolias
Sangre amarilla de las rosas
rebeldes.
Aves que reptan
Ante el yugo de unas alas rotas
Guerra sin cuartel a los
desamparados
¡Apocalipsis de ignominia!
Madres que venden a sus hijas
Hijas que odian a sus madres
Gatos que visten de corbata
Vociferando ser “líder de la
manada”.
Adolescentes convertidas en verdugos
Y otras más llorando moretones,
Miradas extraviadas, violencia que
mata los perdones
Locura que bulle en la mente
colectiva
Lunas de sangre, robadas ilusiones.
Corazón taciturno de un mundo
secuestrado
¡Hilarante, cruel, desenfreno
arrebatado!
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Canto Quechúa
La luna se ha posado sobre el
equinoccio
El desierto brilla con la primavera
Los gritos de migrantes se oyen
desde la frontera
¡y yo sigo aquí!
Aferrada a la luz de la ilusión
primera.
Las horas se desgranan en el
horizonte
Igual que las plegarias en mi lengua
Quechúa
Sueño las pesadillas en las manos
que hurgan
Me consuela el canto lejano del
cenzontle.
Mi cuerpo ha sido abierto más de
tres veces
Y en mi interior solo siento un
vacío
Voces extrañas siembran muerte y
hastío
¡Mi sueño de migrante lo he pagado
con creces!
¡Quiero gritar desde esta caja
oscura!
Quiero que sepan que soy un ser
humano
No importa si nací en Belice, en
México o en Honduras
¡Quiero la dignidad de regreso a mis
manos!
Mi alma está en el limbo de las
soledades
Mi cuerpo es desperdicio ahora,
Los “coyotes” se esconden, los
policías callan
Los presidentes ríen, las leyes
mueren
¡El dinero quema y la justicia
llora!
Abuela, escucha el trino de las aves
El ruido las opaca pero están allí
Sabes quien soy ¡sé que lo sabes!
Una estrella, una flor, una ilusión
¡Soy Nohemí!
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Las Mujeres sin alma
Estoy aquí, soñando que aún vivo en
el útero de mi madre.
No es así. Estoy perdida en la
oscuridad de una jaula sin rejas
Flotando entre el moho de las copas
vacías
Y el humo de cigarro viejo.
Me duele el alma
Me duelen los puntapiés que mi
dignidad recibe cada noche
Me duelen las entrañas desgarradas y
el corazón amoratado.
No sé cuanto tiempo ha pasado desde
mi llegada
porque aquí los minutos parecieran
horas.
¿Y los días?, no puedo dar cuenta de
ellos
Porque no veo el sol
Porque no sé si es de día o de noche
o porque la vida se me ha oscurecido
por completo.
Tengo un par de latigazos en la
espalda
Como marca indeleble de mi
indefensión.
Me los han dado ayer
Por negarme a complacer a un cliente
Intenté no hacer lo que querían
Pero fue imposible
Los que mandan son ellos
Y una aquí, solo es la que obedece.
Todavía tengo el olor a podredumbre
de su cuerpo
En mi memoria
Puedo olerlo, tocarlo, sentir sus
horribles manos
rozando mi piel de adolescente
¿Qué pasa? me pregunto
¿Por qué no vienen a rescatarme?
¿Se habrán olvidado de que existo?
¿O es que ya a nadie le importa?
Miro a las demás con sus doce años a
cuestas,
Y están allí sumidas en el abandono
Igual o peor que yo.
A veces, se toman de las manos y
lloran juntas
Y veo sus lágrimas caer
Y me dan ganas de llorar también.
No puedo hacerlo.
Pareciera que el monstruo me ha comido
la vida.
No hay nada ya dentro de mí
Solo un vacío enorme, carente de
sentido
Que crece y crece, y crece
Mientras yo me hundo en un hoyo
profundamente oscuro.
¿Dónde estás?
¿Dónde estás tú?, tú que me
conociste,
tú que viviste a un lado de mi casa
Tu que fuiste conmigo a la escuela,
tú que me diste clase
¿¿Dónde estás tú amiga, amigo, dónde
estás?!
Padre, hermano, abuelo, ¿Dónde están
todos?
¿Por qué no viene ninguno de ustedes
a buscarme?
¿Por qué no me rescatan
De esta terrible pesadilla?
Estoy muriendo de a poquito
Y pareciera que a nadie le importa.
Soy un número más en la estadística
violenta de mi patria
Soy un número más en eso que llaman
“las desaparecidas”
“las mujeres sin nombre”, “las
mujeres sin familia”
Las mujeres sin alma.
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Historia de una lágrima que no pudo rodar
Tiene trece años
Y el dolor amenaza con romperle
el cuerpo.
Hace seis meses que le empezó a
crecer la panza
Y ella aún no entiende los
porqués.
Intenta descifrar la historia
Pero igual que antes
No sabe lo que pasa con su
cuerpo.
Lleva tantos años allí adentro
Que apenas muerde
El recuerdo de su madre.
Sus ojos, se han vuelto
pantanosos
Y su vista se pierde en el
crepúsculo.
Quizá haya sido el ayuno forzado
Las largas horas de trabajo en
el burdel
O la mano siniestra
Que le aprisiona el alma.
Tiene una lágrima escondida
En el ojo izquierdo,
Que se niega a salir
Por temor a equivocar el camino.
¿A dónde iría después de todo?
Si no conoce más que los
pasillos
Oscuros de esa casa vieja.
Alguien le dijo que tiene un
hijo adentro
Pero al igual que el otro,
Lo sacarán a tiempo
Para venderlo en el mercado.
La lágrima rebelde casi cede
entonces
Y se sostiene apenas
En la línea suicida de los
párpados fijos.
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