lunes, 16 de febrero de 2015

26. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico. Pedro Justo Berrío




26. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico. Pedro Justo Berrío


No seamos injustos con Pedro Justo

Víctor Bustamante

Alguna vez decía Carlyle sobre la importancia del papel de los grandes hombres como referente para la formación de una mentalidad. Claro que eso ocurrió hace algunos años. A él, a Berrío, le podríamos aplicar estas mismas palabas del inglés: "La democracia es la desesperación de no encontrar héroes que nos dirijan". Eso fue Berrío, un político destacado, casi con la veneración de sus ciudadanos. En Medellín Pedro Justo Berrío se ganó ese apelativo de un grande hombre debido a sus ejecutorias, y probidad, no en vano en su monumento en el Parque de Berrío fueron escritas estas palabras: “Al incorruptible y modesto ciudadano Doctor Don Pedro Justo Berrío?”

A los pocos años de muerto la ciudadanía quería tributarle un homenaje, y lo hizo, dándole nombre al parque principal de la ciudad, y además eternizando su memoria con una estatua. Fue el primer gobernante antioqueño de una probidad  absoluta y de una  ascendencia total. No creo que en la actualidad existiera unanimidad para que un político contemporáneo mereciera un homenaje de estas calidades. Son tantas las veleidades que uno se pregunta qué ha pasado en estos cien años para que ese ejercicio sea tan discutido. Para muestra un botón sucio: un diputado copió de El Rincón del Vago, en Internet, parte de su tesis y ahí sigue campante. No hablaré de otros casos, más deleznables, por una razón de peso, más de un rostro, iba a decir, de muchos de  nuestros dirigentes se caería como una máscara en el Festival del Diablo. Maquiavelo es su cartilla predilecta.

Carrasquilla recibió clases con Pedro Justo y narra cómo era Berrío, un hombre con sentido común y deber civil que caminaba por las calles para dirigirse a la Universidad de Antioquia, en la Plazuela de San Ignacio.

Luego de abandonar el cargo Berrío se va a vivir a Santa Rosa pero debe volver a Medellín debido al daño que le hacía a su salud el intenso frío de su ciudad natal. Se instala a vivir en la casa 102 entre Carúpano y San Félix, que la construcción de la Oriental destruiría.

Hasta aquí las huellas del ámbito vital de Berrío se han borrado por sus mismos herederos políticos. Es cierto un político aclamado y probo parece no existir y señala sus ejecutorias.

La ordenanza número 26 del 4 de agosto de 1890, mandó a erigir una estatua en homenaje a Berrío. Los contactos se realizaron en París donde se envió la propuesta a Juan C. Ordoñez, y este al señor Emiliano Isaza, secretario de la legación colombiana ante la Santa Sede que contacta a Giovanni Anderlini, discípulo de Tenerani, quien había ideado la estatua ecuestre de Simón Bolívar en Bogotá. El gobernador le envió a Ordoñez, intermediario, tres pequeños retratos de Berrío, uno de ellos de cuerpo entero, un boceto con la acostumbrada postura de Berrío con los brazos cruzados y en traje civil. El dibujo modelo lo realizaría Fráncico A. Cano, el contrato y copia de la ordenanza también se enviaron a Italia.

El día 29 de junio 1895, onomástico de Berrío, se realizaría la ceremonia de descubrir la estatua. Los planos del parque los realizaría el arquitecto Antonio J. Duque.

Este texto se extiende un poco, solo quería referirme a algo inaudito: la situación actual del monumento a Berrío en el parque, lo han cubierto con una base redonda y han encapsulado la estatua de Berrío en una caja blanca, donde se lee “Paisa compra paisa”, y en la base, “Orgullo paisa. Desde diciembre ese armatoste ridículo cubre a Berrío de toda la magnificencia de su obra, de lo que proyectó para la grandeza de un departamento.

He averiguado en la red y en ningún lugar del mundo he visto cubierto el nicho de  las estatuas que hacen homenaje a sus héroes para vender sanduches, perros calientes, chicharrones, pescado o jugo, o la yerba del diablo. La de Lincoln en Washington la veo intacta en tiempo real con el líder aferrado a su silla. La estatua de la Libertad en New York todavía saluda a los viajeros con su antorcha en la mano derecha. En Londres el almirante Nelson en Trafalgar Square sigue ahí sin ningún problema. En Paris la estatua de Napoleón aún sigue de pie sin ser cubierta por nada que oculte su memoria y su presencia, síntesis de su legado.  En Madrid el monumento a Miguel de Cervantes luce primoroso bajo el sol. Julio César en la Plaza Santa María Nova en Roma está intacto y pendiente de la ciudad que ayudó a forjar. En Roma hay unas 2500 estatuas que imprimen su sello y el peso de su historia a la ciudad. En Medellín unas se las han robado, otras las han despedazado y así.

Qué dirán los turistas de la ciudad más innovadora, de la ciudad más educada, que hasta sus grandes hombres son desplazados y tapados con un cubículo y publicidad demagógica, es decir olvidados por una generación de tecnócratas que no sienten el pulso de la ciudad, del Centro digo, y anoto, del Centro abandonado a su suerte. 

No sé si las estatuas sean consideradas adorno  o patrimonio en ese maremágnum de legislaciones que nadie responde. Somos kafkianos a morir. Seguro no aparecerá el funcionario que dio la orden menos el gerente del Centro. ¿Hay gerente del Centro? Iba a referirme a los concejales pero estos deben estar en campaña desde el primer día de su legislatura. 

Teníamos noticias del carácter mercachifle de los paisas al destruir casas patrimoniales para abrir negocios, pero si miramos las diversas fotografías de Berrío en su monumento es la primera vez que en Medellín ocurre un disparate de esta índole.

La Antioquia vocinglera, la que se extasía con los juegos de chance que ocupan los antes poderosos edificios de los bancos de la calle Colombia con Bolívar, la ciudad de los casinos que remplazaron los teatros, de los estriptis, de los jibaros, los brujos de tarjeta, de las prepagos, la de los vendedores de mercancías chinas del Hueco, la de contrabandistas; se ha apoderado del Centro. Esto para referirme a una parte; la otra, la de las vacunas y la de los atracos perdura con baja intensidad, y ahora, la barbarie, corona su obra con la armadura que le han dispuesto a uno de los antioqueños ejemplares.

¿Hay un encargado del espacio público en la ciudad? ¿Hay dolientes del patrimonio, en este caso los monumentos que poco a poco se abandonan?  La incuria a Berrío hoy es equiparable a la desidia con el monumento a Cisneros en la época de El Pedrero.

Inicialmente pensé que se trataba de una instalación a la manera de Christo que tapaba con mantas de tela edificios, incluso el Pont Neuf, para tomarles fotografías. También llegué a pensar que algún imitador de las bagatelas de Jeff Koons había decidido crear una instalación, pero este cachivache que ofende y esconde al héroe lleva más de tres meses cambiando la historia, degradandola al folclor del más bajo calado: situar un cacharro que servirá para el escenario de los cantantes varados de diciembre y luego para la venta de chicharrones y jugos, tinto, cerveza, tapetusa y whiskey Old Parr 100 años destilado en Manrique, y música guasca para poder ocultar el monumento a uno de los antioqueños ilustres, que en realidad sí lo fueron.

Es cierto, Medellín se precia de realizar eventos internacionales de gran vuelo, pero en el fondo la mentalidad de montañeros con corazón municipal aún perdura. La ignominia a Berrío es apenas un escudeto del descuido.




7 comentarios:

  1. Muy oportuno el registro de este descuido irrevente de la administración municipal frente al Patrimonio hustporico de la efigie en memoria de Pedro Justo Berrío, modelo de gobernante cívico ejemplar. Comparto en Fecebook y google. Gracias Víctor.

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  2. Ahí en esta denuncia hablan de espacio publico. Claro que en Medellin cualquier funcionario habla del tema y no soluciona nada. Felicitaciones.

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  3. Maestro en realidad es cierto o es un montaje para algun evento de talla?

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  4. Lo que me parece más grave, es que no invitaron al evento "Paisa come Paisa", con gusto hubiera asistido. Es natural y necesario que la gente se apropie de los espacios de la ciudad, por encima del superfluo tributo que hace el gris contorno de una estatua.

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  5. Medellin? no me lo diga la ciudad no existe para algunos, para otros es el gran negocio

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  6. ellos aun creen en lo que dicen: "Unidos, construimos la ciudad que soñamos. Con ayuda de tus reportes, estamos construyendo una ciudad para la vida".

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