( Versiòn actualizada con declaraciones de Lisandro Duque
Naranjo)
Gustavo Noreña Jiménez
Una mano / más una mano / no son dos manos / Son manos
unidas /Une tu mano
a nuestras manos / /para que el mundo / no esté en pocas
manos / sino en todas las manos.
Poema Revolución de Gonzalo Arango.
Gonzalo Arango fue el fundador del movimiento nadaísta, y
luego se agrupó con los poetas Jaime Jaramillo Escobar (X ―504), Darío Lemos, Eduardo Escobar; el
novelista Humberto Navarro “Cachifo”;
los cuentistas Amílcar Osorio, alias Amílcar U y Jaime Espinel; el cineasta
Diego León Giraldo; los hermanos Jorge Orlando y Moisés Melo. Posteriormente
llegaron otros como el poeta Mario Rivero, la escritora Fanny Buitrago, Elkin
Restrepo. Cali aportó a José Mario
Arbeláez Ramos, famoso con el apodo de
Jota Mario Arbeláez y a Elmo Valencia. También muchos otros artistas coquetearon con el nadaísmo como Álvaro Barrios, quien se proclamó pintor nadaísta;
los cantantes Pablus Gallinazus y
Eliana; los Yetis; el escultor Pedro
Alcántara, la poeta Raquel Jodorowski y
muchos más.
Gonzalo Arango Arias nace en Andes, Antioquia el 18 de Enero de 1931. Escritor y poeta. Inspirado en
Fernando González Ochoa, el filósofo de “Otraparte”. Estudió bachillerato en el
Liceo de la Universidad de Antioquia donde tuvo por compañero al pintor
Fernando Botero y curso tres años de Derecho en la citada universidad.
Gonzalo murió en un accidente de tránsito en Tocancipá en
1976 cuando se disponía a viajar a Inglaterra con su compañera Angelita Hickie.
Diego León Giraldo
merece una mención especial por tratarse del primer nadaísta sevillano.
Jotamario Arbeláez, escribió el siguiente texto: “Las esquirlas de Diego León.
Uno de los Trece poetas nadaístas ha muerto, Diego León Giraldo, quedamos
nueve. Gonzalo Arango se detuvo en el 76, Amílcar Osorio brincó hasta el 85,
Darío Lemos cojeó hasta el 87. El nadaísmo, sin embargo, sigue tan campante con
sus 39 años a cuestas repartiendo etiquetas negras, y dejando que sus muertos
enterremos a nuestros muertos.
El hijo de don Honorio Giraldo nació en Sevilla (Valle) en
1940. Estudió su bachillerato en el colegio Berchmans de Cali, de donde desertó
para hacer parte de la aventura espiritual y corrupta más grande de nuestra
historia. Fue uno de los fundadores del nadaísmo caleño, cuando Gonzalo Arango
llegó a esa ciudad con su gabardina. Nos reunimos en la imprenta de Pacho Mora,
Alfredo Sánchez, X-504, Dukardo Hinestroza, él y yo, a enterrar simbólicamente
la poesía. Después de las exequias llegaron Elmo Valencia, Pedro Alcántara,
Armando Romero, Augusto Hoyos, Jan Arb.
Con Alfredo Sánchez
fundó el suplemento literario Esquirla, personero de la vanguardia, que todos los
domingos viene envuelto en El Crisol, como rezaba la cuña. [..]Perdimos el
bachillerato en nuestros respectivos colegios, pero como él, además de sagaz
era adinerado, llegó a Bogotá con un diploma rutilante a matricularse en
sociología en la Universidad Nacional. Hizo parte de la izquierda exquisita.
Con una carpeta de fotos de archivo de Camilo Torres que le suministrara
Enrique Santos Calderón, se fajó el más impresionante documento político sobre
el heroico sacerdote, que tuvo mención destacada en la Historia del cine
mundial, editada en Francia por George Sadoul. […]
Se quedó dormido en
la soledad de su habitación y del sueño pasó a la muerte sin despertarla. Sus
hermanas lo encontraron entre los rollos de sus películas y sus ensayos
literarios, entre ellos el que narra el episodio del sacrilegio de Medellín, en
el que también participó Darío Lemos, y por el que recibieron excomunión papal,
luego dispensada”…
―Gonzalo, después de
que hagamos el Festival Artístico de
Vanguardia en Cali, quiero que vaya una buena delegación de nadaístas a Sevilla
para alborotar el avispero en mi pueblo. Lástima que no puedo ir ―dijo Diego
León Giraldo.
―Claro mi poeta ―dijo Gonzalo Arango―y agregó―En Sevilla hay
mucho nadaísta como Lisandro Duque, el pintor Álvaro López y los estudiantes
del Colegio General Santander. Ese pueblo es la Atenas cultural del eje
cafetero. Allí daremos inicio a la gira Post Festival.
―Me parece bien. Yo quiero que vaya Jotamario, el discípulo mayor de nuestra
cofradía en Cali, y además que vaya otro gran poeta caleño como Elmo
Valencia―dijo Diego León.
―Yo invito al Comandante Pablus Gallinazus, a Eliana, y le
diré a Lisandro que está en Medellín,
para que coordine la venida de los Yetis. También hablaré con uno de los
mejores poetas de Medellín como es
Eduardo Escobar para que vaya a Sevilla. Haremos un festival filosófico,
poético y musical. Yo tampoco puedo ir, pero haremos historia con nuestros
arcángeles y serafines.
―Los nadaístas se presentaran en el Teatro Real o en el Club Tres de Mayo
donde se divierte la burguesía cafetera o en el Club los Arrieros donde bailan
los coca-colos de Sevilla o en todos esos sitios―dijo Diego León.
―Nos presentaremos juntos, todos contra todos donde sea,
guitarras y poemas, canciones de protesta, alaridos, convulsiones, la poesía en
traje de pelea, la guitarra tiene la palabra, somos los poetas de la pesada ,
dijo Gonzalo.
Los nadaístas
estuvieron en Sevilla según lo relata Gonzalo Arango en una misiva dirigida a
X-504, al hacer un comentario sobre
Jotamario Arbeláez en el libro “Gonzalo
Arango, Correspondencia Violada” del poeta Eduardo Escobar: …”Ahora debe estar
encamando a sus amadas en Cali, exhibiendo el ojo tapado del Nadaísmo, o sea,
una lengua del zapato de Gallinazo con la que se fabricó un ojo tuerto para
salir fotografiado en la primera página de los periódicos como el Dayán de la
revolución, el Mesías de la desesperación redentora, el irresistible gigoló de
la libido caleña… ¿Dónde estará? La última vez que lo vi fue en un taxi que lo
traía de Buga al final de nuestra apoteósica gira post-festival por algunas
ciudades, con ruidosos éxitos y fracasos en Sevilla donde querían motilar a
bala a los nadaístas. Él se presentó muy Cristo con una corona de espinas de
alambre de púas que se fabricó en el camino a la medida de su locura, y allá
insultó a todo el mundo, a todo lo sagrado, a los godos, a los curas, al respetable
público, a la literatura, al pan, a la sal de la vida, a nuestro Señor
Jesucristo sobre todo, y por nada le hacen tragar el espinoso símbolo, pero de
todas maneras se hirió las manos con las púas”.
El antropólogo sevillano Edgar Álzate narra en su cuenta en
Facebook: “Yo estaba muy niño y los vi, Pablus Gallinazo vestido de Almirante
con una espada en la mano, Jota Mario con la corona; y el escándalo fue cuando
leyeron sus poemas en el antiguo Club Los Arrieros, donde bailaban los jóvenes
de la época, leyeron sus poemas escritos en un papel higiénico y eso fue el
colmo para la sociedad”.
Hugo Fernando Valencia quien por esa época ya estaba
grandecito, estudiaba en el Colegio General Santander y en su corazón palpitaba
su amor por las nuevas ideologías y la bohemia.
―Madre, ya tengo
diecisiete años. Esta noche me voy al “Post-Festival artístico de
vanguardia”―dijo Hugo Fernando.
―Hijo, ¿dónde van a realizar ese Festival?
―Va a ser un concierto de los nadaístas en el Club los
Arrieros, un establecimiento de baile que queda frente a la cafetería “El Polo”
de don Arístides Pineda.
― ¿Y esa gente quiénes son?
―Vienen poetas y cantantes. De Medellín viene el poeta
Eduardo Escobar y el grupo musical a
go-go de los Yetis; de Bogotá los cantantes Pablus Gallinazus y Eliana; de
Cali, los poetas Jota Mario Arbeláez y Elmo Valencia; además, viene Elkin Mesa
que es periodista y esposo de Eliana.
Esta presentación va a estar loquísima.
―Mijo por Dios, esos melenudos son ateos y sacrílegos.
Parece que hasta les gusta comer hostias.
―No mami. Ellos son la generación que sobrevivirá al
apocalipsis de la corrupción. Esto va a ser la revolución de las fuerzas
desarmadas con la explosión de la lírica. Estos poetas y músicos están armados
con las pistolas de la poesía y sus fusiles son las guitarras.
―Hijo lindo, usted ha sido criado en un hogar católico. ¿A
qué horas se le torció el camino y se volvió nadaísta?
Hugo Fernando
dice que los Yetis se presentaron en una
reunión familiar en la casa del pintor Álvaro López ubicada en la calle de la
Pista cerca de las bodegas de la Federación de Cafeteros, y que le gustó tanto
la “carreta” del nadaísmo y la literatura que cuando salió de bachillerato se
fue a Medellín a trabajar con Alberto el
“Topo” Ceballos quien era el gerente de la reputada librería “Alexis Zorba”,
cuyo propietario era el empresario sevillano Evelio Torres “Eveltor”.
A Lisandro Duque
Naranjo durante el 11⁰ Festival de Cine
Colombiano de Medellín, Antioquia, realizado entre agosto 23 al 26 del 2013,
Diego Rojas Romero, Investigador, Crítico de Cine, Realizador y Víctor Gaviria,
poeta, Director de Cine y Director del Festival le hicieron una entrevista de
la cual extracto los siguientes apartes:
[…”En medio de esa vida publicaba mis cosas y fui empresario
de artistas, de los nadaístas. Íbamos a Pereira, Armenia, Buga, Cali y, claro,
a Sevilla, con un espectáculo llamado Átomos a Go-Gó para la paz: conjuntos de
rock con los Yetis y Juan Nicolás Estela, Pablo Gallinazo, Eliana, Gonzalo
Arango, Jota Mario. Todo esto entre el 63 y el 68.
[……] ¿Qué te seducía
tanto de los nadaístas?
Yo me las daba de nadaísta local, seguía ese
proyecto nacional. Además por un antecedente: el 5 de enero 1960, amigos míos
quemaron el pesebre del pueblo con cocteles molotov ahí en la plaza. Eso marcó
un rompimiento muy fuerte y ahí me desmarqué de todo ese greco‐quimbayismo
porque me dio mucha envidia de los que habían quemado ese pesebre. Me
emocionaba la notoriedad que adquirieron Mario Pineda y Humberto Pino. Casi los
lincha el pueblo y los salvó el párroco, fue un fenómeno interesante. Desde
entonces nos convertimos, con un combo de amigos como Hernán Vallejo, José Raúl
Arango, Gilberto Rodríguez, Evelio Loayza y Jaime Galvis, en unos clandestinos
del grafiti. No había aerosol y nos tocaba con brocha y el tarro de pintura
roja: “Dios no existe”, éramos unos tinieblos de una anti religiosidad la
berraca. En un acto de barbarie íbamos a la biblioteca del colegio o a la
biblioteca pública, pedíamos El tesoro de la juventud y a las reproducciones de
vírgenes les pintábamos bigotes, escribíamos “La virgen es mentira”, éramos
unos ateos muy militantes. De esa época es que saqué el guión de mi próxima
película y nunca como antes un personaje mío es tan autobiográfico. El
protagonista soy yo: así procedí, así era.
[…]¿Fuiste nadaísta,
realmente?
Pues nadaísta de Sevilla, por eso busqué hacerme amigo de
ellos. Cuando en el 66 o 67 llevé a Gonzalo Arango, más que llevar el nadaísmo
lo que llevé fue a los nadaístas. Gonzalo, Pablo y Elmo Valencia, nos hicimos
amigos y leí con mucha disciplina todo lo de ellos. No me olvido cuando estuve
en la universidad de Antioquia en Medellín en la conferencia que leyó Gonzalo
“Medellín a solas contigo”, un texto precioso. Un panfleto contra la cultura
antioqueña tan brillante, lo leyó en un paraninfo a reventar. Pero ojo, eso no
era lo único que yo leía: ese bachillerato mío fue integral y yo, cuando estaba
en sexto por ahí a los 17 o 18 años, pertenecía a un grupo con Eduardo
Trujillo, José Raúl Arango, Gilberto Rodríguez y Hernán Vallejo, en el que nos
leímos muchos clásicos: Oscar Wilde, Dostoievski, Balzac, Sartre, Flaubert,
algo de Proust, y El cuarteto de Alejandría de Durrell, Camus, Shakespeare,
éramos unos jovencitos engreídos e insoportables que queríamos distinguirnos de
los que eran muy atléticos y expertos fútbol; nos volvimos intelectuales por
nuestro mal desempeño deportivo. Nunca estuvimos en ninguna selección, no
servíamos. Entonces nos dedicamos a leer, nos volvimos intelectuales para que
nos respetaran, era un blindaje. Ahora que se habla de matoneo en los colegios,
yo pasé por varios tanto en Sevilla como en Pereira, allí la pelea era muy
fuerte. Como no era un tipo con destrezas físicas me tocó darme trompadas
varias veces, porque si no, no sobrevivía. Era muy frágil físicamente hasta que
con los amigos tomamos la decisión de volvernos intelectuales. Intuíamos que al
intelectual no lo jodían. Me equivoqué de país, obviamente, pero apenas cogí
fama de que era un lector me empecé a ganar cierto respeto de parte de los
matones. Conclusión, me volví intelectual, también, por sobrevivencia, y notaba
que a los artistas no nos jodían”…]
Eduardo Escobar: Nació en Envigado, Antioquia
el 20 de diciembre de 1943. Dice Gonzalo Arango: “Nosotros llamábamos a Eduardo
cariñosamente “Eduardito”, y sus antiguos camaradas de vagancia y santidad aún
lo llamamos con diminutivo. […] Era tan frágil, daba tal sensación de
espiritualidad con su flotante estatura de uno con ochenta, que el maestro
Fernando González lo bautizó “El Diosecito”. Hizo una compilación de cartas
nadaistas: “Correspondencia violada”.
Jota Mario Arbeláez.
El portal de internet de Noticias literarias dice lo siguiente. “Poeta, escritor y publicista. Nació en Cali,
Colombia el 30 de noviembre de 1940. Cruce de dos familias de sastres, la
paterna antioqueña y ecuatoriana la materna. En su ciudad natal, luego de una
infancia y una adolescencia enmarcadas por La Violencia, se relacionó con una
generación que comenzaba a abrirse paso a la brava en el mundo del arte y del
intelecto. Cuando Gonzalo Arango llegó de Medellín hablando del recién fundado
Nadaísmo, con Elmo Valencia y X-504 decidió aliarse a sus filas de fieles e
iniciar una aventura que jamás acabaría. Los recién llegados se proclamaban
‘geniales, locos y peligrosos’, y además ángeles apocalípticos y Gonzalo se
hacía llamar ‘el profeta de la nueva oscuridad”. Elmo Valencia, Cali, 1933.
Estudió Ingeniería Electrónica. William López Arango dice. “Elmo es un manojo
de amistad egresado del Colegio Republicano de Santa Librada, caleño de raca
mandaca que se toma la vida medio en serio y medio en broma, de allí que se
haya convertido en uno de los más insignes estandartes del nadaísmo en Colombia.
Entre sus amistades es conocido como “El monje loco” dada su costumbre de
mamarle gallo a todo y a todos. […] Fue educado en los Estados Unidos y entró
al movimiento nadaísta por la puerta grande trayendo un mensaje de los
Beatniks. Estuvo como jurado en el concurso literario “Casa de las Américas”,
La Habana, 1966, en unión de Mario Vargas Llosa y Camilo José Cela y participó
en los Recitales de Poesía en Praga (Checoslovaquia) con Allen Ginsberg” […]
Pablus Gallinazus,
cuyo nombre es Gonzalo Navas Cadena. Nacido en Piedecuesta, Santander en 1943.
Escritor, compositor, cantante y poeta.
Estudió derecho y teatro. Fue celebre con las canciones de protesta en Colombia
con alguna notoriedad en Latinoamérica en la década de 1960-1970.
Los Yetis. Gonzalo
Arango los describe así: “Los Yetis son cinco: Juan Nicolás Estela, Iván Darío
y Juancho López (hermanos), Norman Smith y Hernán Pabón. Todos han salido de la
burguesía antioqueña, aunque ellos personalmente son la negación del espíritu
burgués, son otros: son simplemente go-gos. Juan Nicolás es heredero del
apellido millonario los Estela de Cali, esos de los toros bravos. Los hermanos
López son hijos de su padre, un reputado gerente de Medellín. Su madre es una
dama europea, un espíritu fervoroso de la música clásica, y casualmente de
apellido “Música”. Iván Darío y Juancho sostienen que su vocación les viene por
el lado materno en los dos sentidos, y hacen chistes, con su apellido López
Música: “Nosotros éramos go-gos mucho antes de nacer —dijo Juancho—, lo que no
sabía mamá era la clase de ‘Música’ que íbamos a tocar”. Norman Smith es un
joven nacido en Nueva York, pero aclimatado al aire del Pan de Azúcar. Pabón,
el baterista del grupo, es neto como una arepa, es decir, más antioqueño que la
Candelaria”. Norman Smith es hijo de Rosemary Smith “Rosa Girasol”, compañera
de Gonzalo Arango.
Eliana: Gloria Eliana
Bongean de Medellín. Nacida en 1945. Fue la mejor intérprete en el Festival
Internacional de la Canción de Trujillo Perú en 1967. Con motivo del
lanzamiento del disco “Las canciones de la nada” Gonzalo Arango escribió: “No
tengo nada que agregar a la belleza de este disco. Allí está dicho todo lo que
es y vale nuestra generación: el talento musical de Alex González; la voz
tierna, dulcísima, profunda, de Eliana; la poesía apache de los nadaístas. La
melodía de Alex, la voz de Eliana, se aliaron para despertarnos de la amarga
pesadilla de las palabras. Buscamos nuevas armas para escribir, para acariciar,
para matar. Esa arma que buscamos es la música o el silencio”. […]El periodista
Elkin Mesa ―nuestro jefe de “armada” de la revolución nadaista ―ha hecho
posible de la nada estas canciones, es decir,
de nuestro ser más sediento― Honor a él, poeta de la impaciencia”…
Eliana y las
canciones de la nada fue según Gonzalo Arango “el último cohete que lanzó el
nadaísmo al monte de Venus de la canción con letras de Cachifo, Gallinazo y el gigoló de los Dioses […] La
voz de Eliana es de prodigio, un descubrimiento, sólo cantará canciones del
nadaísmo”.
Ahora dejaré que la
memoria viaje libremente a través del
laberinto del tiempo para vislumbrar cómo se pudo haber realizado el Festival artístico de vanguardia en el “Club
los Arrieros”. Eduardo Escobar empezó
leyendo el Manifiesto Nadaísta de
Gonzalo Arango: …”Hemos renunciado a la esperanza de trascender bajo las
promesas de cualquier religión o idealismo filosófico. Para nosotros éste es el
mundo y éste es el hombre. Otras hermenéuticas sobre estas verdades evidentes
carecen de sentido humano. Las abstracciones y las entelequias sobre el Ser del
hombre, caen en el dominio de la especulación pura y del simbolismo metafísico,
producto natural del anhelo del hombre por trascender su entidad concreta, y
fijarla en una forma ideal, más allá de todo límite espacial y temporal. Este
anhelo corresponde a su naturaleza idealista y poética que quiere cristalizar
la esencia del Ser en lo absoluto, en el eterno. Proponer esa ilusión para
después de la muerte es la misión de las religiones […] Destruir un orden es
por lo menos tan difícil como crearlo. Ante empresa de tan grandes
proporciones, renunciamos a destruir el orden establecido. La aspiración
fundamental del Nadaísmo es desacreditar ese orden […] En esta sociedad en que
la mentira está convertida en orden, no hay nadie sobre quién triunfar, sino
sobre uno mismo. Y luchar contra los otros significa enseñarles a triunfar
sobre ellos mismos.
[…] La misión es
ésta: No dejar una fe intacta, ni un ídolo en su sitio. Todo lo que está
consagrado como adorable por el orden imperante será examinado y revisado. Se
conservará solamente aquello que esté orientado hacia la revolución, y que
fundamente por su consistencia indestructible, los cimientos de la sociedad
nueva. Lo demás será removido y destruido. ¿Hasta dónde llegaremos? El fin no
importa desde el punto de vista de la lucha. Porque no llegar es también el
cumplimiento de un destino”.
Después Jotamario
Arbeláez se presentó en la tarima con su corona de alambre de púas ciñéndole la
cabeza, con una túnica blanca sobre su
cuerpo, con guantes rojos, medias rojas
y con un malabarismo mágico el
poeta sacó del bolsillo de su
vestimenta un rollo de papel higiénico, y con voz ronca declamó su escandalosos
poemas: Vulva, culo y nalgas los cuales alebrestaron el pudor provinciano:
“Vulva: Henos por fin en el lugar de los hechos. / Púrpura y arremolinada como Maiacovski /
allí también la anatomía se ha vuelto loca.
/ Surco celestial / y creador de
enervamiento. / La estalactita canta durante la noche / restregada por mi pata
de grillo. / Y más adentro sensaciones:
calor, / óxido húmedo, / rasguño. /
Rozadura, pequeños aletazos. Y el olor de oro de mar / en la nevera”. Días
después Gonzalo dijo acerca de
Jotamario: “Está muy loco, en el grado más alto de lucidez que le conozco. Una
vorágine, un cataclismo, una catarata, un orgasmo. Un temblor de tierra, un
kilo de marihuana, un falo insaciable, la mejor espalda para crucificar este
planeta por el sexo.”
El “Monje loco” con
su risa que era una carcajada subió a la
tarima y leyó sus poemas “El país de las neblinas”, “los senos de la mona lisa”
y “Arte de amar. Letra de “Arte de amar”: “Si hacemos el amor /encima de un
puente / es posible que el puente se caiga / Si lo hacemos en un arrozal / la
humanidad se quedará sin arroz /durante un siglo / Si lo hacemos encima de un
huevo / pobre huevo / Y si lo hacemos frente a un cuadro de Picasso / al
instante un embarazo / Si lo hacemos en el baño de un avión / ese avión no
llegará nunca a su destino / Si lo hacemos en un automóvil / último modelo /
existe la posibilidad de que el automóvil haya sido robado / Y si lo hacemos
debajo de un árbol / es posible que un
pájaro / nos cague / Para no tener ninguno de estos inconvenientes / lo
mejor que podemos hacer tu y yo / yo y
tu / es hacerlo aquí donde nos encontramos / abrazados desnudos / hasta que la
muerte nos separe”
Elmo repartió entre los asistentes sus poemas y Rafael Duque conserva como un tesoro el poema “El arte de amar” impreso en tarjeta de lujo, con autógrafo e
ilustrado en el reverso con la Serie eróticos de Pablo Picasso.
Pablus Gallinazus o “El Comandante”, como le gustaba que lo
llamaran, se presentó en tarima
disfrazado de Almirante con espada al cinto y tocando su guitarra empezó
a cantar: “Estas son las historias del cielo y de la tierra, del hombre que
cansado de recoger su cosecha, decidió multiplicar los panes y los vinos con
una metralleta: Camilo Torres”. Luego cantó: “Boca de chicle”, “Una flor para
mascar”, “La mula revolucionaria, “Destino la guerrilla” y “Cinco balas.
“Gallinazo estuvo cumbre con sus canciones de protesta, con su espada mohosa de
la Guerra de los Mil Días que era de su abuelito, un general godo de la patria
boba, de la época del honor”, dijo Gonzalo Arango cuando le dieron un reporte
de la gira por Sevilla y agregó: “Gallinazo está tan loco que ahora anda
diciendo que es el ministro de guerra del Nadaísmo”.
Los Yetis cantaron las canciones: “La chica del billete, “La
Bamba”, “Satisfacción”, “Llegaron los peluqueros”―canción que escribió Gonzalo Arango y musicalizaron los
Yetis―. Juancho López, el legendario
cantante de los Yetis, en su trabajo “La
nueva ola colombiana” dice: …”el grupo
estaba de gira, y en Armenia nos encontramos con Lisandro Duque, después conocido hombre del cine nacional quien en esa época juvenil militaba como
nadaísta, lo mismo que el pintor Álvaro López, ambos de
Sevilla, Valle. […] En Sevilla, Valle, anduvimos en una camioneta, en la cual
yo mismo conducía y perifoneaba por toda la ciudad anunciando el espectáculo”.
“La fusión del Nadaísmo y el Go-Go fue una experiencia; esa juventud es la
heredera del Nadaísmo en el campo de la música […] ellos han hecho la
revolución en el ritmo como nosotros en la literatura y en la vida. Los gogós
son nuestra degenerada descendencia”, escribió Gonzalo Arango.
Eliana interpretó la
“Canción del futuro”, “Caminantes” y dos canciones con letras de Gonzalo
Arango: “Réquiem por un ye-ye” y “Girasol giranada”. Letra de la canción
Réquiem por un ye-ye: “Era un torero que soñaba en la gloria / y le decían el
Pinturero / Para triunfar lo dejó todo, lo dejó todo / Hasta su amada. /
Sucedió en Cartagena / una tarde de sol / Para lucirse del cielo se lanzó
/ en un paracaídas y el viento / Hacia
el mar lo arrastró / Nadie, nadie lo esperó para salvarlo / como a los
astronautas / Sólo, sólo lo dejaron / aunque gritaba “help” / no hubo quien le
tirara una red / y un capote de espumas / Y un capote de piel / En el circo
todos cantaban / Tomando el vino y gritando / al compás de un pasodoble y olé,
olé / Una voz pidió un minuto de silencio / por la muerte del héroe / y otra
respondió / Nada de silencio, la plata o el torero / Queremos al Pinturero /
Vivo o muerto, todos gritaron / Bravo, bravo y olé.
Más tarde todos
cantaron en coro “No mates las amapolas”,
canción en letra y música de Elmo Valencia, “que adoptamos en el Festival como la
Internacional Nadaísta, nuestro himno de guerra. Lo cantábamos todos en los
escenarios, en los estadios, en los rings de boxeo, en los burdeles, en las
calles, en las plazas de mercado. “Elmo resultó la maravilla para las baladas,
con letra y música de su cosecha”, escribió
años después Gonzalo Arango.
En medio de ese jolgorio los nadaístas armaron sus “cachos”
de marihuana y con su humo contaminaron la juventud sevillana que tampoco hizo
mucho por evadirse de la caverna filosófico musical. Ese fue el día en que los
sevillanos conocieron la “yerba”.
Rafael Duque Naranjo
comenta que después de la presentación de los Yetis se fue con ellos a celebrar
el éxito a “Luces de Buenos Aires”, porque en esa época toda persona que venía
a Sevilla quería conocer ese lugar. Cantaron, bailaron con las hermosas niñas
del lugar y para calmar el hambre, la Chichimoca les trajo una olla con arroz
atollado que era la especialidad del lugar. Juan Nicolás Estela se acercó al comedor
y mirando el arroz con su único ojo bueno, pues el derecho era de vidrio,
preguntó: “¿qué es esto tan bueno?”, y en un acto de locura tiró el ojo de
vidrio a la olla y gritó: “¡ojito sudado para todos!”, luego lo sacó, lo lavó y
se lo puso en la cuenca de su ojo.
...