miércoles, 2 de abril de 2014

Los Yetis en Otraparte

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Los Yetis

Víctor Bustamante

Sábado de rock en Otraparte de Envigado. Motivo: presentación del libro de Diego Londoño:, Los Yetis, Una bomba atómica a go-go. Por supuesto que mucho público en esta tarde de verano y todo el peso de su historia, es decir la presencia de ellos aquí en esta ciudad donde la memoria es cosa vana y un continuo comienzo obliga en todas las esferas a estar empezando de manera reiterada.

Los Yetis nacieron en el momento preciso en que el mundo entero buscaba otras salidas espirituales de una generación de muchachos que nada tenían para aceptar de un mundo ofrecido bajo la égida de un status quo que, calmado, mantenía en vilo las costumbres, el afán solo del bienestar per se, pero recordemos que el espíritu humano en el fondo se aleja de cualquier tipo de comodidad y quiere arriesgar en el plano creativo. En la esfera del arte la comodidad solo da éxitos pasajeros después se arruman.

Cuando la irrupción de la Beatles en la escena musical, esta tomo un aire nuevo y así mismo la música se convirtió en parte indescriptible y de personificación de un estado de cosas que comenzaría a ser avasallado con algo nunca pensado, la llegada del arquetipo de la moda, de las indumentarias de la apariencia del pelo y las guitarras eléctricas, el asedio de la droga, el amor libre. De tal manera un simple cuarteto cambiaría la manera de hacer música y de influir con sus letras a otras generaciones que no solo desde ahí sino hasta hora tienen la música y sus letras como una solita aproximación artística al mundo.
En este sentido Los Yetis aparecen como la necesidad de unos muchachos expresarse y dar su punto de vista, y a fe que lo lograron con su sonido, con sus letras pegajosas, con su presencia en el escenario de Medellín y luego del país.
Su relación con el nadaísmo, su presencia en los festivales de literatura y música alimentan esa colaboración. Hay dos canciones que son puro rock nacional: Llegaron los peluqueros con letra de Gonzalo Arango,  Mi primer juguete con letra del Monje Loco.
Ya ciudad que ellos vivieron, cuando Junín era la calle mayor, ha cambiado mucho en esta memoria perenne en que vivieron, de una generación de músicos y poetas que se juntaron en colaboración que dio sus frutos.

Cada uno, luego, tomaría su camino: los nadaístas continuarían con sus desparpajos y muchos de ellos con su coqueteos con el poder. Los Yetis, después de la muerte de Iván Darío, se hundirían en un mutismo de años, y solo quedarían la versión de su música en los vinilos de Fuentes y en la presencia de ellos con esas versiones de los Beatles pasadas al español, que nos acercaban a una nueva sensibilidad.

Luego, llegaría una resistencia al silencio contra el olvido y la continua conservatizacion de la sociedad colombiana, y de nuevo el fenómeno que llega desde afuera del llamado rock en español cuando las disqueras habían liquidado con su olvido a las primeras bandas de rock nacional, Los Yetis uno de ellos. Como si aquí hubiera que borrar todo y esperar que llegara de afuera, de nuevo cierto rock, para recomenzar periodos de crisis y olvidos, en esa dinámica que mueve la concepción de lo artístico en Colombia.

Durante esta presentación en un dialogo con el público alguien le preguntó a ellos qué pesaban del reguetón y las respuestas fueron atinadas en el buen sentido, es decir que era la música que escuchaban los muchachos de ahora, pero olvidaron que en ese momento la irrupción de su música era un reto, de ahí las letras prohibidas como la de “Llegaron los peluqueros” y las otras canciones con una manera de sentir el amor desde una manera más vivencial y no del avasallamiento de lo femenino como un apéndice de la tardía religión.

Ahora la sociedad está avasallada por el sexo y el consumismo visible en las letras del reguetón que nunca propugnan por una salida sino que es una manera de estar sumido en lo que antes se escondió y se calló, porque ahora hacen parte del panorama de márquetin de la sociedad  donde el sexo es el icono latente en todas su manifestaciones.

Diego ha escrito una crónica que sirve de abrebocas para otorgarle presencia a Los Yetis, una memoria donde se  realiza un recorrido desde su conformación, sus momentos tácitos de ser la banda roquera de más presencia en el ámbito musical de Colombia.

Con este bello libro, presente y emotivo, de repente recordamos como la mano del tiempo nos dice que regresa el sonido de Los Yetis e instala esos inicios de una cara presencia, su presencia.


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