11.“Antioquia acrisolada, amalgama de
razas”
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS
PÁNEL 6 (DIÁLOGO DE SABERES 2)
3.
El
Dr. Julio González Zapata estuvo a cargo del tema titulado “El discreto aporte del Derecho” y afirma
que “Cuando la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia (FDUA) está próxima a cumplir
190 años de existencia… resulta sumamente importante, pero a la vez difícil,
hacer el inventario de los aportes que el derecho antioqueño ha hecho a la
región y al país. El historiador Jorge Orlando Melo se queja por la ausencia de
una historia del derecho en Antioquia, y teniendo en cuenta que hasta cuando se
creó la UPB en 1936 la nuestra fue la única facultad de derecho en el
departamento, hacer esa historia es, en gran parte, hacer la de la región”.
Y sigue citando al profesor Melo en su trabajo publicado en 1988: “no es mucho lo que se sabe sobre la historia
del derecho en Antioquia. Los pocos trabajos existentes dan cuenta sobre todo
de los principales abogados a partir de la segunda mitad del siglo pasado (XIX)
pero no existen estudios sobre la evolución del sistema normativo, sobre los
principios y corrientes ideológicos que han orientado la formación y el
pensamiento legal, sobre el sentido social y económico de normas tan ligadas a
la vida real de la región como el Código Minero, la legislación local sobre
baldíos, o las normas de policía. A pesar de la larga lista de abogados
notables poco se sabe sobre la historia de la profesión, el papel de los
abogados en la historia regional, las formas habituales de su práctica, las
redes de poder en las que se inscribe o el status económico y social que
generaba. Y todavía menos se sabe de la relación entre el derecho y la realidad
social, cuáles eran los delitos más frecuentes, y cómo fueron enfrentados por
el sistema político y judicial, qué formas han adoptado la delincuencia, cómo
ha funcionado el sistema carcelario, qué eficacia ha tenido el sistema de penas
y castigos qué rituales han acompañado su aplicación”.
(No
dice el Dr. Julio que de 1988 para acá las cosas hayan mejorado, ni hace
alusión al desprestigio público que en la actualidad cobija a las denominadas
Altas Cortes con su politiquería incorporada y su carrusel de las pensiones)
Dice
el Dr. González que “La FDUA fue creada
el 12 de diciembre de 1827 mediante un decreto firmado por el libertador Simón
Bolívar. Sin embargo hay que reconocer que la idea nació del general Francisco
de Paula Santander para quien los estudios de derecho eran muy importantes para
la formación de la nación, pues con la recién estrenada independencia nacional
se pensaba que la instrucción pública era el medio más fácil para que los
ciudadanos de un Estado adquirieran el conocimiento de los derechos y deberes
que tienen en sociedad y el gobierno está obligado a proporcionar a los
gobernados esta instrucción, como que contribuye al bienestar de los individuos
y a la felicidad de todos… Al parecer las familias antioqueñas no miraban con
buenos ojos que sus hijos se dedicaran al derecho, ya que la preocupación giró
en torno al trabajo y a la explotación de las minas… Su interés económico giró
en la dedicación minera y comercial de tradición, por lo que se encotraron
abogados titulados que dejaban de lado su profesión para ejercer y dedicarse a
sus actividades productivas”.
(Veo
aquí una especie de contradicción. No podemos dudar del interés del general
Santander por el derecho, como que se le considera padre de éste en la nación,
pero posiblemente ese interés estuviera más centrado en los establecimientos de
educación existentes en la capital que en los nuevos que surgieran en provincia
y lo que vimos en el pánel respectivo apunta a que la idea nació de los
antioqueños en general, y de las matronas en particular, que no querían ver
partir a sus hijos para estudiar lejos de casa y aspiraban a que pudieran hacerlo
directamente en la región)
Sigue
diciendo el Dr. González que “No obstante
los tropiezos de la facultad empezaron casi desde su nacimiento y el día 25 del
mes de octubre de 1828 otro decreto vino a suprimir las cátedras de
jurisprudencia, ordenando que las rentas sobrantes de éstas se destinasen a la
enseñanza de las ciencias naturales. El Colegio de Medellín perdió la licencia
para impartir estudios jurídicos… despés de la conspiración septembrina de 1828
el general Bolívar expidió una orden explícita de suspender en el territorio el
plan de estudios vigente en materia de jurisprudencia e instaurar cátedras de
derecho canónico en todas las provincias”.
(Lo
dicho. En Bogotá no debía haber por esos días mucho interés de que los
provincianos se metieran en esos asuntos, y más bien querían que se dedicaran a
otros menos estorbosos como decir la clasificación de plantas o cosas de
clérigos, pues al fin y al cabo los curas son más fáciles de sacar del medio,
como ya se había visto antes y se volvió a ver más tarde)
Luego
dice el Dr. Julio, citando el periódico El Constitucional de Cundinamarca del
año 1833, que “Por otro lado los
antioqueños de ese entonces no se caracterizaban por su apego a la educación.
Se cuestionó el por qué algunos antioqueños que vivían en una de las regiones
más ricas e importantes de la República sentían desprecio por la educación aún
sabiendo que era la fuente del progreso de las naciones… En ningún otro lugar
se encuentran más jóvenes vagabundos, sin modales y de un carácter más áspero
que aunque heredado de nuestros primeros padres puede y debe domarse por tres
años de un rígido encierro en el Colegio… hay que recordar que en aquella época
cuando estaba finalizando la Colonia y en los primeros años de la Independencia
la provincia de Antioquia era una de las más atrasadas del país, tal vez debido
al aislamiento geográfico que le imponían sus montañas”.
(Vuelvo
a percibir un contrasentido de lo que he escuchado en los páneles en el sentido
del interés de los antioqueños por dar estudio a sus hijos, lo que se
contradice con lo dicho en este periódico. Por otra parte con una juventud tan
díscola y rebelde, tan vagabunda y áspera, encuentro meritorio que esta región
haya podido salir adelante y crear industria a principios del siglo XX cuando
pudo perderse por los vericuetos de la vagancia fácil atribuida por este
periódico en el siglo anterior. Algo hay que no me encaja con esta provincia
tan atrasada y aislada geográficamente de la que tengo entendido que las
familias procuraban ser numerosas para que hubiera muchos brazos para trabajar
la tierra, lo que dio origen al dicho de que cada niño nacía con su arepa
debajo del brazo y de ahí el disgusto cuando nacían mujeres que no eran vistas
como productivas en el trabajo campesino. Es más, si los empresarios
antioqueños pudieron salir adelante con una fuerza laboral tan perezosa e
ignorante, lo que hay es un mérito de marca mayor)
Dice
el Dr. González que “además de las
dificultades surgidas desde la creación de la facultad debidas a las disputas
entre bolivarianos y santanderistas, y en general a toda la inestabilidad
política y jurídica del país a lo largo de su historia, con frecuenta las
instalaciones de la universidad fueron utilizadas como cuartel para las tropas
enfrentadas en los diversos conflictos armados del siglo XIX, lo que se aunaba
a la pobreza e ignorancia del pueblo antioqueño y los estudios del derecho
contaban con una dificultad adicional y era tener que convivir con la
legislación colonial y la creciente normativa nacional. Sólo hasta el año de
1887 vino a derogarse toda la legislación española”.
(Más
de medio siglo los hombres de leyes debatiendo con la palabra y con las armas,
y las leyes ahí, sin poder salir adelante. Cualquier parecido con lo que sucede
en la actualidad no es pura coincidencia. Son herencias tarales con las que
tenemos que cargar)
“En medio de tanta inestabilidad política y
jurídica, no era posible esperar un gran avance en los estudios jurídicos… La
enseñanza del derecho consistía básicamente en estudios de las leyes por medio
de un profesor que dictaba, unos estudiantes que copiaban y después en los
exámenes debían reproducir de memoria lo que le habían oído al profesor”.
Setenta u ochenta años después, todavía hacían concursos con el Catecismo del Padre
Gaspar Astete que ganaba el alumno que tuviera más buena memoria para recordar
el texto aprendido sin omitir ni una coma. 100% memoria, 0% análisis crítico.
Dice una nota a pie de página, citando a Silva, que “esta fue una herencia que soportó toda la educación nacional”.
Dice
el expositor que “No podemos olvidar que
para aquellos tiempos los curas, los abogados, y los médicos, ocupaban casi
todo el especio de las actividades intelectuales… sólo en el año de 1942 se
creó un programa de Economía que se separó de la facultad de Derecho en 1946;
en 1968 se estableció un programa de Sociología, y apenas en 1965 se creó un
programa de Antropología. En 1988 se formó el Instituto de Estudios Políticos,
y el pregrado de Ciencias Políticas hizo su aparición apenas en el 2004; cuando
durante mucho tiempo para los abogados todos esos campos del saber hacían parte
de su quehacer intelectual y hasta ocupacional”.
“A pesar del encanto que han despertado los
estudios del derecho, no puede afirmarse que es estos, y sobre todo la
profesión de abogado, hayan sido bien vistos por la sociedad y los gobernantes…
Desde muy temprano se oyeron críticas a los estudios de jurisprudencia,
especialmente por su mala calidad y el excesivo número de abogados”. Luego
dice que “Se esgrimió con furor la
necesidad de restringir por parte de los legisladores la formación de abogados…
tal vez en el caso de Antioquia esta crítica, aparte del sustento real que
pudiera tener, refleja ese espíritu pragmático de sus habitantes más
interesados en producir y acumular bienes materiales que a dedicarse al cuidado
del espíritu o las especulaciones intelectuales”. Aún así, “los padres y
los hijos continuaban prefiriendo los títulos y se pensaba que era más ser un
abogado que un agricultor, un minero, un ingeniero, o un comerciante… desde los
tiempos del Virrey Góngora es queja tradicional contra nuestra raza y
costumbres el predominio que tienen entre nosotros los estudios teóricos sobre
los prácticos”.
Al
margen de la profesión de abogado, la jurisprudencia y el ejercicio del
derecho, surgieron los leguleyos, tinterillos, y rábulas cuyas definiciones
específicas da el expositor y el periódico El Constitucional de Cundinamarca se
quejaba de la plaga de estos que rondaba las oficinas de los juzgados y luego
se hace mención de la aparición de la carrera de criminalística como apoyo a
las investigaciones judiciales. Mucho se avanzó desde el siglo XIX pero “como veremos enseguida, en la década de los
sesenta del siglo XX muchos de los defectos que se denunciaban a finales del
siglo anterior todavía persistían”. Cita al Dr. Carlos Gaviria diciendo que
con una adecuada preparación “desaparecerán
como por ensalmo las insufribles e interminables lecturas de códigos seguidas
de glosas magistrales, desvertebradas e inconsistentes casi siempre, donde el
profesor apela simultánea y muchas veces inconscientemente a los más variados y
opuestos sistemas interpretativos según la verdad que le convenga extraer de
cada norma”. El Dr. Gaviria introdujo cambios durante su decanatura “pretendiendo que el estudiante fuera a clase
no a oír las disertaciones del profesor sino a participar al lado de él, con
sus lecturas previas, en la discusión de los temas y las evalucaciones debían
ser ejercicios de análisis y no meras repeticiones”. Como dirían unos
alumnos suyos: “Nos enseñó a mirar el
código penal primero con el código cerrado”. En esa reforma “si bien se mantenía la idea de que la
facultad debería seguir preparando abogados, se advertía que su tarea
importante era preparar juristas… y se dejaba claramente establecida cuál era
la diferencia entre uno y otro”. “El
desprestigio científico del derecho es un fenómeno estrechamente conectado con
las modalidades usadas para su enseñanza y con la inflexibilidad de los
programas vigentes”. Dos rasgos bien destacados signan la enseñanza del
derecho en nuestro medio, decía el Consejo Directivo de la U. de A. acerca de
esa reforma en 1968: “1. Pretende formar
abogados expertos a la vez en todas las disciplinas jurídicas, lo que es
utópico; y 2. Se imparte a un solo nivel”. Así como en la medicina se había
pasado del nivel del médico general a las distintas especializaciones, se
imponía en el derecho el paso a la especialización en sus distintas ramas o
disciplinas jurídicas.
Dice
el expositor que “Si vamos a juzgar a la
FDUA de acuerdo con los propósitos que tuvieron sus fundadores, es decir,
permitir que a través de los estudios se facilitara que la Constitución y la
Ley orientaran a la Nación y a los ciudadanos; y nos atenemos a las palabras
del abogado Fernando Botero, habría que levantar un acta de fracaso”. En
este enunciado está justificado el título de la ponencia: “El discreto aporte del Derecho”. Sigue diciendo el Dr. González en
su cita del Dr. Botero que “El imperio de
la ley no existió sino en la retórica de los discursos, y esa última no ha
regulado sino muy parcialmente la vida comunitaria”, agregando el expositor
que “Si enjuiciamos la labor de la
Facultad desde esa perspectiva, tendríamos que decir que no sólo ella ha
fracasado, sino también el país entero porque desde hace 203 años viene
tratando infructuosamente de ser una nación guiada por la ley y porque, como
diría la maestra María Teresa Uribe de Hincapié, somos un país con la soberanía
en vilo”, reforzando su pesimismo la Dra. Uribe con la afirmación de que “Tener una nación compacta, a lo mejor sea
una utopía”. Y dice el expositor que “a
una fábrica se le puede medir por lo que ha producido, pero a una facultad de
derecho se le mide por lo que ha significado, y esta es otra manifestación de
su discreto aporte”. No podía ser más pesimista la opinión del exdecano de
la facultad. “El derecho es el vigilante
de las normas de la sociedad, el que le permite encauzarla y probablemente su
mayor valor depende de que la sociedad, y sobre todo sus gobernantes, no se
desborden”. Y luego agrega, “Si se me
permite la metáfora, el papel del derecho es bastante parecido a las redes
subterráneas de acueductos y alcantarillados; cuando funcionan bien, ni lo
percibimos, pero cuando no funcionan nos enfrentamos a un desastre”.
4.
El
panelista Asdrúbal Valencia Giraldo, exdecano de la Facultad de Ingeniería de
la U. de A., inicia con el planteamiento de que “casi todos los campos de la actividad económica de Colombia han
recibido los beneficios de la Ingeniería: la agricultura, la minería, la
industria, los transportes, las agroindustrias, los petróleos, la construcción,
el sector eléctrico, los servicios públicos domiciliarios, la medicina, las
telecomunicaciones, el sector financiero, etc.”. Hace un recuento de las
labores de ingeniería empírica aplicada por los aborígenes. Habla de que la
enseñanza de la Ingeniería en Venezuela se remonta casi hasta la mitad del
siglo XVIII, mientras en Antioquia apenas hizo su aparición en la segunda década
del siglo XIX con la llegada del sabio Caldas. Menciona a don Lino de Pombo
(padre de los poetas Rafael y Manuel) como el primer ingeniero formado en el
país. Menciona la llegada de aproximadamente 280 extranjeros que en ese siglo
llegaron a trabajar la ingeniería y a transmitir sus conocimientos en nuestro
país, y que la medicina formal tiene raíz en médicos que llegaron a trabajar en
las minas de la mano de los ingenieros en lo que fue un preámbulo de la
medicina ocupacional y la seguridad operativa puesto que “a partir de 1893 podría decirse que empezó la medicina laboral en
Antioquia”. Habla el expositor del papel de Francisco Antonio Zea en Europa
con el encargo de contratar ingenieros y expertos de esos que llegaron al país
con sus conocimientos a transformar nuestra forma de trabajar, y se adentra en
una larga lista de esos nombres y apellidos de extranjeros que se quedaron aquí
y dejaron una descendencia que aún se percibe en esos apellidos. Menciona la
Escuela de Artes y Oficios, propuesta por Pascual Bravo y llevada a la práctica
por su enemigo político Pedro Justo Berrío. Habla de la creación de las
escuelas de minas de Medellín y de Ibagué, de las cuales sólo la de Medellín
tuvo continuidad. “La primera gran
central hidroeléctrica del país fue la de Guadalupe 1… obra de los ingenieros
Franciso Eladio Restrepo, Julián Cock y Gabriel Sanín, jóvenes profesionales
antioqueños formados en la Escuela de Minas”. Menciona “la importancia que la tecnología tomó en las
ciencias de la salud. Uno de los pioneros fue el ingeniero electricista Ignacio
Escobar Mejía, quien orientó sus estudios de posgrado hacia el campo de la
salud y participó en la docencia y la investigación en distintas instituciones
de la región. Por su impulso y el de otros visionarios, como el ingeniero
electrónico Mauricio Wilches, empezaron los estudios formales de Ingeniería
Biomédica y Bioingeniería” y finaliza diciendo que “todo lo anterior evidencia la coincidencia cada vez mayor entre la
ingeniería y las ciencias de la salud”.
5.
El
panelista Dr. Adolfo León González Rodríguez, miembro del Comité de Historia de
la Medicina en Antioquia, presentó su ponencia titulada “Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia (FAMUDEA), 142 años
orientando el rumbo de la medicina en Antioquia y en Colombia” hizo
referencia a la medicina tradicional practicada por los aborígenes antes de la
llegada de los españoles, con prácticas que “bajo otra racionalidad e ideas no fueron comprendidas sino
despreciadas, y aún satanizadas por el conquistador… Los indígenas recurrían a
saberes ancestrales de curación relacionados con la flora y la fauna” y “Aún hoy la mayor parte de estos métodos son
desconocidos por la medicina y la antropología”. “A estas prácticas se sumaron posteriormente la del conquistador español
empírico y los métodos curativos de los esclavos procedentes del África… y
fueron los únicos recursos curativos con que contaron los antiguos pobladores
de la actual Antioquia en el período de la Conquista, la Corona, y gran parte
del siglo XIX con prácticas que se denominaron despectivamente medicina de
curanderos”. “Es importante anotar
que el programa de Expedición Antioquia y otros grupos interdisciplinarios de
la U. de A. están trabajando sobre la etnobotánica y esas medicinas, lo que
posibilitará en un futuro la apropiación de esos saberes para el beneficio de
la región y del país”. “En el año de
1675, cuando se efectuó el primer censo en la recién fundada Villa de la
Candelaria, la aldea censaba 700 habitantes y entre ellos no se registró alguien
con el oficio de médico o de cirujano, lo que indica que la medicina en esta
región estaba a cargo de curanderos y comadronas, lo que se extendió hasta las
primeras décadas del siglo XIX, cuando en los registros históricos aparecen
médicos graduados en Europa como el francés Pedro Eusse Henri, el marinillo
Isidro Peláez Toro, y el español Fray Marcelino Trujillo”. “Para estos períodos la provincia de
Antioquia se encontraba en un estado lamentable de atraso cultural, económico y
de higiene pública... y el oidor José Antonio Mon y Velarde estableció
correctivos para mejorarla”. “Al paso
de Medellín de villa a ciudad, una vez obtenida la independencia del régimen
español, Antioquia comenzó a crecer económicamente debido a la explotación del
oro… y comenzaron a llegar médicos europeos, muchos de ellos procedentes de las
antiguas tropas libertadoras y antioqueños que habían logrado estudiar en
Europa algunos o en Bogotá otros como los Dres. José Ignacio Quevedo Amaya,
Manuel Uribe Ángel, y Andrés Posada Arango”. “En 1896 el rector de la Universidad, Eduardo Zuleta Gaviria, quien
había estudiado en la Universidad de Columbia en Estados Unidos, fundó los
cursos prácticos de cirugía y dotó a la Escuela de un anfiteatro para la
enseñanza de la anatomía y las prácticas médico legales de la ciudad”. “En la década de los cuarenta del siglo XX
algunos profesores de la FAMUDEA consideraban que la formación de los médicos
no era la más adecuada para las necesidades de salud del país, y se
responsabilizó de esto al antiguo modelo educativo francés… modelo incapaz de
formar médicos para las nuevas exigencias de una creciente población antioqueña
y colombiana que afrontaba los nuevos retos de la modernización de las
ciudades, municipios, y aldeas en las cuales se había incrementado todo tipo de
accidentes, violencias y enfermos”. Fue creciente el número de heridos con
arma de fuego, por sobre las llamadas armas blancas, y los traumas por
accidentes vehiculares. En 1948 directivos de la FAMUDEA y del Hospital San
Vicente de Paúl recibieron la visita de la Misión Médica Unitaria, procedente
de la Universidad de Columbia (USA), “que
reveló las grandes deficiencias educativas y asistenciales de ambas
instituciones y presentó un informe escrito en donde se hicieron propuestas y
orientaciones para mejorar la docencia y la asistencia. En este sentido la
Misión proponía cambios significativos en el proceso de selección y admisión de
los estudiantes, como también cambios curriculares, para lo cual recomendaban
ampliar la práctica clínica en los distintos servicios del hospital… y visitó
las otras facultades de medicina existentes en Colombia, donde encontró
deficiencias similares a las de Medellín, pero anotó que de las escuelas
existentes la de Medellín era la que más se prestaba para asimilar el modelo
educativo vigente en los Estados Unidos”, con lo que se produjo la
transición de la escuela de medicina francesa, basada en el diagnóstico
intuitivo, a la de medicina de la escuela norteamericana soportado en exámenes
y análisis de laboratorio. Se extiende el expositor en el recuento de los hitos
históricos de modernización que fueron siendo introducidos en la práctica de la
medicina local y nacional con registro anecdótico desde los tiempos en que el
Dr. José Ignacio Quevedo Amaya practicó en la fracción de La América la primera
operación cesárea de la ciudad, cirugía que se verificó sin anestesia clínica y
la madre sólo fue sedada con alguna bebida alcohólica o bebedizo de alguna
planta. Para ese tiempo en nuestro territorio y en gran parte del mundo las
operaciones se practicaban a sangre fría y apenas embotada la conciencia con
grandes dosis de bebidas alcohólicas –recordemos en las películas del Oeste al
actor empujándose un gran trago de whiskey y mordiendo una bala mientras le
hacían la incisión con una navaja calentada al rojo vivo–. Con esta lamentable
práctica el paciente corría riesgo de morir “por dolor, hemorragia o infección”, pero “Tal práctica llegó a su fin cuando en 1864 el Dr. Quevedo introdujo y
utilizó por primera vez en Antioquia el cloroformo como anestésico”. “Es de resaltar, entre otras, las
intervenciones del grupo de cirugía de corazón abierto con circulación
extracorpórea en 1954” y luego “un
grupo de trabajo multi y transdisciplinario conformado por especialistas de la
FAMUDEA y del HUSVP, junto con otros de la Clínica Cardiovascular y su
facultad, liderados por el cirujano cardiovascular graduado en esta
especialidad en los Estados Unidos Dr. Alberto Villegas H, practicó el primer
trasplante de corazón”. “En 1988 se
realizó el primer trasplante simultáneo de páncreas y riñón en un paciente
diabético, y también debe hacerse mención del trasplante de laringe que fue
segundo en el mundo, en el año de 2002… con estos trasplantes se demostraba a
Colombia y al mundo la alta formación científica y técnica de la cirugía en
Antioquia”. Finalmente, el Dr. González hace un recuento de las
circunstancias que llevaron a la creación de la Policlínica Municipal y a la
importancia de ese establecimiento para la formación de las generaciones de
médicos y la atención de pacientes politraumáticos.
Preguntan por el maleante Gustavo Zuluaga, alias El Hamacas,miembro de las Convivir de la Calle Barranquilla.
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