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Tótum Revolútum I
de
Hernán Botero
Víctor Bustamante
Toda concepción poética bajo el cielo platónico
queda pulverizada con este libro, su autor Hernán Botero, al mismo tiempo que
hace un elogio al buscar otro camino posible a la poesía, descree de todos su dictados,
temas tan a la mano como el amor pasan a convertirse en algo trivial necesario,
las tragedias cotidianas son miradas desde un punto de vista muy plausible en
la medida en que no son tragedias sino hitos necesarios. Los escritores que en
apariencia son para Hernán botero no lo son o sea que desconfía de todo y hace
posible de esa manera que se extienda el universo poético al buscarle otra
salida a las ya manoseadas. Salvatore Quasimodo no mereció ser laureado nos dice. Quien afronta a Unamuno
sufre sus dicterios. Ante todo su poesía es desafiar a la poesía, a sus
idolillos desencantados y a los cánones desuetos.
Cada uno de sus poemas son posibles reflexiones
que darían paso a un ensayo. por ejemplo cuando se refiere a los ángeles y su
abusos en el corpus de la Nueva Era y de ciertos espíritus nunca buscones sino
amancebados con cierta bonhomía de salón y velitas encendidas, con incienso dan
lugar a que su autor despedace esas creencias de una manera nunca amable sino
con una risotada que nos perda una amanerada forma de hacer poesía. Esta desconfianza
con estos nuevos hechiceros es notoria en el poema, “Tríptico miniaturesco de
un escepticismo“, donde descree de los hechiceros y también del I ching y de todas
las supercherías que hacen carrera, así como prefiere que le hagan un elogio a
la mula con su paciencia por caminos irredentos que a un ser que es pura
ficción como la Virgen María. O sea, Botero le da su buena bofetada poética a
estos crédulos somnolientos de un orden donde solo queda la ridiculez de
elaborar la vida bajo estos preceptos
El escritor desde su primer texto, “Poesía“, establece su nombradía para él
la poesía ocupará y ocupa todo el quehacer del mundo, pero no de una manera
dócil y contemplativa o extasiada sino una poesía vindicativa que poco a poco
nos mostrara en sus otros poemas donde la reflexión poética ocupa un lugar
central. En “Qué consejo me pides“, la diatriba va sobre todo contra aquellos
poetas del sentimiento aquellos nostálgicos de lo que no pudo ser y por eso rehúsa
con su ferocidad a dar uno de estos llamados consejos tal vez a un aprendiz
ingenuo. La reflexión ante el conocido cuadro de Fantin Latour, el autor, le da
con todo a un mito poético, para desprevenidos, Rimbaud, y desnuda su condición
pero igualmente no solo equipara los poetas que lo acompañan a santos sino que se
sitúa al lado de ellos pero al mismo tiempo descree de esa condición de ser
malditos, esa invención francesa sobre el escritor de fines del silgo
antepasado y que hace tanta carrera en estas tierras de trópicos traidores casi
como una fantasía. Por supuesto Hernán Botero no deja pasar desapercibido este
mito de bolsillo poético y le da su inesperada bofetada. esta persistencia en reflexionar
sobre algunas imposturas poéticas llega a “Del mirar hacia atrás”, donde se
burla de toda alegoría al pasado. Así de una manera muy heterodoxa el autor nos
conduce al camino de su definición de poesía donde él debe dinamitar las
imposturas de algunos ilusos poéticos que hacen carrera. Esa misma tónica sigue
en el poema, “El poeta presta sus palabras al esquizofrénico o quizá al
contrario“, esta cercanía entre dos caracteres que a lo mejor con complementarios
dan pie al escritor a que nos diga como no lo conmueven algunos efectos atmosféricos
o el diario discurrir de la luna no lo inquieta para nada. En “Como antes de Pasteur“ arremete contra todos
los poetas de mentiritas que aparecen por todo lugar realizando uno que otro
verso llamativo y lleno de colorido sin saber qué es lo que se ha escrito, así
como contra el desconocimiento de un país lleno de poetas que a duras penas se conoce
y que realzan mitos cada cierto tiempo con poetas cuya obra se cae a pedazos
cuando está lejos de la publicidad y de los esbirros que por ahí merodean. Así
mismo en un texto donde menciona el conocido libro de Rilke, Cartas a un joven poeta, libro de
consejos que no sirven absolutamente para nada sino para los estólidos soñar
que serán llevados de la mano al empíreo poético. Reiteraciones que antes que nada
le da la espalda al mundo. Pero, ¿para dónde va y nos conduce el poeta? nada
menos que al mundo de la razón y al mundo de los libros que es lo que le da su ventura.
Botero apela a la razón más que al servilismo del
sentimiento, quiere un nuevo lenguaje para una certera manera de ejercitarse en
la poesía, pero qué nos propone luego de su ferocidad, que nos hace feraces: el
ensueño y cinismo de un filósofo griego.
Hernán Botero nos desafía a escribir una nueva
poesía alejada del decurso y discurso de lo mismo. Humor y reflexión, y ante todo
ascetismo, y escepticismo es su sentir. Genet, Bernhard, Sartre y Fernando
Vallejo son tus oráculos, y con este último nos dice sobre su afición a los perros
en algunos poemas sobre estos caninos, que son más maliciosos que el hombre al
colarse a sus casas como acompañantes desde esa época en que decidieron ladrar
no solo para que el hombre primitivo domesticara un animal sino que le diera de
comer en agradecimiento por encontrar a punta e latidos su presa compartida.
Y los poemas escritor o es nada mas que una mirada pasiva sobre ellos?
ResponderEliminarUna persona es irreverente cunado posee inteligencia. De resto los demás poeta solo hacen veritos así de chiquitos.
ResponderEliminarVuelve la buena poesía y nos alegra.
Y donde esta la poesía? en Criticar a todo el mundo? jajajajaja
ResponderEliminarCreo que este libro lo deberían leer los poetas oficiales de Medellin para que aprendan algo de poesía porque ya le conocemos sus mentiras y trucos.
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