7. Medellín: Deterioro y abandono de su
Patrimonio Histórico: Ciro Mendía
Víctor Bustamante
Alguna vez leyendo un ejemplar de El Espectador de Medellín de principios
del siglo pasado, indicaba Ciro Mendía
que con algunos poetas de la ciudad se intercalaban la página de literatura
para compartir lo que les pagaban y también para darse a conocer o mantener su
vigencia, entonces los diarios tenían una fuerte presencia de la literatura, no
en vano ellos venían de ese compartir la literatura con el periodismo que con
los años, esa actividad dejó de lado a los poetas y escritores así como a la
cuidad y su expresión la menoscabó. No hay nada más desmedido que exista un
escritor en contravía aquí en esta región, sin embargo ha producido a los más
contestatarios del país.
En una larga lista de escritores observaron ese
espíritu antioqueño de la fatalidad del escritor –me refiero a los insumisos- y
la primacía del auri sacra fames, definida por Weber. León de Greiff, Fernando
Gonzales, tomas carrasquilla, Ciro Mendía captaron ese estilo de ser del
antioqueño.
Situación que ha desembocado en la mentalidad
del Medellín actual permeada por una sola manera de querer definir el mundo:
las transacciones comerciales mientras aparentan ser religiosos, los más
religiosos de Latinoamérica.
Ahora hemos buscado las huellas de Ciro Mendía
por estas calles de esta ciudad de los despojos y hemos encontrado nada, es
decir solo un paisaje alterado de lo que fue su casa en un núcleo intelectual
de mucha importancia en Boston.
Se habla de Medellín siempre a nivel general
poco conocemos de sus lugares valiosos, la ciudad se despereza y se abandona
hacia urbanizaciones, donde aparece una nueva definición de ciudad, y ese es el
Medellín que prima hoy en día
Entre el problema social casi inmanejable y la
indiferencia de los demás hay una ciudad histórica, este Medellín que nos
reclama que no la dejemos destruir. Así la presencia de Ciro Mendía.
Hay un poema de Ciro Mendía dedicado a Medellín
a su mentalidad, que además es una requisitoria.
Oda bárbara
Ciro Mendía
A una ciudad de Hispanoamérica.
Para Fernando González.
Aprisionarte
quiero, ciudad nueva,
no
en mis brazos: en la cadena de una oda bárbara,
en
estos versos, como tú, sin espíritu,
desquebrajados,
inútiles y fútiles,
como
tú, ciudad nueva.
Eres
la ciudad miope y sorda, pero blanca y bella
como
una mujer desnuda. Eres la ciudad sin entrañas,
sin
espiritualidad, sin ensueños, sin pasado.
Tu
porvenir lo señaló el índice grotesco
de
Sancho —tu gran Santo— tu padre espiritual. No miras
al
futuro de las urbes inmortales
porque
tienes los ojos puestos
en
el Hoy, como un gastrónomo, como alguno
de
tus Mil y Un gastrónomos.
Pero
eres brillante como el palacio del sol.
Eres
la inhóspita y sórdida ciudad, donde hasta Helios
cobra
a precio del oro el kilowatio.
Eres
la burguesía constituida y edificada:
ahorcaste
a Apolo un día
y
a Como elevaste la mejor de tus estatuas.
Hasta
tu Bolívar —erigido a base de limosnas—
en
medio de su círculo de árboles, olorosos a incienso,
ha
pensado bajar de su caballo
y
dedicarse al agio como un mortal cualquiera.
Eres
la ciudad sin cerebro, pero ventripotente.
Luces
una grave y oronda calva
a
semejanza fiel de las de tus orondos feligreses.
Custodiada
por ásperas montañas
has
de morir un día, borracha de gasolina y oraciones
y
ahíta de cemento.
¡Yo
he de cantar tu miserere,
tu
miserere de cemento armado!
Tú
no perdonas, ciudad blanca, ciudad nueva,
el
divino pecado del talento:
soñar,
cantar, reír, estando en tu regazo
—el
menos maternal de todos los regazos—
es
arrojar margaritas a los cerdos.
Tú
te duermes con una sinfonía:
entre
Ford y Beethoven, te llevas al mecánico Creso;
das
puntapiés a quien te nombra a Virgilio
y
te avergüenzas de un desnudo en mármol.
Pero
eres luminosa como el palacio del sol
y
silenciosa como una pobre aldea.
Eres
brutal y ceñuda como la babilonia yanqui
y
no eres sonriente como Lutecia divina,
porque
tu rol en la comedia humana
es
roncar y rugir como una bestia.
Si
Tebas fue levantada con las armonías
da
la lira de Anfión, tus muros fueron levantados
con
los rezos de lánguidos patriarcas.
No
te digo que no tienes alma
porque
en verdad la tienes,
pero
es un alma de cemento armado.
Si
otra ciudad como blasón ostenta
ser
el sepulcro del divino Loco,
tú
eres la cuna de Tartufo
o
la ciudad donde él mejor viviera.
Pero
eres luminosa como el palacio del sol
y
silenciosa como una pobre aldea...
Ya
estás aprisionada, ciudad nueva,
en
la cadena de esta oda bárbara,
en
la cadena de estos versos trágicos,
desquebrajados,
fútiles, inútiles y fatuos
como
tú, ciudad nueva, luminosa como el palacio del sol,
graciosa
y bella como una mujer desnuda
y
silenciosa como un pobre aldea.
Fuente: Archivo Corporación Otraparte.
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CIRO DE MEDELLÍN
Jaime Jaramillo Escobar
Cuando
le conocí,
El
maestro Ciro Mendía estaba completamente ciego,
Y
se veía obligado a depender de personas que le robaban a cambio de la más
mínima caridad.
El
maestro Ciro Mendía, que había escrito tan jocundos versos,
Estaba
en ese año de 1978 sin un plato en qué comer,
Pero
tampoco tenía qué comer ni comía.
Tomaba
aguardiente a pico de botella con cáscaras blancas de limón,
Y
se arrastraba hasta el andén para rogar a algún transeúnte apresurado
Que
le tomara al dictado los versos que había compuesto durante el día de insomnio,
Pero
nadie tenía tiempo para ocuparse de semejante cosa,
Y
el poeta repetía sus versos hasta que se le olvidaban.
Le
habían hecho completamente a un lado por sus ideas “de izquierda”,
Que
nunca supo lo que hacía su derecha,
Porque
la mano izquierda es analfabeta.
En
ese Medellín pedestre que frente al mundo tiene una sola pregunta: “¿Cuánto
vale?”
Y
una sola respuesta: “¿Cuánto me rebaja?”,
Ciro
Mendía tenía el orgullo y la dignidad y la nobleza de la vieja raza,
Y
en la práctica había dejado de ser antioqueño, pues nunca me preguntó “¿Cuánto
le debo por su abrazo?”, “¿Cuánto me paga por el mío?”
–“Aquí
tiene un abrazo gratis, le deseo suerte, caballero, y le encimo esta mano
huesuda que ya no me sirve para nada”.
Cuando
le dieron el “Hacha de Antioquia”,
(esa
hachita dorada, un bibelot),
Él
la recibió y permaneció en silencio.
Cuando
todos los visitantes se fueron me dijo:
–“¡Tantos
rayos que caen, y no caerme uno a mí!”
Ya
estaba muy triste y muy flaco el maestro Ciro Mendía cuando le conocí.
El
gobierno local le había retirado la modesta pensión que le permitía sobrevivir,
porque también estaba muy viejo,
Y
sólo la fábrica de licores le mandaba botellas de aguardiente.
No
se resignaba el altivo maestro Ciro Mendía, no se resignaba sin embargo,
Y
en la nobleza de su rostro, en sus finas manos, en el ademán caballeroso, en
sus elegantes palabras,
El
poeta trataba de alzarse de sus cenizas, y en un esfuerzo sobrehumano trataba a
cada rato de volar.
Pero
ya sus huesos estaban muy tristes y todos quebrados desde la muerte de
Vladimiro,
Y
no era cuestión de buena voluntad ni de fuerza de ánimo,
Sino
un simple problema de gravedad.
Con
Vladimiro su hijo y con el Espíritu Santo, “esa paloma estúpida”,
Que
sin embargo representa la inteligencia como propiedad de la materia,
Se
encuentra en el reino de las chicharras y el cagajón,
Que
los mulos ponen gratis, pero los antioqueños lo recogen para venderlo por
libras de 400 gramos.
El
maestro Ciro Mendía, honor de su raza y de su pueblo,
Me
habla desde sus versos con entereza, con amor, con ternura y con ese humor a la
antioqueña que tanto hace reír al diablo.
No
me habla desde su estatua, porque en Medellín no hay ninguna estatua de Ciro
Mendía, ni maldita la falta que hace.
Si
hubiera sido un poeta antiguo, hubiese tenido su estatua de mármol,
Del
epicúreo mármol de Paros.
Pero
a pesar de ser antioqueño no tenía depósito de ahorros, ni propiedad raíz, ni
era socio de nada, ni estaba autorizado a portar tarjeta de crédito,
Es
decir, no era nadie,
Pues
en esta tierra donde cada poeta se considera el mejor del mundo,
Él
apenas se atrevía a ser el mejor de su calle.
Quedó
con la fama de no ser un poeta serio, porque no creía en nada,
Pero
de todos modos nos dejó esa risa maliciosa, socarrona, comprensiva,
Que
desborda inteligencia, bondad, aceptación y perdón.
no dejemos que olvidar de donde venimos......super el blogg
ResponderEliminaradriana sanchez -3B
olvidar de donde venimos......super el blogg
ResponderEliminaradriana sanchez -3B
Felicitaciones por esta leccion de literatura y de historia mi admrdo Vitor
ResponderEliminarCada dia mas aterrado ene sta ciudd de tanta publicida donde andie concoe ada y todos tumban todo. Mdellin asi es una ciduad gris y sucia
ResponderEliminarexcelente blog, demasiado interesante la informacion tan espesifica y valiosa literatura e historia.
ResponderEliminarWilton Restrepo Galdo
excelente blog. demaciado interesante la informacion, muy completa,valisa y espesifica. motiva a estar mas al tanto sobre la literatura e historia antioqueña.
ResponderEliminarWILTON RESTREPO GIRALDO
Las minucias de nuestra historia literaria son el verdadero rastro de nuestra literatura. Son el diezmo al altar donde surge la rosa del fuego, crisol de los brujos de todas las partes, de aquí y de otra parte. Todos los abrazos por este blog y lo que ello comprende.
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