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La actitud ante
los gays es también una herencia del viejo trato a las mujeres
Las minorías
sexuales
Isaac Bigio
(*)
En todo país
existe un número similar de varones y damas. La mayor parte de ellos fomenta
relaciones heterosexuales. De lo que se busca hablar lo menos posible es de
aquellos sectores que practican una forma distinta de sexualidad: como la de
tener relaciones con personas de su mismo sexo.
La homosexualidad
es una cuestión de muchas implicancias sociales. Las tres grandes religiones
occidentales y muchas fuerzas conservadoras tienden a verle como una desviación
sexual anormal. Quienes se reclaman como gays sostienen que tienen una forma de
relacionarse distinta a la de la mayoría heterosexual y que su práctica debería
ser aceptada y legalizada. En este artículo discutiremos distintas visiones
ante tal problema.
La iglesia
católica, las sinagogas ortodoxas y todo el Islam son unánimes en su rechazo a
toda práctica sexual entre personas de un mismo sexo. Esta es vista como una
forma sodomista de pecado. Las sociedades occidentales, como la iberoamericana,
se han estructurado bajo la influencia de tales creencias. La visión
tradicional es que el sexo es fundamentalmente una actividad reproductiva y
solo puede darse entre gente de distintos órganos genitales.
Sin embargo,
dentro del cristianismo y del judaísmo han habido sectores que han ido
aceptando la homosexualidad. Hay sinagogas liberales que incluso reconocen el
matrimonio entre gays y lesbianas. Diversas congregaciones protestantes han
venido permitiendo que el sacerdocio no sólo sea ejercido por casados sino
también por mujeres y gays. Sin embargo, dentro de éstas el debate en torno a
la homosexualidad ha ido generando muchos sismos.
El caso más
sintomático ha sido el de la iglesia anglicana. Esta es la congregación
protestante más afín a la católica. Hace 5 siglos el rey inglés Enrique VIII
decidió separarse de Roma por que no se le aceptó el divorcio de una de sus
seis esposas. Los anglicanos mantuvieron muchos ritos católicos pero aceptaban
el poder de la monarquía en vez del papado. Con el tiempo dentro de los 70
millones de anglicanos se fue reconociendo la ordenación de curas femeninos y
gays.
Mas, el primer
gran problema que ha tenido que confrontar el doctor Williams, recientemente
electo arzobispo de Canterbury, fue el hecho que un padre abiertamente gay
fuese nominado para convertirse en obispo. Los tradicionalistas con mucha
fuerza en Nigeria amenazaron con dividir a dicho clero. Para evitar un cisma el
doctor Williams alentó la renuncia del obispo gay al mismo tiempo que buscó
congraciarse con los liberales cuestionando la homo-fobia.
La actitud ante
los gays es también una herencia del viejo trato a las mujeres. En la visión
tradicional el hombre debería ser el jefe del hogar y la mujer debería
supeditársele. En países árabes siguen subsistiendo los matrimonios arreglados
y la ‘compra’ de esposas. En el Islam o en los antiguos mormones el hombre
tiene derecho a tener varias esposas. Dentro de varias sociedades occidentales
se ha visto como un buen macho al hombre quien pudiese tener varias mujeres,
pero no a la mujer que ‘traicionase’ a su esposo o al hombre que se enamorase
de otro varón.
Aceptar la
homosexualidad implicaría un golpe a la cultura del macho, pero también
cuestionar a un modelo de familia basado en dos personas de sexos opuestos que
se entrelazan para reproducir hijos.
Los homosexuales
sostienen que sus prácticas sexuales siempre han existido. En algunas
sociedades las han realizado de manera encubierta y en otras de manera
explícita. Basta ver muchas artesanías precolombinas para comprobar que la
homosexualidad fue tolerada en las civilizaciones andinas, tal como ocurrió con
los griegos. La denominación ‘lesbianismo’ proviene de la isla helena de Lesbos
donde las mujeres podían amarse entre sí mismas. Los espartanos, los guerreros
más feroces de su época, promovían la constitución de parejas de combatientes
que practicaba entre ellos intercurso sexual.
En nuestras
sociedades se puede contemplar que un hombre o una mujer tengan relaciones con
una persona de sexo opuesto o que practiquen el sexo con uno mismo (masturbación),
pero se muestra como contra natura el que lo apliquen con una persona del mismo
sexo. Los homosexuales arguyen que es posible amar a una persona de su propio
sexo y que el placer sexual no necesariamente debe llegar a ser meramente para
procrear.
En Dinamarca,
Holanda y otros países ya se ha legalizado la unión civil entre homosexuales.
En Escandinavia han habido ministros abiertamente gay y el mayor asesinato en
la historia moderna holandesa fue realizado recientemente contra Pim Fortyn, el
primer gay que pudo haberse convertido en mandatario.
En Ibero América
se tiende a aceptar una sola forma de sexualidad considerando a las demás
minorías sexuales como anormales. Los programas de TV y los chistes en los
colegios tienden a burlarse de los homosexuales mostrándoles como unos
‘maricas’ o ‘afeminados’. Muchos de los hombres más esbeltos suelen ser hombres
que aman el cuerpo de otros hombres. La cobardía no es un atributo femenino ni
de los afeminados. La mayor parte de los gays no se quieren vestir de mujeres y
la mayor parte de las lesbianas no se pone atuendos masculinos. Se trata de
personas que se visten y comportan igual que el resto pero con la única
diferencia que ansían relacionarse con personas de su propio sexo.
Los ‘bisexuales’
son quienes pueden relacionarse con personas de un sexo similar u opuesto. Por
ello se consideran una minoría que a su vez no es del todo bien vista por los
homosexuales o los heterosexuales.
Los transexuales
son personas que cambian de sexo. Según un reciente estudio médico en Holanda
existe un sutil diferencia entre los cráneos de humanos de distintos sexos, y
se ha encontrado que hombres que se transformaron en mujeres presentaban
inicialmente características craneanas femeninas. El querer transformar sus
cuerpos habría sido movido por una necesidad física.
A medida que el
Ibero América se ha ido modernizando se ha tendido a aceptar el derecho de las
mujeres a usar anticonceptivos, a abortar, a trabajar o a convivir sin
desposarse. También han ido surgiendo movimientos y centros de reunión
homosexuales. Sin embargo, los gay y lesbianas continúan siendo mal vistos.
Queda por ver si
la sociedad iberoamericana se irá liberalizando al punto de aceptar el derecho
de los gays y lesbianas de hacer sus propias manifestaciones y festivales en
las calles, como ocurre en las principales metrópolis, o si se acepta su unión
sexual con los mismos derechos que las parejas heterosexuales. Mientras tanto,
la mayor parte de la opinión pública sigue concibiendo que la homosexualidad
debe ser rechazada o despreciada.
(*) Analista
Internacional. Profesor de la London School of Economics.
el culo es la fuerza política de los fascistas como víctor bustamante el del culo roto
ResponderEliminarque maricada
Lastima que se hayan ido los "aboigees" del sainete pasado de poesia.
ResponderEliminarAhi esta el director de ese podrido blog reivindicando el mal de la sociedad
ResponderEliminarVictor, papi es un honor que estes con nosotros.
ResponderEliminarpor ahi vi a jairo guzman de la mano de la Rosi y yo no era ella
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