Bernardo Ángel y La Barca de los Locos

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Víctor Bustamante

¿Cuánto tiempo lleva Bernardo Ángel con su grupo teatral, La Barca de los Locos, presentando sus obras en la ciudad, en el Parque de Bolívar, lejos de la comodidad oficial de las salas concertadas? Y cuánto tiempo lleva diciéndonos lo que somos, ante un arte teatral y poético corrompido que se ha quedado con la actitud del decorado, no en la profundidad de lo que debe ser no sólo la obra en sí de cada artista sino en saber qué es lo que se escribe para teatro y poesía.

Bernardo ha soportado todas estas estafas, desde la impostura de los falsos comunistas que se quisieron apropiar de cualquier expresión artística para adquirir estatus y darse cierto toque chic, hasta la indiferencia de la esfera oficial que con su cauda de recursos sólo se lo gasta en puro entretenimiento, es decir, obras sin médula como si se nos dijera, si no hay recursos escribamos y montemos lo que sea que de todas maneras si no hay público hay dinero. También ha pasado La Barca de los Locos por la indisciplina onerosa de los gestores como programadores, cuando la esfera oficial piensa apropiarse de la actividad, dándole recursos que es nada menos que aplicando la autocensura.

Además Bernardo ha sobrepasado el teatro de muñequero que viene de los predios universitarios donde hay tantos profesores con doctorado y nunca han escrito una obra, nunca han actuado, nunca de los nunca han sentido en lo poros y en su piel lo que es el teatro.

Pero ahí está Bernardo Ángel para darnos una bofetada a ese país cultural que aún piensas que la cultura es decorar bizcochos como ciertos falsos poetas y teatreros que no pasan de exhibirse con su falsa aureola de caspa y babas.

Bernardo ha ido más allá de todos los teatreros de la ciudad, que entregaron sus armas creativas, entre una derecha anquilosada y muerta que solo vive del presupuesto y una izquierda que también vive de las migajas como condición para crear arte, lo que llaman arte, que aun no es más que la comodidad de lo mismo.

Sí, ahí está Bernardo soportando la indiferencia, pero es que hay algo que molesta y es que La Barca de los Locos nos maldice con esa llaga abierta que es decirnos como va ese país donde en apariencia todo va bien, pero que en su verdadero sustrato todo está corrompido. Por eso Bernardo nos da una bofetada cada que presenta sus obras en el Parque de Bolívar, en esa sala de todos donde los anónimos transeúntes, donde los ocasionales espectadores lo miran desde su detritus humano como alguien que les habla al oído pero no palabras tiernas de mentira sino fuego para que despierten, despertemos.

Parece que hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Teatro, pero La Barca de Locos lo celebra cada jueves a las seis de la tarde.

Sí, ahí está Bernardo definido por esa pasión, por ese teatro que sale de sus poros a decirnos que ahí permanece incólume ante nosotros, sus espectadores tibios e insensatos, ávidos de la posteridad de la nada.

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Bernardo Ángel