viernes, 30 de mayo de 2025

El silencio de mi padre de Tarsicio Valencia // Víctor Bustamante

 

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El silencio de mi padre de Tarsicio Valencia

Víctor Bustamante

El carácter de Tarsicio Valencia para mantener un equilibrio entre su oficio de escritor, por supuesto me refiero a su poesía, y su trasiego personal, es decir a su concepto de vida y ese valor que es producto de esta, su palabra, entrega una relación fundamental para entender su escritura, esa escritura que ya no es suya cuando se publica, cuando el libro salta a las manos del lector que decide proseguir en esa aventura de trasegar en sus páginas, ahondando en lo que el autor entrega, ese mundo que es la experiencia con sus pasos inconclusos, con sus vertederos como un oasis para conceder un poema o para recordar una salida lejos de sí mismo, es decir para soñar, o cuando la realidad que lo abarca, que lo sostiene, y por eso uno sopesa que es la necesidad de escribir que lo lleva por caminos insospechados o quizá por esos lugares y personas que están cerca. Es más, que él ha vivido en todo su esplendor y de ahí que las palabra, me refiero a su palabra, acuda a ser parte de él, dentro de esa actitud que considero el ser poeta, no desde el brillo que dan los viajes como escenario para vivir una experiencia sino desde el recogimiento, desde el interiorizar  esas prácticas vividas; muchas veces pensadas, repensadas, y por esa razón escritas con esa precisión de quien sabe que la palabra en el silencio, poblado de tanto ruido que ensordece, no lo hace especular, sino que en su poesía está la palabra única que enuncia su inspiración y por lo tanto lo expresa a él, en esos momento de placidez o de acedia, que son refugio para que la palabra vuele alto y pronuncie esa aventura sin tosquedades, pero también con brillo que es esa palabra que con el tiempo se convertirá en una huella personal, muy íntegra, dentro de esa poesía escrita son precisión y sosiego como si el poeta al terminar un poema, que es su representación, caminara por un sendero que él ya conoce; senderos seguros a veces un poco titubeantes, pero que con el paso de los poemas le dan esa unidad que pertenecen ya a un libro, su libro de poesía, es decir una escala dentro de su trasiego, ese trasiego que como un abanico se abre en la noche oscura del alma para brillar con el esplendor de la palabra única, esa palabra que lo expresa en la contemplación y más seguro en su propia reflexión como un momento en que uno denota como cada poema mantiene una cercanía como parte de la unidad en todo el libro, y esa unidad dentro de esa circunstancia es nada menos que la palabra que prosigue, la palabra que recaba el ruido, que no quiere ser mutilada; lejos de aquella que refleja el ambiente de los poetas alucinados nada menos que en ensañarse a sí mismo y en no darles a la palabra el peso específico de su don, ese don de ser poeta; ya que escribir poesía es nada menos que saber que cada palabra se convierte no solo en augurio, en ventana o camino, en noche o en horas que corren rápidos en la multitud del día, sino en esa poesía que el poeta sabe que lo delata y al mismo tiempo es escala dentro de esa larga gradería de escalones inconclusos que a cada instante cuando es escrito o se sube contemplar desde la montaña o se ahonda en sí mismo, en esas oscuridades, en esos socavones transitorios del alma no se divaga por laberintos nunca idealizados, sino en la realidad que presente desaloja al ser escrito un poema. Así Tarsicio Valencia, el poeta de la circunspección, diría más bien del recogimiento y también de esa esencia por las personas y circunstancias que lo rodean. Tarsicio no provoca malestar para nadie, reta, pero no es lejano, ya que su libro en la austeridad de su creación nos señala nada menos que la poesía es significación, síntesis y donosura. Tarsicio escribe en su retiro, pocas veces se de él, con tranquilidad para decirnos como la poesía llega a su ser y él la trasformad en aquellos momentos que lo embargan. Y es entonces cuando se establece ese diálogo siempre abierto entre el escritor y su lector que sigue las huellas del libro impresas en cada poema cuando las páginas se abren, suceden, para buscarlo a él, en su trasiego vital, aquel que lo ha llevado a ser escritor.

De ahí que, El silencio de mi padre, (Editorial Grámmata, 2024) configura y denota lo que podríamos llamar la premonición de su poesía, que es en realidad la certeza del poema escrito, es decir las huellas de ese camino que Tarsicio ha ido desbrozando. Muchas veces por pretender ser modernos con toda la impaciencia que produce esa poesía en apariencia futurista o de vanguardia, olvidamos nada menos que el mundo cercano con sus certezas y abandonos. De ahí que la presencia del padre, al darle el título a ese libro, su libro, es desde ahí un homenaje y eso sí dentro de ese silencio, respeto, y admiración, a un hombre que ha vivido y que es iluminado desde el recuerdo de su hijo que lo evoca, y al evocarlo y escribirle en ese momento pletórico de sencillez, es mantenerlo presente en toda su dimensión.

El poeta lo señala en su totalidad:

 

EL SILENCIO DE MI PADRE

El silencio de mi padre

Era un sí misterioso

Decidido siempre en las leyes

Del azar

Escuchó mucho a los árboles que amaba

Su tacto era firme y delicado

Un color tierno rubí en sus ojos

Horas y horas en silencio

Imbuido su espíritu

En olores de cafetos naranjos

Velando por sus hijos

Y una mujer que le regaló el amor entre amapolas

Un sí orquídea de sus labios.

 

Presencia y respeto, rigor y admiración canalizan esa cara persona, el padre, lleno de austeridad y de firmeza.


MARÍA NUBE

Sí María

Aún existe

Es azul como el amor

Florecen los siete cueros.

 

Aquí el azul expresa la inmensidad que no cesa, pero también manifiesta el sosiego, solo el poeta sabe en ese verso, la profundidad de su afecto y a quien le habla, Es azul como el amor.

 

COLIBRÍ

Para Susana

Colibrí atento al aroma del jardín

Todas las esencias de la Arabia

Me recuerdas

Un jazminero en la huerta de la Alhambra.

 

Aquí, en este corto poema, se han suprimido otros paisajes como es lo místico, la herencia y una diáspora, pero ese par de palabras al ser pronunciadas, Arabia y la Alhambra, con toda esa connotación que carga y eso sí pesan para saber cómo ese lugar que estuvo en España poblado por árabes y judíos ochocientos años 800 años, se juntan en la memoria para que un colibrí, frágil y asustadizo,  busque esas esencias que perviven en un lugar de una significación y de una inmensidad notorias.

Pero hay un tema que predomina, un tema que es el paisaje mismo, y es debido a que sus poemas lo circundan árboles y agua, montañas y frutos maduros que no lo arredran, sino que son presente y refugio, deuda y afecto, escarmiento y oasis. Es decir, paisaje como presencia de lo usual, pero que el poeta le da su destino al particularizarlo.

En este libro fluctúan diversos temas que redimen y así mismo atraen al poeta al indagarlos, lo cual supone una tentativa quizá atrevida, quizá íntegra, pero eso sí muy personal, ya que a lo quiero referirme no es un tema, pero sí constituye cierta manera de indagar un libro y a su autor, el cual al nombrar ciertos autores entrega una huella capital, necesaria para su discusión personal, eso sí sin dejar de ser un lector para pasar a otra fase, ser escritor.

Desde el mero punto de vista es notable que después de leer, releer tantos libros consagrados, el poeta asuma ese diálogo personal con escritores diversos que algo le han aportado o a lo mejor lo han convocado y por alguna razón secreta que solo sabe él, al mencionarlos, y el lector curioso se pregunta cuál es la razón secreta para traerlos a su poesía. Son tan disimiles, desde Von Kleist a Julio Flórez, desde Bécquer a Pessoa, desde Lautréamont a Josefa del Castillo. Po supuesto los autores mencionados son más y eso sí diversos, lo cual denota algo, cada uno de los escritores poseen esos textos que con el paso de las lecturas y el abrupto tiempo que se sucede, establece esos diálogos y así regresa a ellos, y al mencionarlos en su poesía, los agasaja y celebra, y eso sí le señala al lector, aquí están mis guías, mis maestros en ese camino a veces oprobioso de la escritura. Es decir, ellos son sus clásicos personales. Ya que en esa diversidad se haya ese diálogo constante en que un escritor reconoce a quienes lo anteceden como si la lectura fuera esa conversación necesaria, adyacente para llegar a expresarse, después, en ese después que los convierte en cercanía.

Pero también el escritor nos persuade con sus diversos temas, la música el paisaje, la mística, la reflexión, y es, sobre todo, cuando nos sorprende con su definición de poesía, lo cual admite un efecto inesperado, que va a exteriorizar su autenticidad, la que nos interesa. Ya que a través de estos textos que se van dejando reluce una frase que indicará la oclusión o el verdadero ritmo de un poeta que a veces duda o a veces va de frente con la palabra para que su escritura exprese lo que él determina, pero que muchas veces entre líneas queda como he dihco alguna frase, en este caso un verso, que recupera y retrotrae a su definición de poesía.

¿Cómo no intentar buscarla en ese palimpsesto donde quien escribe imprime y describe su circunstancia?

 

LA POESÍA

La poesía se muestra

Dibujada

En el grito

Porque hay cosas que no pueden decirse.

 

¿Qué es lo que no puede decirse? ¿Cuál es el silencio o el cilicio del escritor? ¿Por qué razón no nos dice lo impronunciable y asume una renuncia?, pero a medida que leemos su libro nos damos cuenta que sí lo dirá, que a veces duda pero que esa respuesta la encontraremos en otro poema casi semi escondida a la luz de las páginas.

 

EL SOL DE LOS MUERTOS

Si lo dice

La poesía te enseña la pureza

Pantera entre barrotes

Sabes que afuera está lo extenso.

Un sol y sus pájaros.

Un cielo y sus pájaros.

LA CONVERSIÓN

Manchas sobre el muro

La hiedra poema que asciende

El agua

EL DECIR POETIZANTE

Guarda tu cálamo

Y tus palabras

Derrama tu tintero

Guarda la santa imagen de la poesía

Busca la voz habla en el poema.

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LA HOJA Y LA LLAMA

Escritura que crepita

Ceniza que arde

Flamea el poema

Poco a poco el poeta se responde, va hallando su verdad a medida que la escritura inicia su marcha. De esa manera aclara, pero no calla, define, y al definir encuentra nuevas respuestas. Esas respuestas se van sucediendo debido a la intención y al rigor con que refleja una intensa sacudida, eso sí obstinada, perturbadora, férrea, intuitiva e iluminada que persevera con decisión para instaurar y corregir un rumbo dado por el poema que antecede estableciendo esa relación a veces cautelosa pero certera de darle un sentido de verdad a su poesía diáfana, transparente que corre como cuando irrumpe el agua clara.

Por ese motivo sus poemas no dejan de inquietarnos. Poesía, visión y destino, palabras pulidas por las horas, sosiego y reato, caminos y recovecos para llegar a dar una perspectiva justa del poema, y del poeta luchando contra las sombras que se atraviesan y retan, pero encontrando en ella no solo sus soledades sino sus iluminaciones. Así la poesía de Tarsicio Valencia.

 


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