viernes, 11 de abril de 2025

PIERRE HADOT Y LAS TERAPIAS ESPIRITUALES: UNA PERSPECTIVA FILOSÓFICA PARA LOS DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS / Fredy Fernández Márquez

 

Fredy Fernández Márquez

PIERRE HADOT Y LAS TERAPIAS ESPIRITUALES: UNA PERSPECTIVA FILOSÓFICA PARA LOS DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS

Fredy Fernández Márquez[1]

 

A la psicagoga Rocío Cadavid, cuyo coraje expresado en cada palabra, ha enfrentado el dolor, transformándolo en una fuente de felicidad para su spirĭtu en referencia a las personas que ama y están a tu alrededor, porque eres toda una psicagoga experta en leer el alma espiritual.  

A las médicas

Marilyn Monsalve, amante de la salud mental y física. Con su voz melodiosa apacigua las tormentas internas de quienes la consultan, ofreciendo el descanso y la serenidad para el alma. A través de su noble y generoso spirĭtu, disipa las borrascas que azotan lo más profundo de aquellos que la necesitan, dejando tras de sí una luz que va más allá de la aurora boreal. 

Luz Miriam Villegas, cuya voz serena, refleja en cada momento, una paz interior que irradia hacia los demás. Emana con naturalidad y frugalidad, pasión y bondad, en el trato con quienes buscan tu asistencia. Tu noble saber se dirige a lo más profundo del alma, con una mesura provocadora y gentil que calma los males más profundos.    

La vida examinada es la única que merece ser vivida

                                                                          Sócrates.

Es la razón por sí misma lo que hace la vida feliz y agradable, al expulsar todas las ideas y opiniones falsas, y evitar así toda perturbación de la mente

                                                                       Epicuro.

El tiempo de la vida humana no es más que un punto, y su sustancia un flujo, y sus percepciones torpes, y la composición del cuerpo corruptible, y el alma un torbellino, y la fortuna inescrutable, y la fama algo sin sentido [] ¿Qué puede pues guiar a un hombre? Una única cosa, la filosofía

                                                                               Marco Aurelio.

 

Nacido en París en 1922 - 2010, fue director de École Practique des Hautes Études (1964-1986), además, docente del Collège de France (1982). La Universidad de Neuchâtel le otorgó Doctor Honoris Causa. Laureado con el Gran Premio de Filosofía de la Academia Francesa (1999). Goza de una amplia publicación filosófica traducido a varios idiomas. Filólogo, historiador y filósofo. Con un alto influjo ascendente en la Filosofía actual o contemporánea, sobre todo, en Michel Foucault, historiador y filósofo, quien se interesa por su trabajo filosófico en su postrero período, en los comienzos de los años 80s. La influencia de Hadot en Foucault se ubica en: Historia de la sexualidad volumen II-III, en el uso de los placeres e inquietud de sí (2024). Posteriormente publica dos trabajos en referencias a Foucault, que llevan como título: Diálogo interrumpido con Michel Foucault. Acuerdos y desacuerdos (2000), luego, Hadot interviene en un Congreso conmemorativo a Foucault, con la ponencia Reflexiones alrededor del cuidado de sí. Finalmente, en una conversación entre Jeannie Carlier en compañía con Arnold I. Davidson (2009), Hadot hace alusión a Michel Foucault.

     Ambos filósofos sienten una profunda admiración por la filosofía antigua, se preocupaban por la vida práctica en función a los ejercicios espirituales, que buscaban, de alguna manera, aproximarse a la verdad, porque la verdad permite el cambio del individuo o sujeto. No es posible ocultar, la influencia de Hadot en Foucault. Entre los dos se presenta toda una riqueza puesta en común para degustarla en una buena conversación. Las obras filosóficas de Hadot, son paradigmas para diferentes ciencias, entre ella la medicina o en disciplinas como la psicología, entre otras. Cuenta con una amplia producción entre las cuales están: ¿Qué es la filosofía antigua? (1998), Plotino o la simplicidad de la mirada (2004), Ejercicios espirituales y filosofía antigua (2006), Filosofía como forma de vida (2009), No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales (2010), Ciudadela interior (2013), El velo de Isis. Ensayo sobre la historia de la idea de Naturaleza (2015), Elogio de Sócrates (2024), entre otros.

     Desde los griegos, hasta nuestros días, han existido doctrinas, formas, sistemas, paradigmas y métodos filosóficos. Pero se ubican esencialmente en dos orillas. Por un lado, la filosofía como forma de vida o llevar una vida sabia en armonía con la naturaleza (filosofía práctica), una de las tantas preocupaciones es: ¿cómo vivir?, ¿qué hacer con mi vida? En términos socráticos preocupaciones ético-morales. La tarea es transmutar las pasiones a través de los ejercicios espirituales, en otras palabras, aprender a vivir. La otra una filosofía intelectual (hacer academia). Hadot, se inclina por la primera.  

     La filosofía intelectual o académica en las aulas, transformó lo práctico en lecturas de estudios desplegando cantidades de teorías, análisis, virajes, dejando de lado la praxis. Los discursos se hacen presente, pesados con muy pocos interlocutores, en exclusividades hermeneúticas traspasando mucho más allá de lo abstracto. Los espacios como las aulas, ponencias, charlas, exposiciones o congresos se han convertido en reticencias gélidas, filosofía transliteraría  mediatizada en las funciones o actividades inconmensurables, inclusive, en la actualidad recurren al estoicismo que está de moda, como una manera de salir de los problemas físicos-mentales, por los agobios que los asfixia en sus propias angustias, recurriendo al mercado de los auxilios psíquicos que prometen solucionar todo tipo de problemáticas que adsorben a la intensa sociedad del consumo.

      A su vez, la misma filosofía intelectual, ha abandonado campos de estudio como el cuerpo, el gusto, la lógica, la cotidianidad, el afecto, las emociones, las pasiones, la buena vida, la felicidad, entre otras. Lo que la filosofía ha dejado atrás, otras disciplinas como la psicología y la psiquiatría las han recogido y se han apropiado de ellas. Personas inexpertas, han convertido los ejercicios espirituales en bebidas aromáticas. Gracias a lo retomado por la psicología y la psiquiatría, han dado respuesta a muchas problemáticas presentes que padecen los sujetos de hoy, llenos de vacíos, miedos e inseguridades. Sin embargo, muchos profesionales recurren a respuestas inapropiadas debido a la falta de una mirada filosófica antigua, lo que incrementa las complejidades emocionales, que caracterizan las sendas de los calveros solitarios llevándolos a una obcecación absoluta.   

     En los medios televisivos o plataformas abundan los gurús espirituales, ofrecen fórmulas mágicas curativas para aquellos que aún no han resuelto las complejidades de la vida, y que no serán solucionadas ni siquiera por el más cuerdo. Para calmar los problemas mentales o del alma, surgen cantidades de medicamentos farmacéuticos con el objetivo de aumentar más la adicción, verbigratia, el prozac, la fluoxetina o la lectura del tarot, como lo más inmediato, dejando de lado una de las primeras medicinas como lo fue la palabra, a través del diálogo. Esto permitía la elaboración de un cúmulo de conocimientos y técnicas que eran aplicadas como dispositivo para la prevención de enfermedades del alma. A través del lenguaje se trataban las deficiencias humanas, ello permitía la rehabilitación de los individuos o sujetos para que volviesen, otra vez, a la calma interior.

     Abundan los centros de yoga, propuestas como feng shui, la toma de yajé, práctica antiquísima de nuestros ancestros que ha sido vulgarizada por aquellos que se hacen llamar parapsicólogos porque regula el cuerpo, la mente y el espíritu. Sin embargo, olvidan que estas prácticas hacen parte de culturas indígenas específicas, y que ahora, muchas personas angustiadas, se ven atraídos por ellas, creyendo que podrán conectar con espíritus interiores y exteriores para mejorar sus vidas, que han convertido en una marejada de caos y desdicha. En este contexto, emergen también nuevas formas de terapias modernas que, lejos de promover una rehabilitación o transformación genuina del individuo, pueden terminar alimentando adicciones químicas o generando daños en la salud mental. Entre las sustancias que han ganado popularidad como soluciones a crisis existenciales, se encuentran la Psychotria viridis, un componente de la Ayahuasca, la psilocibina contenida en hongos alucinógenos, o incluso la aplicación de venenos como el del sapo Bufo alvarius, conocido por sus efectos alucinógenos o los retiros espirituales, donde buscan una solución con la dirección de un superior sacerdotal, a través de la palabra sagrada.  

     El uso de estas sustancias dista mucho de la auténtica práctica filosófica, que se fundamenta en el autoexamen, la reflexión y la meditación, buscando el bienestar integral del individuo a través de un enfoque holístico, mucho más allá de la simple estimulación química del cerebro o la consecución de metas superficiales. Aunque algunas de estas prácticas pueden generar experiencias de introspección o momentos de conexión profunda con uno mismo, no logran ofrecer la sabiduría que la filosofía antigua proponía como un camino hacia la verdadera libertad interior. A diferencia de las sustancias externas que generan dependencia, los filósofos antiguos o las escuelas helenísticas y romanas, como los escépticos, eclecticismo, cínicos, estoicos y epicúreos, integraban la filosofía en su vida diaria, mediante ejercicios espirituales que cultivaban la reflexión, el autoexamen, la palabra, el diálogo y la meditación. A través de estas prácticas, buscaban transformar la mente y las pasiones, promoviendo una vida en armonía con la naturaleza y la verdad, sin necesidad de intervenciones químicas o artificiales. Esta es la diferencia esencial entre las terapias actuales y la auténtica filosofía práctica, que busca una transformación profunda desde el interior, sin depender de altibajos externos, ni soluciones rápidas ofrecidas por los gurús espirituales de la moda o coaching. Volver a una filosofía práctica es dar un giro de 180 grados. Todo lo que se mueve, pasa, pero cambia; así, como lo enseñó Heráclito, los flujos de la filosofía se han transformado. Los individuos también pasan de un estado a otro, modificándose. Lamentablemente, las terapias o los ejercicios actuales, por más que se ofrezcan en abundancia, para calmar las angustias de las personas, a menudo se limitan a ofrecer soluciones superficiales, mientras que ninguna de ellas les enseña a meditar sobre sí mismos, a pensarse más allá de su propio ser o de su ego.

     Las problemáticas que se han generado, a partir de la salud mental, más las alteraciones o trastornos que engullen a los habitantes de las sociedades actuales, como: la depresión, demencia, toxicomanía, suicidio, la epigenética y la esquizofrenia, develan los trastornos que se han vuelto habituales en los individuos de hoy, padeciendo así el rechazo social, el cual aumenta los problemas de salud mental, como lo manifiesta Thomas Szasz:

[] La noción de enfermedad mental se emplea hoy en día sobre todo para confundir y «justificar hábilmente» los problemas existentes en las relaciones personales y sociales, tal como la noción de brujería fue utilizada con el mismo fin desde comienzos de la Edad Media hasta bastante después del renacimiento (1994).  

     Szasz, sabe claramente que en la actualidad se vive de una forma terapeutizada, para cada afección emerge una terapia o ejercicio cualificado como solución al declive personal. Se debe reconocer que, una buena intervención, por parte de un médico, psicólogo o psiquiatra se puede convertir en un buen cimiento estimable y eficiente para dar respuestas a las inquietudes de los trastornos mentales de las personas que la solicitan. La pregunta es: ¿a cuál terapia o ejercicio recurrir?

     Hadot, a través de sus obras, deja plasmado la existencia de varias escuelas clásicas griegas y latinas filosóficas, como cada una de ellas poseían sus propios ejercicios espirituales, por ejemplo, la escuela estoica, que le apostó a la virtud, tranquilidad y a la felicidad. Mientras que la epicúrea, apostaba por el placer que es el principio y fin de la felicidad. Los cínicos, por su parte, apostaban por enfrentar la vida con sabiduría, entre otras escuelas. Ahora bien, la filosofía, psicología y la psiquiatría tienen sus propios intereses. Todas ellas van en busca de la misma disposición: “la felicidad del individuo o sujeto”.  

     Hadot es todo un fiel observador de la naturaleza humana. Usa los ejercicios espirituales de la antigüedad como hilo conductor, para señalar la practicidad que poseen las terapias o ejercicios a través de la filosofía práctica. La idea hadotiana, permite acercar, poco a poco, a los individuos a la areté a través de la paideia como educación racional del alma, para el cuidado de la misma. Porque a medida que transcurre el tiempo y las prácticas sociales germinan, las falsedades también van dejando a los sujetos en pleno desvalimiento. Este es el nuevo milenio en el cual, se vive, lleno de incertidumbres, vacíos, miedos, líquido, riesgos, cambios climáticos, pandemias, consumo, espectáculos con artistas de papel celofán, que sólo brillan un instante, de generaciones extraviadas en sus propias identidades sexuales, trastornos como el TEPT, las herencias epigenéticas, el ADN no codificante (ADNnc), las influencias de los genes CRF1, CRF2, el microARN y otras afecciones que estropean el alma, por cierto, bastante abandonada por los individuos que lo llevan todo a la colectividad o al montón, la cual gira en su propio ritmo repitiendo el ciclo. En palabras de Nietzsche: el eterno retorno. Todo parte, pero se devuelve perpetuamente a través del redondel. Todo fallece, pero emerge de nuevo, así es el transcurrir de la humanidad. Ante ese proceso del eterno retorno, debería existir una ruptura, la cual es la propuesta de Pierre Hadot. En palabras de Molina Gómez, Cambiar la mirada (2004): una transformación. Es decir, un proceso para la trascendencia del alma que irradie el cuerpo. Según Callaway, Schnitker y Madison (2020) trascender es, entonces, atravesar la división entre uno mismo y los otros, o entre uno mismo y el mundo (2021. P. 48). Ese manifestarse es el mirar dentro de sí mismo que, de acuerdo con C, Jung: Quien mira afuera, sueña; quien mira dentro, despierta (2021. Vol. 1). Auscultar desde los cimientos más ocultos y temerosos del yo, por oscuros que estos sean.     

     Cambiar la mirada, es enfrentarse a sus propios temores, aunque esto ocasione pavor, pánico, espanto o sobresaltos que desajustan al ser en su pobre devenir. El transformarse es la trascendencia dentro de sí, para ver su otra existencia interna, para luego reflejarla hacia el exterior o fuera de sí mismo. Eterno retorno: dentro-fuera. De acuerdo a Hadot:

La palabra latina conversio corresponde de hecho a dos términos griegos de diferente sentido, por una parte, a episthrophe que significa «cambio de orientación» y que implica la idea de un retorno (retorno al origen, retorno a uno mismo), y por otra a metanoia, que significa «cambio de pensamiento», «arrepentimiento», sugiriendo la idea de mutación y renacimiento. Se produce por lo tanto dentro del concepto de conversión cierta oposición interna entre la idea de «vuelta al origen» y de «renacimiento» (2006. P. 177). 

     La permuta hadotiana, se da al girar la posición que se tiene por una abjuración que se propague más allá de los presupuestos cotidianos de la persona. Retornar a la fuente del nacer para direccionar la vida fuera, de manera pertinente y evitar contaminar los actos con la sociedad del consumo, no sentirse extranjero dentro de sí. No es excluirse, es saber mirar el orden establecido por la sociedad postmoderna y no dejarse arrastrar por la multitud. El principio, nacer u origen de cada persona es fundamental, porque es allí donde se acredita la mayoría de los cimientos de la adultez. Dejar de sentirse ajeno consigo mismo. Al respecto, argumenta Hadot: la impresión de ser una ola en un océano sin límites, de ser una parte de una realidad misteriosa e infinita(2009. P. 28). Al enfrentarse a sí mismo, se ven sus propias olas, fantasmas, dementores, depresiones, su propia oscuridad, lo más siniestro de sí, que se encuentran presos de los miedos producidos por la fe, la educación, la moralina, la familia y los adultos.   Desafortunadamente, cuando no se busca ayuda profesional adecuada o se realiza una intervención incorrecta, ya sea médica, psicológica o psiquiátrica, esto puede llevar a engaños, aumentar las ilusiones distorsionadas, generar confusión y profundizar la sensación de desesperanza. En algunos casos, estas circunstancias pueden desencadenar pensamientos oscuros o dañinos, afectando gravemente el bienestar emocional y la salud mental de la persona. Esto, a su vez, puede llevarla a tomar decisiones que, no solo impactan su vida, sino también la de sus seres más cercanos.

     Leerse a sí mismo, no es ser un gran sabio, es ser filósofo. El sabio todo lo sabe, el filósofo busca la verdad. Y muchas verdades están dentro de la persona. Conocerse implica la búsqueda de su propia verdad, de su origen (Del latín orīgo -īnis) principio, el nacimiento, la raíz y la causa de ese algo que se busca como lo es la verdad de sí, la ciudadela interior. Para los griegos de la época, los ejercicios eran consuetudinarios (Del latín. consuetudinarius), praxis reglamentadas a consagrarse, lo cual les permitía transformarse o convertir, particularmente, su vida de manera progresiva, paso a paso para salir de sus miedos, rencores, egoísmos. Esta lectura interna, se volvía inteligible para luego hacerse toda una analogía (Del latín. Analogĭa, a su vez del gr. ναλογα), de esta manera se buscaba una vida virtuosa no te olvides de vivir. Era dar el paso de un estado a otro. Ruptura entre el consumo que impone la sociedad como lo son las riquezas, la abundancia, opulencia, placeres, despilfarro, honores, arrogancia, displicencia, ego, que implicaban toda una carencia de la ética, la moral y sus valores. Hadot, propone en sus obras ese giro o cambio de mirada por sabiduría, virtuosidad, asombro, contemplación, simplicidad, para el reposo y la tranquilidad del alma, la filosofía como forma de vida. En palabras de Hadot:

Estos ejercicios () corresponden a un cambio de visión del mundo y a una metamorfosis de la personalidad. La palabra espiritual permite comprender con mayor facilidad que unos ejercicios como estos son producto no solo del pensamiento, sino de una totalidad psíquica del individuo (2006. P. 24).

     Lo que propone el pensador francés con los ejercicios, no es una mera conjetura, es la búsqueda de la transformación simultánea: Mente-Cuerpo, como sabiduría para la vida, virtud del saber existir. Liberarse de las culpas y la opulencia, hacer de los ejercicios un hábito práctico, pleno todo, un giro de su ser-yo, para no caer en los círculos viciosos impuestos por la sociedad líquida y de consumo. El ejercicio que propone Hadot es toda una protréptica, la cual no implica por sí o por sí mismo una denominación, por el contrario, es toda una deconstrucción de una forma de vida que provoque la mirada simplista plotiniana, verbigratia:

¿Que cómo puedes ver la clase de belleza que posee un alma buena? Retírate a ti mismo y mira. Y si no te ves aún bello, entonces, como el escultor de una estatua que debe salir bella quita aquí, raspa allá, pule esto y lo limpia lo otro hasta que saca un rostro bello coronando la estatua, así tú también quita todo lo superfluo, alinea todo lo torcido, limpia y abrillanta todo lo oscuro y no ceses de «labrar» tu propia estatua hasta que se encienda en ti el divinal esplendor de la virtud, hasta que veas «a la morigeración asentada en un santo pedestal» (Plotino, 1992. P. 92).  

     El trabajo filosófico de Hadot, es importante y significativo, porque provoca una mirada a las escuelas helenísticas y latinas como paradigmas para el presente o para las sociedades actuales. La intención hadotiana, es auscultar su ciudadela interior, con una mirada apoyada en una simplicidad como educación del alma, a través del velo de Isis, para que no nos olvidemos de vivir, tener la filosofía como forma de vida, apoyados en los ejercicios espirituales desde la filosofía antigua. El ser humano es y debe de ser su propio laboratorio, en el encontrará todos los materiales necesarios: Vaso de precipitados, probeta, pipeta, microscopio, medir, calentar, mezclar sus propios líquidos, medir sus volúmenes, transferir los líquidos pequeños, ampliar su propia visión interna-externa para ver mucho mejor su mundo interior, para luego proyectarse al mundo de las apariencias sin extraviar su sentido de vida. Toda una preparación para salirse de la vida cotidiana, para evitar la prolongación y el retorno de lo mismo, con lo mismo. Aclarando que en los ejercicios es vital la oralidad. El provocar de la palabra a través del diálogo, generalmente en los debates. En estas escuelas se utilizaba la diatriba como una herramienta de choque con el otro u otros. El diálogo como trebejo, es el medio más adecuado para hacer hermeneútica, análisis e intelección del mundo, de la vida para la propia reflexión de sí mismo dentro y fuera de su universo. Lo anterior, permite mirar las quimeras del individuo o sujeto para interpretar mucho mejor su permanencia en este mundo, para Hadot, esto sería el verdadero filosofar para hacer de la vida toda una virtuosidad, la areté (ρητή-Bueno, lo mejor).    

     Recurrir a lo necesario, a su propia paidología, o si es posible a las ciencias agógicas en referencia a su propia lectura desde la infancia. Porque se hace tan difícil saber vivir o incluso sobrevivir. Objetarse a sí mismo, debería de ser el propósito para iniciar los progresos del alma en alusión al cuerpo. Implicaría ubicarse tanto geográfica como existencialmente ante el mundo y su universo, a través de su propia interpretación. Para lograrlo, es más adecuado recurrir a una acción dialógica interna: una práctica que lleva hacia la Anabasis, evitando en la medida de lo posible la dromología. A lo anterior, Hadot, recurre a Sócrates: debe justificarse a sí mismo y la manera en que vive y ha vivido. Las preguntas socráticas lo obligan pues a preocuparse por sí mismo y por consiguiente a cambiar de vida (1998, p. 195). Ahora bien, ¿por qué debe transformarse la persona? La vida se enfrenta constantemente a abismos. Quien se transforma traza su propia línea de fuga, sin ver estos abismos como meras ilusiones, sino como puntos que deben ser trascendidos y dejar de lado la subjetualidad. Una de las tantas propuestas hadotiana como la anterior, es apelar a la filosofía antigua como forma de vida,el discurso filosófico se origina por tanto en una elección de vida y en una opción existencial, y no a la inversa(1998, p. 16), es un saber vivir ante el universo y el destino, que depara un más allá de la cotidianidad. Ante todo, se debe evitar la posverdad interna-externa, concepto que deviene del inglés post-truth. Es decir, es una alteración o de malformación de la verdad que modifica la existencia y su realidad, la cual manosea las emociones, pasiones de la sociedad o de la persona. Un ejemplo de ello es que, en Colombia, los periodistas de los medios tradicionales de comunicación, todos los días convierten sus noticias en posverdad: mentiras, pura información psicomágica. Los sujetos o individuos, de acuerdo a Hadot, no deben mentirse a sí mismos, porque deforman su propia realidad tanto dentro como fuera, confundirse a sí mismo, ello evitaría la transformación de sí. Se debe evitar la posverdad, porque supone renunciar a su propio conocimiento crítico. ¿A qué llama Hadot ejercicios espirituales? El autor, explica este concepto así:

Ha sido intensamente discutida. ¿por qué la he escogido? Me impactó mucho el título de una antología aparecida después de la guerra. Beethoven, llamaba ejercicios espirituales a los ejercicios de composición musical que hacía hacer a sus alumnos y que estaban destinados a alcanzar cierta forma de sabiduría estética, los famosos ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola habían sido heredados del pensamiento antiguo por mediación de los monjes que habían empleado la expresión ejercicios espirituales a propósito de su práctica, según mi opinión el concepto de ejercicios espirituales no era religioso, pues tenía un origen filosófico, busqué todas las alternativas posibles, ejercicios morales, ejercicios éticos, ejercicios intelectuales. Entonces me resigné a emplear la expresión ejercicios espirituales que se emplea en todas partes desde hace tiempo para designar aquellas prácticas voluntarias de las que he hablado (2009. P. 144-145)[2].                             

     El concepto de espíritu proviene del latín spirĭtus, que hace referencia a un ser inmaterial, pero dotado de razón, aunque intangible. Los ejercicios espirituales son una forma de saber cómo llevar la vida en sociedad y en relación con el mundo, frente a la incitación, la seducción y las distintas distracciones que nos rodean. Estos ejercicios buscaban educar el alma para aprender a vivir.

     Los vínculos entre las personas se desarrollan a través del diálogo, la lectura, la palabra, la reflexión y la escucha atenta. También incluyen saber escoger los alimentos, consultar cuando es necesario, y dejar de lado el egoísmo, la indiferencia, escapar de los malos recuerdos, la envidia y el rencor. Implican, además, aprender a saber morir, leer la vida y el mundo que nos rodea, y crear nuevas formas de conocimiento, cogito ergo sum (meditar), esquivar la resistencia al salirse de sí, fuera de su zona de holgura, para ver el fondo de su propio ser. Asomarse a su propio averno para renunciar a sus propios temores inculcados antes de su adultez. Evitar que el ego administre nuestras vidas. Salirse de la ignorancia a través de la meditación como si fuera un ritmo gamma con una musicalidad beta. En palabras de C. G. Jung: hasta que el inconsciente no se haga consciente, el subconsciente dirigirá tu vida, y lo llamarás destino (2003) temor a las propias sombras. Porque el inconsciente es el paso o la transición al espíritu, y esa es la grandeza de Pierre Hadot, porque los ejercicios espirituales llevan al individuo más allá de su consciencia y de su propia sombra, para que el ego sea mucho más diáfano. 

     La ascesis, el autoestudio o la exploración interna son fundamentales, así como el manejo adecuado de nuestros impulsos, reacciones y deberes. También consiste en educar nuestras pasiones y emociones, conmemorar las cosas bellas, caminar, saber beber, observar más allá de la realidad, disfrutar de la música, escribir y amar la naturaleza, dejar el miedo a lo desconocido, entre otros aspectos. Por ello: no debes apartarte de tus principios ni cuando duermes, ni al despertar, ni cuando comes, bebes o converses con otros hombres (2006, P. 27-28). A renglón seguido sostiene Hadot: libérate de las pasiones siempre provocadas por un pasado o un futuro que en absoluto depende de nosotros (Ídem). Hacer de la meditación parte de nuestras vidas, en palabras de Foucault como si fuera una obra de arte, aunque no nos dice como hacerlo. A lo anterior, Roca Jusmet afirma:

El arte de vida es algo que vamos construyendo a partir de nuestra experiencia y la filosofía forma parte de ella, pero no es un arte de vivir. La filosofía nos hace más lúcido, pero no más felices (2023, P. 124).   

     Entristece, porque es enfrentarse a sí mismo, deconstruye lo que nos pasa, cambiar la mirada y dejar de lado las falsaciones que se han construido, pero que a la postre no han generado nada valioso al ser humano, solo vaguedad profunda. Una de las tantas ideas hadotianas es la de redescubrirse, que entristece a sí mismo, un esfuerzo que apunta mucho más allá de la cotidianidad, la liberación de sí, como cuidado de sí hacia los demás.

     Es hora de volver a lo que Hadot llamó: filosofía como forma de vida, sin antifaz, evitando los extravíos, sin descuidar el alma como emblema de lo que nos queda de vida. Evitando a toda costa los libretos de autoayuda, los gurús, coaching, la farsa, inclusive dejar a un lado la guía de Chayanne en su canción Cuidarte el alma. Los engaños abundan como solución a los problemas del alma:

Pero el problema no reside justamente en el original sino en la copia, y es esta última la que se ha impuesto en nuestros días con la fuerza de un vendaval incontenible y con la supuesta evidencia de ser portadora de beneficios (Giusti, 2015. P. 19). 

     El facilismo es el amo y propiedad de las mentes en la actualidad, engañan o alucinan a los transeúntes desvalidos de su propio ser, prevaliéndose de las palabras que acompañan los traumas que los sujetos, a través del tiempo han adquirido, es decir, un candor engañoso. El ideal hadotiano es el alma. En ella ve lo más puro para alcanzar la fóvea retinal humana, por ejemplo, la phrónesis (φρόνησις), apostándole a las ciencias del lenguaje, como hilo conductor para apoyarse en los ejercicios espirituales y la filosofía antigua, permitiendo así la verdadera eudaimonía (ευδαιμονία), el quid pro quo algo ha cambiado de algo sería lo mínimo para lograr a conmutar, es o sería el preludio para una buena etiología para conocer a fondo las causas de las cosas que atormentan a los sujetos o individuos de hoy. La aporía como orden inviable racional tendría que ser objetada, porque no permitiría las prácticas propuestas de Hadot. Es uno de los oponentes que se encuentran constantemente en las sociedades actuales, como una línea de escape, en la cual, muchas de las infelicidades están puestas.

     El trabajo filosófico de Pierre Hadot, ha fundamentado una deconstrucción profunda que abre una nueva perspectiva en la filosofía: hacer de la vida misma una filosofía. Sus obras deberían ser una referencia indispensable para aquellos que inician su camino filosófico en la actualidad. Les invita a ver en la Sophrosyne (σωφροσύνη) un ideal sublime de equilibrio mental, donde la formación del carácter se asemeja a una tesela, pieza fundamental de un todo. Leer a Hadot es liberarse de las construcciones apofánticas, es un ejercicio de leer sin prejuicios, perjuicios ni limitaciones filosóficas, ya que su discurso trasciende las fronteras de los dogmatismos y doctrinas que aún siguen imperando. A través de sus escritos, busca ejercitar la mente, emprender un camino para revelar la intencionalidad subyacente en los libros de autoayuda y los bestsellers que han colonizado nuestra cultura contemporánea. Hadot invita a ver con los ojos del alma, así como el Búho de Minerva levanta el vuelo al anochecer.   

 

Referencias Bibliográficas

 

Foucault, M. (2024). Historia de la sexualidad Volumen II. España. Siglo XXI. 

__________ (2024). Historia de la sexualidad Volumen III. España. Siglo XXI. 

Giusti, M. (2015). Disfraces y extravíos. Sobre el descuido del alma. Perú. Fondo de Cultura Económica.

Hadot, P. (1998). ¿Qué es la filosofía antigua? España. Fondo Cultura Económica.

_______ (2000). Diálogo interrumpido con Michel Foucault. Acuerdos y desacuerdos. Madrid. Alianza Editorial                

_____________ (2004). Plotino o la simplicidad de la mirada. España. Ediciones Alpha Decay.

_____________ (2006). Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Madrid. Siruela. 

_____________ (2009). Filosofía como forma de vida. España. Ediciones Alpha Decay.   

_____________ (2010). No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. Madrid. Siruela. 

_____________ (2013). Ciudadela interior. España. Ediciones Alpha Decay. 

_____________ (2015). El velo de Isis. Ensayo sobre la historia de la idea de Naturaleza. España. Ediciones Alpha Decay.       

_____________ (2024). Elogio de Sócrates. España. Ediciones Alpha Decay.

Jung, C. G. (2003). Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. Madrid. Editorial Trotta.   

Jung, C. (2021). Cartas, vol. 1. Brasil. Editora Vozes. 

Molina Gómez, C. (2004). Cambiar La mirada. Diez Ensayos sobre educación ciudad y sociedad. Palmira. Editorial Luis Amigo. Fundación Universitaria.

Roca Jusmet, L. (2023). Manifiesto por una vida verdadera. España. Ned Ediciones.    

Rueda Castaño, J. M. (2021). ¿Qué significa transformarnos? Aproximación a la noción de transformación en Pierre Hadot. Bogotá. Editorial Universidad Del Rosario.  

Szasz, T. (1994). El mito de la enfermedad Mental. Buenos Aires. Amorrortu editores

Plotino. (1992). Eneada I. Bogotá. Editorial Planeta.  

 



[1]. Filósofo. Historiador. Especialista en Cultura Política. Mg en filosofía Moral. Ph. D. Doctor. Filosofía contemporánea. Docente universitario-secundaria. Investigador. Orcid: 0000-0001-8230-8831. frecho13@hotmail.com

 

[2] La cita fue modificada por el autor del ensayo, por su extensión.

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