viernes, 11 de abril de 2025

EL NUEVO POPULISMO / Darío Ruiz Gómez

 

EL NUEVO POPULISMO

Darío Ruiz Gómez

Llamo una vez más la atención a los encargados de imagen delo Presidente Petro porque  el vehemente llamado a salir a las calles, cortar carreteras, acudir a la violencia de las trifulcas por parte de la Minga indígena, las centrales obreras, los estudiantes y profesorado revolucionario  hay un anacronismo terrible, un deja vu ya que al ver al Presidente levantar los brazos recordé inevitablemente aquellas jornadas  que viví en mi adolescencia cuando los dirigentes de Rojas Pinilla desataron unas jornadas de terror recurriendo no al pueblo sino a la plebe, al populacho. ¿No recordamos a Pedro Castillo y su enorme sombrero en el momento de comunicar el cierre del Congreso del Perú? No había terminado de leer su mensaje cuando de inmediato fue detenido por las fuerzas militares en defensa de la Democracia. El error de los asesores de Petro fue no haberse dado cuenta de que este tipo de proclama necesita de un Caudillo que no existe y de que a quienes colocaron detrás del Presidente no eran al pueblo”  si no a una comparsa disfrazada de indígenas, de obreros, de sindicalistas Esta treta es propia de los populismos para negar la directa representación de esos sectores sociales, negando el derecho a la diversidad, a la pluralidad política y colocando como en el peronismo o el populismo de López Obrador y hoy de la Sheinbaum a caricaturas de politiqueros disfrazados de “representantes del pueblo” No digamos Venezuela donde el madurismo coloca a narcotraficantes como “representantes del poder popular” Hoy en estos países el populismo es utilizado para mantener en la pobreza y la ignorancia a los pobres militantes, a las indiadas  ya que la estructura económica que supone irreversiblemente el narcotráfico ha conducido como en Colombia  al desfase entre una falsa clase dirigente “para el cambio” proveniente  de la corrupción y el narcotráfico y un pueblo mantenido en el analfabetismo como en Bolivia con la demagogia de lo ancestral, lo raizal. ¿Podemos hablar entonces de una clase trabajadora si lo que históricamente la sustentaba, el trabajo, ha desaparecido?

¿A qué llamamos pueblo bajo la economía globalizadora que el narcotráfico sustenta? El pensador Jacques Ranciére nos aclara que Pueblo es un término general que designa más un concepto político que una realidad material. Ningún antropólogo “progre” se ha preguntado sobre como un corrupto dirigente como Feliciano Valencia destruyó una frágil identidad como las de los indígenas del Cauca movilizándolos hasta convertirlos en niños grandes que protestan sin saber por qué. Cuando el Presidente Virgilio Barco logró que el M19 se rindiera y entregara sus armas un alto dirigente de este movimiento lleno de entusiasmo convocó a las “masas populares” a reunirse en la Plaza de Bolívar a esperar su llegada. Nadie lo esperó y la plaza solitaria lo devolvió a la realidad. ¿Quiénes le volaron una pierna a Navarro Wolff en un atentado? Ellos mismos. Entonces debemos también preguntarnos sobre esa clase obrera que dicen representar demagogos baratos como Maltese y Fabio Arias si el Sindicalismo no puede cobijar a una clase obrera que ya no existe porque el trabador como señala Zygmunt Bauman no es ahora un desempleado si no un exconsumidor. El populismo ha cambiado de rostro en el mundo al vaivén de los grandes cambios económicos, de ahí la peligrosidad de este modelo anacrónico que llevará a un irracionalismo político sin precedentes. Pero al inesperadamente confesar Petro que la violencia en el Cauca la están haciendo los Carteles mexicanos considerados por el Gobierno Trump como terroristas, lo que está haciendo, paradójicamente, es justificar  la intervención directa del Gobierno norteamericano.

 

 

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