LA GUERRA ESTABA AHÍ, A NUESTRO LADO
Darío Ruiz Gómez
En las crudos
informes que nuestros noticieros bogotanos han estado dando en las últimas semanas sobre a desmedida violencia
con que el ELN y las Disidencias han venido actuando en enfrentamientos de una
desconocida crueldad contra la población civil en Arauca, Nariño y sobre todo del
Cauca, a pesar de presentar únicamente retazos de imágenes sin un montaje que los convierta
en testimonio visual, ya hemos tenido la suficiente información para darnos
cuenta de que no existe lo que sus defensores han llamado conflicto entre el
Estado y grupos armados que según sus
teóricos, se lanzaron a la lucha armada para
“liberar” a campesinos oprimidos por terratenientes y empresarios capitalistas
enfrentando “la violencia revolucionaria contra la violencia burguesa”. Pura paja ya que lo que
hemos visto ha sido lo contrario: los desvaríos de una violencia anárquica ejercida sin
contemplaciones contra la clase campesina y las etnias indígenas cometiendo a
vista de todos un delito que no perdona la Corte Penal Internacional de Justicia: el confinamiento de población
civil sin permitir que les pueda llegar ningún tipo de ayuda humanitaria. Los diez
niños de ELN tirados en el suelo, heridos, unos adolescentes flacos,
desnutridos, una niña indígena de 14 años gravemente herida, y la llamada de un
asesino de las Disidencias para que el ejército los recogiera, constituye un documento que la Corte Penal Internacional debe tener en cuenta ya que el enfrentamiento no
fue entre dos grupos armados que luchan por “la libertad de los oprimidos” sino entre adolescentes de las mismas etnias
reclutados a la fuerza. por
despreciables mercenarios. Todos los convenios de la Haya o de Ginebra
sobre protección de la población civil,
de la adolescencia, sobre el abuso contra los ancianos(as) han sido
ferozmente olvidados enfrente de
nuestros propios ojos por parte de estos grupos criminales. ¿Estabas almorzando, cenando con tus amigos, tomándote
unas copas cuando esta guerra sucia a través de informes en directo entró en
tus hogares, en tus oficinas o sea en tus vidas?
La abrupta constatación de estas demostraciones de brutalidad ha roto el sofisma de que hemos sido ajenos
a estos atropellos con la disculpa de
que sucedían en tierras remotas, disculpa de teóricos de izquierda que
“reemplazaron los hechos por los propios deseos” ya que la guerra, nuestra guerra ha sido una verdad obsesivamente negada por ellos, ignorada por
nuestra clase política, guardando total
indiferencia frente a la suerte de los
campesinos, de estos adolescentes masacrándose mientras los dueños de la
violencia engordan sus fortunas personales tal como lo seguimos observando mientras estamos a la espera del comienzo de otra mesa mentirosa
de Conversaciones tal como lo he venido
repitiendo. El silencio ha caído y
seguirá cayendo sobre estas tumbas anónimas. Emanuel Benítez Ochoa alcanzó a cumplir 22 años de
edad, había nacido en la Zona Bananera, su hermoso rostro era el del Gran mulato
con que llegó a soñar para Colombia Fernando González; pero en Dagua, Calima, el 22 de agosto el
espantoso capricho de un francotirador al servicio del Grupo Residual Jaime
Martínez, lo mató por matar en un acto propio de quienes hace tiempos cruzaron
todas las fronteras rojas de lo humano para convertirse en fieras terribles con
lujosas camionetas. Y en la próxima casta dirigente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.